De los bosques nativos “depende la actividad social, humana y económica de la Comarca Andina”

04 JUL 2020 - 20:15 | Actualizado

Con casi 35 años de experiencia en el Vivero Forestal de Mallín Ahogado, dependiente del Servicio Forestal Andino, el ingeniero forestal Oscar Lebed aseveró que “tenemos que defender y proteger nuestros bosques nativos, porque de ellos depende la actividad social, humana y económica de la Comarca Andina. Desde nuestro lado, colaboramos con la reproducción y multiplicación de algunas de las especies para su fomento, plantación y para que se mantengan y siempre sigan viviendo”.

Desde su óptica, “por suerte la gente ha tomado conciencia de ello. Cuando comenzamos a trabajar en 1986, no se producían plantas nativas, solamente pinos Ponderosa, Oregón y Murrayana. Hoy el 55% del vivero son nativas, eso quiere decir que la propia comunidad se ha apropiado del proyecto”, remarcó.

En el complejo ubicado a 10 km de El Bolsón, el profesional encabeza el programa para reproducir helechos nativos dedicados al mercado ornamental (y evitar su depredación en el bosque), por un lado; y otro de berries originarios (murta, calafate, parrilla grande y maqui), cuyos plantines irán a incrementar la vegetación de la Línea Sur rionegrina y las montañas de la región, muchas de ellas castigadas por grandes incendios en la última década.

“Comenzamos a trabajar con dos géneros de helechos (Rumohra y Polystichum); uno es más ornamental y el otro más comercial (principalmente para coronas fúnebres). Las plantaciones hechas en uno de los invernaderos serán las plantas madres y de allí saldrá la división de rizomas”, explicó.

Más allá de limitar la extracción del ambiente natural, Lebed adelantó la posibilidad de que en un futuro próximo “sean los mismos pobladores quienes puedan cultivarlos en sus huertos, ya que hay demanda de un mercado importante”, aunque “implica también capacitación y conocimientos técnicos, ya que hay que cosechar determinadas frondas, que no tengan esporas”.

Bayas

Por otra parte, en referencia al proyecto de bayas, subrayó que “lo integran varias instituciones: Servicio Forestal Andino, Inta Bariloche e Inibioma (Conicet y Universidad del Comahue)”.

“Cada una de las partes tienen funciones diferentes. En el vivero hacemos el cultivo de los plantines con la reproducción y multiplicación de las especies. Inibioma tiene a su cargo el estudio de las propiedades medicinales con su equipo de farmacéuticos; mientras que el área de etnobotánica trabaja con la gente en el campo para que las pueda cultivar y desarrollar con fines comerciales”, graficó.

Nativas

En coincidencia, el mismo vivero ofrece otras arbustivas como pañil, notro, retamo, radal, laura, chinchín y arrayán; más ciprés de cordillera, coihue, raulí, roble pellín, ñire, sófora y araucaria, entre otras.

Las plantas se producen desde semillas y gajos en dos grandes invernaderos. No utilizan fertilizantes y la tierra que emplean está compuesta por mantillo del bosque. Luego de sacarlas de la cubierta se las ubica en fosas donde se las riega por inundación con agua pura proveniente del arroyo cercano.

Experiencia

Entre sus mejores recuerdos, Lebed valoró que está “la plazoleta de avenida Belgrano, en pleno centro de El Bolsón, plantada en 1996 -en coordinación con el Proyecto Lemu, docentes y gente de la comunidad-, que hoy están lindas y grandes”, y que incluye cipreses, notros, araucarias y robles pellín”.

“Muchas de nuestras plantas son para ornamentación, jardinería y también para forestación a cargo de los productores de la zona”, remarcó.

Lebed coincidió enseguida en que “el símbolo de nuestra cordillera es el ciprés, cuyos ejemplares mayores llegan a ser centenarios. Es un árbol muy noble, que se ha explotado mucho y que debemos seguir plantando y protegiendo porque es una especie que ha sido muy intervenida. Aquí ponemos mucha energía en su reproducción”, resaltó.

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04 JUL 2020 - 20:15

Con casi 35 años de experiencia en el Vivero Forestal de Mallín Ahogado, dependiente del Servicio Forestal Andino, el ingeniero forestal Oscar Lebed aseveró que “tenemos que defender y proteger nuestros bosques nativos, porque de ellos depende la actividad social, humana y económica de la Comarca Andina. Desde nuestro lado, colaboramos con la reproducción y multiplicación de algunas de las especies para su fomento, plantación y para que se mantengan y siempre sigan viviendo”.

Desde su óptica, “por suerte la gente ha tomado conciencia de ello. Cuando comenzamos a trabajar en 1986, no se producían plantas nativas, solamente pinos Ponderosa, Oregón y Murrayana. Hoy el 55% del vivero son nativas, eso quiere decir que la propia comunidad se ha apropiado del proyecto”, remarcó.

En el complejo ubicado a 10 km de El Bolsón, el profesional encabeza el programa para reproducir helechos nativos dedicados al mercado ornamental (y evitar su depredación en el bosque), por un lado; y otro de berries originarios (murta, calafate, parrilla grande y maqui), cuyos plantines irán a incrementar la vegetación de la Línea Sur rionegrina y las montañas de la región, muchas de ellas castigadas por grandes incendios en la última década.

“Comenzamos a trabajar con dos géneros de helechos (Rumohra y Polystichum); uno es más ornamental y el otro más comercial (principalmente para coronas fúnebres). Las plantaciones hechas en uno de los invernaderos serán las plantas madres y de allí saldrá la división de rizomas”, explicó.

Más allá de limitar la extracción del ambiente natural, Lebed adelantó la posibilidad de que en un futuro próximo “sean los mismos pobladores quienes puedan cultivarlos en sus huertos, ya que hay demanda de un mercado importante”, aunque “implica también capacitación y conocimientos técnicos, ya que hay que cosechar determinadas frondas, que no tengan esporas”.

Bayas

Por otra parte, en referencia al proyecto de bayas, subrayó que “lo integran varias instituciones: Servicio Forestal Andino, Inta Bariloche e Inibioma (Conicet y Universidad del Comahue)”.

“Cada una de las partes tienen funciones diferentes. En el vivero hacemos el cultivo de los plantines con la reproducción y multiplicación de las especies. Inibioma tiene a su cargo el estudio de las propiedades medicinales con su equipo de farmacéuticos; mientras que el área de etnobotánica trabaja con la gente en el campo para que las pueda cultivar y desarrollar con fines comerciales”, graficó.

Nativas

En coincidencia, el mismo vivero ofrece otras arbustivas como pañil, notro, retamo, radal, laura, chinchín y arrayán; más ciprés de cordillera, coihue, raulí, roble pellín, ñire, sófora y araucaria, entre otras.

Las plantas se producen desde semillas y gajos en dos grandes invernaderos. No utilizan fertilizantes y la tierra que emplean está compuesta por mantillo del bosque. Luego de sacarlas de la cubierta se las ubica en fosas donde se las riega por inundación con agua pura proveniente del arroyo cercano.

Experiencia

Entre sus mejores recuerdos, Lebed valoró que está “la plazoleta de avenida Belgrano, en pleno centro de El Bolsón, plantada en 1996 -en coordinación con el Proyecto Lemu, docentes y gente de la comunidad-, que hoy están lindas y grandes”, y que incluye cipreses, notros, araucarias y robles pellín”.

“Muchas de nuestras plantas son para ornamentación, jardinería y también para forestación a cargo de los productores de la zona”, remarcó.

Lebed coincidió enseguida en que “el símbolo de nuestra cordillera es el ciprés, cuyos ejemplares mayores llegan a ser centenarios. Es un árbol muy noble, que se ha explotado mucho y que debemos seguir plantando y protegiendo porque es una especie que ha sido muy intervenida. Aquí ponemos mucha energía en su reproducción”, resaltó.


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