Recorrida por la zona de incendios: una tragedia que sólo dejó cenizas y tristeza

Un equipo de Diario Jornada realizó un recorrido por algunas de las zonas afectadas por los terribles incendios de la Cordillera. Desde allí se pudieron verificar no sólo los daños sobre toda la zona boscosa, sino también el incansable trabajo desde la solidaridad para ayudar a los damnificados.

11 MAR 2021 - 21:21 | Actualizado

Por Antonio Sayavedra / Fotos: Atilio Ortiz / Redacción Jornada

Lo que le tocó en desgracia a la Comarca Andina es desolador. Causa tristeza y mucha empatía con quienes sienten un profundo dolor por las pérdidas que dejaron los incendios, que como nunca antes en pocas horas devoraron lo que encontraron a su paso.

Llegar por ejemplo El Hoyo. Es un panorama de plena temporada turística, por el movimiento de gente y vehículos. Pero es el trajín de la tragedia ígnea. El gimnasio municipal repleto de alimentos, ropa, calzado, colchones, agua mineral, insumos de limpieza, alcohol en gel y otros elementos que donan a cada momento vecinos, comercios, empresas, instituciones locales y de otros lugares.

El intendente Pol Huisman tenía una agenda maratónica de reuniones en varias oficinas ya que no hay energía ni agua. Se trasladó al edificio de Turismo, que tiene más luz natural. Pudimos observar cómo colaboradores descargaban mercadería, y otros acarreaban bolsas que entregaban a vecinos que perdieron todo por el fuego. Mujeres que separaban lo que llegaba en bolsas y cajas por rubro, nos manifestaron su satisfacción por la respuesta espontánea de la gente, para paliar el penoso momento.

Vimos el sacrificio de comercios esenciales, con grupos electrógenos a pleno, para poder atender la demanda de los vecinos. Que no falten la comida y los medicamentos: una farmacia estaba abierta con un generador en la puerta.

Retomamos la Ruta 40 para trasladarnos a Lago Puelo, y en el trayecto sólo vimos forestaciones reducidas a leña, postes caídos y líneas de electricidad por el suelo. Es impresionante ver casas arrasadas por el fuego, y la misma Central de Incendios de Golondrinas sobre la ruta.

Llegamos al sector llamado “La Toma”, con varias decenas de casas construidas de madera entre los pinos, fueron devoradas por las llamas que avanzaron a gran velocidad. En el lugar un hombre que observaba el escenario, y conocedor del predio, dijo que “aquí había viviendas y ahora es ceniza”.

Contó que los habitantes de esas viviendas perdieron todo; un taller que funcionaba en el ingreso resultó con sus instalaciones consumidas y los vehículos que tenía estacionados para reparar se quemaron íntegros. Hombres y mujeres trabajaban en “La Toma” para iniciar nuevas construcciones con la madera siniestrada. Cerca, brigadistas del Servicio Nacional del Fuego no paraban en su tarea.

La ruta era un caos por el ir y venir de vehículos livianos, camionetas y camiones con donaciones.

El verde natural de la Comarca Andina se redujo al negro del efecto del fuego en árboles y los pastizales. Cuanta persona consultamos coincidía en sostener que la pasaron muy mal. Un joven entre lágrimas contó que “en la toma tenía amigos, y no les quedó nada. Se metieron a tanques australianos, rodeados por el fuego”.

Cerca de la Central de Incendios de Golondrinas las llamas causaron una destrucción total. Se ven pequeñas carpas de personas que se instalaron en el sitio donde quizás tuvieron una casita o la edificaban. La gente no se resigna y permanece en el lugar que quieren y aspiran a habitar nuevamente pronto.

En las alturas de Las Golondrinas, la foto es la misma. En Lago Puelo, personal del municipio y voluntarios separaban y repartían alimentos, ropa, calzado, colchones, y otros insumos, sin parar. Un integrante del área municipal de Hábitat, afirmó que desde el comienzo de los incendios no cesan en su tarea de ir y venir con asistencia. El mozo de un restaurante dijo que no tienen energía ni agua, y algunas familias tampoco gas. Salen a buscar agua de donde sea para cocinar, porque reparten 200 viandas por día a brigadistas.#

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11 MAR 2021 - 21:21

Por Antonio Sayavedra / Fotos: Atilio Ortiz / Redacción Jornada

Lo que le tocó en desgracia a la Comarca Andina es desolador. Causa tristeza y mucha empatía con quienes sienten un profundo dolor por las pérdidas que dejaron los incendios, que como nunca antes en pocas horas devoraron lo que encontraron a su paso.

Llegar por ejemplo El Hoyo. Es un panorama de plena temporada turística, por el movimiento de gente y vehículos. Pero es el trajín de la tragedia ígnea. El gimnasio municipal repleto de alimentos, ropa, calzado, colchones, agua mineral, insumos de limpieza, alcohol en gel y otros elementos que donan a cada momento vecinos, comercios, empresas, instituciones locales y de otros lugares.

El intendente Pol Huisman tenía una agenda maratónica de reuniones en varias oficinas ya que no hay energía ni agua. Se trasladó al edificio de Turismo, que tiene más luz natural. Pudimos observar cómo colaboradores descargaban mercadería, y otros acarreaban bolsas que entregaban a vecinos que perdieron todo por el fuego. Mujeres que separaban lo que llegaba en bolsas y cajas por rubro, nos manifestaron su satisfacción por la respuesta espontánea de la gente, para paliar el penoso momento.

Vimos el sacrificio de comercios esenciales, con grupos electrógenos a pleno, para poder atender la demanda de los vecinos. Que no falten la comida y los medicamentos: una farmacia estaba abierta con un generador en la puerta.

Retomamos la Ruta 40 para trasladarnos a Lago Puelo, y en el trayecto sólo vimos forestaciones reducidas a leña, postes caídos y líneas de electricidad por el suelo. Es impresionante ver casas arrasadas por el fuego, y la misma Central de Incendios de Golondrinas sobre la ruta.

Llegamos al sector llamado “La Toma”, con varias decenas de casas construidas de madera entre los pinos, fueron devoradas por las llamas que avanzaron a gran velocidad. En el lugar un hombre que observaba el escenario, y conocedor del predio, dijo que “aquí había viviendas y ahora es ceniza”.

Contó que los habitantes de esas viviendas perdieron todo; un taller que funcionaba en el ingreso resultó con sus instalaciones consumidas y los vehículos que tenía estacionados para reparar se quemaron íntegros. Hombres y mujeres trabajaban en “La Toma” para iniciar nuevas construcciones con la madera siniestrada. Cerca, brigadistas del Servicio Nacional del Fuego no paraban en su tarea.

La ruta era un caos por el ir y venir de vehículos livianos, camionetas y camiones con donaciones.

El verde natural de la Comarca Andina se redujo al negro del efecto del fuego en árboles y los pastizales. Cuanta persona consultamos coincidía en sostener que la pasaron muy mal. Un joven entre lágrimas contó que “en la toma tenía amigos, y no les quedó nada. Se metieron a tanques australianos, rodeados por el fuego”.

Cerca de la Central de Incendios de Golondrinas las llamas causaron una destrucción total. Se ven pequeñas carpas de personas que se instalaron en el sitio donde quizás tuvieron una casita o la edificaban. La gente no se resigna y permanece en el lugar que quieren y aspiran a habitar nuevamente pronto.

En las alturas de Las Golondrinas, la foto es la misma. En Lago Puelo, personal del municipio y voluntarios separaban y repartían alimentos, ropa, calzado, colchones, y otros insumos, sin parar. Un integrante del área municipal de Hábitat, afirmó que desde el comienzo de los incendios no cesan en su tarea de ir y venir con asistencia. El mozo de un restaurante dijo que no tienen energía ni agua, y algunas familias tampoco gas. Salen a buscar agua de donde sea para cocinar, porque reparten 200 viandas por día a brigadistas.#


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