Muchas quejas por los camiones chilenos

12 JUL 2020 - 20:37 | Actualizado

Según las estadísticas oficiales, por el paso Cardenal Samoré cruzan al día unos 150 camiones de gran porte que luego continúan por la ruta nacional 40 para abastecer a los pueblos del sur chileno. Es el segundo paso internacional trasandino en importancia, después de Cristo Redentor, en Mendoza.

El tránsito de cargas está amparado en un convenio bilateral entre Argentina y Chile, que data de 1974, donde los transportes chilenos pueden utilizar las rutas argentinas para comercializar con la zona austral de su país, mientras que los argentinos pueden pasar por territorio chileno para cruzar a Tierra del Fuego.

No obstante, desde hace dos décadas, las quejas son recurrentes en las ciudades de Villa La Angostura, San Carlos de Bariloche y El Bolsón porque “complican el flujo normal de vehículos, principalmente en verano cuando recibimos al turismo; siempre vienen excedidos en peso y rompen el pavimento; viajan en tándem y no permiten el sobrepaso; ni siquiera cargan combustible y los choferes gastan poco y nada; además que en invierno no respetan las restricciones de circulación por las nevadas y terminan cortando los caminos”, entre otros argumentos.

En coincidencia, con la pandemia mundial por el coronavirus, “está siempre latente el peligro de que llegue alguno contagiado, no hay que olvidar que la mayoría proviene de la Región de los Lagos, donde hay 2.200 casos positivos y 24 muertos”, recordaron.

Luego de salir de la aduana, los camioneros recién pueden detenerse en la recta de El Foyel (25 kilómetros al norte de El Bolsón) para pernoctar (allí, las protestas pasan “por la cantidad de basura acumulada. Pusieron un par de tachos, pero nadie los retira”). Una vez arribados a la ciudad, solo la pueden atravesar custodiados por un vehículo especial, que los deja en el paralelo 42°, límite con Chubut. La próxima parada autorizada es en La Laurita (a 100 kilómetros de Gobernador Costa), siempre sin poder descender de la cabina. Una situación considerada “inhumana”, por los propios transportistas.

En su defensa, explican que “somos un servicio tan esencial como la salud y la seguridad, ya que abastecemos a todas las localidades sureñas. Tampoco somos inmunes al virus y nos interesa cuidarnos porque tenemos una familia esperando. En Argentina no nos quieren, pero Chile no nos garantiza otra alternativa para llegar”.

Desde hace un tiempo, un grupo de vecinos y autoridades de la Comarca Andina, desde El Bolsón hasta Epuyén, viene gestionando ante el Gobierno nacional para que “se asfalte un tramo de la ex ruta nacional 40 (Leleque/Pilcaniyeu), con la premisa de desviar el tránsito diario de unos 150 camiones chilenos que atraviesan la región y complican el movimiento turístico y el flujo habitual de los residentes”.

Descartaron de plano la alternativa de caminos de circunvalación (como en Bariloche y Villa La Angostura –aún en ejecución-), porque “estamos hablando de valles intermontanos muy estrechos y un trazado de montaña. En pocos años, el problema se agravaría”.

La opción propuesta “sería mucho más ágil ya que circula por la meseta, al tiempo que volvería a dar vida económica activa a varios pueblos afectados desde la década del ’80 por el cierre del ferrocarril y la crisis repetida del sector ganadero”.

Coincidieron en que “pocos temas han logrado tanto consenso entre la población como la seguridad vial. Hemos sido testigos durante 35 años de los problemas recurrentes en la vía troncal del Corredor de los Lagos (rutas 237, 258 y 259), hoy unificada arbitrariamente en la ruta nacional 40”.

Sobre las complicaciones actuales, remarcaron como antecedente que “desde 1999 comenzaron a circular camiones extranjeros (diferentes a los argentinos en tamaño) que a criterio de los expertos no hicieron más que destruir sistemáticamente la cinta asfáltica”.

“La altísima densidad, los paradores intermedios, las marchas en tándem y las velocidades desarrolladas los han hecho partícipes de innumerables accidentes, muchos de ellos fatales”, graficaron.

A criterio de los promotores de la iniciativa, “durante la época invernal, con cada nevada o helada, el trayecto se convierte en una verdadero ruleta rusa y pedimos que no venga un camión de frente cada vez que nos toca transitarlo”.

Puntualizaron que “nos moviliza sólo el objetivo común de reducir los accidentes y mejorar las condiciones de transitabilidad, desechando cualquier mala intención de adjudicarnos motivos xenófobos”.

Valoraron que “el Corredor de los Lagos, que comienza en Neuquén y termina en Chubut, es turístico y el paso de los grandes camiones nos genera sobrecarga de tránsito en verano y temor en invierno”, al tiempo que resaltaron que “encima es común verlos circular en hilera y no dan paso en cumplimiento a la disposición de liberar la cola más allá del sexto vehículo”.

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12 JUL 2020 - 20:37

Según las estadísticas oficiales, por el paso Cardenal Samoré cruzan al día unos 150 camiones de gran porte que luego continúan por la ruta nacional 40 para abastecer a los pueblos del sur chileno. Es el segundo paso internacional trasandino en importancia, después de Cristo Redentor, en Mendoza.

El tránsito de cargas está amparado en un convenio bilateral entre Argentina y Chile, que data de 1974, donde los transportes chilenos pueden utilizar las rutas argentinas para comercializar con la zona austral de su país, mientras que los argentinos pueden pasar por territorio chileno para cruzar a Tierra del Fuego.

No obstante, desde hace dos décadas, las quejas son recurrentes en las ciudades de Villa La Angostura, San Carlos de Bariloche y El Bolsón porque “complican el flujo normal de vehículos, principalmente en verano cuando recibimos al turismo; siempre vienen excedidos en peso y rompen el pavimento; viajan en tándem y no permiten el sobrepaso; ni siquiera cargan combustible y los choferes gastan poco y nada; además que en invierno no respetan las restricciones de circulación por las nevadas y terminan cortando los caminos”, entre otros argumentos.

En coincidencia, con la pandemia mundial por el coronavirus, “está siempre latente el peligro de que llegue alguno contagiado, no hay que olvidar que la mayoría proviene de la Región de los Lagos, donde hay 2.200 casos positivos y 24 muertos”, recordaron.

Luego de salir de la aduana, los camioneros recién pueden detenerse en la recta de El Foyel (25 kilómetros al norte de El Bolsón) para pernoctar (allí, las protestas pasan “por la cantidad de basura acumulada. Pusieron un par de tachos, pero nadie los retira”). Una vez arribados a la ciudad, solo la pueden atravesar custodiados por un vehículo especial, que los deja en el paralelo 42°, límite con Chubut. La próxima parada autorizada es en La Laurita (a 100 kilómetros de Gobernador Costa), siempre sin poder descender de la cabina. Una situación considerada “inhumana”, por los propios transportistas.

En su defensa, explican que “somos un servicio tan esencial como la salud y la seguridad, ya que abastecemos a todas las localidades sureñas. Tampoco somos inmunes al virus y nos interesa cuidarnos porque tenemos una familia esperando. En Argentina no nos quieren, pero Chile no nos garantiza otra alternativa para llegar”.

Desde hace un tiempo, un grupo de vecinos y autoridades de la Comarca Andina, desde El Bolsón hasta Epuyén, viene gestionando ante el Gobierno nacional para que “se asfalte un tramo de la ex ruta nacional 40 (Leleque/Pilcaniyeu), con la premisa de desviar el tránsito diario de unos 150 camiones chilenos que atraviesan la región y complican el movimiento turístico y el flujo habitual de los residentes”.

Descartaron de plano la alternativa de caminos de circunvalación (como en Bariloche y Villa La Angostura –aún en ejecución-), porque “estamos hablando de valles intermontanos muy estrechos y un trazado de montaña. En pocos años, el problema se agravaría”.

La opción propuesta “sería mucho más ágil ya que circula por la meseta, al tiempo que volvería a dar vida económica activa a varios pueblos afectados desde la década del ’80 por el cierre del ferrocarril y la crisis repetida del sector ganadero”.

Coincidieron en que “pocos temas han logrado tanto consenso entre la población como la seguridad vial. Hemos sido testigos durante 35 años de los problemas recurrentes en la vía troncal del Corredor de los Lagos (rutas 237, 258 y 259), hoy unificada arbitrariamente en la ruta nacional 40”.

Sobre las complicaciones actuales, remarcaron como antecedente que “desde 1999 comenzaron a circular camiones extranjeros (diferentes a los argentinos en tamaño) que a criterio de los expertos no hicieron más que destruir sistemáticamente la cinta asfáltica”.

“La altísima densidad, los paradores intermedios, las marchas en tándem y las velocidades desarrolladas los han hecho partícipes de innumerables accidentes, muchos de ellos fatales”, graficaron.

A criterio de los promotores de la iniciativa, “durante la época invernal, con cada nevada o helada, el trayecto se convierte en una verdadero ruleta rusa y pedimos que no venga un camión de frente cada vez que nos toca transitarlo”.

Puntualizaron que “nos moviliza sólo el objetivo común de reducir los accidentes y mejorar las condiciones de transitabilidad, desechando cualquier mala intención de adjudicarnos motivos xenófobos”.

Valoraron que “el Corredor de los Lagos, que comienza en Neuquén y termina en Chubut, es turístico y el paso de los grandes camiones nos genera sobrecarga de tránsito en verano y temor en invierno”, al tiempo que resaltaron que “encima es común verlos circular en hilera y no dan paso en cumplimiento a la disposición de liberar la cola más allá del sexto vehículo”.


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