González, exdirectora del Hospital de Trelew: “No me pesó ser mujer en la Dirección, tuve muy buen equipo”

“No tuve miedo a la muerte o a enfermarme pero sí a no dar abasto” reveló Mariela González a Jornada. Habló de su vida, de su profesión y de los días y noches en que el Covid-19 parecía no dar tregua. “Agarraba mi auto con todo el equipo para atender y testear. Me cambiaba fuera de las casas “, relató.

31 OCT 2021 - 20:11 | Actualizado

Por Lorena Leeming / @loreleeming

Mariela González hace 22 años que es médica. Nació en Puerto Deseado Santa Cruz, estudió en Córdoba y se vino a vivir a Trelew. Ocupó distintos cargps en el Hospital de Trelew y el momento de llegar a la Dirección fue en medio de la primera ola de la pandemia por Covid-19. Estuvo hasta septiembre del año pasado. Comandar en equipo médico no es ni era tarea sencilla. Ser mujer no fue en éste caso ningún obstáculo “no pesó ser mujer para estar en la Dirección, ni con el personal y con los pacientes menos”. Dijo además que “no tuve miedo a la muerte, a enfermarme, pero si miedo a no dar abasto”.

Mariela González abrió las puertas de su oficina para conceder una entrevista a Jornada. El viernes el gimnasio 1 cerró como sede de vacunación y el virus ya dio más que un respiro a la ciudad y permite estar en una “nueva normalidad”. Pero lo ocurrido en los peores momentos cuando nada era suficiente y el hospital desbordaba de pacientes gravemente afectados por el desconocido Coronavirus fue una situación bisagra para toda la comunidad pero más aún para los profesionales de la Salud. González estuvo al frente en ese preciso momento. Habló sobre su historia profesional y deslizó detalles de esos meses que con angustia muchas personas perdieron a sus seres queridos.

¿Cómo fueron sus comienzos en la medicina?. “No es que de chiquita dije voy a ser médica. Yo soy de Puerto Deseado Santa Cruz, viví en Rio Gallegos. Cuando iba a la escuela no existía el test vocacional y tampoco esa apertura sobre lo que querés ser. En mi familia no había profesionales que tengan que ver con la Salud. Siempre me metí con la solidaridad con lo que le pasa al otro, esa cuestión empática de decir: en que podemos ayudar. Un día nos trajeron muchos papás profesionales a charlar con nosotros en la escuela. Todos contaron su experiencia. Un médico pediatra contó la suya y a partir de ahí le empecé a dar forma, me gustó lo que estaba diciendo, cómo lo había encarado y decidí hacer mi camino. A los 18 años me fui a estudiar. Vamos cambiando de especialidad todo el tiempo, cursas oftalmología queres ser oftalmólogo, cursas dermatología y querés hacer piel, así” y sonrió.

Habló de su familia: “Mi familia tenía mucho que ver con el campo, la estancia; era pasar todas las vacaciones en los campos, las esquilas. Cuando termino de estudiar me voy a trabajar en Jesús María y luego vuelvo a Trelew donde tengo mi gran núcleo de familia. Me vine sola. Estaban mi mama y mis sobrinos. Ya tengo mi hijo y hace 16 años que estoy en Trelew”, relató.

Al referirse a sus inicios en el Hospital de Trelew. González recordó que “cuando me presento al hospital llego con el curriculum y dije que quería empezar a trabajar. Estaba Fretes como director. Empecé haciendo consultorio de guardia. El doctor Linder (Rubén) estaba en ese momento junto a Griseda y me ofrecen trabajar en la guardia – luego fui jefa de la guardia en la nueva. Más adelante fui auditora, después a la Oficina de Gestión que es donde estamos. El objetivo fue siempre tratar de acercar el hospital a la gente. Viajamos para enseñar cursos de RCP”, remarcó.

En pleno pico de Covid-19 en Trelew González lideró el equipo del Hospital Zonal en el que se reciben derivaciones de distintos lugares de la provincia. El trabajo realizado lo califica como “una gran responsabilidad. No solo la gente sino la comunidad en si. Había que estar adelante, antes que pasen las cosas. Yo también trabajo en la cárcel. Nadie sabía cómo hacer. Daba algo que no era miedo pero si incertidumbre para ver hacia donde nos conducíamos por la pandemia porque nadie en el mundo lo sabía”, aseguró.

“Fue justo en ese momento –apuntó- en que me ofrecen la dirección cuando Sebastián Restucchia se fue. Era un momento malo en todo sentido: profesional y económico. Acepté igual. Fue un gran desafío, una gran experiencia. Pasó el tiempo y fue difícil. Estuvimos angustiados y con noches sin dormir”, describió.

En el transcurso del año se vivieron situaciones de todo tipo. Emociones que subían y bajaban, tristezas y alegrías por quienes obtenían su alta. ”En lo personal no sentí miedo. Tuve Covid pro los primeros tres días, la incertidumbre es tal que no sabés bien donde estás parado con el tema de cursar la enfermedad. Se entiende la angustia y miedo. Es angustiante. Lo que hay que hacer, es ponerte en el lugar del otro para ayudar pero a veces no podés hacer más de lo que estás haciendo. Ya hay cosas administrativas que no dependen de vos”, advirtió.

Aseguró que la primera parte de la pandemia fue tremenda. “Habían muchos contactos estrechos en el mismo hospital, gente de Salud aislaba y el entendible temor de sus familiares. Yo no tuve miedo a la muerte, a enfermarme , pero sí miedo a no dar abasto y a no generar respuestas en las cosas que iban pasando cotidianamente. Lo tranquilizador era saber si había insumos”, remarcó.

También se refirió al momento tan esperado en el mundo: la vacunación. “Era en ese momento la vacunación, a largo plazo. Había que empezar a vacunarnos no era que se iba a solucionar todo. Pero sí lo que está pasando ahora, que se sigue vacunando pero ya no hay casos graves. Teníamos ocupado todo el hospital, hasta camas de guardias, de centros intermedios, el sector privado, no había camas para a dar respuestas, la vacuna iba a solucionar eso en los pacientes”, aseveró.

Hizo especial hincapié la médica en la actitud de las primeras personas vacunadas, la emoción que significó tener la dosis contra Covid-19 en su brazo. Fotos con el cartón de vacunación con esa única satisfacción que significa sentirse protegidos.

¿Por ser mujer le ha costado un poco más liderar el trabajo y que se responda a sus indicaciones?. “En algunas sectores se notaba mucho más porque hay mucha presencia de compañeros hombres pero te diría que no fue un problema, trabajé como siempre. Conozco lo que hacen. Gracias al respaldo de mis compañeros pudimos salir. Algunas cosas eran mejor,, otras peor pero todo era charlado en equipo. Todo estaba blanqueado. Me vi re acompañada, no me pesó ser mujer para estar en Dirección, con los pacientes menos. Uno se tiene que meter en el mundo del paciente, son cosas simples que no necesitan medicación. En medio de Covid agarraba mi auto en donde tenía todo para atender un paciente con la enfermedad o para diagnosticar. Me vestía en la puerta antes de ingresar. Lo hice miles de veces. Al principio me daba vergüenza vestirme fuera, te sacás la chaquetilla para ponerme todo el equipo. Después ya entré sin miedo, me ha pasado más de una vez. Hicimos lo mejor y tengo relación con pacientes que incluso perdieron a sus seres queridos y la peleamos juntos”, manifestó.

“La verdad –dijo Mariela- es que tenía pensado renunciar luego de la primera ola pero luego vino la segunda. Tuve un equipo que me acompañó en Dirección desde Melina. Matías, Mara, todas las personas de enfermería y mis secretarias. Para mi el límite, es el cansancio”, subrayó.

La exdirectora del Hospital aseguró que lo único que dejó de hacer por la pandemia, fue el consultorio privado. “Jamás falté al hospital en un año y medio. Si no estaba acá estaba entrando en una casa. Ahora igual estoy muy en órbita, estoy a cargo del Detectar y ya retomé el consultorio privado”, remarcó.

Mariela contó parte de su vida cotidiana. “Vivo con mi hijo, compartimos mucho más cosas ahora que no tengo la responsabilidad de la Dirección. En eso hay que pensar también, en el sacrificio que hacen los otros por uno. No te das cuenta pero yo en un año y medio no almorcé nunca en casa, sí cenábamos pero luego me di cuenta que no almorcé nunca y mi hijo lo entendió. El tiempo no se recupera. Quiero ahora, agradecer a mi familia y a mi hijo. Y los amigos de él porque tuvo también la contención en el encierro por la pandemia”.

Sobre su experiencia personal indicó que “me contagié seguramente atendiendo a alguien o habré estado demasiado tiempo con algún paciente y no corresponde. Pero lo volvería a hacer. Cuando yo renuncio en el ministerio me agradecieron el trabajo y me ofrecieron ir donde quisiera, me dejaron abiertas las puertas”

Sobre el fin de la entrevista no pudo evitar emocionarse. Lo vivido en el último tiempo marcó tanto a Mariela como a todos sus colegas trabajadores de salud. “Tengo que agradecer que mis compañeros siguen siendo los mismos de siempre, es un mimo. El reconocimiento y los valores son importantes. Leí una frase que decía: sos tan pobre que lo único que tenés es plata. Me quedó eso. Lo importante es el reconocimiento y las expresiones de afecto. Eso es lo importe y ahí es donde sos rico”.

Enterate de las noticias de POLITICA a través de nuestro newsletter

Anotate para recibir las noticias más importantes de esta sección.

Te podés dar de baja en cualquier momento con un solo clic.
31 OCT 2021 - 20:11

Por Lorena Leeming / @loreleeming

Mariela González hace 22 años que es médica. Nació en Puerto Deseado Santa Cruz, estudió en Córdoba y se vino a vivir a Trelew. Ocupó distintos cargps en el Hospital de Trelew y el momento de llegar a la Dirección fue en medio de la primera ola de la pandemia por Covid-19. Estuvo hasta septiembre del año pasado. Comandar en equipo médico no es ni era tarea sencilla. Ser mujer no fue en éste caso ningún obstáculo “no pesó ser mujer para estar en la Dirección, ni con el personal y con los pacientes menos”. Dijo además que “no tuve miedo a la muerte, a enfermarme, pero si miedo a no dar abasto”.

Mariela González abrió las puertas de su oficina para conceder una entrevista a Jornada. El viernes el gimnasio 1 cerró como sede de vacunación y el virus ya dio más que un respiro a la ciudad y permite estar en una “nueva normalidad”. Pero lo ocurrido en los peores momentos cuando nada era suficiente y el hospital desbordaba de pacientes gravemente afectados por el desconocido Coronavirus fue una situación bisagra para toda la comunidad pero más aún para los profesionales de la Salud. González estuvo al frente en ese preciso momento. Habló sobre su historia profesional y deslizó detalles de esos meses que con angustia muchas personas perdieron a sus seres queridos.

¿Cómo fueron sus comienzos en la medicina?. “No es que de chiquita dije voy a ser médica. Yo soy de Puerto Deseado Santa Cruz, viví en Rio Gallegos. Cuando iba a la escuela no existía el test vocacional y tampoco esa apertura sobre lo que querés ser. En mi familia no había profesionales que tengan que ver con la Salud. Siempre me metí con la solidaridad con lo que le pasa al otro, esa cuestión empática de decir: en que podemos ayudar. Un día nos trajeron muchos papás profesionales a charlar con nosotros en la escuela. Todos contaron su experiencia. Un médico pediatra contó la suya y a partir de ahí le empecé a dar forma, me gustó lo que estaba diciendo, cómo lo había encarado y decidí hacer mi camino. A los 18 años me fui a estudiar. Vamos cambiando de especialidad todo el tiempo, cursas oftalmología queres ser oftalmólogo, cursas dermatología y querés hacer piel, así” y sonrió.

Habló de su familia: “Mi familia tenía mucho que ver con el campo, la estancia; era pasar todas las vacaciones en los campos, las esquilas. Cuando termino de estudiar me voy a trabajar en Jesús María y luego vuelvo a Trelew donde tengo mi gran núcleo de familia. Me vine sola. Estaban mi mama y mis sobrinos. Ya tengo mi hijo y hace 16 años que estoy en Trelew”, relató.

Al referirse a sus inicios en el Hospital de Trelew. González recordó que “cuando me presento al hospital llego con el curriculum y dije que quería empezar a trabajar. Estaba Fretes como director. Empecé haciendo consultorio de guardia. El doctor Linder (Rubén) estaba en ese momento junto a Griseda y me ofrecen trabajar en la guardia – luego fui jefa de la guardia en la nueva. Más adelante fui auditora, después a la Oficina de Gestión que es donde estamos. El objetivo fue siempre tratar de acercar el hospital a la gente. Viajamos para enseñar cursos de RCP”, remarcó.

En pleno pico de Covid-19 en Trelew González lideró el equipo del Hospital Zonal en el que se reciben derivaciones de distintos lugares de la provincia. El trabajo realizado lo califica como “una gran responsabilidad. No solo la gente sino la comunidad en si. Había que estar adelante, antes que pasen las cosas. Yo también trabajo en la cárcel. Nadie sabía cómo hacer. Daba algo que no era miedo pero si incertidumbre para ver hacia donde nos conducíamos por la pandemia porque nadie en el mundo lo sabía”, aseguró.

“Fue justo en ese momento –apuntó- en que me ofrecen la dirección cuando Sebastián Restucchia se fue. Era un momento malo en todo sentido: profesional y económico. Acepté igual. Fue un gran desafío, una gran experiencia. Pasó el tiempo y fue difícil. Estuvimos angustiados y con noches sin dormir”, describió.

En el transcurso del año se vivieron situaciones de todo tipo. Emociones que subían y bajaban, tristezas y alegrías por quienes obtenían su alta. ”En lo personal no sentí miedo. Tuve Covid pro los primeros tres días, la incertidumbre es tal que no sabés bien donde estás parado con el tema de cursar la enfermedad. Se entiende la angustia y miedo. Es angustiante. Lo que hay que hacer, es ponerte en el lugar del otro para ayudar pero a veces no podés hacer más de lo que estás haciendo. Ya hay cosas administrativas que no dependen de vos”, advirtió.

Aseguró que la primera parte de la pandemia fue tremenda. “Habían muchos contactos estrechos en el mismo hospital, gente de Salud aislaba y el entendible temor de sus familiares. Yo no tuve miedo a la muerte, a enfermarme , pero sí miedo a no dar abasto y a no generar respuestas en las cosas que iban pasando cotidianamente. Lo tranquilizador era saber si había insumos”, remarcó.

También se refirió al momento tan esperado en el mundo: la vacunación. “Era en ese momento la vacunación, a largo plazo. Había que empezar a vacunarnos no era que se iba a solucionar todo. Pero sí lo que está pasando ahora, que se sigue vacunando pero ya no hay casos graves. Teníamos ocupado todo el hospital, hasta camas de guardias, de centros intermedios, el sector privado, no había camas para a dar respuestas, la vacuna iba a solucionar eso en los pacientes”, aseveró.

Hizo especial hincapié la médica en la actitud de las primeras personas vacunadas, la emoción que significó tener la dosis contra Covid-19 en su brazo. Fotos con el cartón de vacunación con esa única satisfacción que significa sentirse protegidos.

¿Por ser mujer le ha costado un poco más liderar el trabajo y que se responda a sus indicaciones?. “En algunas sectores se notaba mucho más porque hay mucha presencia de compañeros hombres pero te diría que no fue un problema, trabajé como siempre. Conozco lo que hacen. Gracias al respaldo de mis compañeros pudimos salir. Algunas cosas eran mejor,, otras peor pero todo era charlado en equipo. Todo estaba blanqueado. Me vi re acompañada, no me pesó ser mujer para estar en Dirección, con los pacientes menos. Uno se tiene que meter en el mundo del paciente, son cosas simples que no necesitan medicación. En medio de Covid agarraba mi auto en donde tenía todo para atender un paciente con la enfermedad o para diagnosticar. Me vestía en la puerta antes de ingresar. Lo hice miles de veces. Al principio me daba vergüenza vestirme fuera, te sacás la chaquetilla para ponerme todo el equipo. Después ya entré sin miedo, me ha pasado más de una vez. Hicimos lo mejor y tengo relación con pacientes que incluso perdieron a sus seres queridos y la peleamos juntos”, manifestó.

“La verdad –dijo Mariela- es que tenía pensado renunciar luego de la primera ola pero luego vino la segunda. Tuve un equipo que me acompañó en Dirección desde Melina. Matías, Mara, todas las personas de enfermería y mis secretarias. Para mi el límite, es el cansancio”, subrayó.

La exdirectora del Hospital aseguró que lo único que dejó de hacer por la pandemia, fue el consultorio privado. “Jamás falté al hospital en un año y medio. Si no estaba acá estaba entrando en una casa. Ahora igual estoy muy en órbita, estoy a cargo del Detectar y ya retomé el consultorio privado”, remarcó.

Mariela contó parte de su vida cotidiana. “Vivo con mi hijo, compartimos mucho más cosas ahora que no tengo la responsabilidad de la Dirección. En eso hay que pensar también, en el sacrificio que hacen los otros por uno. No te das cuenta pero yo en un año y medio no almorcé nunca en casa, sí cenábamos pero luego me di cuenta que no almorcé nunca y mi hijo lo entendió. El tiempo no se recupera. Quiero ahora, agradecer a mi familia y a mi hijo. Y los amigos de él porque tuvo también la contención en el encierro por la pandemia”.

Sobre su experiencia personal indicó que “me contagié seguramente atendiendo a alguien o habré estado demasiado tiempo con algún paciente y no corresponde. Pero lo volvería a hacer. Cuando yo renuncio en el ministerio me agradecieron el trabajo y me ofrecieron ir donde quisiera, me dejaron abiertas las puertas”

Sobre el fin de la entrevista no pudo evitar emocionarse. Lo vivido en el último tiempo marcó tanto a Mariela como a todos sus colegas trabajadores de salud. “Tengo que agradecer que mis compañeros siguen siendo los mismos de siempre, es un mimo. El reconocimiento y los valores son importantes. Leí una frase que decía: sos tan pobre que lo único que tenés es plata. Me quedó eso. Lo importante es el reconocimiento y las expresiones de afecto. Eso es lo importe y ahí es donde sos rico”.


NOTICIAS RELACIONADAS