Editorial / En la punta de la pirámide, no en el sótano

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Glinski, González, Villarroel y los hermanos Sastre, el viernes en Puerto Madryn.
24 ABR 2021 - 20:45 | Actualizado

Hace meses que un grupo de dirigentes peronistas de Chubut comenzó en silencio a postergar diferencias y a afinar las coincidencias con el objetivo de empezar a cimentar una base amplia sobre la que se pueda sustentar un proyecto de reconstrucción de Chubut.

Todos los que de a poco se han ido sumando a este grupo coinciden en tres puntos esenciales: la situación de la provincia amerita plantar cuanto antes una mesa de diálogo amplia; la gente está harta de alianzas transitorias sin un plan estratégico de largo plazo para gobernar; y el objetivo no debe ser sólo electoral.

A esta construcción se han ido sumando sectores políticos con gestiones en marcha y votos, sindicatos históricamente postergados en las mesas de decisiones y dirigentes que han venido siendo aislados por la conducción de facto del Partido Justicialista.

Las conversaciones vienen de atrás pero el fin de semana pasado se contó con detalles un encuentro ocurrido hace dos semanas en Comodoro Rivadavia, durante el cual dos dirigentes importantes como el vicegobernador Ricardo Sastre y el intendente local, Juan Pablo Luque, afinaron una estrategia para, al menos, no embarcarse en discusiones estériles que dañen a ambos y beneficien a los que se parapetan detrás del sello del PJ.

A ese encuentro se sumó Gustavo Sastre, el intendente de Puerto Madryn, otro dirigente al que algunos –cada vez menos- intentan descalificar por “hermano”, pero que gobierna con rienda corta una de las tres ciudades más importantes de Chubut y la segunda con mayor peso en la economía provincial.

Aunque no hubo fotos, los resultados de la cumbre Sastre-Luque entusiasmaron no sólo a los participantes. De hecho, en la semana que pasó se multiplicaron las llamadas de dirigentes que preguntaron por las condiciones para sumarse. La respuesta fue casi la misma: sentarse a dialogar, aportar para un proyecto superador y que el objetivo no es sólo electoral y muchos menos con vencimiento en 2021.

El viernes pasado, en la inauguración de un nuevo complejo deportivo en Puerto Madryn del Sindicato de Empleados de Comercio (SEC), que lidera Alfredo Beliz, se dio otro paso público hacia adelante en este proyecto que intenta alinear a la mayor cantidad de planetas peronistas.

Mientras Beliz y parte de la conducción del SEC esperaban para arrancar el acto, al que asistieron el titular de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), José Glinski, y el diputado provincial Carlos Eliceche, entre otros, la camioneta del vicegobernador llegó al lugar y, para sorpresa de muchos, Sastre bajó junto al secretario general del Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia, Héctor González. Al rato llegó el intendente y el acto se desarrolló en medio de un clima distendido en el que hubo fotos para todos los gustos. Una de ellas ilustra este Editorial.

El vicegobernador y el líder de Luz y Fuerza son dos de las patas fuertes de la mesa sobre la que se espera se sienten a discutir más actores políticos, sindicales y sociales.

Sastre ya dijo que podría evaluar el pedido de su militancia de que “no hay 2023 sin 2021”, pero no se desespera por una candidatura legislativa este año. Tiene responsabilidades muy importantes y seguramente tendrá más de camino a 2023.

González, un veterano de mil batallas que sin embargo nunca tuvo espacio dentro de la conducción del PJ ni de las listas electorales -como la mayoría de los gremios importantes-, ya dijo que no tendría problemas en ser candidato a senador, aunque también aclaró en su momento que la intención era ponerle un freno a los desbordes de Carlos Linares, que ya se quedó con la conducción del partido sin consensos y ahora se postula sin respaldo.

El líder sindical aparece como un dirigente al que no hay que explicarle los problemas y, además, viene redondeando desde hace un tiempo un discurso de integración regional que no abunda y que implica poner a Chubut por encima de todo. Sus fuertes reclamos para encontrar una salida urgente a la crisis de los servicios públicos y para recuperar para el patrimonio de Chubut el control de la presa de Futaleufú, van más allá de un gesto: la soberanía energética será un insumo clave para plantear un proyecto de provincia a 50 años.

“Tenemos que empezar a aunar esfuerzos porque el peronismo no puede estar ausente en lo que viene y la gente necesita saber que alguien se va a ocupar de los problemas que tiene”, dijo el viernes González en Madryn. “Por eso estamos en la búsqueda de una alternativa de provincia, no se puede seguir haciendo lo mismo y pretender un resultado distinto”.

La heterogeneidad de este grupo, más la de muchos otros dirigentes que vienen participando de charlas políticas y técnicas para conformar un proyecto superador –en este sentido, los cuadros técnicos de la Fundación Patagonia Tercer Milenio vienen siendo claves-, es su mayor fortaleza. Distintos entre sí, de distintas generaciones, de sectores que muchas veces estuvieron en veredas distintas del peronismo pero que ahora están preocupados por no dejar que un puñado de iluminados termine de tirar por la alcantarilla los valores del partido.

Nadie quiere hablar todavía de candidaturas, ni tampoco que ese sea un conflicto a resolver antes de empezar a pensar en las soluciones para los problemas de Chubut. Por supuesto, saben que desde la Casa Rosada y el Instituto Patria que lidera Cristina Fernández de Kirchner querrán incidir para definir las listas de este año pero la idea en este momento no es confrontar ni medir fortalezas, sino dialogar y ofrecer una propuesta política que ponga a la provincia en la punta de la pirámide y no el sótano, como hasta ahora.#

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Glinski, González, Villarroel y los hermanos Sastre, el viernes en Puerto Madryn.
24 ABR 2021 - 20:45

Hace meses que un grupo de dirigentes peronistas de Chubut comenzó en silencio a postergar diferencias y a afinar las coincidencias con el objetivo de empezar a cimentar una base amplia sobre la que se pueda sustentar un proyecto de reconstrucción de Chubut.

Todos los que de a poco se han ido sumando a este grupo coinciden en tres puntos esenciales: la situación de la provincia amerita plantar cuanto antes una mesa de diálogo amplia; la gente está harta de alianzas transitorias sin un plan estratégico de largo plazo para gobernar; y el objetivo no debe ser sólo electoral.

A esta construcción se han ido sumando sectores políticos con gestiones en marcha y votos, sindicatos históricamente postergados en las mesas de decisiones y dirigentes que han venido siendo aislados por la conducción de facto del Partido Justicialista.

Las conversaciones vienen de atrás pero el fin de semana pasado se contó con detalles un encuentro ocurrido hace dos semanas en Comodoro Rivadavia, durante el cual dos dirigentes importantes como el vicegobernador Ricardo Sastre y el intendente local, Juan Pablo Luque, afinaron una estrategia para, al menos, no embarcarse en discusiones estériles que dañen a ambos y beneficien a los que se parapetan detrás del sello del PJ.

A ese encuentro se sumó Gustavo Sastre, el intendente de Puerto Madryn, otro dirigente al que algunos –cada vez menos- intentan descalificar por “hermano”, pero que gobierna con rienda corta una de las tres ciudades más importantes de Chubut y la segunda con mayor peso en la economía provincial.

Aunque no hubo fotos, los resultados de la cumbre Sastre-Luque entusiasmaron no sólo a los participantes. De hecho, en la semana que pasó se multiplicaron las llamadas de dirigentes que preguntaron por las condiciones para sumarse. La respuesta fue casi la misma: sentarse a dialogar, aportar para un proyecto superador y que el objetivo no es sólo electoral y muchos menos con vencimiento en 2021.

El viernes pasado, en la inauguración de un nuevo complejo deportivo en Puerto Madryn del Sindicato de Empleados de Comercio (SEC), que lidera Alfredo Beliz, se dio otro paso público hacia adelante en este proyecto que intenta alinear a la mayor cantidad de planetas peronistas.

Mientras Beliz y parte de la conducción del SEC esperaban para arrancar el acto, al que asistieron el titular de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), José Glinski, y el diputado provincial Carlos Eliceche, entre otros, la camioneta del vicegobernador llegó al lugar y, para sorpresa de muchos, Sastre bajó junto al secretario general del Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia, Héctor González. Al rato llegó el intendente y el acto se desarrolló en medio de un clima distendido en el que hubo fotos para todos los gustos. Una de ellas ilustra este Editorial.

El vicegobernador y el líder de Luz y Fuerza son dos de las patas fuertes de la mesa sobre la que se espera se sienten a discutir más actores políticos, sindicales y sociales.

Sastre ya dijo que podría evaluar el pedido de su militancia de que “no hay 2023 sin 2021”, pero no se desespera por una candidatura legislativa este año. Tiene responsabilidades muy importantes y seguramente tendrá más de camino a 2023.

González, un veterano de mil batallas que sin embargo nunca tuvo espacio dentro de la conducción del PJ ni de las listas electorales -como la mayoría de los gremios importantes-, ya dijo que no tendría problemas en ser candidato a senador, aunque también aclaró en su momento que la intención era ponerle un freno a los desbordes de Carlos Linares, que ya se quedó con la conducción del partido sin consensos y ahora se postula sin respaldo.

El líder sindical aparece como un dirigente al que no hay que explicarle los problemas y, además, viene redondeando desde hace un tiempo un discurso de integración regional que no abunda y que implica poner a Chubut por encima de todo. Sus fuertes reclamos para encontrar una salida urgente a la crisis de los servicios públicos y para recuperar para el patrimonio de Chubut el control de la presa de Futaleufú, van más allá de un gesto: la soberanía energética será un insumo clave para plantear un proyecto de provincia a 50 años.

“Tenemos que empezar a aunar esfuerzos porque el peronismo no puede estar ausente en lo que viene y la gente necesita saber que alguien se va a ocupar de los problemas que tiene”, dijo el viernes González en Madryn. “Por eso estamos en la búsqueda de una alternativa de provincia, no se puede seguir haciendo lo mismo y pretender un resultado distinto”.

La heterogeneidad de este grupo, más la de muchos otros dirigentes que vienen participando de charlas políticas y técnicas para conformar un proyecto superador –en este sentido, los cuadros técnicos de la Fundación Patagonia Tercer Milenio vienen siendo claves-, es su mayor fortaleza. Distintos entre sí, de distintas generaciones, de sectores que muchas veces estuvieron en veredas distintas del peronismo pero que ahora están preocupados por no dejar que un puñado de iluminados termine de tirar por la alcantarilla los valores del partido.

Nadie quiere hablar todavía de candidaturas, ni tampoco que ese sea un conflicto a resolver antes de empezar a pensar en las soluciones para los problemas de Chubut. Por supuesto, saben que desde la Casa Rosada y el Instituto Patria que lidera Cristina Fernández de Kirchner querrán incidir para definir las listas de este año pero la idea en este momento no es confrontar ni medir fortalezas, sino dialogar y ofrecer una propuesta política que ponga a la provincia en la punta de la pirámide y no el sótano, como hasta ahora.#


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