Rodolfo Venzano, el “Doctor Naturaleza”

13 NOV 2021 - 20:06 | Actualizado

Aquella fría madrugada del invierno de 1982 -con diez grados bajo cero-, Rodolfo Venzano estaba solo en su casa del centro de El Bolsón cuando lo sorprendió un infarto. Sus largos años como médico le indicaron que debía llegar rápido hasta el hospital para recibir asistencia. No le fue posible ya que cayó desmayado en la vereda y así permaneció varias horas hasta que lo encontraron. Salió del colapso pero no del edema pulmonar que contrajo a causa del frío y que le produjo la muerte a los 77 años.

Según recuerdan los lugareños, “no había poblador de la región que no lo conociera, ya sea por sus cuarenta años como médico samaritano, siempre al servicio de quien lo requiriera o por su fecunda labor como naturalista, cartógrafo, explorador y entusiasta gestor de cuanto emprendimiento social lo convocara”.

Muchos son los hechos y anécdotas que lo pintan de cuerpo entero. A finales de los ‘30 no existían farmacias en el pequeño pueblo de montaña, entonces Venzano se puso en campaña y construyó una casita para el primer farmacéutico, a quien convenció de venir a radicarse.

Otra vez, por los ‘60, en el intento de escalar el cerro Tres Picos, dos andinistas cayeron en una profunda grieta y perecieron. Un tercero, el conocido fotógrafo internacional Nilo Silvestrone, quedó colgando, casi moribundo. Avisado Venzano, cruzó el lago Puelo, atravesó el valle de El Turbio, trepó el cerro Plataforma y se aproximó al lugar del accidente. Allí descubrió que había olvidado los grampones indispensables para sortear la pared de hielo. Sin perder tiempo, se ató hilo sisal a las medias de lana y llegó hasta el herido, a quien salvó la vida luego de usar el ácido fórmico que emanan las hormigas.

Sus largos periplos los matizaba apenas con los infaltables chocolates que siempre cargaba en su mochila, además del teodolito y los altímetros. Precisamente, la cartografía regional que confeccionó mereció reconocimiento del Instituto Geográfico Militar. “Hacía triangulaciones, sabía a ciencia cierta la distancia entre las cumbres, bautizó a muchos de los picos cordilleranos y lo hizo todo con inquebrantable vocación docente”, precisó su hija Alicia Venzano. Su nombre quedó para siempre en el hospital de El Bolsón (aunque no hay un cartel que lo recuerde), y un cerro al oeste del río Azul, como homenaje de una región que fue descubriendo en sus escaladas desde la década de 1930, con una pasión irresistible por la naturaleza, al tiempo que se convertía en el primer impulsor del turismo y fundaba el Club Andino Piltriquitrón. Tras su fallecimiento, Silvestrone quien coordinó el deseo póstumo del médico del pueblo: sus huesos descansan para siempre en el faldeo del cerro Piltriquitrón.

“Sus conocimientos en cartografía eran los de un profesional y era consultado por gente especializada. El plano de la Comarca Andina que se mantiene hasta hoy como referencia es una muestra y el relevamiento lo hizo a pie, llevando en su mochila un teodolito y un altímetro que compró en un remate del Banco Hipotecario. Hacía sus mediciones desde la altura de los cerros”, agregó su hija en referencia al trabajo que en la década de 1950 llamó la atención del IGM por su exactitud, además de registrar ocupaciones de familias colonas en cada valle cordillerano. Poco después de su fallecimiento, la National Geographic Society de Washington le otorgó un reconocimiento. “Fue tal su capacidad visionaria, que logró generar la primera y más temprana imagen tridimensional en color de la región andina, situándose sobre un satélite imaginario a 400 km sobre de Esquel, mirando hacia el norte, con claridad de detalles, que logró imprimir en el extranjero”, recordó el periodista en investigación histórica Hugo Alsina (recientemente fallecido).

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13 NOV 2021 - 20:06

Aquella fría madrugada del invierno de 1982 -con diez grados bajo cero-, Rodolfo Venzano estaba solo en su casa del centro de El Bolsón cuando lo sorprendió un infarto. Sus largos años como médico le indicaron que debía llegar rápido hasta el hospital para recibir asistencia. No le fue posible ya que cayó desmayado en la vereda y así permaneció varias horas hasta que lo encontraron. Salió del colapso pero no del edema pulmonar que contrajo a causa del frío y que le produjo la muerte a los 77 años.

Según recuerdan los lugareños, “no había poblador de la región que no lo conociera, ya sea por sus cuarenta años como médico samaritano, siempre al servicio de quien lo requiriera o por su fecunda labor como naturalista, cartógrafo, explorador y entusiasta gestor de cuanto emprendimiento social lo convocara”.

Muchos son los hechos y anécdotas que lo pintan de cuerpo entero. A finales de los ‘30 no existían farmacias en el pequeño pueblo de montaña, entonces Venzano se puso en campaña y construyó una casita para el primer farmacéutico, a quien convenció de venir a radicarse.

Otra vez, por los ‘60, en el intento de escalar el cerro Tres Picos, dos andinistas cayeron en una profunda grieta y perecieron. Un tercero, el conocido fotógrafo internacional Nilo Silvestrone, quedó colgando, casi moribundo. Avisado Venzano, cruzó el lago Puelo, atravesó el valle de El Turbio, trepó el cerro Plataforma y se aproximó al lugar del accidente. Allí descubrió que había olvidado los grampones indispensables para sortear la pared de hielo. Sin perder tiempo, se ató hilo sisal a las medias de lana y llegó hasta el herido, a quien salvó la vida luego de usar el ácido fórmico que emanan las hormigas.

Sus largos periplos los matizaba apenas con los infaltables chocolates que siempre cargaba en su mochila, además del teodolito y los altímetros. Precisamente, la cartografía regional que confeccionó mereció reconocimiento del Instituto Geográfico Militar. “Hacía triangulaciones, sabía a ciencia cierta la distancia entre las cumbres, bautizó a muchos de los picos cordilleranos y lo hizo todo con inquebrantable vocación docente”, precisó su hija Alicia Venzano. Su nombre quedó para siempre en el hospital de El Bolsón (aunque no hay un cartel que lo recuerde), y un cerro al oeste del río Azul, como homenaje de una región que fue descubriendo en sus escaladas desde la década de 1930, con una pasión irresistible por la naturaleza, al tiempo que se convertía en el primer impulsor del turismo y fundaba el Club Andino Piltriquitrón. Tras su fallecimiento, Silvestrone quien coordinó el deseo póstumo del médico del pueblo: sus huesos descansan para siempre en el faldeo del cerro Piltriquitrón.

“Sus conocimientos en cartografía eran los de un profesional y era consultado por gente especializada. El plano de la Comarca Andina que se mantiene hasta hoy como referencia es una muestra y el relevamiento lo hizo a pie, llevando en su mochila un teodolito y un altímetro que compró en un remate del Banco Hipotecario. Hacía sus mediciones desde la altura de los cerros”, agregó su hija en referencia al trabajo que en la década de 1950 llamó la atención del IGM por su exactitud, además de registrar ocupaciones de familias colonas en cada valle cordillerano. Poco después de su fallecimiento, la National Geographic Society de Washington le otorgó un reconocimiento. “Fue tal su capacidad visionaria, que logró generar la primera y más temprana imagen tridimensional en color de la región andina, situándose sobre un satélite imaginario a 400 km sobre de Esquel, mirando hacia el norte, con claridad de detalles, que logró imprimir en el extranjero”, recordó el periodista en investigación histórica Hugo Alsina (recientemente fallecido).


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