Editorial / Un proyecto revuelto, una Justicia que da vergüenza y un peronismo “machirulo”

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21 NOV 2020 - 20:34 | Actualizado

El gobernador Mariano Arcioni mandó a la Legislatura el tan mentado proyecto de desarrollo minero para la Meseta y se acabaron las especulaciones. Ahora viene la hora de la verdad. Todos los sectores en pugna pisarán el acelerador y por ahora nadie sabe a ciencia cierta qué puede pasar.

En principio, la fuerte decisión política de abordar por el medio un tema tan espinoso, más allá de qué es lo que termine ocurriendo, puso a Arcioni en un lugar al que ningún otro político quiso acceder en los últimos cuatro períodos democráticos.

No lo hizo Mario Das Neves, que coqueteó con la minería en su segundo mandato. Algunos recuerdan una exposición que realizó en la Embajada de Canadá en 2008, cuando comenzaba a separarse del kirchnerismo gobernante y ante un amplio auditorio de empresarios canadienses se mostró permeable a la actividad minera. Pero es verdad que el tiempo pasó y accedió a su tercer mandato con muchos votos de la Cordillera gracias a su discurso antiminero.

Tampoco Martin Buzzi se animó a poner el tema sobre la mesa y fiel a su estilo terminó yendo y viniendo, tal vez porque el zapato de la economía nunca le llegó a apretar tanto como a Arcioni.

Mientras que el radicalismo que ahora se rasga las vestiduras y convirtió a la UCR y a muchos de sus dirigentes en fervientes antimineros, fue el que abrió las puertas a la minería adhiriendo a la ley minera menemista de 1993, e impulsando del proyecto minero en Esquel en 2003 cuando todavía gobernaba José Luis Lizurume, que terminó con un plebiscito arrollador que le cambió la vida a los esquelenses pero también el perfil económico de la provincia. Tanto, que algunos chubutenses creen, de manera equivocada, que aquel día se decidió algo que incluía a todo el territorio provincial.

Ahora están las cartas sobre la mesa. Ni “No es no”, ni “Sí es sí”. Si nadie quiere debatir será difícil, pero sigue habiendo herramientas democráticas para definir la cuestión.

La minería es una página que hay que abrir de una buena vez o cerrarla para siempre. Seguir agrandando la grieta como se viene haciendo hace 17 años no le conviene a nadie. Sólo a pequeños grupos que viven cómodos siendo una ínfima minoría política a la que cada tanto los dejan manejar la opinión de otros. Nadie los vota pero terminan moviendo los hilos como si fueran populares.

Justiciables

Hace algunas semanas se divulgó en esta misma Columna una encuesta que demostró la pésima imagen que tiene la sociedad chubutense de la Justicia.

Es cierto que las encuestas suelen generalizar las respuestas y cuando la gente se expresa en contra casi siempre se refiere a la Justicia penal, esa cuyos fallos suelen causar sorpresa, indignación y duras críticas contra todos los actores del Poder Judicial.

Esta semana, el Poder Judicial de Chubut vivió otro capítulo penoso. El Consejo de la Magistratura, el organismo que selecciones a los magistrados y debe juzgarlos llegado el caso, convocó a una sesión especial para debatir una sanción contra el consejero Alejandro Panizzi, que además es vicepresidente del Superior Tribunal de Justicia.

Resulta que Panizzi, a altas horas de la noche, escribió en un grupo de WhatsApp del Consejo algunas palabras al parecer poco respetuosas contra una consejera y hasta trató de “corrupto” al presidente del cuerpo, el abogado trelewense Enrique Maglione.

La sesión que pudo verse en vivo a través de las redes sociales fue vergonzosa. Después de 25 años de funcionamiento del Consejo de la Magistratura de Chubut se dieron cuenta que no hay herramientas para sancionar a un integrante por este tipo de situaciones.

El Consejo es un lugar en donde conviven los representantes de la corporación judicial (magistrados y abogados) con representantes populares que la gente votó pero, casi seguro, muchos no saben que votaron.

En resumen: Panizzi pidió disculpas; los que lo querían sancionar se quedaron con la sangre en el ojo; y la Justicia quedó expuesta otra vez como un lugar en donde algunos hacen esfuerzos por mejorarla pero, también, hay otros que la empeoran todos los días un poco más.

Alguna vez, todos ellos deberían sentirse justiciables como el resto de la sociedad, que debe someterse sin chistar a algunos tribunales que son una vergüenza.

El ombligo del PJ

Cuando un escenario político y social está tan inestable, siempre el peronismo apareció como un actor fundamental para reorganizar el tablero. Hay decenas de ejemplos a lo largo de la historia en los que el peronismo y también el radicalismo evitaron que todo se desmadrara.

Menos en Chubut, en donde ambos partidos están virtualmente partidos y sus dirigentes se vienen mirando el ombligo desde hace años.

El caso del peronismo es más grave porque aún en medio de su crisis crónica nunca abandona su vocación de poder. A diferencia del radicalismo, que sigue eligiendo ser el vagón de cola de un partido de derecha como el PRO.

El Partido Justicialista de Chubut está a punto de pegarse otro tiro en el pie. No contentos con perder una elección tras otra a manos de peronistas o pseudoperonistas, un puñado de dirigentes sigue maniatando a más de 40 mil afiliados que hace casi dos décadas no saben lo que es ir a una interna para elegir de verdad a sus representantes.

Ahora, una presunta “lista de unidad” se arrogó el derecho de cortarle el paso a otros grupos que intentaban abrir el partido y se quiere proclamar como nueva autoridad del partido.

Los dirigentes de siempre como Carlos Linares, Ricardo Mutio, José Arrechea, Carlos Eliceche, Norberto Yauhar y César Gustavo Mac Karthy, ahora acompañados por Ricardo y Gustavo Sastre, y Adrián Maderna, pretenden definir algo que los afiliados no reafirmaron en las urnas.

Encima, muchas de las mujeres peronistas que ya salieron del cascarón hace rato, que ocupan cargos relevantes y militan en la calle como pocos, empiezan a rebelarse contra los “machirulos” que quieren arreglar todo entre cuatro paredes.

Ya hay una presentación en la Justicia Federal para frenar una proclamación que, dicen los afiliados denunciantes, está plagada de irregularidades.

Un peronismo cerrado a merced de algunos “dinosaurios” que no les dejan paso a los más jóvenes, no es peronismo.#

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21 NOV 2020 - 20:34

El gobernador Mariano Arcioni mandó a la Legislatura el tan mentado proyecto de desarrollo minero para la Meseta y se acabaron las especulaciones. Ahora viene la hora de la verdad. Todos los sectores en pugna pisarán el acelerador y por ahora nadie sabe a ciencia cierta qué puede pasar.

En principio, la fuerte decisión política de abordar por el medio un tema tan espinoso, más allá de qué es lo que termine ocurriendo, puso a Arcioni en un lugar al que ningún otro político quiso acceder en los últimos cuatro períodos democráticos.

No lo hizo Mario Das Neves, que coqueteó con la minería en su segundo mandato. Algunos recuerdan una exposición que realizó en la Embajada de Canadá en 2008, cuando comenzaba a separarse del kirchnerismo gobernante y ante un amplio auditorio de empresarios canadienses se mostró permeable a la actividad minera. Pero es verdad que el tiempo pasó y accedió a su tercer mandato con muchos votos de la Cordillera gracias a su discurso antiminero.

Tampoco Martin Buzzi se animó a poner el tema sobre la mesa y fiel a su estilo terminó yendo y viniendo, tal vez porque el zapato de la economía nunca le llegó a apretar tanto como a Arcioni.

Mientras que el radicalismo que ahora se rasga las vestiduras y convirtió a la UCR y a muchos de sus dirigentes en fervientes antimineros, fue el que abrió las puertas a la minería adhiriendo a la ley minera menemista de 1993, e impulsando del proyecto minero en Esquel en 2003 cuando todavía gobernaba José Luis Lizurume, que terminó con un plebiscito arrollador que le cambió la vida a los esquelenses pero también el perfil económico de la provincia. Tanto, que algunos chubutenses creen, de manera equivocada, que aquel día se decidió algo que incluía a todo el territorio provincial.

Ahora están las cartas sobre la mesa. Ni “No es no”, ni “Sí es sí”. Si nadie quiere debatir será difícil, pero sigue habiendo herramientas democráticas para definir la cuestión.

La minería es una página que hay que abrir de una buena vez o cerrarla para siempre. Seguir agrandando la grieta como se viene haciendo hace 17 años no le conviene a nadie. Sólo a pequeños grupos que viven cómodos siendo una ínfima minoría política a la que cada tanto los dejan manejar la opinión de otros. Nadie los vota pero terminan moviendo los hilos como si fueran populares.

Justiciables

Hace algunas semanas se divulgó en esta misma Columna una encuesta que demostró la pésima imagen que tiene la sociedad chubutense de la Justicia.

Es cierto que las encuestas suelen generalizar las respuestas y cuando la gente se expresa en contra casi siempre se refiere a la Justicia penal, esa cuyos fallos suelen causar sorpresa, indignación y duras críticas contra todos los actores del Poder Judicial.

Esta semana, el Poder Judicial de Chubut vivió otro capítulo penoso. El Consejo de la Magistratura, el organismo que selecciones a los magistrados y debe juzgarlos llegado el caso, convocó a una sesión especial para debatir una sanción contra el consejero Alejandro Panizzi, que además es vicepresidente del Superior Tribunal de Justicia.

Resulta que Panizzi, a altas horas de la noche, escribió en un grupo de WhatsApp del Consejo algunas palabras al parecer poco respetuosas contra una consejera y hasta trató de “corrupto” al presidente del cuerpo, el abogado trelewense Enrique Maglione.

La sesión que pudo verse en vivo a través de las redes sociales fue vergonzosa. Después de 25 años de funcionamiento del Consejo de la Magistratura de Chubut se dieron cuenta que no hay herramientas para sancionar a un integrante por este tipo de situaciones.

El Consejo es un lugar en donde conviven los representantes de la corporación judicial (magistrados y abogados) con representantes populares que la gente votó pero, casi seguro, muchos no saben que votaron.

En resumen: Panizzi pidió disculpas; los que lo querían sancionar se quedaron con la sangre en el ojo; y la Justicia quedó expuesta otra vez como un lugar en donde algunos hacen esfuerzos por mejorarla pero, también, hay otros que la empeoran todos los días un poco más.

Alguna vez, todos ellos deberían sentirse justiciables como el resto de la sociedad, que debe someterse sin chistar a algunos tribunales que son una vergüenza.

El ombligo del PJ

Cuando un escenario político y social está tan inestable, siempre el peronismo apareció como un actor fundamental para reorganizar el tablero. Hay decenas de ejemplos a lo largo de la historia en los que el peronismo y también el radicalismo evitaron que todo se desmadrara.

Menos en Chubut, en donde ambos partidos están virtualmente partidos y sus dirigentes se vienen mirando el ombligo desde hace años.

El caso del peronismo es más grave porque aún en medio de su crisis crónica nunca abandona su vocación de poder. A diferencia del radicalismo, que sigue eligiendo ser el vagón de cola de un partido de derecha como el PRO.

El Partido Justicialista de Chubut está a punto de pegarse otro tiro en el pie. No contentos con perder una elección tras otra a manos de peronistas o pseudoperonistas, un puñado de dirigentes sigue maniatando a más de 40 mil afiliados que hace casi dos décadas no saben lo que es ir a una interna para elegir de verdad a sus representantes.

Ahora, una presunta “lista de unidad” se arrogó el derecho de cortarle el paso a otros grupos que intentaban abrir el partido y se quiere proclamar como nueva autoridad del partido.

Los dirigentes de siempre como Carlos Linares, Ricardo Mutio, José Arrechea, Carlos Eliceche, Norberto Yauhar y César Gustavo Mac Karthy, ahora acompañados por Ricardo y Gustavo Sastre, y Adrián Maderna, pretenden definir algo que los afiliados no reafirmaron en las urnas.

Encima, muchas de las mujeres peronistas que ya salieron del cascarón hace rato, que ocupan cargos relevantes y militan en la calle como pocos, empiezan a rebelarse contra los “machirulos” que quieren arreglar todo entre cuatro paredes.

Ya hay una presentación en la Justicia Federal para frenar una proclamación que, dicen los afiliados denunciantes, está plagada de irregularidades.

Un peronismo cerrado a merced de algunos “dinosaurios” que no les dejan paso a los más jóvenes, no es peronismo.#


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