Editorial / Que la campaña no tape el bosque

16 OCT 2021 - 21:26 | Actualizado

El martes, cuando el presidente Alberto Fernández pise Chubut, los chubutenses quedarán (otra vez) un poco más lejos de la política. Es que la visita presidencial, que siempre debería ser una oportunidad para expresarle a la máxima investidura el agradecimiento o los reclamos por lo que se hizo o falta hacer, se convertirá apenas en una puesta en escena en medio de la campaña electoral.

Es verdad que el Presidente inaugurará varias obras y hará anuncios importantes (puede hacerlo hasta el miércoles 20 de octubre, después está impedido por la ley electoral) pero su llegada a cuatro semanas de las elecciones se verá nublada por las evidentes intenciones electorales de los que estarán a su lado en todas las fotos.

Nadie lo va a admitir pero la semana pasada desde la Casa Rosada le sugirieron a algunos de los que preguntaron que lo mejor sería que el gobernador Mariano Arcioni no estuviera presente ni en Comodoro Rivadavia ni en Puerto Madryn, en donde por otra parte habrá corte de cintas. Desprolijo es poco.

Tamaño desatino institucional obligó a rediseñar la agenda del gobernador para estos días: Arcioni irá a Comodoro Rivadavia pero el lunes, a entregar un tomógrafo en el Hospital Alvear. Y el martes, cuando el Presidente desembarque con medio Gabinete, tiene previsto cruzar la provincia para entregar viviendas en Esquel.

Hace tiempo que lo institucional se mezcla con lo electoral con una facilidad pasmosa. El jueves pasado, por ejemplo, Carlos Linares entregó aportes públicos en un acto oficial de la ANSES en Rawson. Nadie supo en calidad de qué. Sólo que los tiempos se agotan y que los votos se buscan hasta en el fondo de la olla.

El martes habrá fotos del Alberto con sus candidatos y discursos de ocasión. A un mes de una elección clave a la que el Frente de Todos llegará en casi todo el país tras la dura derrota en las PASO, la visita presidencial a Chubut parece más un manotazo al viento que una brazada en el agua. Si no se recompone el débil caudal electoral del PJ chubutense, las facturas estarán a la orden del día y el futuro será cruel con varios.

Diferencias

Siete meses después, se nota que quedaron asperezas sin limar entre Fontana 50 y Balcarce 50 tras la primera visita de Alberto a Chubut en marzo pasado, cuando viajó a la Comarca Andina en medio de los incendios. Aquella vez, la Casa Rosada le apuntó directamente al ministro de Seguridad, Federico Massoni, por haber dejado al Presidente a merced de un grupo minúsculo que lo apedreó a mansalva y causó una noticia de impacto nacional.

Encima, ahora el ministro de Seguridad es candidato a senador y busca votos como todos. Más inclusive, porque la cuesta que tiene que remontar no se hace al trote. Por eso desde el Gobierno nacional no quieren darle protagonismo a Massoni. Es de esperar que este nuevo desencuentro no termine con la seguridad presidencial en manos de aficionados, como ocurrió en la Comarca Andina.

Histórica pero tardía

Este cruce entre Nación y Provincia con evidente tinte electoral no le hace bien al proyecto de ley denominado “Fondo de Fortalecimiento Fiscal y Desarrollo del Chubut”, que fue presentado ante la Cámara de Diputados de la Nación por la casi invisible legisladora nacional Rosa Muñoz, que todos resumen como un reclamo de “reparación histórica” por las pérdidas que ocasionó a Chubut una baja del porcentaje de coparticipación federal de impuestos a mediados de los años 80.

Hace muchos años que desde distintos sectores se ha venido reclamando una actitud de este tipo a quienes ocuparon la máxima poltrona de Fontana 50. Nadie había hecho nada hasta ahora. Algunos, como el exgobernador Martín Buzzi, desistieron -a cambio de poco- sostener los reclamos económicos que estaban judicializados en la Corte Suprema.

El proyecto que presentó Chubut en Diputados -elaborado por especialista en finanzas Daniel Ehnes- es claro y contundente. Una detallada obra de revisionismo histórico. Pero en el contexto político actual donde sobran mezquindades es posible que termine siendo sólo un buen material de lectura.

Mal de ausencias

Chubut parece estar cada vez más lejos de poder sentar alrededor de una misma mesa a todos los sectores políticos, sociales y económicos que podrían darle una base de sustentación a un reclamo de este tipo o a cualquiera de las otras grandes necesidades que tiene la Provincia.

Arcioni pasó facturas: “Me duele que haya intendentes que no vinieron. Me duele profundamente que no haya legisladores nacionales, diputados y senadores porque esto es lo que quiero discutir”, dijo.

Es verdad que el gobernador no siempre ha sido amigo de las mesas de discusión amplias. Le costó mucho al principio de su mandato sentarse a consensuar. También es cierto que a la oposición siempre le cayó mejor confrontar con él que tenderle un puente.

Ahora, cuando más allá de las elecciones muchos dirigentes podrían dar la talla y alinearse detrás de un proyecto que si tiene alguna chance de éxito será para cuando Arcioni ya no esté en la gobernación, eligen remarcar las diferencias. En Chubut, la “grieta” no es entre el peronismo y Juntos por el Cambio sino entre ellos y el Gobierno de Arcioni. Curioso.

Casi ninguno debate sobre empleo, salarios, crisis energética, precios o inseguridad. Sólo golpes por debajo del cinturón y chicanas.

El colmo fue la posición de algunos dirigentes radicales que sin saber de qué se trataba el proyecto y sin siquiera haber escuchado los discursos, salieron a reclamar “respeto” para la figura del exgobernador Atilio Viglione. Ni el texto ni los discursos plantearon la responsabilidad del entonces gobernador de Chubut. Ni tampoco la de Raúl Alfonsín, que era el presidente durante el cual se firmó aquel Pacto Fiscal que esquilmó a la Provincia.

Algunos de estos dirigentes que ahora usan a Viglione y Alfonsín para llevar agua para su molino, un día después se abrazaron con Patricia Bullrich, la esquiladora del PRO, que visitó Chubut para apoyar a sus candidatos Nacho Torres y Ana Clara Romero. Si “Don Atilio” o “Don Raúl” se levantaran de su descanso eterno y vieran en qué se han convertido algunos, patearían los traseros de varios correligionarios.#

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16 OCT 2021 - 21:26

El martes, cuando el presidente Alberto Fernández pise Chubut, los chubutenses quedarán (otra vez) un poco más lejos de la política. Es que la visita presidencial, que siempre debería ser una oportunidad para expresarle a la máxima investidura el agradecimiento o los reclamos por lo que se hizo o falta hacer, se convertirá apenas en una puesta en escena en medio de la campaña electoral.

Es verdad que el Presidente inaugurará varias obras y hará anuncios importantes (puede hacerlo hasta el miércoles 20 de octubre, después está impedido por la ley electoral) pero su llegada a cuatro semanas de las elecciones se verá nublada por las evidentes intenciones electorales de los que estarán a su lado en todas las fotos.

Nadie lo va a admitir pero la semana pasada desde la Casa Rosada le sugirieron a algunos de los que preguntaron que lo mejor sería que el gobernador Mariano Arcioni no estuviera presente ni en Comodoro Rivadavia ni en Puerto Madryn, en donde por otra parte habrá corte de cintas. Desprolijo es poco.

Tamaño desatino institucional obligó a rediseñar la agenda del gobernador para estos días: Arcioni irá a Comodoro Rivadavia pero el lunes, a entregar un tomógrafo en el Hospital Alvear. Y el martes, cuando el Presidente desembarque con medio Gabinete, tiene previsto cruzar la provincia para entregar viviendas en Esquel.

Hace tiempo que lo institucional se mezcla con lo electoral con una facilidad pasmosa. El jueves pasado, por ejemplo, Carlos Linares entregó aportes públicos en un acto oficial de la ANSES en Rawson. Nadie supo en calidad de qué. Sólo que los tiempos se agotan y que los votos se buscan hasta en el fondo de la olla.

El martes habrá fotos del Alberto con sus candidatos y discursos de ocasión. A un mes de una elección clave a la que el Frente de Todos llegará en casi todo el país tras la dura derrota en las PASO, la visita presidencial a Chubut parece más un manotazo al viento que una brazada en el agua. Si no se recompone el débil caudal electoral del PJ chubutense, las facturas estarán a la orden del día y el futuro será cruel con varios.

Diferencias

Siete meses después, se nota que quedaron asperezas sin limar entre Fontana 50 y Balcarce 50 tras la primera visita de Alberto a Chubut en marzo pasado, cuando viajó a la Comarca Andina en medio de los incendios. Aquella vez, la Casa Rosada le apuntó directamente al ministro de Seguridad, Federico Massoni, por haber dejado al Presidente a merced de un grupo minúsculo que lo apedreó a mansalva y causó una noticia de impacto nacional.

Encima, ahora el ministro de Seguridad es candidato a senador y busca votos como todos. Más inclusive, porque la cuesta que tiene que remontar no se hace al trote. Por eso desde el Gobierno nacional no quieren darle protagonismo a Massoni. Es de esperar que este nuevo desencuentro no termine con la seguridad presidencial en manos de aficionados, como ocurrió en la Comarca Andina.

Histórica pero tardía

Este cruce entre Nación y Provincia con evidente tinte electoral no le hace bien al proyecto de ley denominado “Fondo de Fortalecimiento Fiscal y Desarrollo del Chubut”, que fue presentado ante la Cámara de Diputados de la Nación por la casi invisible legisladora nacional Rosa Muñoz, que todos resumen como un reclamo de “reparación histórica” por las pérdidas que ocasionó a Chubut una baja del porcentaje de coparticipación federal de impuestos a mediados de los años 80.

Hace muchos años que desde distintos sectores se ha venido reclamando una actitud de este tipo a quienes ocuparon la máxima poltrona de Fontana 50. Nadie había hecho nada hasta ahora. Algunos, como el exgobernador Martín Buzzi, desistieron -a cambio de poco- sostener los reclamos económicos que estaban judicializados en la Corte Suprema.

El proyecto que presentó Chubut en Diputados -elaborado por especialista en finanzas Daniel Ehnes- es claro y contundente. Una detallada obra de revisionismo histórico. Pero en el contexto político actual donde sobran mezquindades es posible que termine siendo sólo un buen material de lectura.

Mal de ausencias

Chubut parece estar cada vez más lejos de poder sentar alrededor de una misma mesa a todos los sectores políticos, sociales y económicos que podrían darle una base de sustentación a un reclamo de este tipo o a cualquiera de las otras grandes necesidades que tiene la Provincia.

Arcioni pasó facturas: “Me duele que haya intendentes que no vinieron. Me duele profundamente que no haya legisladores nacionales, diputados y senadores porque esto es lo que quiero discutir”, dijo.

Es verdad que el gobernador no siempre ha sido amigo de las mesas de discusión amplias. Le costó mucho al principio de su mandato sentarse a consensuar. También es cierto que a la oposición siempre le cayó mejor confrontar con él que tenderle un puente.

Ahora, cuando más allá de las elecciones muchos dirigentes podrían dar la talla y alinearse detrás de un proyecto que si tiene alguna chance de éxito será para cuando Arcioni ya no esté en la gobernación, eligen remarcar las diferencias. En Chubut, la “grieta” no es entre el peronismo y Juntos por el Cambio sino entre ellos y el Gobierno de Arcioni. Curioso.

Casi ninguno debate sobre empleo, salarios, crisis energética, precios o inseguridad. Sólo golpes por debajo del cinturón y chicanas.

El colmo fue la posición de algunos dirigentes radicales que sin saber de qué se trataba el proyecto y sin siquiera haber escuchado los discursos, salieron a reclamar “respeto” para la figura del exgobernador Atilio Viglione. Ni el texto ni los discursos plantearon la responsabilidad del entonces gobernador de Chubut. Ni tampoco la de Raúl Alfonsín, que era el presidente durante el cual se firmó aquel Pacto Fiscal que esquilmó a la Provincia.

Algunos de estos dirigentes que ahora usan a Viglione y Alfonsín para llevar agua para su molino, un día después se abrazaron con Patricia Bullrich, la esquiladora del PRO, que visitó Chubut para apoyar a sus candidatos Nacho Torres y Ana Clara Romero. Si “Don Atilio” o “Don Raúl” se levantaran de su descanso eterno y vieran en qué se han convertido algunos, patearían los traseros de varios correligionarios.#


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