Por la crisis, hay cierres en cadena de restaurantes y cafés de Trelew

Es a partir de la baja en la demanda de los últimos meses. Algunos se reconvirtieron hacia las viandas o el delívery.

06 NOV 2020 - 17:35 | Actualizado

El sector gastronómico de Trelew atraviesa por una severa crisis, que produjo en cuestión de meses cierres de importantes locales céntricos y la reconversión de muchos otros hacia las comidas rápidas, el delivery y las viandas, buscando de este modo adaptarse a un consumidor que ha cambiado sus hábitos, y que sale mucho menos.

La actividad fue habilitada para funcionar oficialmente en los meses de junio y julio, sin embargo, con el pico de la pandemia y la multiplicación de los contagios la demanda cayó abruptamente, impactando sobre las condiciones de rentabilidad de una actividad que deberá reinventarse de cara al año próximo.

Si bien hubo una apertura, los protocolos dejaron fuera de competencia a más de uno. En un contexto donde no se pueden generar grandes aglomeraciones, a lo sumo funcionar con el 50% de la capacidad, con una inversión sanitaria que tiene que estar presente, pero con costos fijos que siguen siendo los mismos, la transición se hizo difícil.

Frente a ello, algunos incluso determinaron no abrir. Muchos otros cerraron definitivamente, y algunos decidieron correrse del rubro, para probar otro tipo de emprendimientos más redituables y que puedan tener garantizada una continuidad en el tiempo.

Quienes optaron por un cambio de modalidad, a través del take away o las viandas, también se encontraron con la dificultad de una opción que aflora con fuerza en el medio de la crisis: la cocina desde la casa y la venta a través de las redes sociales. Lo que genera una imposibilidad de competencia frente a los costos de todos los meses, del fondo de comercio, los servicios y el personal.

El empresario Walter Labour tomó la decisión de cerrar a fines de septiembre, en pleno centro, donde manejaba frente al Cine Coliseo la Barraca de Mr Lewis. “Cerramos porque no daba para más. No había movimiento. Por lo que hablamos con el resto de los que están en esto no voy a ser el único”.

“No daban los números. Sabías que no te daban, porque yo necesito 30 personas, y no me da ni el gasto de la luz, que eran 100 mil por mes. Las deudas se acrecientan, ya no se vende lo de antes porque la gente está asustada y no se va a encerrar. El joven sale y se toma una cerveza. Nada más. Para estar en el centro no te da. Y los colegas están igual, yo hablo con más de uno. Algunos están con la mitad de los empleados suspendidos. Es seguir insistiendo, pero esto no va a cambiar hasta que esté la vacuna”.

Remarcó que “nadie se dio cuenta que en un mes se perdieron 400 cubiertos sobre la calle Belgrano. En Trelew no tenemos más de 1.000 cubiertos. Están insistiendo, pero terminás perjudicando a otras personas, porque no podés pagar al dueño del local, la luz. Y entrás a sumar y todo es gasto fijo que no lo podés levantar”.

Sobre las perspectivas para este verano, el empresario indicó que “si se empieza a liberar va a funcionar el aire libre. La gente encerrarse no lo va a hacer. Y donde solo podes poner la mitad, no va a rendir. Tampoco podés tener mucha gente amontonada. Para vender comida con un carro necesitas volumen. Por eso me corro de la gastronomía. La gastronomía está muy complicada, en todos lados. Se nota más acá porque somos una ciudad chica”.

Labour es uno de los ejemplos de aquellos que buscan dar un paso al costado y buscar otro rumbro. “De gastronomía decidí no hacer nada. Tengo 23 años dentro del rubro y creo que no es el momento. La calle está saturada con mucha venta informal, hoy todo el mundo se quiere salvar con la comida porque no tiene trabajo y nosotros que estamos en regla nos complica la vida. Para trabajar para el plato diario, prefiero hacer otra cosa”.

Para “reinventarse”, apuesta a un nuevo emprendimiento. “Ahora estoy con el packaging descartable con un amigo, que me dio la oportunidad. Vendo descartable, las cajas. Es una empresa que la estamos armando ahora. La idea es hacer cajas, packging. Hacer algo nuevo llevará su tiempo de trabajo”.

El Restaurante de comida alemana Gonnen, también atraviesa por momentos de cambios. Ante la menor afluencia de público, tuvieron que probar diferentes alternativas de venta mediante viandas. Y hoy evalúan seriamente la posibilidad de cerrar las persianas del local.

“No es muy buena la situación, estamos con abogados. Viene muy complicada, nosotros implementamos viandas diarias, pero hay muy bajo margen de ganancia para mover la mercadería. Más que nada ahora con este rebrote, hay mucha gente con miedo y no sale”, explica Débora Gonnen, la propietaria.

“Cuando reabrimos con bandas musicales, eventos que hicimos, stand up, venía gente. Pero después que empezaron a quedarse en casa, se redujo el público”.

Relató que “cayó más de 50% la cantidad de gente que viene al restaurante. Hay días que tenemos una mesa o dos y nada más. Los fines de semana lo llenamos lo que nos permiten con los espectáculos. Con los chicos hacemos canje con alguna cena, sobres en las mesas, y nos ayuda a nosotros”.

Sobre lo que viene, fue contundente. “Estamos barajando la posibilidad de cerrar, por una cuestión de seguir trabajando con las viandas. Cerrar el restaurante y mudarnos a un lugar más chico, porque tenemos mucho de alquiler y no se justifica no usar el salón. Y también nosotros en diciembre tenemos que renovar contrato y te cobran dos o tres meses. De acá a diciembre lo evaluaremos, estamos en charla porque la inmobiliaria no cede. Todos en esta pandemia perdimos algo y si vos no das una mano y querés ganar siempre. Perdimos nosotros, no hubo contemplación”.

El Café La Dolores también dijo adiós en los últimos días. “Dejamos todo. Hubo modificación edilicia, una inversión. Llega un momento que nos atraviesa a todos. No hay un solo rubro que no esté afectado. Todos llegamos a un agotamiento. Por más que se puedan estirar las deudas, impuestos, servicios, llega un momento donde la parte física se desmorona, el espíritu y no queda más nada. Nos pasó a todos de pasar por todos los estados y cuando lo anímico no ayuda, pasa por lo físico y lo que vas cargando en la mochila”, aseguró Rodrigo Córdoba.

Expresó que “hay que tomar una decisión y nos llegó el momento, lo veníamos retardando. Tratando que no llegue el momento y hasta que dijimos no podemos más. Es un hasta luego, porque en mi caso amo la gastronomía, entonces lo llevo en la sangre. Ahora dadas las circunstancias si tenemos que encarar otro proyecto, veremos qué posibilidades se presentan”.

La pandemia, también se cruzó con la crisis económica que ya viene atravesando hace años la provincia. “Veníamos bien, había clientela propia, un cliente fijo. Automáticamente la crisis la veníamos midiendo con el café diario. Últimamente vimos cómo se fue perdiendo el fin de mes. Con toda esta situación, no sabíamos cuando era principio de mes, ni fin de mes. Todo desfasado con el pago de los sueldos también”.

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06 NOV 2020 - 17:35

El sector gastronómico de Trelew atraviesa por una severa crisis, que produjo en cuestión de meses cierres de importantes locales céntricos y la reconversión de muchos otros hacia las comidas rápidas, el delivery y las viandas, buscando de este modo adaptarse a un consumidor que ha cambiado sus hábitos, y que sale mucho menos.

La actividad fue habilitada para funcionar oficialmente en los meses de junio y julio, sin embargo, con el pico de la pandemia y la multiplicación de los contagios la demanda cayó abruptamente, impactando sobre las condiciones de rentabilidad de una actividad que deberá reinventarse de cara al año próximo.

Si bien hubo una apertura, los protocolos dejaron fuera de competencia a más de uno. En un contexto donde no se pueden generar grandes aglomeraciones, a lo sumo funcionar con el 50% de la capacidad, con una inversión sanitaria que tiene que estar presente, pero con costos fijos que siguen siendo los mismos, la transición se hizo difícil.

Frente a ello, algunos incluso determinaron no abrir. Muchos otros cerraron definitivamente, y algunos decidieron correrse del rubro, para probar otro tipo de emprendimientos más redituables y que puedan tener garantizada una continuidad en el tiempo.

Quienes optaron por un cambio de modalidad, a través del take away o las viandas, también se encontraron con la dificultad de una opción que aflora con fuerza en el medio de la crisis: la cocina desde la casa y la venta a través de las redes sociales. Lo que genera una imposibilidad de competencia frente a los costos de todos los meses, del fondo de comercio, los servicios y el personal.

El empresario Walter Labour tomó la decisión de cerrar a fines de septiembre, en pleno centro, donde manejaba frente al Cine Coliseo la Barraca de Mr Lewis. “Cerramos porque no daba para más. No había movimiento. Por lo que hablamos con el resto de los que están en esto no voy a ser el único”.

“No daban los números. Sabías que no te daban, porque yo necesito 30 personas, y no me da ni el gasto de la luz, que eran 100 mil por mes. Las deudas se acrecientan, ya no se vende lo de antes porque la gente está asustada y no se va a encerrar. El joven sale y se toma una cerveza. Nada más. Para estar en el centro no te da. Y los colegas están igual, yo hablo con más de uno. Algunos están con la mitad de los empleados suspendidos. Es seguir insistiendo, pero esto no va a cambiar hasta que esté la vacuna”.

Remarcó que “nadie se dio cuenta que en un mes se perdieron 400 cubiertos sobre la calle Belgrano. En Trelew no tenemos más de 1.000 cubiertos. Están insistiendo, pero terminás perjudicando a otras personas, porque no podés pagar al dueño del local, la luz. Y entrás a sumar y todo es gasto fijo que no lo podés levantar”.

Sobre las perspectivas para este verano, el empresario indicó que “si se empieza a liberar va a funcionar el aire libre. La gente encerrarse no lo va a hacer. Y donde solo podes poner la mitad, no va a rendir. Tampoco podés tener mucha gente amontonada. Para vender comida con un carro necesitas volumen. Por eso me corro de la gastronomía. La gastronomía está muy complicada, en todos lados. Se nota más acá porque somos una ciudad chica”.

Labour es uno de los ejemplos de aquellos que buscan dar un paso al costado y buscar otro rumbro. “De gastronomía decidí no hacer nada. Tengo 23 años dentro del rubro y creo que no es el momento. La calle está saturada con mucha venta informal, hoy todo el mundo se quiere salvar con la comida porque no tiene trabajo y nosotros que estamos en regla nos complica la vida. Para trabajar para el plato diario, prefiero hacer otra cosa”.

Para “reinventarse”, apuesta a un nuevo emprendimiento. “Ahora estoy con el packaging descartable con un amigo, que me dio la oportunidad. Vendo descartable, las cajas. Es una empresa que la estamos armando ahora. La idea es hacer cajas, packging. Hacer algo nuevo llevará su tiempo de trabajo”.

El Restaurante de comida alemana Gonnen, también atraviesa por momentos de cambios. Ante la menor afluencia de público, tuvieron que probar diferentes alternativas de venta mediante viandas. Y hoy evalúan seriamente la posibilidad de cerrar las persianas del local.

“No es muy buena la situación, estamos con abogados. Viene muy complicada, nosotros implementamos viandas diarias, pero hay muy bajo margen de ganancia para mover la mercadería. Más que nada ahora con este rebrote, hay mucha gente con miedo y no sale”, explica Débora Gonnen, la propietaria.

“Cuando reabrimos con bandas musicales, eventos que hicimos, stand up, venía gente. Pero después que empezaron a quedarse en casa, se redujo el público”.

Relató que “cayó más de 50% la cantidad de gente que viene al restaurante. Hay días que tenemos una mesa o dos y nada más. Los fines de semana lo llenamos lo que nos permiten con los espectáculos. Con los chicos hacemos canje con alguna cena, sobres en las mesas, y nos ayuda a nosotros”.

Sobre lo que viene, fue contundente. “Estamos barajando la posibilidad de cerrar, por una cuestión de seguir trabajando con las viandas. Cerrar el restaurante y mudarnos a un lugar más chico, porque tenemos mucho de alquiler y no se justifica no usar el salón. Y también nosotros en diciembre tenemos que renovar contrato y te cobran dos o tres meses. De acá a diciembre lo evaluaremos, estamos en charla porque la inmobiliaria no cede. Todos en esta pandemia perdimos algo y si vos no das una mano y querés ganar siempre. Perdimos nosotros, no hubo contemplación”.

El Café La Dolores también dijo adiós en los últimos días. “Dejamos todo. Hubo modificación edilicia, una inversión. Llega un momento que nos atraviesa a todos. No hay un solo rubro que no esté afectado. Todos llegamos a un agotamiento. Por más que se puedan estirar las deudas, impuestos, servicios, llega un momento donde la parte física se desmorona, el espíritu y no queda más nada. Nos pasó a todos de pasar por todos los estados y cuando lo anímico no ayuda, pasa por lo físico y lo que vas cargando en la mochila”, aseguró Rodrigo Córdoba.

Expresó que “hay que tomar una decisión y nos llegó el momento, lo veníamos retardando. Tratando que no llegue el momento y hasta que dijimos no podemos más. Es un hasta luego, porque en mi caso amo la gastronomía, entonces lo llevo en la sangre. Ahora dadas las circunstancias si tenemos que encarar otro proyecto, veremos qué posibilidades se presentan”.

La pandemia, también se cruzó con la crisis económica que ya viene atravesando hace años la provincia. “Veníamos bien, había clientela propia, un cliente fijo. Automáticamente la crisis la veníamos midiendo con el café diario. Últimamente vimos cómo se fue perdiendo el fin de mes. Con toda esta situación, no sabíamos cuando era principio de mes, ni fin de mes. Todo desfasado con el pago de los sueldos también”.


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