Sandra Liberatti: pasión por la danza

El instituto de danzas Antonella celebra 40 años en Trelew. Su directora y reconocida profesora de danzas, charló con JornadaPlay sobre su trayectoria, los primeros pasos de su instituto y su presente. Un mano a mano con Sandra Liberatti, una apasionada de la danza.

08 JUN 2021 - 14:55 | Actualizado

Sandra Liberatti comenzó a aprender y luego a enseñar danza clásica a una edad muy temprana: “Una vez fui a ver un espectáculo de danzas y le dije a mi mamá que quería hacer lo mismo. Ella tenía dudas porque yo tenía 4 años y en ese momento la danza no era muy conocida. El primer año lo hice a escondidas de mi papá. Después tuve que participar en un festival y no tuvimos más remedio que contárselo. Él se puso feliz porque yo bailaba una tarantela y desde ese momento se convirtió en mi fan número uno. De hecho, todo lo que tengo hoy es gracias a él”.

A los 15 años se recibió de profesora de danzas. Y así empezó la historia: “Comencé trabajando en una escuela de danzas folclóricas con 15 alumnas. Pero al poco tiempo el instituto cerró. Entonces, mi papá acondicionó el quincho de la casa para que pueda dar clases por algunos meses. Esos meses ya son 24 años. Fue tal la cantidad de alumnas que llegué a tener que además del quincho le usurpé la cochera. En un momento había anotadas 200 alumnas”.

Recordando el papel que cumplen los maestros, una persona en particular se destaca por ayudarla a lograr su sueño: la persona que cambió su vida artística, Rossana Fiordelli.

Precisamente algo de esto celebra en sus 40 años de profesional: “Esto es lo que más me gusta, lo que siempre quise hacer. Lo que amo. La danza es mi vida”.

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08 JUN 2021 - 14:55

Sandra Liberatti comenzó a aprender y luego a enseñar danza clásica a una edad muy temprana: “Una vez fui a ver un espectáculo de danzas y le dije a mi mamá que quería hacer lo mismo. Ella tenía dudas porque yo tenía 4 años y en ese momento la danza no era muy conocida. El primer año lo hice a escondidas de mi papá. Después tuve que participar en un festival y no tuvimos más remedio que contárselo. Él se puso feliz porque yo bailaba una tarantela y desde ese momento se convirtió en mi fan número uno. De hecho, todo lo que tengo hoy es gracias a él”.

A los 15 años se recibió de profesora de danzas. Y así empezó la historia: “Comencé trabajando en una escuela de danzas folclóricas con 15 alumnas. Pero al poco tiempo el instituto cerró. Entonces, mi papá acondicionó el quincho de la casa para que pueda dar clases por algunos meses. Esos meses ya son 24 años. Fue tal la cantidad de alumnas que llegué a tener que además del quincho le usurpé la cochera. En un momento había anotadas 200 alumnas”.

Recordando el papel que cumplen los maestros, una persona en particular se destaca por ayudarla a lograr su sueño: la persona que cambió su vida artística, Rossana Fiordelli.

Precisamente algo de esto celebra en sus 40 años de profesional: “Esto es lo que más me gusta, lo que siempre quise hacer. Lo que amo. La danza es mi vida”.


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