La clave del día / Héroes

15 JUN 2021 - 21:24 | Actualizado

Fue un mazazo. Un hachazo invisible. Un golpe letal. Aquel 15 de junio de 2007. Ese día, Oscar Ibérico Cruzado y Pablo Rearte eran acribillados a balazos en un asalto feroz. Y perdían la vida. Dejaban atrás una vida plena, familia, hijos que nunca más iban a ver ni nietos que imaginar. Y dejaron una fuerza malherida, rabiosa, hambrienta. Con sed de justicia. Oscar Ibérico Cruzado y Pablo Rearte cayeron en cumplimiento de su deber. Ellos eran policías y esa fatífica mañana custodiaban el dinero que iba a ser depositado en el cajero automático del Banco del Chubut en la sede del Ministerio de Economía de la Provincia. Bajaron, todos, rutinariamente. Como era habitual; pero una banda de forajidos, enamorados de la muerte, los tomó por sorpresa. Cayeron ahí, ensangrentados y peleando por lo que ellos habían jurado: la defensa de los demás. Sin embargo, a ellos no los defendió nadie. Los asesinos fueron más eficaces y letales.

Ayer se cumplieron 14 años de ese violento asalto en donde todo cambió para siempre. En donde nada fue igual. Es que nada puede ser igual. Menos para esas madres sollozantes. Ni hablar de aquellas chicas entumecidas por el dolor y el silencio. Mucho menos para una multitud que los acompañó a su descanso final en el cementerio municipal de Rawson uno y en el Jardín del Cielo de Trelew, otro.

No. Nada fue igual desde aquel entonces. Es que todavía siguen doblando las campanas por ellos. Héroes, los dos.

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15 JUN 2021 - 21:24

Fue un mazazo. Un hachazo invisible. Un golpe letal. Aquel 15 de junio de 2007. Ese día, Oscar Ibérico Cruzado y Pablo Rearte eran acribillados a balazos en un asalto feroz. Y perdían la vida. Dejaban atrás una vida plena, familia, hijos que nunca más iban a ver ni nietos que imaginar. Y dejaron una fuerza malherida, rabiosa, hambrienta. Con sed de justicia. Oscar Ibérico Cruzado y Pablo Rearte cayeron en cumplimiento de su deber. Ellos eran policías y esa fatífica mañana custodiaban el dinero que iba a ser depositado en el cajero automático del Banco del Chubut en la sede del Ministerio de Economía de la Provincia. Bajaron, todos, rutinariamente. Como era habitual; pero una banda de forajidos, enamorados de la muerte, los tomó por sorpresa. Cayeron ahí, ensangrentados y peleando por lo que ellos habían jurado: la defensa de los demás. Sin embargo, a ellos no los defendió nadie. Los asesinos fueron más eficaces y letales.

Ayer se cumplieron 14 años de ese violento asalto en donde todo cambió para siempre. En donde nada fue igual. Es que nada puede ser igual. Menos para esas madres sollozantes. Ni hablar de aquellas chicas entumecidas por el dolor y el silencio. Mucho menos para una multitud que los acompañó a su descanso final en el cementerio municipal de Rawson uno y en el Jardín del Cielo de Trelew, otro.

No. Nada fue igual desde aquel entonces. Es que todavía siguen doblando las campanas por ellos. Héroes, los dos.


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