El alcohol y las drogas vuelven a jaquear a los barrios humildes de El Bolsón

09 JUN 2020 - 20:22 | Actualizado

Un homicidio ocurrido el fin de semana en el barrio Irigoyen, donde la víctima fue un joven de apenas 20 años; más un allanamiento en el barrio Terminal –a cargo de Gendarmería Nacional-, volvieron a poner en evidencia que “los principales flagelos en los barrios pobres de El Bolsón son el alcohol y las drogas”, tal como lo vienen señalando desde hace años los organismos competentes.

En más de una oportunidad se ha escuchado al propio intendente, Bruno Pogliano, reconocer el problema y potenciar algunos programas desarrollados desde “El Altillo”, un lugar que cuenta con el trabajo de profesionales y creado como “un dispositivo de aproximación de la unidad de gestión de políticas públicas en prevención de consumos y adicciones”. Es, en definitiva, un “espacio libre, gratuito y confidencial para la contención de personas que sufren la problemática del consumo de drogas”.

Al parecer, los tiempos de pandemia han incrementado la demanda (en razón del aislamiento obligatorio y la falta de actividades recreativas o de esparcimiento), al tiempo que ha favorecido la oportunidad de negocio para los “dealers” de estupefacientes, varios de ellos “desembarcados desde otras ciudades patagónicas”, según fuentes de la investigación.

En coincidencia, es sabido que el acceso a las bebidas alcohólicas no representa ningún tipo de complicaciones para los consumidores. En tal sentido, con la premisa de conseguir dinero, también han aumentado los robos contra las propiedades de los mismos vecinos.

Un sospechoso

Ayer, el comisario Sergio Blázquez confirmó la detención de un sospechoso en referencia al asesinato de Sergio Salazar, ultimado de una cuchillada en una oscura esquina de la zona sur de la ciudad, donde el presunto imputado sería “un hombre de Comodoro Rivadavia, con antecedentes penales”, de quién poco se sabe sobre las razones de su llegada y permanencia en la Comarca Andina.

Hasta el momento, tampoco fue hallada el arma homicida y en la barriada los vecinos reconocen su recelo “a aportar datos” por temor “a las posibles represalias”. Hace un par de semanas, el incendio intencional de una vivienda del sector fue una muestra concreta de ello.

De igual manera, en el barrio Terminal hay residentes que han denunciado amenazas y otros han puesto en venta sus casas luego de atreverse “a poner en evidencia a los transas”.

Campañas pendientes

Sobre el tema, el presidente de la Junta Vecinal del barrio Irigoyen, “Tanaka” Paillalef, reconoció ayer que la problemática de inseguridad “es mucho más profunda que lo emergente, en función de lo blanda que es la justicia al permitir que los delincuentes salgan libres y vuelvan a las andadas”. Desde su óptica, “las consecuencias luego las pagan los sectores más humildes de la sociedad, donde no existe la seguridad privada o las recorridas permanentes de la policía, como ocurre en otros barrios más pudientes”.

“Voy a pedirle al jefe de la comisaría incrementar los patrullajes en la zona sur de El Bolsón, porque pasan únicamente por las calles más iluminadas y transitadas. Quizás se pueda dejar también alguna guardia peatonal permanente”, adelantó.

Asimismo, resaltó que “como comunidad, hemos dejado de lado aquellas campañas que se hacían contra el alcoholismo, la drogadicción o el HIV; que hoy están limitadas solamente a la educación sexual integral (ESI) y el aborto”.

“Todos estos problemas (incremento de la violencia intrafamiliar, golpiza de mujeres, etc.), vienen asociados al consumo de alcohol y las drogas. Tenemos que insistir con cruzadas de información para que los más jóvenes no se sientan presionados y/u obligados a caer en ese mundillo, desde donde después no pueden salir”, graficó.

Con todo, el dirigente vecinal rescató que “el barrio está conformado en un 99% de gente trabajadora, donde nos conocemos todos. Antes, incluso el chorro tenía códigos y no robaba a sus vecinos. Sabemos quiénes son los personajes problemáticos y todavía estamos a tiempo de hacer algo, no está todo perdido”.#

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09 JUN 2020 - 20:22

Un homicidio ocurrido el fin de semana en el barrio Irigoyen, donde la víctima fue un joven de apenas 20 años; más un allanamiento en el barrio Terminal –a cargo de Gendarmería Nacional-, volvieron a poner en evidencia que “los principales flagelos en los barrios pobres de El Bolsón son el alcohol y las drogas”, tal como lo vienen señalando desde hace años los organismos competentes.

En más de una oportunidad se ha escuchado al propio intendente, Bruno Pogliano, reconocer el problema y potenciar algunos programas desarrollados desde “El Altillo”, un lugar que cuenta con el trabajo de profesionales y creado como “un dispositivo de aproximación de la unidad de gestión de políticas públicas en prevención de consumos y adicciones”. Es, en definitiva, un “espacio libre, gratuito y confidencial para la contención de personas que sufren la problemática del consumo de drogas”.

Al parecer, los tiempos de pandemia han incrementado la demanda (en razón del aislamiento obligatorio y la falta de actividades recreativas o de esparcimiento), al tiempo que ha favorecido la oportunidad de negocio para los “dealers” de estupefacientes, varios de ellos “desembarcados desde otras ciudades patagónicas”, según fuentes de la investigación.

En coincidencia, es sabido que el acceso a las bebidas alcohólicas no representa ningún tipo de complicaciones para los consumidores. En tal sentido, con la premisa de conseguir dinero, también han aumentado los robos contra las propiedades de los mismos vecinos.

Un sospechoso

Ayer, el comisario Sergio Blázquez confirmó la detención de un sospechoso en referencia al asesinato de Sergio Salazar, ultimado de una cuchillada en una oscura esquina de la zona sur de la ciudad, donde el presunto imputado sería “un hombre de Comodoro Rivadavia, con antecedentes penales”, de quién poco se sabe sobre las razones de su llegada y permanencia en la Comarca Andina.

Hasta el momento, tampoco fue hallada el arma homicida y en la barriada los vecinos reconocen su recelo “a aportar datos” por temor “a las posibles represalias”. Hace un par de semanas, el incendio intencional de una vivienda del sector fue una muestra concreta de ello.

De igual manera, en el barrio Terminal hay residentes que han denunciado amenazas y otros han puesto en venta sus casas luego de atreverse “a poner en evidencia a los transas”.

Campañas pendientes

Sobre el tema, el presidente de la Junta Vecinal del barrio Irigoyen, “Tanaka” Paillalef, reconoció ayer que la problemática de inseguridad “es mucho más profunda que lo emergente, en función de lo blanda que es la justicia al permitir que los delincuentes salgan libres y vuelvan a las andadas”. Desde su óptica, “las consecuencias luego las pagan los sectores más humildes de la sociedad, donde no existe la seguridad privada o las recorridas permanentes de la policía, como ocurre en otros barrios más pudientes”.

“Voy a pedirle al jefe de la comisaría incrementar los patrullajes en la zona sur de El Bolsón, porque pasan únicamente por las calles más iluminadas y transitadas. Quizás se pueda dejar también alguna guardia peatonal permanente”, adelantó.

Asimismo, resaltó que “como comunidad, hemos dejado de lado aquellas campañas que se hacían contra el alcoholismo, la drogadicción o el HIV; que hoy están limitadas solamente a la educación sexual integral (ESI) y el aborto”.

“Todos estos problemas (incremento de la violencia intrafamiliar, golpiza de mujeres, etc.), vienen asociados al consumo de alcohol y las drogas. Tenemos que insistir con cruzadas de información para que los más jóvenes no se sientan presionados y/u obligados a caer en ese mundillo, desde donde después no pueden salir”, graficó.

Con todo, el dirigente vecinal rescató que “el barrio está conformado en un 99% de gente trabajadora, donde nos conocemos todos. Antes, incluso el chorro tenía códigos y no robaba a sus vecinos. Sabemos quiénes son los personajes problemáticos y todavía estamos a tiempo de hacer algo, no está todo perdido”.#


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