Falleció Miguel Machesich / El soplo que nos impulsa

Homenaje a un periodista.

12 DIC 2020 - 20:40 | Actualizado

Por Sergio Pravaz, especial para Jornada

Infatigable, disciplinado, talentoso, siempre me dio la sensación de que su capacidad para empeñarse en alguna tarea lo asemejaba a un monje copista del medioevo que dibuja palabras e iluminaciones sobre el borde de la hoja para que el saber pueda ser apresado y deje de peregrinar sobre el mundo de la oralidad.

La consulta demorada de libros, documentos y viejos diarios, que como una ruta de navegación son ese país al que se dirigen los empujados por el conocimiento, siempre fue para Miguel Machesich, de entre sus varias pericias, tal vez la preferida por su corazón.

Él supo cómo dialogar con los tiempos enlentecidos y pacientes de las bibliotecas, sus anaqueles especiales, esos que transportan al determinado buscador a tiempos y lugares que ni la ciencia ficción alentó en sus más osadas páginas.

Tales son los asuntos que ocuparon a Miguel, quien se animó con el mar solo para hallar una fecha extraviada, y hasta fue capaz de respirar de la meseta todo su aliento durante el otoño por la simple paga de un nombre propio, o el modo de cantar de un pueblo durante la siembra.

Quién sabe si no vivió muchas vidas a partir de esas labores de buceador extraordinario mientras que en ésta hizo lo que pudo, como a todos nos sucede.

La ciencia jamás develará semejante ecuación, como la melancolía, la profundidad de un corazón alterado, el origen de la risa o esa extraña plenitud que nos invade al reconocernos.

Un gesto de mano abierta o una mirada siempre perforan la coraza del cálculo.

Sus títulos importantes fueron la decencia, el pudor y su generosidad a la hora de interactuar para marcar la traza de un recorrido que debe realizarse porque así lo dispone el soplo que nos impulsa a movernos.

Así fue Machesich, quien también ejerció el periodismo, la función pública, la amistad y esa noble posibilidad de tejer para sostener, sea a una institución o la búsqueda de un dato que ilumine.

Ojalá puedas continuar ese camino del conocimiento repartido como pan fresco, en el sitio donde ahora estás.

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12 DIC 2020 - 20:40

Por Sergio Pravaz, especial para Jornada

Infatigable, disciplinado, talentoso, siempre me dio la sensación de que su capacidad para empeñarse en alguna tarea lo asemejaba a un monje copista del medioevo que dibuja palabras e iluminaciones sobre el borde de la hoja para que el saber pueda ser apresado y deje de peregrinar sobre el mundo de la oralidad.

La consulta demorada de libros, documentos y viejos diarios, que como una ruta de navegación son ese país al que se dirigen los empujados por el conocimiento, siempre fue para Miguel Machesich, de entre sus varias pericias, tal vez la preferida por su corazón.

Él supo cómo dialogar con los tiempos enlentecidos y pacientes de las bibliotecas, sus anaqueles especiales, esos que transportan al determinado buscador a tiempos y lugares que ni la ciencia ficción alentó en sus más osadas páginas.

Tales son los asuntos que ocuparon a Miguel, quien se animó con el mar solo para hallar una fecha extraviada, y hasta fue capaz de respirar de la meseta todo su aliento durante el otoño por la simple paga de un nombre propio, o el modo de cantar de un pueblo durante la siembra.

Quién sabe si no vivió muchas vidas a partir de esas labores de buceador extraordinario mientras que en ésta hizo lo que pudo, como a todos nos sucede.

La ciencia jamás develará semejante ecuación, como la melancolía, la profundidad de un corazón alterado, el origen de la risa o esa extraña plenitud que nos invade al reconocernos.

Un gesto de mano abierta o una mirada siempre perforan la coraza del cálculo.

Sus títulos importantes fueron la decencia, el pudor y su generosidad a la hora de interactuar para marcar la traza de un recorrido que debe realizarse porque así lo dispone el soplo que nos impulsa a movernos.

Así fue Machesich, quien también ejerció el periodismo, la función pública, la amistad y esa noble posibilidad de tejer para sostener, sea a una institución o la búsqueda de un dato que ilumine.

Ojalá puedas continuar ese camino del conocimiento repartido como pan fresco, en el sitio donde ahora estás.


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