De Comodoro a Buenos Aires: rugbier y médico

Ferronato es rugbier de Belgrano Athletic y trabaja como médico patólogo en el hospital Pirovano. “El que la pasó mal le quedan secuelas y le cuesta la recuperación”. Reconoce el riesgo de convivir con casos extremos en un ámbito sanitario. Defiende el sistema de Salud Pública y anhela volver a competir.

18 OCT 2020 - 20:00 | Actualizado

Por Ismael Tebes / @ismatebes

Como manda la salud pública, cada día parece ser una historia diferente. Y en los pasillos del hospital Pirovano, la escenografía es la misma que en cualquier otro punto del país. Un campo de batalla con un enemigo invisible, dañino, destructivo. El COVID-19 está ahí, más presente que en cualquier otro lugar aunque ya no desde el miedo, sino desde la conciencia; el cuidado y el rigor profesional.

Francisco Ferronato, es médico patólogo y destacado jugador de Belgrano Athletic donde es pilar y capitán. Un comodorense que se formó en Capital Federal y hoy presta servicio en medio del peor contexto epidemiológico. “Ha quedado demostrado en éstos meses y en ésta situación que estamos viviendo, lo importante que es la salud pública. Cuando el ciudadano no tiene la posibilidad de la obra social o la prepaga; siempre va a estar el hospital público que es incondicional en ese sentido. Los países más desarrollados en el mundo mantienen éste sistema y por algo será, más allá de la condición política u económica que se tenga”, cuenta Ferronato a la distancia.

“Soy médico patólogo y trabajamos con el tema de las biopsias. En éste contexto, no estamos al frente de la pandemia pero sí hemos sido redistribuídos en el hospital para prestar servicio en otras situaciones y en otros lugares; colaborando como podemos”.

El deportista y profesional médico admite que más allá de las miradas diversas sobre el coronavirus, debe reconocerse como un problema de salud global. “Hay evidencia científica que indica que ésto más allá de las teorías sean conspirativas o no. En la mayoría de los hospitales públicos se han instalado bunkers para poder sostener morgues. Esta es una realidad y es un hecho, acá la gente se está muriendo de COVID pero no es tan letal la infección y eso también está comprobado”.

“Siempre –aclaró- se mantuvo esa cosa de que si le agarrara a cien personas, solamente veinte podría ir al hospital, quince estarían en observación y cinco en terapia intensiva. Ese porcentaje a grandes rasgos se sigue manteniendo. El gran problema es la variable tiempo, cuanto gente se contagia al mismo tiempo y por eso en la región del AMBA y en general no se ha tenido que elegir a qué pacientes respirar y a quién no”.

Francisco Ferronato asume que el promedio de personas contagiadas ronda entre los 35 a 40 años. “Quizás el promedio de quienes mueren es mayor a ese número. Hay “misterios” que tiene la enfermedad que deberán ser resueltos con estudios retrospectivos para entender las proyecciones porque hay verdades que fueron cambiando”.

Desde la lógica de “cuidar al otro cuidándose uno mismo”, el médico comodorense no observa certezas en cuanto al desarrollo de una vacuna que garantice inmunidad. “No podría decir qué tan cerca se esté de una vacuna. Cuando supuestamente salga será para personal de salud y pacientes de riesgo, la gran mayoría de la comunidad no estará vacunada de acá a tantos meses y por eso, hay que seguir conviviendo con las precauciones y tomando los cuidados que se nos indican y que sabemos todos”.

Secuelas y cuidados

“El que la pasó mal le quedan secuelas y le cuesta la recuperación. Después aunque sea subjetivo, hay personas que varias semanas después se siguen sintiendo cansadas e inclusive jóvenes que no fueron hospitalizados. Imaginen lo que puede suceder con un paciente que estuvo respirado y a punto de fallecer”, enfatizó.

En cuanto al riesgo y la exposición que se tiene al trabajar desde la cercanía con profesionales de la Salud y pacientes positivos, sostuvo: “Por ahí se convive en un comedor con médicos que hace pocos minutos estuvieron con un paciente. Tengo la suerte de volver a mi casa y que no haya una persona de riesgo, con el optimismo de que si me llegase a agarrar no sería tan grave. Igualmente por protocolo, todos los viernes nos testean mediante un estudio de sangre. Es como que voy “zafando”. No es miedo, simplemente hay que cuidarse. Conozco a muchos que solían extremar todos los cuidados; le agarró igual y no son culpables de nada. El virus está en la comunidad; hay que ocuparse y preocuparse pero sin volverse loco”.

Trabajar en un foco conflictivo, sin distinción de especialidades; sin más rango que no se parezca a la vocación representa otra “batalla” cotidiana contra la enfermedad. “Estas situaciones delatan cómo es cada persona y el esfuerzo que se le pone. Yo no atiendo pacientes febriles o gente que pudiera toser en la máscara pero siento una admiración hacia mis colegas; por lo que están dejando. En el Pirovano más del cincuenta por ciento de los residentes en el servicio de Clínica tuvieron COVID y apenas pasaron la enfermedad, volvieron a trabajar. Mi aplauso es para ellos que están y seguirán estando. Hay solidaridad, compañerismo y camaradería”.

“La historia y el relato están siempre”, reconoce “Ferro” quien reconoce un stress inevitable. “Uno se entera que tal médico cercano con los que uno se cruzaba, ya no están más. Ojalá que todo esto pueda ser tenido en cuenta el día de mañana cuando haya que acomodar las cosas”.

Volver a la guinda

“Se extraña el rugby. Por suerte hace más o menos un mes, pudimos volver al club. No para hacer contacto o pesas pero sí corriendo en carriles que se armaron en la cancha. Volvimos a tener un encuentro ya que habían pasado muchísimos meses”.

El hoy referente de Belgrano en el torneo superior de la URBA siente que el rugby es “un cable a tierra y un estilo de vida” que no se tenía. “Se extraña un montón y también se extraña la competencia. El primer objetivo es mantener la parte física; tratar de seguir conectados y que no se pierda esa cosa de equipo y demás, tomándonos las cosas con mucha calma”.

Sobre la denominada “burbuja sanitaria” aplicada a deportes colectivos, Ferronato se mostró partidario de éste método de entrenamiento. “Bien hecha, funciona. Por ejemplo en lo que conozco de Los Pumas antes de viajar a Australia fueron a Uruguay todos juntos y compartieron tiempo acá. Si se controla eso, se podría avanzar en protocolos para evitar contagios masivos”.

Conciente de que el COVID plantea una apuesta renovada en cuanto al comportamiento social, reflexiona en cuanto a que “las cosas quizás se van a parecer, pero ya nunca serán como antes”. El barbijo deberá ser una norma casi tanto como el distanciamiento y el uso de sanitizantes. O las propias enseñanzas de una vida entre libros y una guinda.

“Quien tiene la posibilidad de que los padres le permitan estudiar en otra ciudad alguna carrera que en Comodoro quizás no está o simplemente quieran conocer otra ciudad, deben aprovecharlo. El deporte no tiene que ser la prioridad. El deporte no es el fin sino que tiene que ser un medio, la herramienta más para poder desarrollarse. A mí me enseñaron que el objetivo nunca es el resultado sino el camino, formarse como persona de manera íntegra”.#

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18 OCT 2020 - 20:00

Por Ismael Tebes / @ismatebes

Como manda la salud pública, cada día parece ser una historia diferente. Y en los pasillos del hospital Pirovano, la escenografía es la misma que en cualquier otro punto del país. Un campo de batalla con un enemigo invisible, dañino, destructivo. El COVID-19 está ahí, más presente que en cualquier otro lugar aunque ya no desde el miedo, sino desde la conciencia; el cuidado y el rigor profesional.

Francisco Ferronato, es médico patólogo y destacado jugador de Belgrano Athletic donde es pilar y capitán. Un comodorense que se formó en Capital Federal y hoy presta servicio en medio del peor contexto epidemiológico. “Ha quedado demostrado en éstos meses y en ésta situación que estamos viviendo, lo importante que es la salud pública. Cuando el ciudadano no tiene la posibilidad de la obra social o la prepaga; siempre va a estar el hospital público que es incondicional en ese sentido. Los países más desarrollados en el mundo mantienen éste sistema y por algo será, más allá de la condición política u económica que se tenga”, cuenta Ferronato a la distancia.

“Soy médico patólogo y trabajamos con el tema de las biopsias. En éste contexto, no estamos al frente de la pandemia pero sí hemos sido redistribuídos en el hospital para prestar servicio en otras situaciones y en otros lugares; colaborando como podemos”.

El deportista y profesional médico admite que más allá de las miradas diversas sobre el coronavirus, debe reconocerse como un problema de salud global. “Hay evidencia científica que indica que ésto más allá de las teorías sean conspirativas o no. En la mayoría de los hospitales públicos se han instalado bunkers para poder sostener morgues. Esta es una realidad y es un hecho, acá la gente se está muriendo de COVID pero no es tan letal la infección y eso también está comprobado”.

“Siempre –aclaró- se mantuvo esa cosa de que si le agarrara a cien personas, solamente veinte podría ir al hospital, quince estarían en observación y cinco en terapia intensiva. Ese porcentaje a grandes rasgos se sigue manteniendo. El gran problema es la variable tiempo, cuanto gente se contagia al mismo tiempo y por eso en la región del AMBA y en general no se ha tenido que elegir a qué pacientes respirar y a quién no”.

Francisco Ferronato asume que el promedio de personas contagiadas ronda entre los 35 a 40 años. “Quizás el promedio de quienes mueren es mayor a ese número. Hay “misterios” que tiene la enfermedad que deberán ser resueltos con estudios retrospectivos para entender las proyecciones porque hay verdades que fueron cambiando”.

Desde la lógica de “cuidar al otro cuidándose uno mismo”, el médico comodorense no observa certezas en cuanto al desarrollo de una vacuna que garantice inmunidad. “No podría decir qué tan cerca se esté de una vacuna. Cuando supuestamente salga será para personal de salud y pacientes de riesgo, la gran mayoría de la comunidad no estará vacunada de acá a tantos meses y por eso, hay que seguir conviviendo con las precauciones y tomando los cuidados que se nos indican y que sabemos todos”.

Secuelas y cuidados

“El que la pasó mal le quedan secuelas y le cuesta la recuperación. Después aunque sea subjetivo, hay personas que varias semanas después se siguen sintiendo cansadas e inclusive jóvenes que no fueron hospitalizados. Imaginen lo que puede suceder con un paciente que estuvo respirado y a punto de fallecer”, enfatizó.

En cuanto al riesgo y la exposición que se tiene al trabajar desde la cercanía con profesionales de la Salud y pacientes positivos, sostuvo: “Por ahí se convive en un comedor con médicos que hace pocos minutos estuvieron con un paciente. Tengo la suerte de volver a mi casa y que no haya una persona de riesgo, con el optimismo de que si me llegase a agarrar no sería tan grave. Igualmente por protocolo, todos los viernes nos testean mediante un estudio de sangre. Es como que voy “zafando”. No es miedo, simplemente hay que cuidarse. Conozco a muchos que solían extremar todos los cuidados; le agarró igual y no son culpables de nada. El virus está en la comunidad; hay que ocuparse y preocuparse pero sin volverse loco”.

Trabajar en un foco conflictivo, sin distinción de especialidades; sin más rango que no se parezca a la vocación representa otra “batalla” cotidiana contra la enfermedad. “Estas situaciones delatan cómo es cada persona y el esfuerzo que se le pone. Yo no atiendo pacientes febriles o gente que pudiera toser en la máscara pero siento una admiración hacia mis colegas; por lo que están dejando. En el Pirovano más del cincuenta por ciento de los residentes en el servicio de Clínica tuvieron COVID y apenas pasaron la enfermedad, volvieron a trabajar. Mi aplauso es para ellos que están y seguirán estando. Hay solidaridad, compañerismo y camaradería”.

“La historia y el relato están siempre”, reconoce “Ferro” quien reconoce un stress inevitable. “Uno se entera que tal médico cercano con los que uno se cruzaba, ya no están más. Ojalá que todo esto pueda ser tenido en cuenta el día de mañana cuando haya que acomodar las cosas”.

Volver a la guinda

“Se extraña el rugby. Por suerte hace más o menos un mes, pudimos volver al club. No para hacer contacto o pesas pero sí corriendo en carriles que se armaron en la cancha. Volvimos a tener un encuentro ya que habían pasado muchísimos meses”.

El hoy referente de Belgrano en el torneo superior de la URBA siente que el rugby es “un cable a tierra y un estilo de vida” que no se tenía. “Se extraña un montón y también se extraña la competencia. El primer objetivo es mantener la parte física; tratar de seguir conectados y que no se pierda esa cosa de equipo y demás, tomándonos las cosas con mucha calma”.

Sobre la denominada “burbuja sanitaria” aplicada a deportes colectivos, Ferronato se mostró partidario de éste método de entrenamiento. “Bien hecha, funciona. Por ejemplo en lo que conozco de Los Pumas antes de viajar a Australia fueron a Uruguay todos juntos y compartieron tiempo acá. Si se controla eso, se podría avanzar en protocolos para evitar contagios masivos”.

Conciente de que el COVID plantea una apuesta renovada en cuanto al comportamiento social, reflexiona en cuanto a que “las cosas quizás se van a parecer, pero ya nunca serán como antes”. El barbijo deberá ser una norma casi tanto como el distanciamiento y el uso de sanitizantes. O las propias enseñanzas de una vida entre libros y una guinda.

“Quien tiene la posibilidad de que los padres le permitan estudiar en otra ciudad alguna carrera que en Comodoro quizás no está o simplemente quieran conocer otra ciudad, deben aprovecharlo. El deporte no tiene que ser la prioridad. El deporte no es el fin sino que tiene que ser un medio, la herramienta más para poder desarrollarse. A mí me enseñaron que el objetivo nunca es el resultado sino el camino, formarse como persona de manera íntegra”.#


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