Rodrigo Carbajal, el alquimista que destila todo lo que cae en sus manos

Con las bayas de los enebros de su propia chacra, Rodrigo Carbajal ya produce el primer gin de la Comarca Andina.

04 OCT 2021 - 12:18 | Actualizado

No obstante, su pasión por destilar todo lo que cae en sus manos también incluye el hidromiel; un aguardiente de rosa mosqueta añejado en barrica de roble; un brandy de manzana “que en Francia se llama calvados”, y un slivovitz (brandy de ciruelas), entre otros proyectos en marcha.

Agregó “un bierbrand, que es un destilado de cerveza que no llega a ser un whisky por la presencia de lúpulo”. Sumó que además “estamos sacando una variedad de gin añejada en barricas, aunque en realidad la utilizamos para otras espirituosas”.

Su nombre comercial es “Valkyria”, en reconocimiento “a las vírgenes guerreras del mundo vikingo, enviadas por Odín a rescatar a los caídos en batalla para conducirlos al Valhalla, donde preparan las mesas y les escancian el hidromiel”.

Según explicó, “el gin se diferencia de la ginebra por su forma de destilación. Ambas tienen presencia de enebro, aunque la primera incorpora mayor cantidad de hierbas porque necesita mucha presencia de aromáticas. En mi caso, utilizo 13 componentes, incluyendo la raíz de angélica y coriandro, que es la santa trinidad para un buen gin. Posteriormente, se van agregando otros botánicos para darle las características deseadas: regaliz, romero, albahaca, muchos de los cuales producimos nosotros”, detalló.

Con todo, reveló que “el secreto es saber encontrar la combinación perfecta de las plantas a utilizar en la formulación de la receta”. Acerca de la utilización del gin en la coctelería, recordó que “además del mundialmente conocido gin tonic, está el ‘negroni’ (más campari, vermut rojo, naranja y hielo)”, entre otros tragos.

De inmediato, se entusiasmó en detallar que “hay varios tipos de gin: Old Tom (dulce), London Dry (seco) y Pink (rosado), que en mi caso le he dado la coloración con frambuesas o frutillas a través de una maceración posterior”.

Con su barba canosa y una boina que lo describe como “un verdadero montañés”, recibe a los visitantes con un cálido apretón de manos y mirada a los ojos. Enseguida comienza un recorrido por las instalaciones del emprendimiento familiar ubicado en el acceso norte a El Bolsón, aunque su lugar preferido es la cocina: un antiguo alambique de cobre, las barricas, los olores y los bidones conteniendo “mágicas formulas” son parte del inventario. “En nuestro caso, somos la primera ‘gintonería’ de la Patagonia”, aseveró.

En referencia a su afición para fabricar bebidas, Rodrigo Carbajal no dudó en reconocer que “estuvimos un año y medio encerrados por la pandemia, entonces nos pusimos a jugar con el alambique y fueron apareciendo todo tipo de productos. Anteriormente ya hacíamos algo, incluso incursionando en el mundo de la cerveza artesanal, que nos dio muchísimas herramientas para ahondar en la destilación”.

Acerca de la producción de bayas, detalló que “tenemos dos hectáreas y una proyección de otras tres hectáreas, aunque a largo plazo ya pensamos en 35 hectáreas”. Asimismo, otros sectores del predio están dedicados al cultivo a otro tipo de especies, que comparten con un complejo de cabañas dedicadas al turismo.

Producción

Actualmente, la micro empresa está con una producción mensual de mil botellas, que alcanzan una graduación alcohólica del 44%. Acerca de su comercialización, Carbajal precisó que “tenemos buena aceptación por parte del público nacional y también hemos tenido propuestas para llevar nuestro producto al exterior. Justamente, ahora estamos terminando las habilitaciones correspondientes para exportar”, agregó.

Fernando Bonansea/ Especial para Jornada.

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04 OCT 2021 - 12:18

No obstante, su pasión por destilar todo lo que cae en sus manos también incluye el hidromiel; un aguardiente de rosa mosqueta añejado en barrica de roble; un brandy de manzana “que en Francia se llama calvados”, y un slivovitz (brandy de ciruelas), entre otros proyectos en marcha.

Agregó “un bierbrand, que es un destilado de cerveza que no llega a ser un whisky por la presencia de lúpulo”. Sumó que además “estamos sacando una variedad de gin añejada en barricas, aunque en realidad la utilizamos para otras espirituosas”.

Su nombre comercial es “Valkyria”, en reconocimiento “a las vírgenes guerreras del mundo vikingo, enviadas por Odín a rescatar a los caídos en batalla para conducirlos al Valhalla, donde preparan las mesas y les escancian el hidromiel”.

Según explicó, “el gin se diferencia de la ginebra por su forma de destilación. Ambas tienen presencia de enebro, aunque la primera incorpora mayor cantidad de hierbas porque necesita mucha presencia de aromáticas. En mi caso, utilizo 13 componentes, incluyendo la raíz de angélica y coriandro, que es la santa trinidad para un buen gin. Posteriormente, se van agregando otros botánicos para darle las características deseadas: regaliz, romero, albahaca, muchos de los cuales producimos nosotros”, detalló.

Con todo, reveló que “el secreto es saber encontrar la combinación perfecta de las plantas a utilizar en la formulación de la receta”. Acerca de la utilización del gin en la coctelería, recordó que “además del mundialmente conocido gin tonic, está el ‘negroni’ (más campari, vermut rojo, naranja y hielo)”, entre otros tragos.

De inmediato, se entusiasmó en detallar que “hay varios tipos de gin: Old Tom (dulce), London Dry (seco) y Pink (rosado), que en mi caso le he dado la coloración con frambuesas o frutillas a través de una maceración posterior”.

Con su barba canosa y una boina que lo describe como “un verdadero montañés”, recibe a los visitantes con un cálido apretón de manos y mirada a los ojos. Enseguida comienza un recorrido por las instalaciones del emprendimiento familiar ubicado en el acceso norte a El Bolsón, aunque su lugar preferido es la cocina: un antiguo alambique de cobre, las barricas, los olores y los bidones conteniendo “mágicas formulas” son parte del inventario. “En nuestro caso, somos la primera ‘gintonería’ de la Patagonia”, aseveró.

En referencia a su afición para fabricar bebidas, Rodrigo Carbajal no dudó en reconocer que “estuvimos un año y medio encerrados por la pandemia, entonces nos pusimos a jugar con el alambique y fueron apareciendo todo tipo de productos. Anteriormente ya hacíamos algo, incluso incursionando en el mundo de la cerveza artesanal, que nos dio muchísimas herramientas para ahondar en la destilación”.

Acerca de la producción de bayas, detalló que “tenemos dos hectáreas y una proyección de otras tres hectáreas, aunque a largo plazo ya pensamos en 35 hectáreas”. Asimismo, otros sectores del predio están dedicados al cultivo a otro tipo de especies, que comparten con un complejo de cabañas dedicadas al turismo.

Producción

Actualmente, la micro empresa está con una producción mensual de mil botellas, que alcanzan una graduación alcohólica del 44%. Acerca de su comercialización, Carbajal precisó que “tenemos buena aceptación por parte del público nacional y también hemos tenido propuestas para llevar nuestro producto al exterior. Justamente, ahora estamos terminando las habilitaciones correspondientes para exportar”, agregó.

Fernando Bonansea/ Especial para Jornada.


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