Condenaron a 5 años al narco que Massoni corrió en Trelew y que llevaba 15 kilos de marihuana

Hugo Severo Torres escapó de una persecución policial en un barrio, que incluyó una corrida del ministro. Llevaba 19 ladrillos en un coche y el botín de otros robos disfrazado de agente. Fue sentenciado pero con un voto dividido. Acusó a Massoni y al jefe de la Policía de “tenerle bronca”.

08 NOV 2020 - 22:14 | Actualizado

Por Rolando Tobarez / @rtobarez

El albañil Hugo Fabián Severo Torres fue condenado a 5 años de prisión por transporte de estupefacientes. Además se lo declaró reincidente por segunda vez. Tiene 23 años y es el sujeto que el año pasado fue perseguido en la noche del barrio Moreira por el entonces ministro coordinador Federico Massoni.
Torres está preso en la Alcaidía Policial de Trelew. El voto del Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia fue dividido: Enrique Guanzirol y Mario Reynaldi optaron por su condena; Luis Giménez, por la absolución.
Esa noche del 5 de julio de 2019, Severo Torres manejaba un Peugeot 206 en compañía de otro sujeto. Tiene condenas por robos y hurtos en comercios, metalúrgicas y casas particulares. La División Investigaciones había advertido que su Peugeot gris polarizado había sido visto robando usando un handy para inhibir alarmas.
El coche se topó con un operativo de saturación. Lo reconocieron. Eran las 22.50. Le hicieron señas de luces y tocaron bocina. No frenó y aceleró. Entre balizas y sirenas lo persiguió una Nissan Frontier al mando de Massoni y del segundo jefe de la Policía, Néstor Gómez Ocampo. Fueron 3 cuadras. Lo encerraron en Trevelin y Laura Vicuña.
Ambos ocupantes escaparon con el coche casi en marcha. Massoni corrió a Torres, que en esos 150 metros tiró un par de guantes negros y un celular Samsung. El ministro no lo alcanzó. En ese momento llegó el jefe de la fuerza, Miguel Gómez. Massoni le señaló dónde era el escondite: una casa con el cartel “Familia Severo”. Lo detuvieron.
En el coche llevaba 19 ladrillos de papel madera con casi 15 kilos de marihuana, equivalentes a casi 30 mil porros, en una bolsa de compras detrás del asiento del conductor. Estaba húmeda, recién desenterrada.
Había un revólver, un cuchillo, un celular robado y un equipo de comunicaciones tipo HT. También un chaleco antibalas negro y una gorra de Policía, robados. Un arma Bersa Tunder con cargador y 10 cartuchos. Su cómplice se perdió en la noche, en un patio, perseguido por Gómez Ocampo.
El operativo generó agresiones y pedradas de varios vecinos. Debieron trasladarse a la Comisaría Tercera. Aunque el médico policial nunca atendió el llamado, Torres sólo se quejó de dolor en pie izquierdo.
Gómez Ocampo no conocía a Severo Torres. Los efectivos de la calle sí. “Trabajan diariamente afuera, es un personaje conocido”, declaró el miembro de la cúpula de Jefatura. Aunque lo interceptaron por la sospecha de que el coche robaba con inhibidores, explicó que de haber sabido que el Peugeot estaba vinculado al narcotráfico “el procedimiento hubiera sido de otra forma, no con exposición del ministro ni mía. La idea era identificar los ocupantes y la sorpresa fue cuando se fugaron”.
El jefe Miguel Gómez testimonió que escuchó por el handy que el ministro y el subjefe perseguían un auto en fuga. “Piden refuerzos y salgo en apoyo; lo primero que veo fue una polvareda de la frenada, era una noche sin viento”. Era el Peugeot con las puertas abiertas, estacionado sobre Trevelin.
A 50 metros Massoni corría a Torres. Vuelve caminando tras perderlo pero le marcó una casa: “Entraron allá”. Gómez entró al patio abierto, sin rejas, un acceso oscuro. Prendió su linterna. El ministro estaba en la vereda y le dice “está ahí”: era Severo tirado en el piso entre la trompa de un auto y un portón. Lo hace parar, lo palpa, y ya seguro chequeó los alrededores. Massoni por la vestimenta le dice “ése es”. Gómez lo saca a la vereda y se lo entrega al personal. “No conocía a Severo Torres, desconocía sus antecedentes, sí el personal de calle”.
Sobre la droga, el fallo apuntó que aún hoy despide “un fuerte olor”. #


Dos robos y dos coincidencias contra Severo


El mismo día del procedimiento pero más temprano, a las 21.30, en calle Gastre, ingresando al barrio Moreira, cerca de ruta 25 y muy cerca del lugar de la persecución, dos jóvenes vestidos con prendas policiales ingresaron a una casa simulando un allanamiento con armas.
Una mujer cocinaba con sus hijos menores y su sobrino. Tenían buzos oscuros, chalecos de Policía y armas negras desgastadas. Iban encapuchados. La encerraron en una pieza cinco minutos y se fueron. Su hermano la rescató y al salir se percató que su celular ya no estaba. Era un Samsung J2. El mismo que instantes después tenía Hugo Severo Torres. Ella no denunció el robo.
Y en abril, en Rawson, una policía denunció que sustrajeron un chaleco balístico, una gorra azul de policía y un chaleco refractario verde. También coincidía con lo hallado en el coche del delincuente condenado.


“Massoni es reconocido públicamente por su adiestramiento físico”


Según el voto de Mario Gabriel Reynaldi, no es “irrazonable” pensar que el ministro Federico Massoni corriera al sospechoso durante un largo trecho.
“Es reconocido públicamente por su adiestramiento físico; es propietario de un gimnasio en el que practica crossfit, mientras que en el desempeño de su función pública entrena con los cadetes de la Policía. Es pública y notoria su activa participación en procedimientos policiales”, argumentó el magistrado del TOF.
“Massoni no perdió de vista al sujeto sospechoso, quien si bien se pudo esconder, estaba en el sector señalado por el ministro. Y no había otras personas allí. Por la fecha y horario, plena época invernal, no había otros transeúntes en el lugar. No hubo margen para confundir a Severo Torres con otro individuo. No hay justificación racional para su presencia del enjuiciado”.
De acuerdo al fallo de Reynaldi, “es mucho más absurdo y disparatado es sostener que fue involucrado en la causa porque Massoni y Gómez le tienen ´bronca´ por ser ladrón. Mucho más irracional es pretender convencer al Tribunal que, para conseguir perjudicarlo, la Policía invirtiera dinero en casi 15 kilos de marihuana”.
Este párrafo apunta a contestar la versión de Severo Torres, quien aseguró que no sólo no tuvo nada que ver con el hallazgo sino que aseguró que la fuerza de seguridad le plantó las evidencias para involucrarlo.
En este escenario, el fallo deja claro que a la pesquisa le faltó un dato central: la declaración de Massoni para que explicar qué vio durante su intervención.


“Gómez y Massoni me tienen bronca porque saben que robo y no saben cómo dejarme preso”



Ante el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia, Hugo Severo Torres declaró que cuando ocurrió el operativo estaba en arresto domiciliario y que al Peugeot 206 que le atribuyen ni lo conoce, ya que ni siquiera sabe manejar.
Contó que estudió hasta 6º grado y que debía cumplir el arresto en casa de su madre en el barrio Los Pensamientos. Pero violó el beneficio al caminar para visitar a su tío, que en ese momento no estaba. “Vio la policía y se escondió bajo el auto, porque pensó que su mamá la había llamado porque estaba arrestado”, fue su versión.
“Si hubieran hecho pericias al handy habría huellas y no hay nada; Gómez dice una cosa y sale con otra, está mintiendo”.
Según su explicación, al ver a Policía en el barrio se escondió en un patio. Pensó que lo buscaban por violar su domiciliaria. “Están inventando una causa, dicen que interceptan un auto por el inhibidor y lo encuentran con faso, en ningún momento salgo corriendo. Para condenar a una persona por droga tiene que tener escuchas, seguimientos y drogas y no las tienen”.
“Miguel Gómez sacó de su bolsillo el celular secuestrado y me lo puso a mí; nunca vendí faso o merca; robo en la calle y no vendo drogas”. Gómez y el ministro Federico Massoni “me tienen bronca porque saben que robo y no saben cómo dejarme preso, consumo marihuana, no negocio, ni vendo. En la calle venden cinco fasos por mil o $ 1.500”. La última vez compró 25 gramos porque “me gusta fumarla, me relaja”.
El voto a su favor

Según el voto del juez Luis Alberto Giménez, el origen de la causa fue un “operativo de saturación”. Lo definió como un procedimiento “de contornos difusos, no es clara ni su finalidad ni las facultades que los miembros de la fuerza se arrogan”.
El juez advirtió “la irregularidad de detener vehículos y personas por la sola voluntad de la Policía sin razones que lo justifiquen (…) Se ´despliegan´ las fuerzas policiales que, según su arbitrio, detienen al ciudadano que quieren por su sola voluntad”. Esto no lo autorizan ni la normativa procesal chubutense, ni la nacional, ni la Constitución Nacional. “Los derechos individuales se ven severamente afectados”.
La detención del Peugeot “no se vinculaba a la comisión de un delito concreto, sino que los testigos relataron una confusa situación vinculada a algún hecho pasado realizado por gente que podría circular en un auto similar, aunque no refirieron cuáles, y discreparon inclusive en el color”.
“Claramente se faculta a la policía a salir a detener discrecionalmente a cualquier ciudadano que circule ese día y a esa hora por la zona, lo que usualmente se denominan ´operaciones de pesca´”. Para el juez, la detención del coche fue ilegal y el procedimiento es nulo.
Tampoco, según su lectura, hay prueba de que manejaba Severo Torres. El testimonio clave no estuvo en el juicio: Massoni, que pudo haber contado qué vio en su persecución y confrontarlo con Torres. “Dicha testimonial no se ofreció (sin justificación alguna) y pretendió suplirse mediante el interrogatorio a un efectivo que intervino posteriormente y que se habría encontrado con Massoni regresando de la persecución”. No siquiera se sabe si Torres sabe manejar.
La imputación se basa sólo en que Severo estaba cerca del lugar de detención del vehículo. Este dato insuficiente y no garantiza que haya participado.
Si el conductor se fugó en la oscuridad y lo perdieron de vista, “no puede predicarse con certeza que fuera la misma persona”. No se corroboró su identidad ni huellas digitales del vehículo o del celular, ni se buscaron rastros de otro tipo, como ADN, para situarlo en el auto, ni hubo rueda de reconocimiento. “Fiscalía se basa en los dichos de un testigo que refiere lo que otra persona habría dicho”.
Tampoco hay evidencia de que Torres haya robado el celular encontrado cerca de su escondite.
“El elemento que los uniría sería que el robo fue de sujetos con chalecos policiales y que en el Peugeot se encontró un chaleco. Ningún pasamontañas fue hallado: ni en poder de Torres ni en el vehículo”. Al menos Fiscalía debió explicar por qué no le cree. Giménez quedó en minoría. #

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08 NOV 2020 - 22:14

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Torres está preso en la Alcaidía Policial de Trelew. El voto del Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia fue dividido: Enrique Guanzirol y Mario Reynaldi optaron por su condena; Luis Giménez, por la absolución.
Esa noche del 5 de julio de 2019, Severo Torres manejaba un Peugeot 206 en compañía de otro sujeto. Tiene condenas por robos y hurtos en comercios, metalúrgicas y casas particulares. La División Investigaciones había advertido que su Peugeot gris polarizado había sido visto robando usando un handy para inhibir alarmas.
El coche se topó con un operativo de saturación. Lo reconocieron. Eran las 22.50. Le hicieron señas de luces y tocaron bocina. No frenó y aceleró. Entre balizas y sirenas lo persiguió una Nissan Frontier al mando de Massoni y del segundo jefe de la Policía, Néstor Gómez Ocampo. Fueron 3 cuadras. Lo encerraron en Trevelin y Laura Vicuña.
Ambos ocupantes escaparon con el coche casi en marcha. Massoni corrió a Torres, que en esos 150 metros tiró un par de guantes negros y un celular Samsung. El ministro no lo alcanzó. En ese momento llegó el jefe de la fuerza, Miguel Gómez. Massoni le señaló dónde era el escondite: una casa con el cartel “Familia Severo”. Lo detuvieron.
En el coche llevaba 19 ladrillos de papel madera con casi 15 kilos de marihuana, equivalentes a casi 30 mil porros, en una bolsa de compras detrás del asiento del conductor. Estaba húmeda, recién desenterrada.
Había un revólver, un cuchillo, un celular robado y un equipo de comunicaciones tipo HT. También un chaleco antibalas negro y una gorra de Policía, robados. Un arma Bersa Tunder con cargador y 10 cartuchos. Su cómplice se perdió en la noche, en un patio, perseguido por Gómez Ocampo.
El operativo generó agresiones y pedradas de varios vecinos. Debieron trasladarse a la Comisaría Tercera. Aunque el médico policial nunca atendió el llamado, Torres sólo se quejó de dolor en pie izquierdo.
Gómez Ocampo no conocía a Severo Torres. Los efectivos de la calle sí. “Trabajan diariamente afuera, es un personaje conocido”, declaró el miembro de la cúpula de Jefatura. Aunque lo interceptaron por la sospecha de que el coche robaba con inhibidores, explicó que de haber sabido que el Peugeot estaba vinculado al narcotráfico “el procedimiento hubiera sido de otra forma, no con exposición del ministro ni mía. La idea era identificar los ocupantes y la sorpresa fue cuando se fugaron”.
El jefe Miguel Gómez testimonió que escuchó por el handy que el ministro y el subjefe perseguían un auto en fuga. “Piden refuerzos y salgo en apoyo; lo primero que veo fue una polvareda de la frenada, era una noche sin viento”. Era el Peugeot con las puertas abiertas, estacionado sobre Trevelin.
A 50 metros Massoni corría a Torres. Vuelve caminando tras perderlo pero le marcó una casa: “Entraron allá”. Gómez entró al patio abierto, sin rejas, un acceso oscuro. Prendió su linterna. El ministro estaba en la vereda y le dice “está ahí”: era Severo tirado en el piso entre la trompa de un auto y un portón. Lo hace parar, lo palpa, y ya seguro chequeó los alrededores. Massoni por la vestimenta le dice “ése es”. Gómez lo saca a la vereda y se lo entrega al personal. “No conocía a Severo Torres, desconocía sus antecedentes, sí el personal de calle”.
Sobre la droga, el fallo apuntó que aún hoy despide “un fuerte olor”. #


Dos robos y dos coincidencias contra Severo


El mismo día del procedimiento pero más temprano, a las 21.30, en calle Gastre, ingresando al barrio Moreira, cerca de ruta 25 y muy cerca del lugar de la persecución, dos jóvenes vestidos con prendas policiales ingresaron a una casa simulando un allanamiento con armas.
Una mujer cocinaba con sus hijos menores y su sobrino. Tenían buzos oscuros, chalecos de Policía y armas negras desgastadas. Iban encapuchados. La encerraron en una pieza cinco minutos y se fueron. Su hermano la rescató y al salir se percató que su celular ya no estaba. Era un Samsung J2. El mismo que instantes después tenía Hugo Severo Torres. Ella no denunció el robo.
Y en abril, en Rawson, una policía denunció que sustrajeron un chaleco balístico, una gorra azul de policía y un chaleco refractario verde. También coincidía con lo hallado en el coche del delincuente condenado.


“Massoni es reconocido públicamente por su adiestramiento físico”


Según el voto de Mario Gabriel Reynaldi, no es “irrazonable” pensar que el ministro Federico Massoni corriera al sospechoso durante un largo trecho.
“Es reconocido públicamente por su adiestramiento físico; es propietario de un gimnasio en el que practica crossfit, mientras que en el desempeño de su función pública entrena con los cadetes de la Policía. Es pública y notoria su activa participación en procedimientos policiales”, argumentó el magistrado del TOF.
“Massoni no perdió de vista al sujeto sospechoso, quien si bien se pudo esconder, estaba en el sector señalado por el ministro. Y no había otras personas allí. Por la fecha y horario, plena época invernal, no había otros transeúntes en el lugar. No hubo margen para confundir a Severo Torres con otro individuo. No hay justificación racional para su presencia del enjuiciado”.
De acuerdo al fallo de Reynaldi, “es mucho más absurdo y disparatado es sostener que fue involucrado en la causa porque Massoni y Gómez le tienen ´bronca´ por ser ladrón. Mucho más irracional es pretender convencer al Tribunal que, para conseguir perjudicarlo, la Policía invirtiera dinero en casi 15 kilos de marihuana”.
Este párrafo apunta a contestar la versión de Severo Torres, quien aseguró que no sólo no tuvo nada que ver con el hallazgo sino que aseguró que la fuerza de seguridad le plantó las evidencias para involucrarlo.
En este escenario, el fallo deja claro que a la pesquisa le faltó un dato central: la declaración de Massoni para que explicar qué vio durante su intervención.


“Gómez y Massoni me tienen bronca porque saben que robo y no saben cómo dejarme preso”



Ante el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia, Hugo Severo Torres declaró que cuando ocurrió el operativo estaba en arresto domiciliario y que al Peugeot 206 que le atribuyen ni lo conoce, ya que ni siquiera sabe manejar.
Contó que estudió hasta 6º grado y que debía cumplir el arresto en casa de su madre en el barrio Los Pensamientos. Pero violó el beneficio al caminar para visitar a su tío, que en ese momento no estaba. “Vio la policía y se escondió bajo el auto, porque pensó que su mamá la había llamado porque estaba arrestado”, fue su versión.
“Si hubieran hecho pericias al handy habría huellas y no hay nada; Gómez dice una cosa y sale con otra, está mintiendo”.
Según su explicación, al ver a Policía en el barrio se escondió en un patio. Pensó que lo buscaban por violar su domiciliaria. “Están inventando una causa, dicen que interceptan un auto por el inhibidor y lo encuentran con faso, en ningún momento salgo corriendo. Para condenar a una persona por droga tiene que tener escuchas, seguimientos y drogas y no las tienen”.
“Miguel Gómez sacó de su bolsillo el celular secuestrado y me lo puso a mí; nunca vendí faso o merca; robo en la calle y no vendo drogas”. Gómez y el ministro Federico Massoni “me tienen bronca porque saben que robo y no saben cómo dejarme preso, consumo marihuana, no negocio, ni vendo. En la calle venden cinco fasos por mil o $ 1.500”. La última vez compró 25 gramos porque “me gusta fumarla, me relaja”.
El voto a su favor

Según el voto del juez Luis Alberto Giménez, el origen de la causa fue un “operativo de saturación”. Lo definió como un procedimiento “de contornos difusos, no es clara ni su finalidad ni las facultades que los miembros de la fuerza se arrogan”.
El juez advirtió “la irregularidad de detener vehículos y personas por la sola voluntad de la Policía sin razones que lo justifiquen (…) Se ´despliegan´ las fuerzas policiales que, según su arbitrio, detienen al ciudadano que quieren por su sola voluntad”. Esto no lo autorizan ni la normativa procesal chubutense, ni la nacional, ni la Constitución Nacional. “Los derechos individuales se ven severamente afectados”.
La detención del Peugeot “no se vinculaba a la comisión de un delito concreto, sino que los testigos relataron una confusa situación vinculada a algún hecho pasado realizado por gente que podría circular en un auto similar, aunque no refirieron cuáles, y discreparon inclusive en el color”.
“Claramente se faculta a la policía a salir a detener discrecionalmente a cualquier ciudadano que circule ese día y a esa hora por la zona, lo que usualmente se denominan ´operaciones de pesca´”. Para el juez, la detención del coche fue ilegal y el procedimiento es nulo.
Tampoco, según su lectura, hay prueba de que manejaba Severo Torres. El testimonio clave no estuvo en el juicio: Massoni, que pudo haber contado qué vio en su persecución y confrontarlo con Torres. “Dicha testimonial no se ofreció (sin justificación alguna) y pretendió suplirse mediante el interrogatorio a un efectivo que intervino posteriormente y que se habría encontrado con Massoni regresando de la persecución”. No siquiera se sabe si Torres sabe manejar.
La imputación se basa sólo en que Severo estaba cerca del lugar de detención del vehículo. Este dato insuficiente y no garantiza que haya participado.
Si el conductor se fugó en la oscuridad y lo perdieron de vista, “no puede predicarse con certeza que fuera la misma persona”. No se corroboró su identidad ni huellas digitales del vehículo o del celular, ni se buscaron rastros de otro tipo, como ADN, para situarlo en el auto, ni hubo rueda de reconocimiento. “Fiscalía se basa en los dichos de un testigo que refiere lo que otra persona habría dicho”.
Tampoco hay evidencia de que Torres haya robado el celular encontrado cerca de su escondite.
“El elemento que los uniría sería que el robo fue de sujetos con chalecos policiales y que en el Peugeot se encontró un chaleco. Ningún pasamontañas fue hallado: ni en poder de Torres ni en el vehículo”. Al menos Fiscalía debió explicar por qué no le cree. Giménez quedó en minoría. #


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