Editorial / El peronismo y el laberinto de la unidad

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26 JUN 2021 - 20:55 | Actualizado

Hace tres períodos electorales que el Partido Justicialista no gana una elección a gobernador en Chubut. La última fue en 2007, cuando Mario Das Neves rebalsaba las urnas en cuanta elección se presentaba. En las dos últimas elecciones legislativas de medio término (2013 y 2017), el peronismo perdió por escándalo. En 2013, Mario Das Neves le sacó más de 85 mil votos a Norberto Yauhar en la puja por llegar a la Cámara de Diputados y dejó al PJ sin bancas (un golpe de nocaut similar al que en 2005 le había propinado el peronismo al radicalismo, dejando sin banca al otrora invencible Carlos Maestro).

Más acá en el tiempo, en 2017, el extrapartidario Ricardo Fueyo, ungido por Carlos Linares, protagonizó otro papelón electoral: a pesar de que el peronismo ganó cómodo en las PASO (había seis candidatos), el PJ se volvió a quedar sin banca de diputado nacional tras quedar ¡tercero! a 22 mil votos de Gustavo Menna, el candidato de Cambiemos, y a 28 mil votos del ganador, el entonces vicegobernador Mariano Arcioni, del Chusoto.

Es importante recordar este prontuario electoral del PJ en Chubut para entender por qué ha llegado a este callejón sin salida. Muchos de los que protagonizaron esas derrotas hoy dicen tener la llave para salir.

La “unidad” de Dolavon

Cuando mañana en Dolavon un grupo de dirigentes que se arrogan la conducción del partido en Chubut decidan darle una vuelta más de rosca a la lista de “unidad” con la que intentarán competir en las elecciones legislativas de medio término de este año, el PJ podría estar dando otro paso en falso más. Sin boletas nacionales que arrastren (Alberto y Cristina en 2019, por ejemplo), al peronismo se le hará muy cuesta arriba.

Lo que pudo haber sido una oportunidad para reordenar al partido desde las entrañas, abriendo puertas y no cerrándolas, dando espacio a más sectores, dirigentes e ideas, amenaza ahora con terminar siendo más de lo mismo. Ese fervor por seguir cometiendo los mismos errores esperando resultados distintos ya está para el diván.

En vez de arreglar a esta virtual máquina de perder elecciones, algunos se empecinan en seguir poniéndole nafta y aceleran a fondo. Cuidado, adelante hay un paredón.

Lo que vaya a pasar mañana en Dolavon todavía es una incógnita. Pero se ven algunos hilos: es casi seguro que el próximo candidato a senador saldrá entre Carlos Linares y Julián Leunda. El tercero en discordia, el actual vicegobernador Ricardo Sastre, uno de los pocos que tiene vocación de juntar a todos sin tirar a nadie por la ventana, cree que la puja entre algunos que quieren ser candidatos a cualquier costo no aporta a su idea de empezar a construir ahora para recuperar la Provincia en 2023. Sastre no quiere ser obstáculo para nadie, mucho menos para sí mismo.

A otros que tienen camino por recorrer, como el intendente Juan Pablo Luque o el diputado Santiago Igon, se les hará difícil despegarse de esta “unidad” que vienen militando si las urnas les son esquivas este año. Priorizar enconos personales por sobre los intereses de Chubut es un camino corto a ninguna parte.

Pase lo que pase, el PJ no decidió nada. Es decir, lo decidió un puñado de “okupas” que tomaron el partido por asalto en 2016 y ahora ampliaron la mesa para darle un aire de apertura. La “lista de unidad” no fue consultada con los presidentes de Consejo de Localidad, ni con todos los intendentes, ni con la gran mayoría del movimiento obrero organizado. El acuerdo de pocos nunca puede ser considerado como la unidad.

El PJ irá a las próximas elecciones con un dirigente como Linares, que viene de perder las últimas dos elecciones que lideró; o con un joven entusiasta como Leunda, que tiene llegada a los despachos más influyentes de la Casa Rosada pero que deberá caminar mucho para captar votos peronistas.

Además, las mujeres que suenan para integrar las listas parecen más el resultado de la exigencia del cupo femenino que una opción real. Nancy González, Florencia Papaiani y Rosario Nervi tienen distintos grados de trayectoria y militancia, pero ni ellas ni ninguna de las decenas de mujeres que integran los cuadros del peronismo fueron consideradas antes ni ahora para encabezar. Son parte del decorado. En la última reunión realizada en Madryn, por ejemplo, alrededor de la mesa había veinte hombres y una sola mujer.

A diestra y siniestra

Si el PJ finalmente llega a las PASO del 12 de septiembre con una lista de “unidad” podría quedar expuesto a un desaire del electorado que marque su caída antes de las generales del 14 de noviembre. Es decir, las PASO ofrecerán una medida cabal del apoyo que tendrá la boleta peronista. Será muy difícil que los votos que no se consigan en septiembre lleguen en noviembre.

La alianza de centroderecha que integran el radicalismo y el PRO tampoco tiene un lecho de rosas por delante. Todo indica que habrá competencia interna entre Gustavo Menna e Ignacio “Nacho” Torres, que se pelean por ver quién está más a la diestra de Mauricio Macri, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. Tampoco hay que descartar el papel que jugará Mario Cimadevilla, un acérrimo opositor al PRO.

Con este escenario, hay un tercer jugador que hace unos meses nadie consideraba y al que ahora miran con preocupación: el oficialismo que comanda Mariano Arcioni. La semana pasada, el ministro Fabián Puratich admitió que le mostraron encuestas y que le dio orgullo que alguien pensara que es un buen candidato. El ministro de Salud es peronista y se identifica plenamente con el proyecto nacional.

Aunque ya no está tan bien considerado internamente, el ministro de Seguridad, Federico Massoni, también se anota. Aunque su deseo es ser intendente de Trelew en 2023, si decide jugar ahora podría restarles votos a los otros candidatos de la derecha.

Arcioni, acostumbrado a capear temporales por acción o por omisión, sigue beneficiándose con la suba del barril de petróleo, el aumento de las regalías y hasta la posibilidad de que termine saliendo la zonificación minera antes de las elecciones. Si además termina de acomodar el atraso salarial con los empleados públicos y soluciona rápido el reclamo de los jubilados, seguirá apaciguando ánimos.

De repente, el panorama electoral se apoderó de la agenda pública. Con vacunas en abundancia y contagios en leve pero marcado descenso, la provincia empieza a jugarse una parada importante. Siempre la democracia es una buena noticia, salvo para los que ven horizontes de derrota o no les gusta que la gente exprese sus sensaciones frente a una urna. Allá ellos.

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26 JUN 2021 - 20:55

Hace tres períodos electorales que el Partido Justicialista no gana una elección a gobernador en Chubut. La última fue en 2007, cuando Mario Das Neves rebalsaba las urnas en cuanta elección se presentaba. En las dos últimas elecciones legislativas de medio término (2013 y 2017), el peronismo perdió por escándalo. En 2013, Mario Das Neves le sacó más de 85 mil votos a Norberto Yauhar en la puja por llegar a la Cámara de Diputados y dejó al PJ sin bancas (un golpe de nocaut similar al que en 2005 le había propinado el peronismo al radicalismo, dejando sin banca al otrora invencible Carlos Maestro).

Más acá en el tiempo, en 2017, el extrapartidario Ricardo Fueyo, ungido por Carlos Linares, protagonizó otro papelón electoral: a pesar de que el peronismo ganó cómodo en las PASO (había seis candidatos), el PJ se volvió a quedar sin banca de diputado nacional tras quedar ¡tercero! a 22 mil votos de Gustavo Menna, el candidato de Cambiemos, y a 28 mil votos del ganador, el entonces vicegobernador Mariano Arcioni, del Chusoto.

Es importante recordar este prontuario electoral del PJ en Chubut para entender por qué ha llegado a este callejón sin salida. Muchos de los que protagonizaron esas derrotas hoy dicen tener la llave para salir.

La “unidad” de Dolavon

Cuando mañana en Dolavon un grupo de dirigentes que se arrogan la conducción del partido en Chubut decidan darle una vuelta más de rosca a la lista de “unidad” con la que intentarán competir en las elecciones legislativas de medio término de este año, el PJ podría estar dando otro paso en falso más. Sin boletas nacionales que arrastren (Alberto y Cristina en 2019, por ejemplo), al peronismo se le hará muy cuesta arriba.

Lo que pudo haber sido una oportunidad para reordenar al partido desde las entrañas, abriendo puertas y no cerrándolas, dando espacio a más sectores, dirigentes e ideas, amenaza ahora con terminar siendo más de lo mismo. Ese fervor por seguir cometiendo los mismos errores esperando resultados distintos ya está para el diván.

En vez de arreglar a esta virtual máquina de perder elecciones, algunos se empecinan en seguir poniéndole nafta y aceleran a fondo. Cuidado, adelante hay un paredón.

Lo que vaya a pasar mañana en Dolavon todavía es una incógnita. Pero se ven algunos hilos: es casi seguro que el próximo candidato a senador saldrá entre Carlos Linares y Julián Leunda. El tercero en discordia, el actual vicegobernador Ricardo Sastre, uno de los pocos que tiene vocación de juntar a todos sin tirar a nadie por la ventana, cree que la puja entre algunos que quieren ser candidatos a cualquier costo no aporta a su idea de empezar a construir ahora para recuperar la Provincia en 2023. Sastre no quiere ser obstáculo para nadie, mucho menos para sí mismo.

A otros que tienen camino por recorrer, como el intendente Juan Pablo Luque o el diputado Santiago Igon, se les hará difícil despegarse de esta “unidad” que vienen militando si las urnas les son esquivas este año. Priorizar enconos personales por sobre los intereses de Chubut es un camino corto a ninguna parte.

Pase lo que pase, el PJ no decidió nada. Es decir, lo decidió un puñado de “okupas” que tomaron el partido por asalto en 2016 y ahora ampliaron la mesa para darle un aire de apertura. La “lista de unidad” no fue consultada con los presidentes de Consejo de Localidad, ni con todos los intendentes, ni con la gran mayoría del movimiento obrero organizado. El acuerdo de pocos nunca puede ser considerado como la unidad.

El PJ irá a las próximas elecciones con un dirigente como Linares, que viene de perder las últimas dos elecciones que lideró; o con un joven entusiasta como Leunda, que tiene llegada a los despachos más influyentes de la Casa Rosada pero que deberá caminar mucho para captar votos peronistas.

Además, las mujeres que suenan para integrar las listas parecen más el resultado de la exigencia del cupo femenino que una opción real. Nancy González, Florencia Papaiani y Rosario Nervi tienen distintos grados de trayectoria y militancia, pero ni ellas ni ninguna de las decenas de mujeres que integran los cuadros del peronismo fueron consideradas antes ni ahora para encabezar. Son parte del decorado. En la última reunión realizada en Madryn, por ejemplo, alrededor de la mesa había veinte hombres y una sola mujer.

A diestra y siniestra

Si el PJ finalmente llega a las PASO del 12 de septiembre con una lista de “unidad” podría quedar expuesto a un desaire del electorado que marque su caída antes de las generales del 14 de noviembre. Es decir, las PASO ofrecerán una medida cabal del apoyo que tendrá la boleta peronista. Será muy difícil que los votos que no se consigan en septiembre lleguen en noviembre.

La alianza de centroderecha que integran el radicalismo y el PRO tampoco tiene un lecho de rosas por delante. Todo indica que habrá competencia interna entre Gustavo Menna e Ignacio “Nacho” Torres, que se pelean por ver quién está más a la diestra de Mauricio Macri, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. Tampoco hay que descartar el papel que jugará Mario Cimadevilla, un acérrimo opositor al PRO.

Con este escenario, hay un tercer jugador que hace unos meses nadie consideraba y al que ahora miran con preocupación: el oficialismo que comanda Mariano Arcioni. La semana pasada, el ministro Fabián Puratich admitió que le mostraron encuestas y que le dio orgullo que alguien pensara que es un buen candidato. El ministro de Salud es peronista y se identifica plenamente con el proyecto nacional.

Aunque ya no está tan bien considerado internamente, el ministro de Seguridad, Federico Massoni, también se anota. Aunque su deseo es ser intendente de Trelew en 2023, si decide jugar ahora podría restarles votos a los otros candidatos de la derecha.

Arcioni, acostumbrado a capear temporales por acción o por omisión, sigue beneficiándose con la suba del barril de petróleo, el aumento de las regalías y hasta la posibilidad de que termine saliendo la zonificación minera antes de las elecciones. Si además termina de acomodar el atraso salarial con los empleados públicos y soluciona rápido el reclamo de los jubilados, seguirá apaciguando ánimos.

De repente, el panorama electoral se apoderó de la agenda pública. Con vacunas en abundancia y contagios en leve pero marcado descenso, la provincia empieza a jugarse una parada importante. Siempre la democracia es una buena noticia, salvo para los que ven horizontes de derrota o no les gusta que la gente exprese sus sensaciones frente a una urna. Allá ellos.


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