Tiene 10 años, brilla en los tableros y jugará un Mundial

Sol Muruchi, de 10 años, brilla en los tableros y jugará el Mundial de ajedrez Sub-10 on line, de la Federación de Ajedrez de Georgia desde el 1° al 5 de agosto.

04 JUL 2021 - 20:20 | Actualizado

Por Ismael Tebes

Cada mañana parece ser un desafío, porque a la mezcla y a los ladrillos hay que ponerles el lomo. En esas esforzadas mañanas bajo cero de niveles y fratachos, Hernán Muruchi siente que tiene razones de peso para seguir levantando paredes con alegría. Su hija Sol, de apenas diez años, estudia ajedrez entre cuatro y cinco horas diarias para estar a tono con el campeonato de los sueños, el Mundial Sub-10 que desde la virtualidad se jugará entre el primero y el 5 de agosto.

En el corazón del humilde barrio Las Américas de Comodoro Rivadavia no todo pasa por el fútbol. Los Muruchi Machaca, de raíces bolivianas, se instalaron cuando este sector era la nada misma. Y en esas calles de tierra, de perros libres y espíritu laburante hoy se habla de peones, alfiles, blancas y negras a partir de una nueva embajadora.

“Primero no me gustaba mucho el ajedrez. Empezó mi hermano Adrián que tiene 12 años; iba al club y yo lo acompañaba pero cuando me invitaban a jugar yo les decía que era aburrido. Arranqué a los siete años en El Mundo del Ajedrez y jugué porque quería tener un trofeo más grande que uno que había ganado mi hermano”, describe Sol, quien cursa el quinto grado, con burbuja presencial en la Escuela 2 “Francisco Pietrobelli”.

Siente que el ajedrez “ayuda a pensar” y construye mentes despiertas, capaces de resolver problemas y de sortear encrucijadas casi como en la vida misma. ¿Cómo un deporte llega a meterse en el gusto de un chico? La explicación puede ser más sencilla de lo que parece. “Mi hijo conoció el ajedrez porque un compañero llevó un tablero a la Escuela; le llamó tanto la atención que tuve que ir a comprarle uno en el supermercado. Sol primero se resistió aunque nunca la obligamos a jugar; iba con su hermano al club pero estaba en su mundo y no prestaba demasiada atención”, cuenta Hernán, el papá que se dice ajedrecista “muy aficionado” y que perdió con sus hijos en su primer mes de clases.

Y reconoce que sus hijos le dedican al estudio del ajedrez casi más tiempo que a sus actividades escolares. “No tienen ninguna dificultad, hacen solos su tarea, les gusta estudiar y no les cuesta”, admite. El ajedrez por su propio “gancho” estratégico llegó a convertirse en un deporte popular en el exbarrio “Paraguayo”. Y llegó a captar grupos de más de veinte jugadores en una escuela que había comenzado a desarrollarse en la Asociación Vecinal. Era tanto el entusiasmo de los pequeños trebejistas que jugaban en el suelo y dibujando tableros en un papel con una birome y tapas de gaseosa como improvisadas piezas, abstraídos de cualquier otra diversión.

En el hogar de los Muruchi, donde mamá Hilcia resulta un sostén imprescindible, hay más de veinte libros que ayudan a descubrir los secretos y las técnicas; a recrear partidas y a conocer el “abecé” de un deporte que parece resumirse en un 95 por ciento al estudio y un 5 por ciento a la genialidad.

Adrián, el hermano menor, ya jugó el Nacional Sub 10 en el 2018 y obtuvo un tercer puesto compartido que le permitió acceder a su ranking ELO. Y aunque su hermana viajó hasta Vicente López, prefirió no jugar en la categoría Sub 8 pero sí comprobar personalmente cómo es el clima de un torneo, la cantidad de jugadores que se movilizan y el altísimo nivel de exigencia que se requiere. Con esa experiencia a cuestas, decidió estudiar durante 2019 y asistir al Sudamericano junto a su familia, donde obtuvo la calificación más deseada por cualquier ajedrecista.

En El Mundo del Ajedrez, espacio creado por el inolvidable Emilio De Kirchmayr para difundir, conocer y enseñar los secretos del juego ciencia, se tomó su designación para jugar el Mundial como un verdadero motivo de orgullo. Inclusive los padres de los ajedrecistas y los jugadores mismos se movilizaron para ayudar económicamente y poder hacer frente al pago de la inscripción. Inclusive, Sol por las limitaciones que tiene el servicio de internet en su casa, utilizará las instalaciones de la Avenida Kennedy para disputar las partidas virtuales.

Sol Muruchi ya toma clases con Andrés Aguilar, el mejor ajedrecista de la Provincia y cuenta con el apoyo incondicional de Lucas Rivas, presidente del club; Marcelo Aibar, Marcia Aguinaga y Gabriel Ulloa. Y aunque jugar al ajedrez por internet pueda resultar una moneda frecuente, las particularidades que tendrá un Mundial vía web parecen romper el molde: deberán utilizarse dos dispositivos durante las partidas con cámaras específicas que detectarán gestos, ojos y comportamiento de los jugadores en un método “antitrampa” que hasta podría implicar sanciones a los participantes. El Mundial de Ajedrez Sub-10 se jugará on line organizado por la Federación de Ajedrez de Georgia desde el primero al 5 de agosto, disputándose dos rondas por día con un total de diez partidas por sistema suizo.

Sol deslumbró con su ajedrez de barrio en el Sudamericano tras lo cual recibió la designación de la FADA. Y hoy confía en cumplir un papel acorde representando al país. “Estoy estudiando y preparándome mucho, me siento un poco nerviosa porque jugar por Argentina es una gran responsabilidad. Espero hacer un buen papel”.

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04 JUL 2021 - 20:20

Por Ismael Tebes

Cada mañana parece ser un desafío, porque a la mezcla y a los ladrillos hay que ponerles el lomo. En esas esforzadas mañanas bajo cero de niveles y fratachos, Hernán Muruchi siente que tiene razones de peso para seguir levantando paredes con alegría. Su hija Sol, de apenas diez años, estudia ajedrez entre cuatro y cinco horas diarias para estar a tono con el campeonato de los sueños, el Mundial Sub-10 que desde la virtualidad se jugará entre el primero y el 5 de agosto.

En el corazón del humilde barrio Las Américas de Comodoro Rivadavia no todo pasa por el fútbol. Los Muruchi Machaca, de raíces bolivianas, se instalaron cuando este sector era la nada misma. Y en esas calles de tierra, de perros libres y espíritu laburante hoy se habla de peones, alfiles, blancas y negras a partir de una nueva embajadora.

“Primero no me gustaba mucho el ajedrez. Empezó mi hermano Adrián que tiene 12 años; iba al club y yo lo acompañaba pero cuando me invitaban a jugar yo les decía que era aburrido. Arranqué a los siete años en El Mundo del Ajedrez y jugué porque quería tener un trofeo más grande que uno que había ganado mi hermano”, describe Sol, quien cursa el quinto grado, con burbuja presencial en la Escuela 2 “Francisco Pietrobelli”.

Siente que el ajedrez “ayuda a pensar” y construye mentes despiertas, capaces de resolver problemas y de sortear encrucijadas casi como en la vida misma. ¿Cómo un deporte llega a meterse en el gusto de un chico? La explicación puede ser más sencilla de lo que parece. “Mi hijo conoció el ajedrez porque un compañero llevó un tablero a la Escuela; le llamó tanto la atención que tuve que ir a comprarle uno en el supermercado. Sol primero se resistió aunque nunca la obligamos a jugar; iba con su hermano al club pero estaba en su mundo y no prestaba demasiada atención”, cuenta Hernán, el papá que se dice ajedrecista “muy aficionado” y que perdió con sus hijos en su primer mes de clases.

Y reconoce que sus hijos le dedican al estudio del ajedrez casi más tiempo que a sus actividades escolares. “No tienen ninguna dificultad, hacen solos su tarea, les gusta estudiar y no les cuesta”, admite. El ajedrez por su propio “gancho” estratégico llegó a convertirse en un deporte popular en el exbarrio “Paraguayo”. Y llegó a captar grupos de más de veinte jugadores en una escuela que había comenzado a desarrollarse en la Asociación Vecinal. Era tanto el entusiasmo de los pequeños trebejistas que jugaban en el suelo y dibujando tableros en un papel con una birome y tapas de gaseosa como improvisadas piezas, abstraídos de cualquier otra diversión.

En el hogar de los Muruchi, donde mamá Hilcia resulta un sostén imprescindible, hay más de veinte libros que ayudan a descubrir los secretos y las técnicas; a recrear partidas y a conocer el “abecé” de un deporte que parece resumirse en un 95 por ciento al estudio y un 5 por ciento a la genialidad.

Adrián, el hermano menor, ya jugó el Nacional Sub 10 en el 2018 y obtuvo un tercer puesto compartido que le permitió acceder a su ranking ELO. Y aunque su hermana viajó hasta Vicente López, prefirió no jugar en la categoría Sub 8 pero sí comprobar personalmente cómo es el clima de un torneo, la cantidad de jugadores que se movilizan y el altísimo nivel de exigencia que se requiere. Con esa experiencia a cuestas, decidió estudiar durante 2019 y asistir al Sudamericano junto a su familia, donde obtuvo la calificación más deseada por cualquier ajedrecista.

En El Mundo del Ajedrez, espacio creado por el inolvidable Emilio De Kirchmayr para difundir, conocer y enseñar los secretos del juego ciencia, se tomó su designación para jugar el Mundial como un verdadero motivo de orgullo. Inclusive los padres de los ajedrecistas y los jugadores mismos se movilizaron para ayudar económicamente y poder hacer frente al pago de la inscripción. Inclusive, Sol por las limitaciones que tiene el servicio de internet en su casa, utilizará las instalaciones de la Avenida Kennedy para disputar las partidas virtuales.

Sol Muruchi ya toma clases con Andrés Aguilar, el mejor ajedrecista de la Provincia y cuenta con el apoyo incondicional de Lucas Rivas, presidente del club; Marcelo Aibar, Marcia Aguinaga y Gabriel Ulloa. Y aunque jugar al ajedrez por internet pueda resultar una moneda frecuente, las particularidades que tendrá un Mundial vía web parecen romper el molde: deberán utilizarse dos dispositivos durante las partidas con cámaras específicas que detectarán gestos, ojos y comportamiento de los jugadores en un método “antitrampa” que hasta podría implicar sanciones a los participantes. El Mundial de Ajedrez Sub-10 se jugará on line organizado por la Federación de Ajedrez de Georgia desde el primero al 5 de agosto, disputándose dos rondas por día con un total de diez partidas por sistema suizo.

Sol deslumbró con su ajedrez de barrio en el Sudamericano tras lo cual recibió la designación de la FADA. Y hoy confía en cumplir un papel acorde representando al país. “Estoy estudiando y preparándome mucho, me siento un poco nerviosa porque jugar por Argentina es una gran responsabilidad. Espero hacer un buen papel”.


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