La clave del día / Un nuevo tiempo

Hace años era un tema silenciado, disimulado muchas veces como secreto familiar y con las víctimas “resignadas” a un rol de espanto, del cual no podían desprenderse. Porque no hablaban o porque si lo hacían, nadie les creía. Lentamente, todo cambió: los paradigmas, las leyes, los operadores judiciales, las conciencias.

28 JUN 2021 - 21:16 | Actualizado

Y tanto cambió que las víctimas de los abusos no sienten vergüenza sino más bien necesidad de justicia. Dan la cara, dicen sus nombres, cuentan el infierno que atravesaron y así se afirman con una nueva vida, en la que la herida que soportan no es un estigma. Es la marca de quien luchó para salir de un círculo vicioso, y quiere justicia.

El Poder Judicial, mientras, trata de seguir el ritmo de esta realidad y de esta sociedad en movimiento. No todos los operadores son empáticos. Hay capas geológicas de empleados de tribunales todavía cruzados por la burocracia.

Pero es mejor hablar de quienes se comprometieron y admiten el desafío de acompañar a las víctimas.

El recorrido es complejísimo porque las denuncias crecen, las condenas se conocen y eso abre las puertas a más confesiones. El dique se rompió y hay que estar bien plantado para atajar la oleada. Sucede por ejemplo en la Fiscalía de Trelew, que difundió un informe del cual da cuenta este diario con las cifras del abuso y con las particularidades de un delito atroz pero del cual hay que hablar para animar a todos, claro que siempre cuidando a las víctimas.

Es un viejo delito. Pero es un nuevo tiempo. Hay que hacerse cargo como la única manera de hacer justicia.

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28 JUN 2021 - 21:16

Y tanto cambió que las víctimas de los abusos no sienten vergüenza sino más bien necesidad de justicia. Dan la cara, dicen sus nombres, cuentan el infierno que atravesaron y así se afirman con una nueva vida, en la que la herida que soportan no es un estigma. Es la marca de quien luchó para salir de un círculo vicioso, y quiere justicia.

El Poder Judicial, mientras, trata de seguir el ritmo de esta realidad y de esta sociedad en movimiento. No todos los operadores son empáticos. Hay capas geológicas de empleados de tribunales todavía cruzados por la burocracia.

Pero es mejor hablar de quienes se comprometieron y admiten el desafío de acompañar a las víctimas.

El recorrido es complejísimo porque las denuncias crecen, las condenas se conocen y eso abre las puertas a más confesiones. El dique se rompió y hay que estar bien plantado para atajar la oleada. Sucede por ejemplo en la Fiscalía de Trelew, que difundió un informe del cual da cuenta este diario con las cifras del abuso y con las particularidades de un delito atroz pero del cual hay que hablar para animar a todos, claro que siempre cuidando a las víctimas.

Es un viejo delito. Pero es un nuevo tiempo. Hay que hacerse cargo como la única manera de hacer justicia.


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