Los Cedrón, una familia devastada por el virus

Desde el deceso de Nicolás Cedrón el padre, la tragedia se instaló en una humilde familia del barrio Jorge Newbery. Víctimas del COVID fallecieron Graciela y Luisa. Y un tercer hermano, permanece internado en grave estado. Dolor y adiós sin despedidas.

23 SEP 2020 - 21:43 | Actualizado

Por Ismael Tebes / @ismatebes

Nada supera el dolor de una pérdida, menos que un virus letal pareciera ensañarse con una familia trabajadora, humilde. Y que hasta el adiós más sagrado, debiera silenciarse.

El hogar de los Cedrón no volverá jamás a ser el mismo. Habrá sillas vacías, recuerdos imborrables y espacios que nadie podrá llenar: Nicolás, el padre y los de las dos hermanas que perdieron la vida tras contraer el virus y por éstas horas, el hermano mayor permanece internado en una sala de terapia intensiva con asistencia respiratoria mecánica.

Parece insólito, casi el relato de una película de horror. Vecinos, amigos y allegados no logran entender la gigantesca mochila y el de dolor que representa para todos, sufrir tres muertes en cuestión de semanas y que se sufra a cada instante por lo que viene.

A la familia la viene golpeando la tragedia desde hace tiempo. Romina una de las hermanas menores que residía en Caleta Olivia, sufrió un inesperado ACV hace nueve años y luego de permanecer varias días internada y de sufrir muerte cerebral, falleció no sin antes, decidir la donación de sus órganos.

Aún hoy, los familiares buscan establecer contacto con quienes se vieron beneficiados con éste gesto de solidaridad que “alargó” la vida en otras personas y que refleja en cuerpo y alma, el pensamiento de una familia quebrada por el dolor.

Con esa herida abierta y en medio de enfermedades que terminaron haciendo flaquear por completo su salud; Nicolás, el padre, fue una de las primeras víctimas que se cobró el imparable COVID.

Era un “paisano” belenista de pura cepa; ex suboficial de policía y con una cepa norteña indiscutida que lo convirtió en un referente de la provincianidad. Fue alma mater de la creación del Centro Catamarqueño y posteriormente el Centro Belenista; amante del folclore; de las peñas y de las tradiciones argentinas. La cultura catamarqueña lo llevó a convertirse en un vocero de las múltiples actividades que se realizaban para recaudar fondos y levantar “ladrillo por ladrillo” una sede propia. Solícito y bonachón, don Cedrón solía relacionarse con los medios a su manera, con generosidad ofreciendo empanadas y porciones de locro a quienes solían difundirle sus comunicados.

En lo familiar fue el pilar indiscutido y un particular “relacionista público” que amaba los encuentros, las largas sobremesas y el calor del fuego en los asados.

Su adiós, el 12 de setiembre dejó en muchos de sus vecinos de la calle Sarmiento al 2.000, una sensación irreparable: la de un hombre bueno al que nadie pudo despedir como merecía.

Con integrantes de su familia aislados y con casos positivos que se detectaron en su entorno, a sólo tres días de lo que parecía ser el golpe más cruel del destino falleció Graciela, quien se desempeñaba como empleada municipal en la Secretaría de Desarrollo Humano y Familia, también como consecuencia del virus y también con el agregado de enfermedades preexistentes. Ocurrió el miércoles 15 de setiembre engrosando la peor de las estadísticas mientras otros dos integrantes de la familia Cedrón, permanecían internados y en situación comprometida.

En la tarde de éste martes 22 se conoció con tristeza, la partida de Luisa Cedrón quien recientemente había cumplido 50 años y era además de la hermana mayor, una hacedora social que se multiplicaba en distintos ámbitos siempre con el propósito de hacer por los demás.

Identificada con los colores del club Jorge Newbery, colaboraba en las ollas populares y cuanta movida solidaria se impulsara. Vivía enfrente del playón del barrio San Cayetano donde se recuerda su trabajo desinteresado en la organización de cumpleaños y días del niño a pura generosidad. Era inspectora de tránsito y hace algunos años llegó a vacacionar en México, invitada por el futbolista Pablo “Pitu” Barrientos, tan hincha aeronauta como ella.

A falta de despedidas formales, con las limitaciones que implica la pandemia, sus restos desfilaron ayer por última vez por “La Madriguera”, la cancha de Newbery en la que transcurrió gran parte de su vida y en donde seguramente, permanecerá siempre presente en la memoria de quienes la conocieron.

Aunque todo parezca ser inexplicable, Juan –uno de los dos hermanos varones- se debate en una cama de terapia intensiva de la Asociación Española de Socorros Mutuos. Asistido por un respirador, se confía en su recuperación y en sortear ésta difícil prueba.

Rodeado de afectos por su condición de presidente de la Peña de Boca Juniors, Juan juega al rugby en Comodoro RC y trabaja como chofer de transporte en la industria petrolera.

Numerosos mensajes en las redes sociales y cadenas de oración sostienen su esperanza de recuperación y apuestan a su fortaleza para superar éste trance como también sostener a una familia que ha sufrido en carne propia, los efectos de un virus dañino, sin sentimientos.

Un ACV sufrido previamente a su hisopado positivo se suma como factor de riesgo en una pelea que da éste aguerrido pilar, bostero y de amistad fácil y generosa.

Como los suyos, no terminará de entender los vericuetos de un destino dispuesto a jugarle mal. Y necesita apretar los puños para cuidar a su pequeño hijo, su madre Carmen y los hermanos sobrevivientes Esther y Ricardo, buscando las respuestas que jamás llegarán. Esos porqué que golpearán el alma.#

Juan –uno de los dos hermanos varones- se debate en una cama de terapia intensiva de la Asociación Española de Socorros Mutuos.

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23 SEP 2020 - 21:43

Por Ismael Tebes / @ismatebes

Nada supera el dolor de una pérdida, menos que un virus letal pareciera ensañarse con una familia trabajadora, humilde. Y que hasta el adiós más sagrado, debiera silenciarse.

El hogar de los Cedrón no volverá jamás a ser el mismo. Habrá sillas vacías, recuerdos imborrables y espacios que nadie podrá llenar: Nicolás, el padre y los de las dos hermanas que perdieron la vida tras contraer el virus y por éstas horas, el hermano mayor permanece internado en una sala de terapia intensiva con asistencia respiratoria mecánica.

Parece insólito, casi el relato de una película de horror. Vecinos, amigos y allegados no logran entender la gigantesca mochila y el de dolor que representa para todos, sufrir tres muertes en cuestión de semanas y que se sufra a cada instante por lo que viene.

A la familia la viene golpeando la tragedia desde hace tiempo. Romina una de las hermanas menores que residía en Caleta Olivia, sufrió un inesperado ACV hace nueve años y luego de permanecer varias días internada y de sufrir muerte cerebral, falleció no sin antes, decidir la donación de sus órganos.

Aún hoy, los familiares buscan establecer contacto con quienes se vieron beneficiados con éste gesto de solidaridad que “alargó” la vida en otras personas y que refleja en cuerpo y alma, el pensamiento de una familia quebrada por el dolor.

Con esa herida abierta y en medio de enfermedades que terminaron haciendo flaquear por completo su salud; Nicolás, el padre, fue una de las primeras víctimas que se cobró el imparable COVID.

Era un “paisano” belenista de pura cepa; ex suboficial de policía y con una cepa norteña indiscutida que lo convirtió en un referente de la provincianidad. Fue alma mater de la creación del Centro Catamarqueño y posteriormente el Centro Belenista; amante del folclore; de las peñas y de las tradiciones argentinas. La cultura catamarqueña lo llevó a convertirse en un vocero de las múltiples actividades que se realizaban para recaudar fondos y levantar “ladrillo por ladrillo” una sede propia. Solícito y bonachón, don Cedrón solía relacionarse con los medios a su manera, con generosidad ofreciendo empanadas y porciones de locro a quienes solían difundirle sus comunicados.

En lo familiar fue el pilar indiscutido y un particular “relacionista público” que amaba los encuentros, las largas sobremesas y el calor del fuego en los asados.

Su adiós, el 12 de setiembre dejó en muchos de sus vecinos de la calle Sarmiento al 2.000, una sensación irreparable: la de un hombre bueno al que nadie pudo despedir como merecía.

Con integrantes de su familia aislados y con casos positivos que se detectaron en su entorno, a sólo tres días de lo que parecía ser el golpe más cruel del destino falleció Graciela, quien se desempeñaba como empleada municipal en la Secretaría de Desarrollo Humano y Familia, también como consecuencia del virus y también con el agregado de enfermedades preexistentes. Ocurrió el miércoles 15 de setiembre engrosando la peor de las estadísticas mientras otros dos integrantes de la familia Cedrón, permanecían internados y en situación comprometida.

En la tarde de éste martes 22 se conoció con tristeza, la partida de Luisa Cedrón quien recientemente había cumplido 50 años y era además de la hermana mayor, una hacedora social que se multiplicaba en distintos ámbitos siempre con el propósito de hacer por los demás.

Identificada con los colores del club Jorge Newbery, colaboraba en las ollas populares y cuanta movida solidaria se impulsara. Vivía enfrente del playón del barrio San Cayetano donde se recuerda su trabajo desinteresado en la organización de cumpleaños y días del niño a pura generosidad. Era inspectora de tránsito y hace algunos años llegó a vacacionar en México, invitada por el futbolista Pablo “Pitu” Barrientos, tan hincha aeronauta como ella.

A falta de despedidas formales, con las limitaciones que implica la pandemia, sus restos desfilaron ayer por última vez por “La Madriguera”, la cancha de Newbery en la que transcurrió gran parte de su vida y en donde seguramente, permanecerá siempre presente en la memoria de quienes la conocieron.

Aunque todo parezca ser inexplicable, Juan –uno de los dos hermanos varones- se debate en una cama de terapia intensiva de la Asociación Española de Socorros Mutuos. Asistido por un respirador, se confía en su recuperación y en sortear ésta difícil prueba.

Rodeado de afectos por su condición de presidente de la Peña de Boca Juniors, Juan juega al rugby en Comodoro RC y trabaja como chofer de transporte en la industria petrolera.

Numerosos mensajes en las redes sociales y cadenas de oración sostienen su esperanza de recuperación y apuestan a su fortaleza para superar éste trance como también sostener a una familia que ha sufrido en carne propia, los efectos de un virus dañino, sin sentimientos.

Un ACV sufrido previamente a su hisopado positivo se suma como factor de riesgo en una pelea que da éste aguerrido pilar, bostero y de amistad fácil y generosa.

Como los suyos, no terminará de entender los vericuetos de un destino dispuesto a jugarle mal. Y necesita apretar los puños para cuidar a su pequeño hijo, su madre Carmen y los hermanos sobrevivientes Esther y Ricardo, buscando las respuestas que jamás llegarán. Esos porqué que golpearán el alma.#

Juan –uno de los dos hermanos varones- se debate en una cama de terapia intensiva de la Asociación Española de Socorros Mutuos.


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