Trata de personas: Chubut pasó de ser un lugar de tránsito a convertirse en provincia de destino

Lo admitió la directora de la Oficina de Lucha contra la Trata. El delito muta: aunque las ordenanzas de Trata Cero prohíben prostíbulos y whiskerías, en cambio proliferan los VIP`s. Cuesta lograr la colaboración de las víctimas: miedo a represalias, amenazas a la familia o cuestiones económicas.

06 SEP 2020 - 20:01 | Actualizado

Chubut, junto con otras provincias argentinas, dejó de ser un lugar de tránsito en el delito de la trata de personas y se convirtió en un territorio de destino con fines de explotación sexual o laboral. Desde la Oficina de Lucha contra la Trata de Personas de la Subsecretaría de Derechos Humanos están llevando a cabo charlas virtuales de sensibilización ante esta problemática y organizan una campaña institucional para intensificarla el 23 de septiembre, en el marco del Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas.

Florencia Césari, directora de la Oficina de Lucha contra la Trata de Personas, explicó que “Chubut por mucho tiempo fue una provincia de tránsito. Los migrantes de Perú, Bolivia, Paraguay eran captados en su lugar de origen, llevados a Buenos Aires y desde ahí los trasladaban a Chile, Tierra del Fuego y Chubut era un lugar de tránsito. Ahora en cambio se dice que Chubut es una provincia de destino de trata de personas”.

La investigación de estos delitos es del fuero federal y la Subsecretaría brinda asistencia a las víctimas rescatadas en los procedimientos. Actualmente los lugares de captación incluyen además a las provincias del NOA y NEA, desde donde las personas vienen hacia Chubut para ser explotadas en distintas ciudades.

Los tipos de explotación que más se identifican son la laboral y la de explotación sexual. “Cuando es trata con fines de explotación sexual no quita que las víctimas sepan que van a ejercer la prostitución. El delito existe igualmente en la captación y en el engaño, además de la explotación, porque muchas veces ya ejercían la prostitución en su lugar de origen y vienen engañadas por la situación, pensando que lo van a hacer en mejores condiciones”, explicó la responsable.

“Las víctimas de trata son víctimas especiales, con una situación de vulnerabilidad previa que puede ser adicción a drogas; minoridad; personas que crecieron en culturas prostibularias; víctimas de violencia o pobreza o bien migrantes que no conocen los derechos laborales y son sometidos en condiciones inadecuadas” detalló Césari.

En Chubut se observa “una mutación en los mecanismos que toman los tratantes para llevar a cabo el delito, lo que hace que sea más difícil de detectarlo”. Un ejemplo es cuando el Estado adhiere a los proyectos de Trata Cero prohibiendo prostíbulos y whiskerías, pero proliferan los VIP`s. Esta modalidad es presentada casi como una cooperativa de trabajo de quienes ejercen la prostitución, afirmando que se pusieron de acuerdo para alquilar un departamento. “Supuestamente si ellas lo alquilan y lo manejan, no habría un tratante ni una captación. En esos casos es muy difícil detectar y comprobar quién está detrás llevando a cabo la explotación”, reconoció.

Desde la Oficina, la mayor dificultad está en lograr la participación de las víctimas. “Muchas veces no quieren participar por miedo a las represalias, porque se sienten responsables, porque tienen amenazada a su familia, porque es el único ingreso que tienen y piensan que permanecer en ese lugar es lo único que pueden hacer”, agregó Césari.

Problema naturalizado

Cuando se habla de trata, en el imaginario de la mayoría de las personas se piensa en secuestros, privación de libertades físicas y en otros conceptos alejados de la práctica real de la trata de personas, lo que hace invisible a los casos cotidianos que suelen naturalizarse.

“Hay que romper con ese mito porque lleva a naturalizar muchas otras modalidades. La campaña para promover denuncias apunta a una explotación que es invisible, porque no es gente que está privada de libertad; es gente que está entre nosotros”, indicó.

La principal característica de las víctimas es que están en situación de vulnerabilidad no sólo por la trata sino por su situación preexistente: “Personas que sufrieron situaciones de violencia familiar, que no tienen núcleo de contención, que sufren vulnerabilidad económica, que pueden ser migrantes o pertenecer a comunidades originarias” enumeró, aclarando que sin embargo “todos podemos ser víctimas de trata, por ejemplo siendo seducidos por una relación y con la promesa de una oferta laboral en otro lugar donde no tenemos vínculos”.

“A veces en alguna calle vemos que por mucho tiempo hay nenes limpiando los vidrios. Nos tenemos que preguntar quién los lleva, porque seguro hay un adulto detrás que se queda con el dinero, que les dice cuántas horas tiene que trabajar y qué hacer después” advirtió Césari.

Comercios y ruralidad

La modalidad de trata que quizá esté más naturalizada es la explotación laboral, que muchas veces está a la vista de la comunidad y no es denunciada. La directora de la Oficina de Lucha explicó que “muchas de esas víctimas quizá están trabajando en locales comerciales o en la ruralidad y los vemos a diario; porque es un delito que tiene que ver contra la libertad en cuanto a la autonomía de poder elegir un proyecto de vida, no tanto con la libertad física”. Este tipo de trata se registra por ejemplo en comunidades chinas, bolivianas, peruanas, venezolanas y también senegaleses.

Estigma

“La situación es más cotidiana de lo que pensamos. Muchas veces pasa que los captores de esas personas son sus propios familiares. Hay tanto estigma sobre la trata, que uno piensa que se trata de secuestros. Pero a veces naturalizamos, por ejemplo, que haya supermercados chinos donde toda la familia vive ahí. Ellos no son los dueños del negocio sino que el dueño es uno solo. Sin embargo, como ellos están en una situación mejor acá, aún siendo explotados, no lo revelan. Pero como Estado no tenemos que permitir que se den esas situaciones” insistió.

Parte de este complejo delito incluye que como las víctimas son personas que no están nacionalizadas o no tienen sus papeles en orden, tienen temor de ser responsables por estar en una situación irregular. Ese temor es utilizado por los captores para explotarlos laboralmente. “Juegan con esa idea de manipulación psicológica para someterlos”, explicó Cesari.

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06 SEP 2020 - 20:01

Chubut, junto con otras provincias argentinas, dejó de ser un lugar de tránsito en el delito de la trata de personas y se convirtió en un territorio de destino con fines de explotación sexual o laboral. Desde la Oficina de Lucha contra la Trata de Personas de la Subsecretaría de Derechos Humanos están llevando a cabo charlas virtuales de sensibilización ante esta problemática y organizan una campaña institucional para intensificarla el 23 de septiembre, en el marco del Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas.

Florencia Césari, directora de la Oficina de Lucha contra la Trata de Personas, explicó que “Chubut por mucho tiempo fue una provincia de tránsito. Los migrantes de Perú, Bolivia, Paraguay eran captados en su lugar de origen, llevados a Buenos Aires y desde ahí los trasladaban a Chile, Tierra del Fuego y Chubut era un lugar de tránsito. Ahora en cambio se dice que Chubut es una provincia de destino de trata de personas”.

La investigación de estos delitos es del fuero federal y la Subsecretaría brinda asistencia a las víctimas rescatadas en los procedimientos. Actualmente los lugares de captación incluyen además a las provincias del NOA y NEA, desde donde las personas vienen hacia Chubut para ser explotadas en distintas ciudades.

Los tipos de explotación que más se identifican son la laboral y la de explotación sexual. “Cuando es trata con fines de explotación sexual no quita que las víctimas sepan que van a ejercer la prostitución. El delito existe igualmente en la captación y en el engaño, además de la explotación, porque muchas veces ya ejercían la prostitución en su lugar de origen y vienen engañadas por la situación, pensando que lo van a hacer en mejores condiciones”, explicó la responsable.

“Las víctimas de trata son víctimas especiales, con una situación de vulnerabilidad previa que puede ser adicción a drogas; minoridad; personas que crecieron en culturas prostibularias; víctimas de violencia o pobreza o bien migrantes que no conocen los derechos laborales y son sometidos en condiciones inadecuadas” detalló Césari.

En Chubut se observa “una mutación en los mecanismos que toman los tratantes para llevar a cabo el delito, lo que hace que sea más difícil de detectarlo”. Un ejemplo es cuando el Estado adhiere a los proyectos de Trata Cero prohibiendo prostíbulos y whiskerías, pero proliferan los VIP`s. Esta modalidad es presentada casi como una cooperativa de trabajo de quienes ejercen la prostitución, afirmando que se pusieron de acuerdo para alquilar un departamento. “Supuestamente si ellas lo alquilan y lo manejan, no habría un tratante ni una captación. En esos casos es muy difícil detectar y comprobar quién está detrás llevando a cabo la explotación”, reconoció.

Desde la Oficina, la mayor dificultad está en lograr la participación de las víctimas. “Muchas veces no quieren participar por miedo a las represalias, porque se sienten responsables, porque tienen amenazada a su familia, porque es el único ingreso que tienen y piensan que permanecer en ese lugar es lo único que pueden hacer”, agregó Césari.

Problema naturalizado

Cuando se habla de trata, en el imaginario de la mayoría de las personas se piensa en secuestros, privación de libertades físicas y en otros conceptos alejados de la práctica real de la trata de personas, lo que hace invisible a los casos cotidianos que suelen naturalizarse.

“Hay que romper con ese mito porque lleva a naturalizar muchas otras modalidades. La campaña para promover denuncias apunta a una explotación que es invisible, porque no es gente que está privada de libertad; es gente que está entre nosotros”, indicó.

La principal característica de las víctimas es que están en situación de vulnerabilidad no sólo por la trata sino por su situación preexistente: “Personas que sufrieron situaciones de violencia familiar, que no tienen núcleo de contención, que sufren vulnerabilidad económica, que pueden ser migrantes o pertenecer a comunidades originarias” enumeró, aclarando que sin embargo “todos podemos ser víctimas de trata, por ejemplo siendo seducidos por una relación y con la promesa de una oferta laboral en otro lugar donde no tenemos vínculos”.

“A veces en alguna calle vemos que por mucho tiempo hay nenes limpiando los vidrios. Nos tenemos que preguntar quién los lleva, porque seguro hay un adulto detrás que se queda con el dinero, que les dice cuántas horas tiene que trabajar y qué hacer después” advirtió Césari.

Comercios y ruralidad

La modalidad de trata que quizá esté más naturalizada es la explotación laboral, que muchas veces está a la vista de la comunidad y no es denunciada. La directora de la Oficina de Lucha explicó que “muchas de esas víctimas quizá están trabajando en locales comerciales o en la ruralidad y los vemos a diario; porque es un delito que tiene que ver contra la libertad en cuanto a la autonomía de poder elegir un proyecto de vida, no tanto con la libertad física”. Este tipo de trata se registra por ejemplo en comunidades chinas, bolivianas, peruanas, venezolanas y también senegaleses.

Estigma

“La situación es más cotidiana de lo que pensamos. Muchas veces pasa que los captores de esas personas son sus propios familiares. Hay tanto estigma sobre la trata, que uno piensa que se trata de secuestros. Pero a veces naturalizamos, por ejemplo, que haya supermercados chinos donde toda la familia vive ahí. Ellos no son los dueños del negocio sino que el dueño es uno solo. Sin embargo, como ellos están en una situación mejor acá, aún siendo explotados, no lo revelan. Pero como Estado no tenemos que permitir que se den esas situaciones” insistió.

Parte de este complejo delito incluye que como las víctimas son personas que no están nacionalizadas o no tienen sus papeles en orden, tienen temor de ser responsables por estar en una situación irregular. Ese temor es utilizado por los captores para explotarlos laboralmente. “Juegan con esa idea de manipulación psicológica para someterlos”, explicó Cesari.


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