Editorial / Sobran problemas, falta voluntad

Leé La Columna del Domingo, el tradicional análisis de la edición impresa de Jornada.

17 OCT 2020 - 21:07 | Actualizado

La semana política de Chubut estuvo otra vez signada por los desencuentros. Después de que el gobernador anunciara la salida del pago escalonado para comenzar a abonar todos los sueldos de una vez a partir de noviembre, lo que implica consensuar un plan de pagos para lo adeudado, el Gobierno volvió a trastabillar con sus propios inconvenientes para comunicar y poner en caja a los conflictos.

No es que sea sencillo domar la ola, pero citar a una reunión a los gremios más combativos y con menos ganas de arreglar a una reunión en la Casa de Gobierno era ceder el terreno para que ocurriera lo que ocurrió: un festival de audios de WhatsApp en los que los dirigentes gremiales que estaban dentro daban a entender que no había propuesta y un amague de “toma” que se diluyó porque era viernes y ya todos estaban pensando en el fin de semana.

Salvo el SiSaP, uno de los gremios de la Salud, que viene sosteniendo su lucha en medio de la pandemia, cuesta ver que la punta de lanza de una revuelta de gremios estatales la lleven los viales, el diminuto gremio de los empleados legislativos y el sindicato de la televisión, entre otros.

Sin dudas, la interna que se llevó puesta a la Mesa de Unidad Sindical sigue dejando heridos que si bien no están de acuerdo con las políticas de Mariano Arcioni no quieren sentarse a la misma mesa con algunos de sus colegas gremialistas.

Que no esté ATE en esta movida ni ATECh en su conjunto (apenas si ronda los actos el cada vez más solitario Santiago Goodman, agobiado por una interna feroz), es una muestra de la desunión.

El jueves a la noche, cuando la Casa de Gobierno se convirtió en el centro de las miradas, algunos como el líder de los viales, Carlos Milani, dijo que no era verdad que en noviembre se iba a poder cumplir con la salida del escalonado. Nadie lo desmintió. Si alguien en el Gobierno está pensando en no cumplir con la promesa que hizo el gobernador, en dos semanas esta provincia será verdaderamente inviable.

El ejemplo de Alicia

Cuando en Chubut todavía las llamas eran apenas unas chispas, a pocos kilómetros de acá, en Santa Cruz, la gobernadora Alicia Kirchner llegó al poder en 2015 en medio de una provincia varias veces incendiada. Sin entrar en detalles de las dificultades de sus primeros años y sumando a su favor un salvataje económico que le dio el gobierno de Mauricio Macri, la gobernadora santacruceña hizo lo que las circunstancias demandaban, se bancó el zapateo de los empleados públicos y en 2019 ordenó las cuentas de tal manera que logró la reelección, algo que dos años antes nadie imaginaba.

A finales de 2019, por primera vez en 15 años, Santa Cruz presentó un presupuesto con superávit. A fuerza de ajuste y congelamiento salarial, pasó de un déficit de casi $ 8000 millones a un superávit de $ 1.440 millones en solo un año.

Por supuesto, el accionar de Alicia hizo que el entonces Gobierno nacional la pusiera de ejemplo a la hora de ajustar las cuentas públicas. Pero sus opositores internos, obviamente, pusieron el grito en el cielo.

El plan de Alicia fue sencillo desde lo explicativo, aunque duro de aplicar: en una provincia en donde la economía gira básicamente en torno a “la riqueza” que genera el empleo público, cualquier variable en los sueldos impacta en forma directa en la economía.

La hermana de Néstor Kirchner domó a los gremios estatales, les explicó que no había otra salida y en 2016 (su primer año de mandato) y 2018, por ejemplo, los aumentos salariales a los empleados públicos rondaron el 15%, bastante lejos del promedio de 45% de inflación anual de aquellos tiempos. Es más, en 2017, el peor año de su primera gestión, la pauta salarial fue cero. Los gremios patalearon pero entendieron. A veces, cobrar en tiempo y forma en tiempo de crisis requiere de gestos de desprendimiento.

Claro que el congelamiento salarial no fue magia: también se benefició con un aumento del dólar que impactó en las regalías petroleras y una alta inflación que mejoró los ingresos por coparticipación.

Hay muchas similitudes entre aquella situación de Santa Cruz y esta de Chubut. Aunque la provincia gobernada por Alicia tenía (y sigue teniendo) casi la mitad de empleados públicos que la que gobierna Arcioni.

Sierra lo mira por PC

Hace rato que la relación entre el gobernador y su vice, Ricardo Sastre, pende de un hilo. Se dedican gruesos epítetos en privado pero cada tanto dan alguna muestra de institucionalidad y suben las barreras que sus entornos suelen poner para mantener la evidente distancia que hay que entre los exsocios electorales.

Sin embargo, la semana pasada la Legislatura que comanda el vicegobernador dio muestras de lo que se puede hacer si el Ejecutivo y el Legislativo actuaran más en línea. La decisión de Sastre de avanzar con una sesión absolutamente virtual fue freno necesario al cada vez más atrevido líder de los empleados legislativos, Ángel Sierra, que se creía que tenía en sus manos los destinos parlamentarios de Chubut y abría y cerraba la canilla cuando a él se le antojaba.

Por supuesto que hay que atender el reclamo salarial de los legislativos como el de cualquier otro gremio, pero tratándose de un oasis de la Administración Pública, en donde el promedio salarial es entre tres y cuatro veces superior al de un empleado del primer rango, no está mal que alguien ponga un límite.

Enterate de las noticias de POLITICA a través de nuestro newsletter

Anotate para recibir las noticias más importantes de esta sección.

Te podés dar de baja en cualquier momento con un solo clic.
17 OCT 2020 - 21:07

La semana política de Chubut estuvo otra vez signada por los desencuentros. Después de que el gobernador anunciara la salida del pago escalonado para comenzar a abonar todos los sueldos de una vez a partir de noviembre, lo que implica consensuar un plan de pagos para lo adeudado, el Gobierno volvió a trastabillar con sus propios inconvenientes para comunicar y poner en caja a los conflictos.

No es que sea sencillo domar la ola, pero citar a una reunión a los gremios más combativos y con menos ganas de arreglar a una reunión en la Casa de Gobierno era ceder el terreno para que ocurriera lo que ocurrió: un festival de audios de WhatsApp en los que los dirigentes gremiales que estaban dentro daban a entender que no había propuesta y un amague de “toma” que se diluyó porque era viernes y ya todos estaban pensando en el fin de semana.

Salvo el SiSaP, uno de los gremios de la Salud, que viene sosteniendo su lucha en medio de la pandemia, cuesta ver que la punta de lanza de una revuelta de gremios estatales la lleven los viales, el diminuto gremio de los empleados legislativos y el sindicato de la televisión, entre otros.

Sin dudas, la interna que se llevó puesta a la Mesa de Unidad Sindical sigue dejando heridos que si bien no están de acuerdo con las políticas de Mariano Arcioni no quieren sentarse a la misma mesa con algunos de sus colegas gremialistas.

Que no esté ATE en esta movida ni ATECh en su conjunto (apenas si ronda los actos el cada vez más solitario Santiago Goodman, agobiado por una interna feroz), es una muestra de la desunión.

El jueves a la noche, cuando la Casa de Gobierno se convirtió en el centro de las miradas, algunos como el líder de los viales, Carlos Milani, dijo que no era verdad que en noviembre se iba a poder cumplir con la salida del escalonado. Nadie lo desmintió. Si alguien en el Gobierno está pensando en no cumplir con la promesa que hizo el gobernador, en dos semanas esta provincia será verdaderamente inviable.

El ejemplo de Alicia

Cuando en Chubut todavía las llamas eran apenas unas chispas, a pocos kilómetros de acá, en Santa Cruz, la gobernadora Alicia Kirchner llegó al poder en 2015 en medio de una provincia varias veces incendiada. Sin entrar en detalles de las dificultades de sus primeros años y sumando a su favor un salvataje económico que le dio el gobierno de Mauricio Macri, la gobernadora santacruceña hizo lo que las circunstancias demandaban, se bancó el zapateo de los empleados públicos y en 2019 ordenó las cuentas de tal manera que logró la reelección, algo que dos años antes nadie imaginaba.

A finales de 2019, por primera vez en 15 años, Santa Cruz presentó un presupuesto con superávit. A fuerza de ajuste y congelamiento salarial, pasó de un déficit de casi $ 8000 millones a un superávit de $ 1.440 millones en solo un año.

Por supuesto, el accionar de Alicia hizo que el entonces Gobierno nacional la pusiera de ejemplo a la hora de ajustar las cuentas públicas. Pero sus opositores internos, obviamente, pusieron el grito en el cielo.

El plan de Alicia fue sencillo desde lo explicativo, aunque duro de aplicar: en una provincia en donde la economía gira básicamente en torno a “la riqueza” que genera el empleo público, cualquier variable en los sueldos impacta en forma directa en la economía.

La hermana de Néstor Kirchner domó a los gremios estatales, les explicó que no había otra salida y en 2016 (su primer año de mandato) y 2018, por ejemplo, los aumentos salariales a los empleados públicos rondaron el 15%, bastante lejos del promedio de 45% de inflación anual de aquellos tiempos. Es más, en 2017, el peor año de su primera gestión, la pauta salarial fue cero. Los gremios patalearon pero entendieron. A veces, cobrar en tiempo y forma en tiempo de crisis requiere de gestos de desprendimiento.

Claro que el congelamiento salarial no fue magia: también se benefició con un aumento del dólar que impactó en las regalías petroleras y una alta inflación que mejoró los ingresos por coparticipación.

Hay muchas similitudes entre aquella situación de Santa Cruz y esta de Chubut. Aunque la provincia gobernada por Alicia tenía (y sigue teniendo) casi la mitad de empleados públicos que la que gobierna Arcioni.

Sierra lo mira por PC

Hace rato que la relación entre el gobernador y su vice, Ricardo Sastre, pende de un hilo. Se dedican gruesos epítetos en privado pero cada tanto dan alguna muestra de institucionalidad y suben las barreras que sus entornos suelen poner para mantener la evidente distancia que hay que entre los exsocios electorales.

Sin embargo, la semana pasada la Legislatura que comanda el vicegobernador dio muestras de lo que se puede hacer si el Ejecutivo y el Legislativo actuaran más en línea. La decisión de Sastre de avanzar con una sesión absolutamente virtual fue freno necesario al cada vez más atrevido líder de los empleados legislativos, Ángel Sierra, que se creía que tenía en sus manos los destinos parlamentarios de Chubut y abría y cerraba la canilla cuando a él se le antojaba.

Por supuesto que hay que atender el reclamo salarial de los legislativos como el de cualquier otro gremio, pero tratándose de un oasis de la Administración Pública, en donde el promedio salarial es entre tres y cuatro veces superior al de un empleado del primer rango, no está mal que alguien ponga un límite.


NOTICIAS RELACIONADAS