Sin embargo, todos los fines de semana hay al menos tres fiestas clandestinas que son desactivadas por efectivos de la Policía y de agentes municipales de cada ciudad, quienes deben soportar el ataque, la agresión y el enojo de quienes pretenden tener razón. Es que el motivo por el cual no se permiten este tipo de fiestas es muy clara: existe una pandemia con un importante índice de mortalidad y una ola de infectados que se suma, de manera cotidiana, de manera geométrica.
Es el Covid, estúpido. O el coronavirus. Como quieran llamarlo. No es un chiste. Ni ninguna “joda” que debe subestimarse. Y ese tipo de fiesta es un foco ideal para contagiar y contagiarse. Ni así hacen caso. Ni los mayores que la organizan, con alcohol abundante, música, algún estimulante y algún arma perdida por ahí.
Ni los menores, cuya franja etaria comienza a aparecer en las estadísticas. Inevitablemente. Lamentarse luego será demasiado tarde.
Sin embargo, todos los fines de semana hay al menos tres fiestas clandestinas que son desactivadas por efectivos de la Policía y de agentes municipales de cada ciudad, quienes deben soportar el ataque, la agresión y el enojo de quienes pretenden tener razón. Es que el motivo por el cual no se permiten este tipo de fiestas es muy clara: existe una pandemia con un importante índice de mortalidad y una ola de infectados que se suma, de manera cotidiana, de manera geométrica.
Es el Covid, estúpido. O el coronavirus. Como quieran llamarlo. No es un chiste. Ni ninguna “joda” que debe subestimarse. Y ese tipo de fiesta es un foco ideal para contagiar y contagiarse. Ni así hacen caso. Ni los mayores que la organizan, con alcohol abundante, música, algún estimulante y algún arma perdida por ahí.
Ni los menores, cuya franja etaria comienza a aparecer en las estadísticas. Inevitablemente. Lamentarse luego será demasiado tarde.