Mercachifle de ilusiones: el quinto libro de Chaina

La portada del libro. Además de escribir, Gustavo Chaina hace radio y da clases de danza árabe.
12 JUL 2020 - 20:40 | Actualizado

Por Martín Tacón

Mercachifle de ilusiones” es el quinto libro de Gustavo Chaina, que saldrá a la luz el próximo viernes 17. El autor, en plena pandemia, desnuda su alma haciendo un recorrido por su propia historia de vida. Menciona amigos, compañeros, habla de las danzas árabes, su niñez en el campo y hunde raíces en el oficio de su padre mercachifle.

Mercachifle es un vendedor ambulante de chucherías y baratijas que lleva una tienda portátil. Un oficio casi extinto. Para Gustavo Chaina, el mercachifle es “un recuerdo añorado de otros tiempos y se conjuga con las ilusiones regaladas”. Su libro “desanda la ilusión, no como parte médica del psicoanálisis, sino como elemento positivo cuando regalamos un autor, una canción, una letra o simplemente vivencias que, al obsequiarlas, reconforta el alma tanto de quien recibe como de quien brinda”. Según el autor, “Mercachifle de ilusiones es aquel que entrega sin esperar nada a cambio, todo lo bueno de su esencia que alimenta el espíritu del receptor”.

Al igual que sus otros libros, “Mercachifle de ilusiones” se publica bajo el sello editorial Ediciones del Cedro, de la poeta Julia Chaktoura. La obra es prologada por Mery Zampini, de Gaiman. Cuenta con el diseño de tapa de Leonardo Rago y un sugestivo escrito en la contratapa que corresponde a Karina López, la voz del mensajero rural de LU20. La radio juega un papel preponderante en la narrativa del autor.

En diálogo con Jornada, Gustavo Chaina cuenta que la cuarentena le brindó un escenario propicio para la escritura. Chaina confiesa que el libro –si bien cuenta con algunos escritos que datan de tiempos anteriores– fue escrito casi en su totalidad en tiempos de pandemia, entre el 30 de marzo y el 30 de junio de 2020.

“La prueba de galera la tuve el día lunes 29 de junio”, contó el autor. “También colaboraron mi hermana Beatriz Chaina, con una imagen que ilustrará los señaladores y que hemos usado de flyers promocionales. También mi sobrino Cristian Vázquez, que ha recolectado la información de un camión que aparece en la mencionada imagen”.

A pesar de los matices inherentes a su vida, Chaina asegura que no se trata de una obra autobiográfica. “Prefiero decir que es un libro que aporta cosas buenas”, indica el autor. “Habla un poco de mí pero también de quienes me han rodeado, de quienes transitaron y de quienes aún transitan teniendo alguna buena anécdota para recordar. Si bien no tienen nombre y apellidos, cada quien se sentirá identificado en cada escrito. Y eso es algo sublime, poder plasmar en una hoja un sentimiento, pensando en alguien concretamente pero que luego no solo al que iba dirigido se siente identificado, sino más de un lector. Es como mágico”.

El libro se sitúa en aquellos espacios que resguardan los recuerdos más entrañables del autor. “Los escenarios son diversos y van mutando. Hay muchas rutas, mates, risas. Por momentos estamos en la cuenca carbonífera en el suroeste de la provincia de Santa Cruz y luego en Córdoba capital. Vamos a Esquel y volvemos a Buenos Aires. Por momentos abrazamos el mediterráneo y en otros la meseta central del Chubut. Pasamos por Gastre, donde nací, y recorremos el interior. Pasamos por Puerto Natales, en Chile. Y así en cada lugar donde ha quedado un recuerdo y un paso del mercachifle”.

Gustavo Chaina es una persona comprometida con las tradiciones culturales de su comunidad sirio libanesa. En “Mercachifle de ilusiones” se perfila, desde lo más profundo de la sangre, la influencia de su cultura.

“Hace treinta años revalorizo la cultura árabe”, dice Chaina. “Primero fueron los italianos y luego los libaneses, que escapaban de la guerra y del dominio del imperio turco otomano (de ahí que nos llaman turcos). Mi abuelo fue mercachifle siguiendo la línea sur del ferrocarril Roca que iba de Viedma a Bariloche y decidió quedarse en la localidad de Clemente Onelli. Mi viejo aún hoy mercachiflea dentro de lo que puede con sus 90 años recién cumplidos y yo me he encargado de lo mismo a menor escala. El mercachifle lleva de todo (papas, cebollas, útiles escolares, materiales de la construcción, placas para el cementerio, ropa, tabaco, etcétera). Yo llevo música, danza, risas, amores, desamores, hijos, vivencias, rutas, mates y afectos”.

El libro estará disponible desde el 17 de julio. Se distribuirá entre Gaiman, Trelew y Rawson. La presentación aún no tiene fecha prevista. El sitio inicial sería en Gaiman, en la Asociación Cultural Virgilio Zampini.

Escribir en cuarentena

Existe una simbiosis entre el tiempo y la vida. El escritor revela sus secretos a la hora de conjugar el trabajo en cuarentena con la literatura.

“Si bien estuve de turno (es decir, atento al llamado telefónico), fueron pocas las veces que me llamaron de manera concreta, entonces ese tiempo se fue transformando en juegos con mis hijos, tareas escolares, clases virtuales, cocina. Son cosas que me gustan mucho, y me reencontré con ellas. A mí la noche me trae fantasmas de los buenos y de los otros. Siempre he sacado provecho de las noches a la hora de escribir. Las noches han traído humo de cigarro o narguile, libreta de anotaciones y tinta, diálogos con la luna y el frío. Así desandamos caminos, sigiloso en penumbras para no molestar a nadie. En este nuevo contexto, las noches han sido buenas amigas, donde el resto descansa y otros sueñan con naves espaciales o cuentos de hechiceros. Yo he tratado de robarle tiempo, y el mejor momento ha sido la noche. A eso se suman otros quehaceres: hago dos programas de radio en FM Bryn Gwyn, que no da dinero pero reconforta el alma; de vez en cuando interactúo en alguna que otra clase online de danzas”.

“Mercachifle de ilusiones” es el quinto libro del autor. Sus primeras dos obras pertenecen a la doble edición de “Amargo botín” (2011 y 2013), que relata y reconstruye el violento asalto al cajero del Ministerio de Economía de Rawson ocurrido el 15 de junio del 2007. Su tercer libro se titula “Música y Danza de Árabes en la Patagonia” (2013), que narra la corriente migratoria de sirios y libaneses a suelo chubutense realizando un recorrido por las danzas y expresiones folclóricas árabes que aún perduran en la provincia y en la región patagónica. Su cuarto libro es una entrega gastronómica titulada “Sabores de Oriente” (2015), una obra que destinó su recaudación de venta a los refugiados sirios y que agotó su primera edición en Comodoro Rivadavia. Todos sus libros fueron publicados por Ediciones del Cedro.

Por último, el autor adelantó que trabaja en una adaptación de cuentos infantiles. “Es algo divertido. Tendrán un toque policial Hansel y Gretel, Caperucita Roja, Los tres cerditos, Cenicienta, entre otros. Siempre pensé en qué había pasado con el lobo después que “comió” a la abuela de Caperucita, por qué la madre la mandó sola. Entonces imaginé un escenario donde a la denuncia de Caperucita se constituían la División Investigaciones Policiales, la División Búsqueda de Personas, Criminalística, etcétera, para darle el contexto policial. Y así como eso, cosas similares en Los tres cerditos. Siempre el lobo es malo, es feroz. Ahí el escenario es la vida y las oportunidades que tuvo o no el lobo. Hansel y Gretel dentro de un contexto pandémico, deben irse al bosque. Cenicienta y el trabajo infantil, el Gato con botas y la inclusión social, Pinocho y las clases de ESI”.#

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Por Martín Tacón

Mercachifle de ilusiones” es el quinto libro de Gustavo Chaina, que saldrá a la luz el próximo viernes 17. El autor, en plena pandemia, desnuda su alma haciendo un recorrido por su propia historia de vida. Menciona amigos, compañeros, habla de las danzas árabes, su niñez en el campo y hunde raíces en el oficio de su padre mercachifle.

Mercachifle es un vendedor ambulante de chucherías y baratijas que lleva una tienda portátil. Un oficio casi extinto. Para Gustavo Chaina, el mercachifle es “un recuerdo añorado de otros tiempos y se conjuga con las ilusiones regaladas”. Su libro “desanda la ilusión, no como parte médica del psicoanálisis, sino como elemento positivo cuando regalamos un autor, una canción, una letra o simplemente vivencias que, al obsequiarlas, reconforta el alma tanto de quien recibe como de quien brinda”. Según el autor, “Mercachifle de ilusiones es aquel que entrega sin esperar nada a cambio, todo lo bueno de su esencia que alimenta el espíritu del receptor”.

Al igual que sus otros libros, “Mercachifle de ilusiones” se publica bajo el sello editorial Ediciones del Cedro, de la poeta Julia Chaktoura. La obra es prologada por Mery Zampini, de Gaiman. Cuenta con el diseño de tapa de Leonardo Rago y un sugestivo escrito en la contratapa que corresponde a Karina López, la voz del mensajero rural de LU20. La radio juega un papel preponderante en la narrativa del autor.

En diálogo con Jornada, Gustavo Chaina cuenta que la cuarentena le brindó un escenario propicio para la escritura. Chaina confiesa que el libro –si bien cuenta con algunos escritos que datan de tiempos anteriores– fue escrito casi en su totalidad en tiempos de pandemia, entre el 30 de marzo y el 30 de junio de 2020.

“La prueba de galera la tuve el día lunes 29 de junio”, contó el autor. “También colaboraron mi hermana Beatriz Chaina, con una imagen que ilustrará los señaladores y que hemos usado de flyers promocionales. También mi sobrino Cristian Vázquez, que ha recolectado la información de un camión que aparece en la mencionada imagen”.

A pesar de los matices inherentes a su vida, Chaina asegura que no se trata de una obra autobiográfica. “Prefiero decir que es un libro que aporta cosas buenas”, indica el autor. “Habla un poco de mí pero también de quienes me han rodeado, de quienes transitaron y de quienes aún transitan teniendo alguna buena anécdota para recordar. Si bien no tienen nombre y apellidos, cada quien se sentirá identificado en cada escrito. Y eso es algo sublime, poder plasmar en una hoja un sentimiento, pensando en alguien concretamente pero que luego no solo al que iba dirigido se siente identificado, sino más de un lector. Es como mágico”.

El libro se sitúa en aquellos espacios que resguardan los recuerdos más entrañables del autor. “Los escenarios son diversos y van mutando. Hay muchas rutas, mates, risas. Por momentos estamos en la cuenca carbonífera en el suroeste de la provincia de Santa Cruz y luego en Córdoba capital. Vamos a Esquel y volvemos a Buenos Aires. Por momentos abrazamos el mediterráneo y en otros la meseta central del Chubut. Pasamos por Gastre, donde nací, y recorremos el interior. Pasamos por Puerto Natales, en Chile. Y así en cada lugar donde ha quedado un recuerdo y un paso del mercachifle”.

Gustavo Chaina es una persona comprometida con las tradiciones culturales de su comunidad sirio libanesa. En “Mercachifle de ilusiones” se perfila, desde lo más profundo de la sangre, la influencia de su cultura.

“Hace treinta años revalorizo la cultura árabe”, dice Chaina. “Primero fueron los italianos y luego los libaneses, que escapaban de la guerra y del dominio del imperio turco otomano (de ahí que nos llaman turcos). Mi abuelo fue mercachifle siguiendo la línea sur del ferrocarril Roca que iba de Viedma a Bariloche y decidió quedarse en la localidad de Clemente Onelli. Mi viejo aún hoy mercachiflea dentro de lo que puede con sus 90 años recién cumplidos y yo me he encargado de lo mismo a menor escala. El mercachifle lleva de todo (papas, cebollas, útiles escolares, materiales de la construcción, placas para el cementerio, ropa, tabaco, etcétera). Yo llevo música, danza, risas, amores, desamores, hijos, vivencias, rutas, mates y afectos”.

El libro estará disponible desde el 17 de julio. Se distribuirá entre Gaiman, Trelew y Rawson. La presentación aún no tiene fecha prevista. El sitio inicial sería en Gaiman, en la Asociación Cultural Virgilio Zampini.

Escribir en cuarentena

Existe una simbiosis entre el tiempo y la vida. El escritor revela sus secretos a la hora de conjugar el trabajo en cuarentena con la literatura.

“Si bien estuve de turno (es decir, atento al llamado telefónico), fueron pocas las veces que me llamaron de manera concreta, entonces ese tiempo se fue transformando en juegos con mis hijos, tareas escolares, clases virtuales, cocina. Son cosas que me gustan mucho, y me reencontré con ellas. A mí la noche me trae fantasmas de los buenos y de los otros. Siempre he sacado provecho de las noches a la hora de escribir. Las noches han traído humo de cigarro o narguile, libreta de anotaciones y tinta, diálogos con la luna y el frío. Así desandamos caminos, sigiloso en penumbras para no molestar a nadie. En este nuevo contexto, las noches han sido buenas amigas, donde el resto descansa y otros sueñan con naves espaciales o cuentos de hechiceros. Yo he tratado de robarle tiempo, y el mejor momento ha sido la noche. A eso se suman otros quehaceres: hago dos programas de radio en FM Bryn Gwyn, que no da dinero pero reconforta el alma; de vez en cuando interactúo en alguna que otra clase online de danzas”.

“Mercachifle de ilusiones” es el quinto libro del autor. Sus primeras dos obras pertenecen a la doble edición de “Amargo botín” (2011 y 2013), que relata y reconstruye el violento asalto al cajero del Ministerio de Economía de Rawson ocurrido el 15 de junio del 2007. Su tercer libro se titula “Música y Danza de Árabes en la Patagonia” (2013), que narra la corriente migratoria de sirios y libaneses a suelo chubutense realizando un recorrido por las danzas y expresiones folclóricas árabes que aún perduran en la provincia y en la región patagónica. Su cuarto libro es una entrega gastronómica titulada “Sabores de Oriente” (2015), una obra que destinó su recaudación de venta a los refugiados sirios y que agotó su primera edición en Comodoro Rivadavia. Todos sus libros fueron publicados por Ediciones del Cedro.

Por último, el autor adelantó que trabaja en una adaptación de cuentos infantiles. “Es algo divertido. Tendrán un toque policial Hansel y Gretel, Caperucita Roja, Los tres cerditos, Cenicienta, entre otros. Siempre pensé en qué había pasado con el lobo después que “comió” a la abuela de Caperucita, por qué la madre la mandó sola. Entonces imaginé un escenario donde a la denuncia de Caperucita se constituían la División Investigaciones Policiales, la División Búsqueda de Personas, Criminalística, etcétera, para darle el contexto policial. Y así como eso, cosas similares en Los tres cerditos. Siempre el lobo es malo, es feroz. Ahí el escenario es la vida y las oportunidades que tuvo o no el lobo. Hansel y Gretel dentro de un contexto pandémico, deben irse al bosque. Cenicienta y el trabajo infantil, el Gato con botas y la inclusión social, Pinocho y las clases de ESI”.#


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