Anuario 2020: la inédita odisea del aprendizaje por Zoom

El impacto en los más chicos y en los adolescentes aún está por verse completo pero hay huellas preocupantes que ya asoman. Hace un par largo de años que el paro docente complica mucho el aprendizaje y la preparación para los niveles superiores en Chubut, pero el cierre obligado de las escuelas por el coronavirus fue un shock para la organización familiar. Ni qué decir para el aspecto puramente pedagógico.

30 DIC 2020 - 18:36 | Actualizado

Todo lo inundó el Zoom y el resto de las aplicaciones. La mayoría de la comunidad educativa debió acostumbrarse a un recurso tecnológico que no estaba en los planes y que muchos desconocían, simplemente porque no lo necesitaban.

Nada fue lo mismo y puede que nada haya sido mejor. El conflicto con los docentes no quedó afuera porque los sindicatos hasta convocaron a paros virtuales, de modo que ni la computadora se usó para enseñar y aprender.

Muchos padres hicieron lo que pudieron con los alumnos en su casa, desacostumbrados a que todo el grupo esté todo el día bajo el mismo techo. Las rutinas se quebraron y el hogar se volvió un escenario complejo para la escuela virtual.

Se perdieron los vínculos más tradicionales: los recreos, el cara a cara con los profesores y los beneficios del aprendizaje en un espacio único, que no dependiera de las posibilidades de conectividad.

La pantalla, en verdad, sostuvo una relación mínima para que el desencuentro no fuera total. Pero toda la escuela tuvo otra forma: las preguntas, las respuestas, los retos, los instantes de distensión, las explicaciones, las evaluaciones.

Más de una vez la eficacia de esta alternativa dependió de la puntualidad, la paciencia y la predisposición de unos y otros, de éste lado de la pantalla y del otro. También se hizo carne eso que llamamos “brecha digital”: no todos contaron con los mismos recursos para recibir los contenidos en tiempo y forma.

Además se cayeron episodios que todos los jóvenes esperan a medida que pasan los años áulicos: los viajes y las fiestas de egresados. Esas ansiadas fotos de despedida colectiva, de fin de etapa, que marcan un momento clave de la vida, ya no serán. Los propios actos de fin de curso debieron hacerse en patios y gimnasios, todos bien separados. Un signo de los tiempos que nadie quiere repetir en 2021.

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30 DIC 2020 - 18:36

Todo lo inundó el Zoom y el resto de las aplicaciones. La mayoría de la comunidad educativa debió acostumbrarse a un recurso tecnológico que no estaba en los planes y que muchos desconocían, simplemente porque no lo necesitaban.

Nada fue lo mismo y puede que nada haya sido mejor. El conflicto con los docentes no quedó afuera porque los sindicatos hasta convocaron a paros virtuales, de modo que ni la computadora se usó para enseñar y aprender.

Muchos padres hicieron lo que pudieron con los alumnos en su casa, desacostumbrados a que todo el grupo esté todo el día bajo el mismo techo. Las rutinas se quebraron y el hogar se volvió un escenario complejo para la escuela virtual.

Se perdieron los vínculos más tradicionales: los recreos, el cara a cara con los profesores y los beneficios del aprendizaje en un espacio único, que no dependiera de las posibilidades de conectividad.

La pantalla, en verdad, sostuvo una relación mínima para que el desencuentro no fuera total. Pero toda la escuela tuvo otra forma: las preguntas, las respuestas, los retos, los instantes de distensión, las explicaciones, las evaluaciones.

Más de una vez la eficacia de esta alternativa dependió de la puntualidad, la paciencia y la predisposición de unos y otros, de éste lado de la pantalla y del otro. También se hizo carne eso que llamamos “brecha digital”: no todos contaron con los mismos recursos para recibir los contenidos en tiempo y forma.

Además se cayeron episodios que todos los jóvenes esperan a medida que pasan los años áulicos: los viajes y las fiestas de egresados. Esas ansiadas fotos de despedida colectiva, de fin de etapa, que marcan un momento clave de la vida, ya no serán. Los propios actos de fin de curso debieron hacerse en patios y gimnasios, todos bien separados. Un signo de los tiempos que nadie quiere repetir en 2021.


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