Anticipan un plan para el control de la mosca de los frutos Drosophila Suzukii

Cientos de cosecheros del norte del país ya han cumplimentado la etapa de cuarentena y están dedicados de lleno a la cosecha de frambuesas, corintos, cerezas y otras frutas finas, distribuidos por las chacras de El Hoyo, El Bolsón, Lago Puelo y Epuyén.

Los técnicos recomiendan pautas de cosecha para la frambuesa.
20 DIC 2020 - 20:25 | Actualizado

Más allá de estar frente a lo que se prevé como “una buena temporada”, la preocupación de los productores radica por estos días en el control de la mosca Drosophila Suzukii, una plaga que afecta a los frutos justo en el período de maduración y que, si bien no tiene incidencia en la salud humana, conlleva el consecuente perjuicio comercial (en el caso de las cerezas), además de “daños muy visible en cultivos de frambuesa para consumo fresco”.

Al respecto, el ingeniero Javier Mariño (Inta) recordó ayer que “la mosca apareció hace algunos años, entró por la zona del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, y ataca principalmente a todos los cultivos de frutas con piel fina. En la Comarca Andina fue detectada a partir de 2014 y también se la conoce como ‘mosquita vinagrera’, de 2 milímetros de longitud, que invade cuando la fruta está muy madura”.

“Se notó fuerte su presencia durante el año pasado, donde se hicieron varios trabajos de monitoreo de la plaga para determinar su espacio y época. En esta etapa, estamos operando en terreno en forma conjunta entre el Inta, Senasa, municipios y organizaciones de productores con la premisa de organizar un plan de manejo”, adelantó.

Anticipó que “ningún chacarero la podrá controlar de forma particular, hay que articular un programa sustentable para toda la región. Desde hace varios meses se viene reuniendo una mesa técnica creada para dicho objetivo y durante esta semana se hizo la presentación de un pre plan de manejo, que ahora se pondrá a consideración de todos los actores para su consenso”.

En correspondencia, el profesional consultado subrayó “tres componentes: uno de investigación y validación, ya que se trata de un insecto nuevo en la zona y hay que determinar su impacto económico, prácticas y productos de control. Hay experiencias en otros lugares del mundo, que facilitan la puesta en marcha de un plan eficaz”.

Sumó “la comunicación hacia todos los productores y su extensión a campo, llevando estas prácticas a las chacras para explicar las pautas mínimas que pueden comenzar a aplicar en lo inmediato y minimizar el ataque de la mosca”.

De todas maneras, remarcó que “a estas plagas no se las elimina, sino que se buscan alternativas para menguar el impacto económico. Hay que acostumbrarse a convivir con la Drosophila Suzukii y ya se está operando con productos que son repelentes y se aplican en los cultivos que se quieren proteger”.

A modo de ejemplo, indicó que “en la cordillera también hay mucha murra silvestre, que atrae a la mosquita, y complica aún más la problemática”. Con todo, señaló que “habrá un plan de manejo para su control, pero no se la podrá eliminar”.

Viejos cerezos

Añadió que “en las chacras de mayor antigüedad, persisten aquellos enormes cerezos plantados por los pioneros hace 70 u 80 años. En la copa, quedan sin cosechar los frutos que se los terminan comiendo los pájaros, las chaquetas amarillas o propician la entrada de la nueva mosca. Hay una recomendación de eliminar dichas plantas viejas, que incluye también a guindos y ciruelos”.

Insistió con que “a la mosca Drosophila Suzukii la atrae la concentración de azúcares que se produce en las frutas maduras. Las plantas abandonadas que no se cosechan son un foco muy grande para la multiplicación de la plaga”.

“Por suerte –reiteró-, se está trabajando en productos para poder controlar y minimizar el ataque a los cultivos. En el caso de las frambuesas, es preferible cosechar la fruta ‘pintona’, ya que madura muy rápido y completa su ciclo a resguardo”. Asimismo, recomendó “tener la chacra limpia y evitar los riegos excesivos ya que, sumado a las altas temperaturas, favorece la multiplicación de la mosquita”.

Turistas

A modo de consejo para los turistas que “llegan a la zona con las ansias de probar las primeras frutas finas”, Mariño subrayó que “no hay inconveniente en su consumo, la mosca no cambia ni el aspecto ni el gusto, salvo en aquellos viejos árboles donde ya han picado los frutos y deja su larva para el proceso de descomposición. Los productores están clasificando su cosecha y solo ponen a la venta aquella fruta que no fue afectada”, aseveró.

Acerca del rendimiento esperado para esta temporada, indicó que “ya comenzó la cosecha de frambuesas. Tuvimos una primavera con buenas lluvias y buenas temperaturas, sin heladas que hayan afectado la floración.

El rendimiento es muy bueno y en el caso de las variedades de doble floración, se anticipa que será un excelente año”.

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Al respecto, el ingeniero Javier Mariño (Inta) recordó ayer que “la mosca apareció hace algunos años, entró por la zona del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, y ataca principalmente a todos los cultivos de frutas con piel fina. En la Comarca Andina fue detectada a partir de 2014 y también se la conoce como ‘mosquita vinagrera’, de 2 milímetros de longitud, que invade cuando la fruta está muy madura”.

“Se notó fuerte su presencia durante el año pasado, donde se hicieron varios trabajos de monitoreo de la plaga para determinar su espacio y época. En esta etapa, estamos operando en terreno en forma conjunta entre el Inta, Senasa, municipios y organizaciones de productores con la premisa de organizar un plan de manejo”, adelantó.

Anticipó que “ningún chacarero la podrá controlar de forma particular, hay que articular un programa sustentable para toda la región. Desde hace varios meses se viene reuniendo una mesa técnica creada para dicho objetivo y durante esta semana se hizo la presentación de un pre plan de manejo, que ahora se pondrá a consideración de todos los actores para su consenso”.

En correspondencia, el profesional consultado subrayó “tres componentes: uno de investigación y validación, ya que se trata de un insecto nuevo en la zona y hay que determinar su impacto económico, prácticas y productos de control. Hay experiencias en otros lugares del mundo, que facilitan la puesta en marcha de un plan eficaz”.

Sumó “la comunicación hacia todos los productores y su extensión a campo, llevando estas prácticas a las chacras para explicar las pautas mínimas que pueden comenzar a aplicar en lo inmediato y minimizar el ataque de la mosca”.

De todas maneras, remarcó que “a estas plagas no se las elimina, sino que se buscan alternativas para menguar el impacto económico. Hay que acostumbrarse a convivir con la Drosophila Suzukii y ya se está operando con productos que son repelentes y se aplican en los cultivos que se quieren proteger”.

A modo de ejemplo, indicó que “en la cordillera también hay mucha murra silvestre, que atrae a la mosquita, y complica aún más la problemática”. Con todo, señaló que “habrá un plan de manejo para su control, pero no se la podrá eliminar”.

Viejos cerezos

Añadió que “en las chacras de mayor antigüedad, persisten aquellos enormes cerezos plantados por los pioneros hace 70 u 80 años. En la copa, quedan sin cosechar los frutos que se los terminan comiendo los pájaros, las chaquetas amarillas o propician la entrada de la nueva mosca. Hay una recomendación de eliminar dichas plantas viejas, que incluye también a guindos y ciruelos”.

Insistió con que “a la mosca Drosophila Suzukii la atrae la concentración de azúcares que se produce en las frutas maduras. Las plantas abandonadas que no se cosechan son un foco muy grande para la multiplicación de la plaga”.

“Por suerte –reiteró-, se está trabajando en productos para poder controlar y minimizar el ataque a los cultivos. En el caso de las frambuesas, es preferible cosechar la fruta ‘pintona’, ya que madura muy rápido y completa su ciclo a resguardo”. Asimismo, recomendó “tener la chacra limpia y evitar los riegos excesivos ya que, sumado a las altas temperaturas, favorece la multiplicación de la mosquita”.

Turistas

A modo de consejo para los turistas que “llegan a la zona con las ansias de probar las primeras frutas finas”, Mariño subrayó que “no hay inconveniente en su consumo, la mosca no cambia ni el aspecto ni el gusto, salvo en aquellos viejos árboles donde ya han picado los frutos y deja su larva para el proceso de descomposición. Los productores están clasificando su cosecha y solo ponen a la venta aquella fruta que no fue afectada”, aseveró.

Acerca del rendimiento esperado para esta temporada, indicó que “ya comenzó la cosecha de frambuesas. Tuvimos una primavera con buenas lluvias y buenas temperaturas, sin heladas que hayan afectado la floración.

El rendimiento es muy bueno y en el caso de las variedades de doble floración, se anticipa que será un excelente año”.


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