“Locos de las rutas”: más de 2 mil kilómetros en bicicleta

19 NOV 2021 - 20:27 | Actualizado

Los “Locos de las rutas”, una pareja integrada por Nora Bonansea y Daniel Álvarez, oriundos de una colonia piamontesa de Gálvez, en Santa Fe, llegaron a El Bolsón luego de pedalear más de dos mil kilómetros por las rutas argentinas y arrastrando los carros donde guardan los elementos indispensables para sobrevivir en la travesía, incluida alguna nevada de primavera que los sorprendió llegando a la cordillera.

Están acostumbrados a periplos semejantes: en 2018 hicieron 18 mil kilómetros en una moto Zanella 50 y remolcando un tráiler adaptado como pochoclera “para ir solventando los gastos”. En aquella oportunidad, la premisa era visitar a su hijo instalado en Playa del Carmen (México). No obstante, “los pochoclos no se vendían y tuvimos que volver de Ecuador porque no había recursos para cruzar el Canal de Panamá”.

Apenas arribados a la Comarca Andina, fueron alojados por Nora Bonansea, una tocaya que los contactó a través del Facebook. Es una emprendedora local e inauguró un hostel en el acceso sur a El Bolsón. Congeniaron, indagaron sus ramas genealógicas para averiguar “si somos parientes” y no tardó en aparecer la pasión de ambas por la cocina: la santafesina es experta en hacer ravioles, mientras que la sureña acompañó con una salsa de morillas.

Comparando las experiencias entre la moto y la bicicleta, la mujer señaló su preferencia por la última. “Es otro el disfrute, es el paso a paso todos los días observando la naturaleza y la posibilidad de ir conociendo gente que nos acaricia el alma a cada instante”.

“Las vivencias sobre las rutas son múltiples. Viajamos con mucha señalización porque también hay conductores desaprensivos, aunque la mayoría son respetuosos y nos saludan con un bocinazo. Por acá cerca, pararon cinco autos en la banquina para aplaudirnos, fue realmente emocionante. La locura también se premia”, detalló.

“Durante 2019 –agregó- hicimos Córdoba y San Luis, atravesando las sierras. Ahora queríamos llegar hasta El Bolsón, pero parece que vamos a seguir hasta Cholila porque Nora Bonansea -de acá- me dijo que allí se come la mejor carne del mundo”, se ríe.

A los 57 años, el matrimonio aventurero confiesa que “todo comenzó bastante tiempo atrás con un viaje a las Cataratas del Iguazú. Entonces nos preguntamos ¿y por qué no hasta México?, aunque el carro construido por mi marido pesaba 350 kilos, incluyendo la carpa cosida por estas manos. En definitiva, me quedé sin lugar en la Zanella Patagonia, y me tuve que comprar una Honda 125”.

Daniel recordó la complejidad de atravesar el paso San Francisco para cruzar a Chile (a casi 5 mil metros sobre el nivel del mar), donde “a la motito no le dio la fuerza para llegar al límite y me tuvo que enganchar un camionero. En otros lugares, a 6 mil metros de altura, tenía que ir en primera y a medio acelerador hasta 10/12 kilómetros. Algo similar fue a la vuelta por el paso Jama. Con todo, fue una experiencia inolvidable: lo mío es arreglar lavarropas automáticos, pero igual me las ingenié vendiendo pochoclo”, bromea.

Desde aquella excursión por Argentina, Chile, Perú y Ecuador, “después no paramos más, solo que nos subimos a la bicicletas. Ya es una decisión de vida donde invertimos todos nuestros ahorros”, concluyó.#

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19 NOV 2021 - 20:27

Los “Locos de las rutas”, una pareja integrada por Nora Bonansea y Daniel Álvarez, oriundos de una colonia piamontesa de Gálvez, en Santa Fe, llegaron a El Bolsón luego de pedalear más de dos mil kilómetros por las rutas argentinas y arrastrando los carros donde guardan los elementos indispensables para sobrevivir en la travesía, incluida alguna nevada de primavera que los sorprendió llegando a la cordillera.

Están acostumbrados a periplos semejantes: en 2018 hicieron 18 mil kilómetros en una moto Zanella 50 y remolcando un tráiler adaptado como pochoclera “para ir solventando los gastos”. En aquella oportunidad, la premisa era visitar a su hijo instalado en Playa del Carmen (México). No obstante, “los pochoclos no se vendían y tuvimos que volver de Ecuador porque no había recursos para cruzar el Canal de Panamá”.

Apenas arribados a la Comarca Andina, fueron alojados por Nora Bonansea, una tocaya que los contactó a través del Facebook. Es una emprendedora local e inauguró un hostel en el acceso sur a El Bolsón. Congeniaron, indagaron sus ramas genealógicas para averiguar “si somos parientes” y no tardó en aparecer la pasión de ambas por la cocina: la santafesina es experta en hacer ravioles, mientras que la sureña acompañó con una salsa de morillas.

Comparando las experiencias entre la moto y la bicicleta, la mujer señaló su preferencia por la última. “Es otro el disfrute, es el paso a paso todos los días observando la naturaleza y la posibilidad de ir conociendo gente que nos acaricia el alma a cada instante”.

“Las vivencias sobre las rutas son múltiples. Viajamos con mucha señalización porque también hay conductores desaprensivos, aunque la mayoría son respetuosos y nos saludan con un bocinazo. Por acá cerca, pararon cinco autos en la banquina para aplaudirnos, fue realmente emocionante. La locura también se premia”, detalló.

“Durante 2019 –agregó- hicimos Córdoba y San Luis, atravesando las sierras. Ahora queríamos llegar hasta El Bolsón, pero parece que vamos a seguir hasta Cholila porque Nora Bonansea -de acá- me dijo que allí se come la mejor carne del mundo”, se ríe.

A los 57 años, el matrimonio aventurero confiesa que “todo comenzó bastante tiempo atrás con un viaje a las Cataratas del Iguazú. Entonces nos preguntamos ¿y por qué no hasta México?, aunque el carro construido por mi marido pesaba 350 kilos, incluyendo la carpa cosida por estas manos. En definitiva, me quedé sin lugar en la Zanella Patagonia, y me tuve que comprar una Honda 125”.

Daniel recordó la complejidad de atravesar el paso San Francisco para cruzar a Chile (a casi 5 mil metros sobre el nivel del mar), donde “a la motito no le dio la fuerza para llegar al límite y me tuvo que enganchar un camionero. En otros lugares, a 6 mil metros de altura, tenía que ir en primera y a medio acelerador hasta 10/12 kilómetros. Algo similar fue a la vuelta por el paso Jama. Con todo, fue una experiencia inolvidable: lo mío es arreglar lavarropas automáticos, pero igual me las ingenié vendiendo pochoclo”, bromea.

Desde aquella excursión por Argentina, Chile, Perú y Ecuador, “después no paramos más, solo que nos subimos a la bicicletas. Ya es una decisión de vida donde invertimos todos nuestros ahorros”, concluyó.#


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