Ricardo Rouvier: “La política argentina se puso elitista y perdió el contacto con los votantes”

El prestigioso sociólogo y encuestador habló en exclusiva con Cadena Tiempo y Jornada. Las elecciones que vienen, la “aristocratización” de la clase política y la negatividad del otro como único argumento electoral. Por qué el Gobierno nacional puede ganar las elecciones.

El sociólogo Ricardo Rouvier analizó el panorama político del país en año de elecciones.
03 JUL 2021 - 20:09 | Actualizado 21 ABR 2022 - 15:54

El panorama político del país, el cierre de listas, las chances del Frente de Todos a pesar de la economía y la pandemia, el caos en la alianza opositora y la falta de un proyecto nacional fueron algunos de los temas de los que habló el reconocido sociólogo, encuestador y consultor político Ricardo Rouvier, quien el viernes se sumó como columnista del programa El Interruptor (lunes a viernes de 16 a 19, que se emite por Cadena Tiempo para toda la provincia.

Rouvier, un veterano de estas lides, recorrió todo el espinel y dejó conceptos para analizar, como la “aristocratización” de la política, desconectada del pueblo, y la negatividad como estrategia electoral que lleva a votar a uno para que no gane otro.

-¿Cómo analiza el contexto político en un año de elecciones?

-Creo que tiene dos características sobresalientes: una inesperada, transhumana, que es el Covid, que condiciona a cualquier gobierno del mundo y lo pone frente a la sociedad para ver cómo va a gestionar la lucha contra la pandemia. La segunda tiene que ver con la naturaleza humana, en lo relacionado con la política, con la economía y con lo social. Y esto tiene que ver con la situación en la cual el gobierno de Alberto Fernández se ha hecho cargo, allá por diciembre de 2019, de una Argentina con una cantidad de problemas bastante grandes.

Esto se vio agravado por lo que yo llamo la ‘cuarentena encadenada’. Es decir, todos, salvo los muy pesimistas, creíamos que la pandemia se iba a terminar antes pero se produjo esta ‘cuarentena encadenada’ que generó un impacto notable en la economía. En el medio de estas dos condiciones se van a realizar las elecciones. De todos modos, debido al ritmo que llevamos de vacunación y a la mayor provisión de vacunas, tendríamos para la fecha electoral una mejor situación.

-¿El Gobierno nacional está en condiciones de ganar?

-Creo que sí. En términos científicos no hay nada que signifique un obstáculo objetivo. Claro, faltan los candidatos que son un elemento importante para la evaluación. Yo creo que hay dos cuestiones que van a jugar en las elecciones: una, la evaluación de la gestión. Es muy probable que el escenario político tienda, una vez más, a polarizarse pero no en los niveles de las presidenciales de 2019, ya que en las legislativas las polarizaciones disminuyen. Se reparten más los votos, tiende a crecer la izquierda y aparecen otros sectores, como por ejemplo el peronismo del medio, el que no está dentro de la coalición de gobierno, tal el caso de Florencio Randazzo en la Provincia de Buenos Aires. Habrá que ver, todavía no están los candidatos y esto es importante.

Creo que habrá regiones y provincias donde los candidatos puedan llegar a ser tanto o más importante que la situación; asimismo, habrá otras regiones en las cuales los candidatos pasarán inadvertidos respecto a la principal contradicción que es estar a favor o en contra del gobierno, la famosa “grieta”.

-¿Cree que el avance de la vacunación impacte de manera positiva en la imagen de los candidatos del Gobierno?

-La lucha contra el virus tuvo una primera etapa en la cual el presidente Alberto Fernández tenía un alto nivel de imagen positiva; luego vino una suerte de desilusión por la prolongación de la pandemia, esto generó un malhumor y un cambio de conducta. Entonces, la imagen de la gestión fue decayendo. No obstante, el Presidente mantiene niveles de imagen adecuados como para poder crecer desde ahí. Hoy, la imagen positiva puede variar entre el 35 y el 40 por ciento. De la Rúa, dos meses antes del 2001, tenía 9 por ciento de imagen positiva. Pongo este ejemplo para que vean que no estamos frente a un gobierno que está en crisis de gobernabilidad o de estabilidad, acá no hay nada de eso. Lo que pasa corresponde al humor social en general, la gente está enojada con los gobiernos en muchos países.

-Tanto oficialismo como oposición son coaliciones heterogéneas. ¿Cómo podría incidir eso en el voto?

-Cómo está el estado de cada una de ellas dice mucho sobre el escenario político. El estado de la coalición oficialista, a pesar de todo, se mantiene homogénea, disciplinada, con poder de gobernabilidad. Por otro lado, la coalición opositora no ofrece el mismo panorama, da la imagen de improvisación, de caos, de desorden. No están ordenadas las fuerzas, el radicalismo no quiere seguir siendo el furgón de cola del PRO y está lanzando candidatos como Facundo Manes, que viene de afuera de la política y tiene mucho por caminar.

Por otro lado, está un Macri que quiere volver y un Horacio Rodríguez Larreta que quiere jubilar a Macri. Es una situación desordenada, heterogénea, que no va a favorecer a la fuerza opositora si no se ordena rápidamente.

-¿Cómo ve esta nueva farandulización de la política?

-La farandulización no es un hecho novedoso y tampoco es un fenómeno de nuestro país. Esto tiene que ver con una crisis de la política a nivel mundial. Las democracias están entrando en una situación crítica porque no han cumplido con sus promesas. Una, la democracia prometía la igualdad y no se logró; otra cosa que prometía era que no iba a haber concentración económica, y la hay. Además, prometía que la política no se iba a elitizar y esto también sucedió. La política argentina se elitizó, las dirigencias se han convertido en una elite con escasa relación con su base de legitimidad que es la población, sobre todo en los partidos de derecha. Cosa que también pasa, y a mí me preocupa mucho hace años, con los partidos y gobiernos populares, que pierden esa conexión y generan una suerte de política aristocrática que no debería ocurrir.

La política de elite es una política de la derecha pero también es transversal. Hay elites más reformistas y otras más conservadoras. Por ejemplo, la alianza opositora en la Argentina está una situación de caos y conflicto interno, que no muestra ni promete mucha institucionalidad a sus votantes. En las últimas elecciones viene interviniendo la negatividad como un actor principal. Es decir, voto a “A” porque no quiero que gane “B”. No voto a “A” por su proyecto sino porque no quiero que gane el otro. Esto es algo que viene ocurriendo y, de algún modo, debilita la política. La convierte en una campaña en escala sobre cuánto de negativo tiene el otro para que la gente evite votarlo, más que en qué voy a hacer yo en términos de proyecto estratégico nacional, qué voy a hacer con la economía, con la producción. O qué voy a hacer con la Patagonia, que es todo un tema, porque ustedes los patagónicos viven, como lo dijo Sarmiento, en un ‘país vací0’. Argentina es un país concentrado en la zona núcleo, cuando debería estar lo suficientemente distribuido y la Patagonia tendría que ser uno de los lugares más favorecidos.

-¿La desarticulación de la oposición beneficia al oficialismo?

-No, creo que en una República funcionando con todo lo que significa, lo ideal sería que la oposición sea mejor. Lo mejor para la República es que haya una oposición fuerte, que estimule al oficialismo de turno para ser mejor de lo que es.

-¿Y las expresiones “libertarias” dónde haya que ubicarlas?

-Movimientos antisistema hay en gran parte del mundo. No los puedo pensar como un grupo activo que va a influir en la política. Yo no le doy importancia, para mí no tienen significación. Creo que en la Argentina hay una cultura que impide la significación de estos grupos. No obstante, lo que hablamos existe, esto de los rechazos y el descontento de la población por el contexto, esto genera una reacción conductual de parte de la población que es negativa a lo político. Hay que seguir atentamente las elecciones y la cantidad de gente a votar, es probable que en las legislativas vote mucha menos gente aún, como una forma de protesta. De todas maneras, para mí, esto no significa una preocupación particular por el sistema político. Hoy la población no tiene ningún entusiasmo por ir a votar. Por lo tanto, la dirigencia política tiene que hacer su tarea.#

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El sociólogo Ricardo Rouvier analizó el panorama político del país en año de elecciones.
03 JUL 2021 - 20:09

El panorama político del país, el cierre de listas, las chances del Frente de Todos a pesar de la economía y la pandemia, el caos en la alianza opositora y la falta de un proyecto nacional fueron algunos de los temas de los que habló el reconocido sociólogo, encuestador y consultor político Ricardo Rouvier, quien el viernes se sumó como columnista del programa El Interruptor (lunes a viernes de 16 a 19, que se emite por Cadena Tiempo para toda la provincia.

Rouvier, un veterano de estas lides, recorrió todo el espinel y dejó conceptos para analizar, como la “aristocratización” de la política, desconectada del pueblo, y la negatividad como estrategia electoral que lleva a votar a uno para que no gane otro.

-¿Cómo analiza el contexto político en un año de elecciones?

-Creo que tiene dos características sobresalientes: una inesperada, transhumana, que es el Covid, que condiciona a cualquier gobierno del mundo y lo pone frente a la sociedad para ver cómo va a gestionar la lucha contra la pandemia. La segunda tiene que ver con la naturaleza humana, en lo relacionado con la política, con la economía y con lo social. Y esto tiene que ver con la situación en la cual el gobierno de Alberto Fernández se ha hecho cargo, allá por diciembre de 2019, de una Argentina con una cantidad de problemas bastante grandes.

Esto se vio agravado por lo que yo llamo la ‘cuarentena encadenada’. Es decir, todos, salvo los muy pesimistas, creíamos que la pandemia se iba a terminar antes pero se produjo esta ‘cuarentena encadenada’ que generó un impacto notable en la economía. En el medio de estas dos condiciones se van a realizar las elecciones. De todos modos, debido al ritmo que llevamos de vacunación y a la mayor provisión de vacunas, tendríamos para la fecha electoral una mejor situación.

-¿El Gobierno nacional está en condiciones de ganar?

-Creo que sí. En términos científicos no hay nada que signifique un obstáculo objetivo. Claro, faltan los candidatos que son un elemento importante para la evaluación. Yo creo que hay dos cuestiones que van a jugar en las elecciones: una, la evaluación de la gestión. Es muy probable que el escenario político tienda, una vez más, a polarizarse pero no en los niveles de las presidenciales de 2019, ya que en las legislativas las polarizaciones disminuyen. Se reparten más los votos, tiende a crecer la izquierda y aparecen otros sectores, como por ejemplo el peronismo del medio, el que no está dentro de la coalición de gobierno, tal el caso de Florencio Randazzo en la Provincia de Buenos Aires. Habrá que ver, todavía no están los candidatos y esto es importante.

Creo que habrá regiones y provincias donde los candidatos puedan llegar a ser tanto o más importante que la situación; asimismo, habrá otras regiones en las cuales los candidatos pasarán inadvertidos respecto a la principal contradicción que es estar a favor o en contra del gobierno, la famosa “grieta”.

-¿Cree que el avance de la vacunación impacte de manera positiva en la imagen de los candidatos del Gobierno?

-La lucha contra el virus tuvo una primera etapa en la cual el presidente Alberto Fernández tenía un alto nivel de imagen positiva; luego vino una suerte de desilusión por la prolongación de la pandemia, esto generó un malhumor y un cambio de conducta. Entonces, la imagen de la gestión fue decayendo. No obstante, el Presidente mantiene niveles de imagen adecuados como para poder crecer desde ahí. Hoy, la imagen positiva puede variar entre el 35 y el 40 por ciento. De la Rúa, dos meses antes del 2001, tenía 9 por ciento de imagen positiva. Pongo este ejemplo para que vean que no estamos frente a un gobierno que está en crisis de gobernabilidad o de estabilidad, acá no hay nada de eso. Lo que pasa corresponde al humor social en general, la gente está enojada con los gobiernos en muchos países.

-Tanto oficialismo como oposición son coaliciones heterogéneas. ¿Cómo podría incidir eso en el voto?

-Cómo está el estado de cada una de ellas dice mucho sobre el escenario político. El estado de la coalición oficialista, a pesar de todo, se mantiene homogénea, disciplinada, con poder de gobernabilidad. Por otro lado, la coalición opositora no ofrece el mismo panorama, da la imagen de improvisación, de caos, de desorden. No están ordenadas las fuerzas, el radicalismo no quiere seguir siendo el furgón de cola del PRO y está lanzando candidatos como Facundo Manes, que viene de afuera de la política y tiene mucho por caminar.

Por otro lado, está un Macri que quiere volver y un Horacio Rodríguez Larreta que quiere jubilar a Macri. Es una situación desordenada, heterogénea, que no va a favorecer a la fuerza opositora si no se ordena rápidamente.

-¿Cómo ve esta nueva farandulización de la política?

-La farandulización no es un hecho novedoso y tampoco es un fenómeno de nuestro país. Esto tiene que ver con una crisis de la política a nivel mundial. Las democracias están entrando en una situación crítica porque no han cumplido con sus promesas. Una, la democracia prometía la igualdad y no se logró; otra cosa que prometía era que no iba a haber concentración económica, y la hay. Además, prometía que la política no se iba a elitizar y esto también sucedió. La política argentina se elitizó, las dirigencias se han convertido en una elite con escasa relación con su base de legitimidad que es la población, sobre todo en los partidos de derecha. Cosa que también pasa, y a mí me preocupa mucho hace años, con los partidos y gobiernos populares, que pierden esa conexión y generan una suerte de política aristocrática que no debería ocurrir.

La política de elite es una política de la derecha pero también es transversal. Hay elites más reformistas y otras más conservadoras. Por ejemplo, la alianza opositora en la Argentina está una situación de caos y conflicto interno, que no muestra ni promete mucha institucionalidad a sus votantes. En las últimas elecciones viene interviniendo la negatividad como un actor principal. Es decir, voto a “A” porque no quiero que gane “B”. No voto a “A” por su proyecto sino porque no quiero que gane el otro. Esto es algo que viene ocurriendo y, de algún modo, debilita la política. La convierte en una campaña en escala sobre cuánto de negativo tiene el otro para que la gente evite votarlo, más que en qué voy a hacer yo en términos de proyecto estratégico nacional, qué voy a hacer con la economía, con la producción. O qué voy a hacer con la Patagonia, que es todo un tema, porque ustedes los patagónicos viven, como lo dijo Sarmiento, en un ‘país vací0’. Argentina es un país concentrado en la zona núcleo, cuando debería estar lo suficientemente distribuido y la Patagonia tendría que ser uno de los lugares más favorecidos.

-¿La desarticulación de la oposición beneficia al oficialismo?

-No, creo que en una República funcionando con todo lo que significa, lo ideal sería que la oposición sea mejor. Lo mejor para la República es que haya una oposición fuerte, que estimule al oficialismo de turno para ser mejor de lo que es.

-¿Y las expresiones “libertarias” dónde haya que ubicarlas?

-Movimientos antisistema hay en gran parte del mundo. No los puedo pensar como un grupo activo que va a influir en la política. Yo no le doy importancia, para mí no tienen significación. Creo que en la Argentina hay una cultura que impide la significación de estos grupos. No obstante, lo que hablamos existe, esto de los rechazos y el descontento de la población por el contexto, esto genera una reacción conductual de parte de la población que es negativa a lo político. Hay que seguir atentamente las elecciones y la cantidad de gente a votar, es probable que en las legislativas vote mucha menos gente aún, como una forma de protesta. De todas maneras, para mí, esto no significa una preocupación particular por el sistema político. Hoy la población no tiene ningún entusiasmo por ir a votar. Por lo tanto, la dirigencia política tiene que hacer su tarea.#


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