La clave del día / Día de furia

02 NOV 2021 - 21:17 | Actualizado

Este espacio lo advirtió varias veces y había que ser muy mal adivino para no anticiparlo: un vecino del Valle se hartó de un corte de ruta y lo atravesó. Lastimó a dos personas, incluido un policía. Lo persiguieron y lo detuvieron en un camino rural, cerca de Gaiman. Fue su día de furia.

Seguramente el hombre recibirá un castigo penal que merece pero si la opinión pública pudiera mensurarse, lo cierto es que buena parte de la población entendería su enojo. No se trata de practicar una apología del delito: nadie en un vehículo puede ignorar las órdenes de las fuerzas de seguridad ante una manifestación, por molestias que le provoque.

Pero también hay que ser sensible a los escenarios. Esta forma de protesta de parte de un grupo minúsculo se repite complicando la vida diaria de todos y sin que consigan su objetivo.

No alcanza con que dejen pasar el tráfico cada media hora. Impedir la libre circulación es un delito pero parece que ningún funcionario federal ni provincial lo ve ni está dispuesto a despejar las rutas. Ni siquiera se trata de manifestaciones multitudinarias, de las que hace falta muñeca hábil para controlar ya que no se puede ser tajante con los libros de legislación penal.

Alguien debe ponerle el cascabel al gato. De lo contrario este episodio se repetirá y será más grave. Si las fuerzas de seguridad y sus conducciones políticas dejan que estos piquetes se conviertan en un deporte, que se preparen para consecuencias tan previsibles como inevitables.

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02 NOV 2021 - 21:17

Este espacio lo advirtió varias veces y había que ser muy mal adivino para no anticiparlo: un vecino del Valle se hartó de un corte de ruta y lo atravesó. Lastimó a dos personas, incluido un policía. Lo persiguieron y lo detuvieron en un camino rural, cerca de Gaiman. Fue su día de furia.

Seguramente el hombre recibirá un castigo penal que merece pero si la opinión pública pudiera mensurarse, lo cierto es que buena parte de la población entendería su enojo. No se trata de practicar una apología del delito: nadie en un vehículo puede ignorar las órdenes de las fuerzas de seguridad ante una manifestación, por molestias que le provoque.

Pero también hay que ser sensible a los escenarios. Esta forma de protesta de parte de un grupo minúsculo se repite complicando la vida diaria de todos y sin que consigan su objetivo.

No alcanza con que dejen pasar el tráfico cada media hora. Impedir la libre circulación es un delito pero parece que ningún funcionario federal ni provincial lo ve ni está dispuesto a despejar las rutas. Ni siquiera se trata de manifestaciones multitudinarias, de las que hace falta muñeca hábil para controlar ya que no se puede ser tajante con los libros de legislación penal.

Alguien debe ponerle el cascabel al gato. De lo contrario este episodio se repetirá y será más grave. Si las fuerzas de seguridad y sus conducciones políticas dejan que estos piquetes se conviertan en un deporte, que se preparen para consecuencias tan previsibles como inevitables.


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