Editorial / El día después de mañana

Leé La Columna del Domingo, el tradicional análisis de la edición impresa de Jornada.

13 NOV 2021 - 20:32 | Actualizado

Lo que ocurra hoy en las urnas, los festejos de esta noche en las calles y las entrevistas de mañana a los ganadores será la parte inevitable de todo proceso electoral. El resultado de las elecciones legislativas, con los matices que pueda tener, parece estar sellado y no da la sensación de que pueda haber margen para sorpresas.

Lo más importante comenzará el martes, cuando el ciudadano de Chubut se termine de dar cuenta que el resultado de las elecciones de medio término traerá muchas consecuencias políticas pero no aportará casi ninguna respuesta inmediata a sus demandas cotidianas: que haya más empleo; que los salarios le ganen a la inflación; que se sumen y se potencien más actividades productivas, además del petróleo, el aluminio y la pesca; que alguien se ocupe de una buena vez de la crisis energética de los pueblos del interior; o que se mejore sustancialmente la calidad de las instituciones públicas impulsando candidatos para cargos electivos o con aprobación parlamentaria que estén a la altura de las circunstancias, como las 27 bancas de la Legislatura, los cargos vacantes para ministros del Superior Tribunal de Justicia o los siempre desconocidos integrantes del Consejo de la Magistratura, entre muchos otros.

Tal vez, estas elecciones de legisladores nacionales terminen siendo las más anodinas en muchos años. Esa insustancialidad que se notó (y mucho) en las PASO y se pronunció en las generales, debería ser una de las primeras cosas que los partidos políticos o las alianzas que se conforman cada dos años cambien de una buena vez.

El orden que la ley de las PASO se propuso darles a las viejas y amañadas internas partidarias, terminó convirtiendo a las primarias abiertas en una encuesta en tiempo real en donde pocos se animan a competir.

Debate cero

El debate político se esfumó hace rato en Chubut. Los candidatos no discuten públicamente los temas que le importan a la gente y apenas si les da para chicanearse un poco y tirarse la basura que recogen debajo de sus propias alfombras.

La apatía popular, con porcentajes de asistencia a las urnas en baja (en las PASO de septiembre fue a votar sólo el 66,7% del electorado, contra una media histórica del 75%), no dejará de ser una constante hasta que la dirigencia política pueda entender que primero hay que refundar a la Provincia.

Pero no desde lo discursivo, con eslóganes de campaña. Sino con hechos, desde los cimientos. Las reconstrucciones comienzan desde abajo, sacando los escombros que no hacen más que molestar el paso y dando lugar a lo nuevo.

Chubut necesita levantar columnas firmes para estructurar un plan a por lo menos diez años que exceda largamente los mandatos de sus gobernantes y cruce al medio, al menos, a los partidos y coaliciones más representativas. Ni Pacto de la Moncloa ni reformas de la Constitución: consensos básicos para que nadie saque los pies del plato en aspectos centrales.

Ese plan, además de una rediscusión de la matriz productiva, debe incluir la definición de –por lo menos- las diez obras de infraestructura básica sobre las que se sustentará el crecimiento, gobierne quien gobierne. Sin lugar a dudas, deberán estar centradas en desarrollar el potencial energético de la Provincia.

“Es la energía, estúpido” podría ser “leitmotiv” que marque el camino para la reconstrucción de Chubut. Los que pretendan gobernar la Provincia en los próximos años deberán entender el sentido de aquella frase que el estratega de campaña James Carville le escribió en 1992 en un pizarrón al entonces candidato a presidente de EE.UU., Bill Clinton –en verdad, le dijo “es la economía, estúpido”-, indicándole de qué había que hablarle a la gente para poder ganarle al imbatible George Bush padre. Para los que no lo recuerdan, más allá de las andanzas extramatrimoniales en el Salón Oval, Clinton fue dos veces presidente de EE.UU..

Los gestos de “Wado”

Sin dudas, la visita del ministro del Interior “Wado” De Pedro a Chubut fue el hecho político más destacado en la semana previa a las elecciones. Con ánimo de apoyar a la boleta del Frente de Todos, el Gobierno nacional bajó artillería pesada. Mandó a “Wado” y al ministro de Economía, Martín Guzmán, a una cena con empresarios en Comodoro Rivadavia. Y el propio De Pedro decidió extender a Trelew su gira de campaña.

Pero el ministro político del presidente Alberto Fernández también visitó Chubut pensando un poco más allá de las elecciones de hoy. A la coalición de gobierno le interesa saber cómo llegará armada para las elecciones presidenciales de 2023 y para ello no hay que dejar detalles librados al azar.

La larga crisis del Partido Justicialista local que viene desembocando en una derrota tras otra, merece una atención especial, dan a entender De Pedro y otros altos funcionarios que siguen de cerca el día a día de Chubut.

Por ejemplo, la larga y amena reunión que “Wado” eligió tener con el líder de Luz y Fuerza, Héctor González, no pasó inadvertida para nadie. En el Gobierno nacional parecen entender que la reconstrucción del peronismo en Chubut no puede hacerse sin la participación de las organizaciones gremiales. O de dirigentes que hace tiempo advierten en voz alta y firme que no se pueden esperar resultados distintos cometiendo siempre los mismos errores.

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Las más leídas

13 NOV 2021 - 20:32

Lo que ocurra hoy en las urnas, los festejos de esta noche en las calles y las entrevistas de mañana a los ganadores será la parte inevitable de todo proceso electoral. El resultado de las elecciones legislativas, con los matices que pueda tener, parece estar sellado y no da la sensación de que pueda haber margen para sorpresas.

Lo más importante comenzará el martes, cuando el ciudadano de Chubut se termine de dar cuenta que el resultado de las elecciones de medio término traerá muchas consecuencias políticas pero no aportará casi ninguna respuesta inmediata a sus demandas cotidianas: que haya más empleo; que los salarios le ganen a la inflación; que se sumen y se potencien más actividades productivas, además del petróleo, el aluminio y la pesca; que alguien se ocupe de una buena vez de la crisis energética de los pueblos del interior; o que se mejore sustancialmente la calidad de las instituciones públicas impulsando candidatos para cargos electivos o con aprobación parlamentaria que estén a la altura de las circunstancias, como las 27 bancas de la Legislatura, los cargos vacantes para ministros del Superior Tribunal de Justicia o los siempre desconocidos integrantes del Consejo de la Magistratura, entre muchos otros.

Tal vez, estas elecciones de legisladores nacionales terminen siendo las más anodinas en muchos años. Esa insustancialidad que se notó (y mucho) en las PASO y se pronunció en las generales, debería ser una de las primeras cosas que los partidos políticos o las alianzas que se conforman cada dos años cambien de una buena vez.

El orden que la ley de las PASO se propuso darles a las viejas y amañadas internas partidarias, terminó convirtiendo a las primarias abiertas en una encuesta en tiempo real en donde pocos se animan a competir.

Debate cero

El debate político se esfumó hace rato en Chubut. Los candidatos no discuten públicamente los temas que le importan a la gente y apenas si les da para chicanearse un poco y tirarse la basura que recogen debajo de sus propias alfombras.

La apatía popular, con porcentajes de asistencia a las urnas en baja (en las PASO de septiembre fue a votar sólo el 66,7% del electorado, contra una media histórica del 75%), no dejará de ser una constante hasta que la dirigencia política pueda entender que primero hay que refundar a la Provincia.

Pero no desde lo discursivo, con eslóganes de campaña. Sino con hechos, desde los cimientos. Las reconstrucciones comienzan desde abajo, sacando los escombros que no hacen más que molestar el paso y dando lugar a lo nuevo.

Chubut necesita levantar columnas firmes para estructurar un plan a por lo menos diez años que exceda largamente los mandatos de sus gobernantes y cruce al medio, al menos, a los partidos y coaliciones más representativas. Ni Pacto de la Moncloa ni reformas de la Constitución: consensos básicos para que nadie saque los pies del plato en aspectos centrales.

Ese plan, además de una rediscusión de la matriz productiva, debe incluir la definición de –por lo menos- las diez obras de infraestructura básica sobre las que se sustentará el crecimiento, gobierne quien gobierne. Sin lugar a dudas, deberán estar centradas en desarrollar el potencial energético de la Provincia.

“Es la energía, estúpido” podría ser “leitmotiv” que marque el camino para la reconstrucción de Chubut. Los que pretendan gobernar la Provincia en los próximos años deberán entender el sentido de aquella frase que el estratega de campaña James Carville le escribió en 1992 en un pizarrón al entonces candidato a presidente de EE.UU., Bill Clinton –en verdad, le dijo “es la economía, estúpido”-, indicándole de qué había que hablarle a la gente para poder ganarle al imbatible George Bush padre. Para los que no lo recuerdan, más allá de las andanzas extramatrimoniales en el Salón Oval, Clinton fue dos veces presidente de EE.UU..

Los gestos de “Wado”

Sin dudas, la visita del ministro del Interior “Wado” De Pedro a Chubut fue el hecho político más destacado en la semana previa a las elecciones. Con ánimo de apoyar a la boleta del Frente de Todos, el Gobierno nacional bajó artillería pesada. Mandó a “Wado” y al ministro de Economía, Martín Guzmán, a una cena con empresarios en Comodoro Rivadavia. Y el propio De Pedro decidió extender a Trelew su gira de campaña.

Pero el ministro político del presidente Alberto Fernández también visitó Chubut pensando un poco más allá de las elecciones de hoy. A la coalición de gobierno le interesa saber cómo llegará armada para las elecciones presidenciales de 2023 y para ello no hay que dejar detalles librados al azar.

La larga crisis del Partido Justicialista local que viene desembocando en una derrota tras otra, merece una atención especial, dan a entender De Pedro y otros altos funcionarios que siguen de cerca el día a día de Chubut.

Por ejemplo, la larga y amena reunión que “Wado” eligió tener con el líder de Luz y Fuerza, Héctor González, no pasó inadvertida para nadie. En el Gobierno nacional parecen entender que la reconstrucción del peronismo en Chubut no puede hacerse sin la participación de las organizaciones gremiales. O de dirigentes que hace tiempo advierten en voz alta y firme que no se pueden esperar resultados distintos cometiendo siempre los mismos errores.


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