Caminante varado

Jonathan Viera recorría el país cuando lo atrapó la cuarentena en Chubut. Lo hospeda su “colega” Martín Echegaray Davies.

Jonathan Viera junto a Martín Echegaray Davies. Sostienen las banderas firmadas por todas las personas que Jony conoció en su camino.
09 NOV 2020 - 22:27 | Actualizado

Por Martín Tacón

Emprendí esta caminata como una aventura y una forma de vivir”, dice Jonathan Viera a Jornada. “Dejé lo que tenía, vendí todo y me largué”. Partió desde Salta capital, donde vive desde los 25 años, y llegó hasta Ushuaia. Su odisea comenzó el 5 de junio del 2019. Se lanzó a los caminos tirando de un carro, donde lleva lo necesario para subsistir.

“Esta caminata la hice por muchas razones –explica Jony. Para conocer un poco de mi país; no me quiero ir de este bendito mundo y esta tierra que me vio nacer sin conocer algo de la Argentina. Lo hice para darme una lección, caminar y ver hasta dónde llegaba. La mentalidad fue cambiando y me di cuenta que se puede. Si me planteo algo, lo hago. También fue una forma de conocer los pueblos, conocer a cada paisano, saber sus costumbres, sus vidas, sus planes, sus metas. Conocer las distintas gentes que hay en el norte, el centro y el sur”.

Después de alcanzar Ushuaia en los confines del continente, la noticia de la pandemia acercándose al país lo tomó por sorpresa cuando se disponía a tomar el camino de regreso a casa.

“Fui subiendo porque la pandemia estaba cerca de Brasil. Entré a la provincia de Chubut y llegué a Comodoro. Se me habían roto los rulemanes y el hombre que me dio techo los reparó. Estuve dos noches en su casa y me dijo que largara, porque si llegaban a cerrar la ciudad no me iba a gustar pasar el invierno ahí. Empecé a caminar y entré a Trelew el 17 de marzo. Acampé en la estación de servicio Axion. Al otro día me levanté, desarmé la carpa, y se habían plantado los policías en el control de la ruta. Les pregunté dónde podía ir a buscar refugio y descansar las rodillas, porque estaba muy fatigado. Al otro día se declaró la cuarentena y quedé varado acá”.

Al momento de detener su marcha, Jony acumulaba más de 7.000 kilómetros de caminata. “Quedé con la imposibilidad de seguir porque habían cerrado todas las fronteras provinciales”, cuenta. Confiesa que prefiere no dialogar con la prensa, porque le gusta que su historia se transmita en el rumor de la gente.

Un familiar le consiguió alojamiento en Rawson, donde se hospedó por cuatro meses durante el invierno patagónico, y luego se trasladó a Trelew. Ahí fue cuando entabló relación con Martín Echegaray Davies, el “Caminante de las tres Américas” que unió la Patagonia con Canadá y recorrió 22.850 kilómetros en dos años y dos meses de viaje a pie.

“Hay un grupo en Argentina llamado MAI (Moto Ayuda Internacional), y una de las administradoras se contactó con Martín y le explicó mi situación. Yo tenía que entregar mi departamento en Rawson. Martín se comunicó conmigo y me dijo que él tenía un espacio en su casa donde yo podía poner mi carpa. Llevo unas 3 semanas acampando en su terreno”.

La gente ayudó a Jonathan a subsistir durante su viaje. Por el camino fue dejando muestras de su trabajo: limpió tanques, pintó, cavó zanjas, desmalezó terrenos, cualquier cosa que le permitiera ganar dinero. “Acá me pude mantener gracias a muchas amistades que hice en la ruta y changas que hice en Rawson”.

El grupo Trekking Patagónico recaudó dinero para un pasaje y ahora Jonathan se debate entre dos opciones: tomar un vuelo a Buenos Aires en diciembre o volver con su carro a la ruta. No tiene una casa donde volver, por eso su ambición no tiene límites: “Quiero recorrer el litoral argentino y llegar hasta México”.#

Jonathan Viera junto a Martín Echegaray Davies. Sostienen las banderas firmadas por todas las personas que Jony conoció en su camino.
09 NOV 2020 - 22:27

Por Martín Tacón

Emprendí esta caminata como una aventura y una forma de vivir”, dice Jonathan Viera a Jornada. “Dejé lo que tenía, vendí todo y me largué”. Partió desde Salta capital, donde vive desde los 25 años, y llegó hasta Ushuaia. Su odisea comenzó el 5 de junio del 2019. Se lanzó a los caminos tirando de un carro, donde lleva lo necesario para subsistir.

“Esta caminata la hice por muchas razones –explica Jony. Para conocer un poco de mi país; no me quiero ir de este bendito mundo y esta tierra que me vio nacer sin conocer algo de la Argentina. Lo hice para darme una lección, caminar y ver hasta dónde llegaba. La mentalidad fue cambiando y me di cuenta que se puede. Si me planteo algo, lo hago. También fue una forma de conocer los pueblos, conocer a cada paisano, saber sus costumbres, sus vidas, sus planes, sus metas. Conocer las distintas gentes que hay en el norte, el centro y el sur”.

Después de alcanzar Ushuaia en los confines del continente, la noticia de la pandemia acercándose al país lo tomó por sorpresa cuando se disponía a tomar el camino de regreso a casa.

“Fui subiendo porque la pandemia estaba cerca de Brasil. Entré a la provincia de Chubut y llegué a Comodoro. Se me habían roto los rulemanes y el hombre que me dio techo los reparó. Estuve dos noches en su casa y me dijo que largara, porque si llegaban a cerrar la ciudad no me iba a gustar pasar el invierno ahí. Empecé a caminar y entré a Trelew el 17 de marzo. Acampé en la estación de servicio Axion. Al otro día me levanté, desarmé la carpa, y se habían plantado los policías en el control de la ruta. Les pregunté dónde podía ir a buscar refugio y descansar las rodillas, porque estaba muy fatigado. Al otro día se declaró la cuarentena y quedé varado acá”.

Al momento de detener su marcha, Jony acumulaba más de 7.000 kilómetros de caminata. “Quedé con la imposibilidad de seguir porque habían cerrado todas las fronteras provinciales”, cuenta. Confiesa que prefiere no dialogar con la prensa, porque le gusta que su historia se transmita en el rumor de la gente.

Un familiar le consiguió alojamiento en Rawson, donde se hospedó por cuatro meses durante el invierno patagónico, y luego se trasladó a Trelew. Ahí fue cuando entabló relación con Martín Echegaray Davies, el “Caminante de las tres Américas” que unió la Patagonia con Canadá y recorrió 22.850 kilómetros en dos años y dos meses de viaje a pie.

“Hay un grupo en Argentina llamado MAI (Moto Ayuda Internacional), y una de las administradoras se contactó con Martín y le explicó mi situación. Yo tenía que entregar mi departamento en Rawson. Martín se comunicó conmigo y me dijo que él tenía un espacio en su casa donde yo podía poner mi carpa. Llevo unas 3 semanas acampando en su terreno”.

La gente ayudó a Jonathan a subsistir durante su viaje. Por el camino fue dejando muestras de su trabajo: limpió tanques, pintó, cavó zanjas, desmalezó terrenos, cualquier cosa que le permitiera ganar dinero. “Acá me pude mantener gracias a muchas amistades que hice en la ruta y changas que hice en Rawson”.

El grupo Trekking Patagónico recaudó dinero para un pasaje y ahora Jonathan se debate entre dos opciones: tomar un vuelo a Buenos Aires en diciembre o volver con su carro a la ruta. No tiene una casa donde volver, por eso su ambición no tiene límites: “Quiero recorrer el litoral argentino y llegar hasta México”.#


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