Arturo, el padre que perdió tres hijos, su esposa y sigue por el amor de su familia

La vida le ha dado golpes duros, pero él y sus dos hijas supieron superar las vicisitudes. “Yo las quiero como todo padre, pero nunca les voy a dar el amor de la madre. Hago lo posible para salir adelante”, dijo a Jornada Play.

Arturo Quinchen posa junto a sus hijas. “Estoy siempre activo y ayudándolas a ellas”, dijo con orgullo.
19 JUN 2021 - 20:11 | Actualizado

Arturo Quinchen es un padre como pocos. Tuvo cinco hijos, todos nacidos con diferentes discapacidades, y sufrió la pérdida de tres de ellos. Quedaron sus hijas Rosa y Miriam, que son sus grandes amores. Ellas también perdieron a su mamá, en 2011. “Yo las quiero como todo padre, pero nunca les voy a dar el amor de la madre. Hago lo posible para salir adelante”, dijo a Jornada Play. Arturo nació en Chile y tiene 74 años. El amor lo trajo a Chubut, y eligió Gaiman para radicarse.

La vida le ha dado golpes duros, pero él y sus dos hijas supieron superar las vicisitudes. “Le agradezco a Dios porque siento ayudas espirituales, siempre estoy activo y ayudándolas a ellas”, dice. Como padre considera que los errores son parte de los aprendizajes de la vida. “Es bueno amar a los hijos, pero hay que darles libertad de que conozcan. Uno toda la vida no va a estar; se tienen que preparar para que un día puedan enfrentar la vida solas”.

Arturo Quinchen fue uno de los primeros en impulsar la apertura de una escuela especial para chicos con discapacidad en Gaiman. Rogelio, su hijo que ya no está, fue el primer alumno de esa escuela especial. “Eso me dio mucha emoción. Son pocos los que se acuerdan de las personas que tienen discapacidad”. Arturo cree en el destino, que estamos en este mundo con un objetivo. Ha soportado profundos dolores, nada menos que la pérdida de dos hijas, un hijo y una esposa. “Siempre los sueño a ellos. Hago oraciones por todos los seres queridos que no están con nosotros. Con ellas (Rosa y Miriam), cuando cenamos, nos tomamos de la mano y hacemos una oración para que cada uno pueda estar en paz. La ley de la vida dice que somos llamados de diferentes maneras, pero no sabemos cuándo. Por eso uno tiene que tratar de ser buen papá”.

Siempre se hizo cargo de su familia. “Yo nací para ser obrero y tener patrones. Siempre fui luchador para cuidar mi trabajo y ser honesto. Con mi familia sabía que detrás tenía una responsabilidad. Cuando fallecieron mis hijas no lo sentí tanto porque eran angelitos, pero mi hijo me dolió mucho. Fue el único varón y tenía 17 años”.

“Mis hijas, por su edad, tuvieron menos tiempo, pero agradezco a Dios la voluntad de él. Nos da este cuerpo carnal pero nosotros nunca morimos. El cuerpo se queda acá porque es de acá, pero el espíritu siempre está vivo. Le agradezco a Dios por mis hijitas, mi hijo y mi esposa”. Arturo posee un espíritu solidario. Le gusta ayudar a quienes lo necesitan. “Me gusta ayudar, porque lo siento”. Padre colaborativo, siempre presente, acompaña a sus hijas en sus actividades. “Cuando hay que arreglar una cerradura o un mueble, voy y lo arreglo. Voy a limpiar, saco los yuyos, dejo limpito”. Para sus hijas siempre tiene palabras de aliento. Se esfuerza para que sean un buen ejemplo. “Hay que estar agradecido de las cosas buenas y malas. Todos tenemos un pasado, y a veces cuando pasamos algo malo y hacemos lo que no hay que hacer, tenemos que decir ¿qué estoy haciendo? Hay que cambiar, ser una luz delante de tus hijos”.

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19 JUN 2021 - 20:11

Arturo Quinchen es un padre como pocos. Tuvo cinco hijos, todos nacidos con diferentes discapacidades, y sufrió la pérdida de tres de ellos. Quedaron sus hijas Rosa y Miriam, que son sus grandes amores. Ellas también perdieron a su mamá, en 2011. “Yo las quiero como todo padre, pero nunca les voy a dar el amor de la madre. Hago lo posible para salir adelante”, dijo a Jornada Play. Arturo nació en Chile y tiene 74 años. El amor lo trajo a Chubut, y eligió Gaiman para radicarse.

La vida le ha dado golpes duros, pero él y sus dos hijas supieron superar las vicisitudes. “Le agradezco a Dios porque siento ayudas espirituales, siempre estoy activo y ayudándolas a ellas”, dice. Como padre considera que los errores son parte de los aprendizajes de la vida. “Es bueno amar a los hijos, pero hay que darles libertad de que conozcan. Uno toda la vida no va a estar; se tienen que preparar para que un día puedan enfrentar la vida solas”.

Arturo Quinchen fue uno de los primeros en impulsar la apertura de una escuela especial para chicos con discapacidad en Gaiman. Rogelio, su hijo que ya no está, fue el primer alumno de esa escuela especial. “Eso me dio mucha emoción. Son pocos los que se acuerdan de las personas que tienen discapacidad”. Arturo cree en el destino, que estamos en este mundo con un objetivo. Ha soportado profundos dolores, nada menos que la pérdida de dos hijas, un hijo y una esposa. “Siempre los sueño a ellos. Hago oraciones por todos los seres queridos que no están con nosotros. Con ellas (Rosa y Miriam), cuando cenamos, nos tomamos de la mano y hacemos una oración para que cada uno pueda estar en paz. La ley de la vida dice que somos llamados de diferentes maneras, pero no sabemos cuándo. Por eso uno tiene que tratar de ser buen papá”.

Siempre se hizo cargo de su familia. “Yo nací para ser obrero y tener patrones. Siempre fui luchador para cuidar mi trabajo y ser honesto. Con mi familia sabía que detrás tenía una responsabilidad. Cuando fallecieron mis hijas no lo sentí tanto porque eran angelitos, pero mi hijo me dolió mucho. Fue el único varón y tenía 17 años”.

“Mis hijas, por su edad, tuvieron menos tiempo, pero agradezco a Dios la voluntad de él. Nos da este cuerpo carnal pero nosotros nunca morimos. El cuerpo se queda acá porque es de acá, pero el espíritu siempre está vivo. Le agradezco a Dios por mis hijitas, mi hijo y mi esposa”. Arturo posee un espíritu solidario. Le gusta ayudar a quienes lo necesitan. “Me gusta ayudar, porque lo siento”. Padre colaborativo, siempre presente, acompaña a sus hijas en sus actividades. “Cuando hay que arreglar una cerradura o un mueble, voy y lo arreglo. Voy a limpiar, saco los yuyos, dejo limpito”. Para sus hijas siempre tiene palabras de aliento. Se esfuerza para que sean un buen ejemplo. “Hay que estar agradecido de las cosas buenas y malas. Todos tenemos un pasado, y a veces cuando pasamos algo malo y hacemos lo que no hay que hacer, tenemos que decir ¿qué estoy haciendo? Hay que cambiar, ser una luz delante de tus hijos”.


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