Mano a mano con Andrés Gough, descendiente de Lewis Jones: “Admiro la gesta de los colonos”

Chozno de uno de los fundadores de la Colonia galesa en la Patagonia.

18 DIC 2021 - 20:37 | Actualizado

Por Martín Tacón

Andrés Gough es el último eslabón en el linaje de una familia que tuvo un rol preponderante en la colonización galesa en la Patagonia. Es el hijo del tataranieto de Lewis Jones, uno de los fundadores de la Colonia y a quien Trelew debe nombre.

Corría el año 1865 cuando sus ancestros se embarcaron en un viaje histórico, surcaron el océano persiguiendo un ideal y poblaron la tierra que conocemos. Hoy, más de un siglo y medio después, Andrés Gough, descendiente directo de uno de los hombres que hizo posible la Gesta, lleva una vida normal pero nada alejada a la de aquellos pioneros. Vive en Buenos Aires y cada 20 días viaja a Bariloche, donde gestiona la casa de té galés de su familia.

El árbol genealógico es largo pero fácil de seguir. Lewis Jones tuvo dos hijas: Myfanwy y Eluned. Myfanwy se casó con el ingeniero, agrimensor y explorador Llwyd Ap Iwan. Llwyd es hijo de otro Jones, el pastor congregacionalista Michael Daniel, uno de los principales ideólogos de la Colonia y precursor del moderno nacionalismo galés. Myfanwy y Llwyd tuvieron 6 hijos; el segundo de ellos fue Alen Ap Iwan, quien se casó con Alun Lloyd. De este matrimonio nació la abuela Eurhona Lloyd, quien contrajo matrimonio con John Gough, un hombre dedicado al traslado de mercadería entre localidades de la Cordillera y el puerto de Madryn. Del matrimonio entre Eurhona y John nacieron Elfie y Alex Gough, tío y padre de Andrés Gough, quien tiene además dos hermanos mayores.

La familia Gough es propietaria de una prestigiosa casa de té galés en Bariloche. Se trata de la posada Equs, única en su tipo, que se transformó en un recinto de erudición histórica. “Nos gusta comunicar lo que los galeses hicieron en la Patagonia”, explica. “Desempeñaron un papel muy importante y quedan pocos registros sobre qué hicieron y para qué vinieron. A veces se ignora que la Patagonia pertenece a Argentina por un plebiscito firmado aquella época y, en parte, por las gestiones de Lewis Jones entre Argentina y Reino Unido”. El relato oral que profesan es un legado de la abuela Eurhona, quien desde su nacimiento en Gaiman mamó de la cultura galesa.

“Mi abuela no habló castellano sino hasta los 10 años”, cuenta Andrés. En su adolescencia, Eurhona viajó a Esquel y se instaló en una zona de campos británicos. Allí conoció a su esposo, John Gough, quien por aquellos años trasladaba tropas en carretas tiradas por mulas y movía mercadería (lana, trigo) entre Esquel y Madryn. En el mítico valle 16 de Octubre, Eurhona heredó las tierras donde tiempo después fundó la primera casa de té galés, herencia de su cultura. Se llamaba “Rhona”.

“Mi abuela llevó el espíritu del té galés a El Bolsón”, narra Andrés. “Los primeros colonos se juntaban los domingos en la iglesia para celebrar la misa y debatir las cuestiones de la Colonia, los canales de riego, el tren, la educación y la política. Se vestían para la ocasión, llevaban algo de té y debatían porque tenían un sistema político democrático. Con el tiempo la iglesia perdió protagonismo y la costumbre mutó a las casas de té. Se transformó en una reunión social. Habían pasado casi cien años y la cultura se diluía; mi abuela quería reflotarla. Cuando la Colonia se trasladó a Trevelin, las costumbres también se trasladaron”.

Herencia de sangre

Andrés Gough nació en Bariloche y tiene 35 años. Es Licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Tras la crisis del 2001, su familia vendió su propiedad y compró un caserón enorme y derruido, sin luz ni agua. En 2004, con 17 años, Andrés viajó para estudiar en Rosario. En 2007, comprometido con el bienestar de su familia, gestionó un crédito para poner en valor la propiedad. Se hizo cargo de la hostería y la casa de té. Allí, en las paredes, se puede ver un repaso histórico con placas que cuentan al detalle la Gesta Galesa.

“Lo tomo como una profesión”, dice Andrés. “Al negocio le va muy bien, estamos en el top 5 de las casas de té de Bariloche. Es un Hotel Verde certificado, comulgamos el equilibrio en desarrollo económico y ambiental. Mantenemos las tradiciones de los inmigrantes de aquella época. Ellos no necesitaban nada para vivir y nosotros damos un servicio de categoría 4 estrellas. Tenemos un principio de cultivar nuestros propios alimentos. Movemos los insumos, trabajamos desde el suelo y lo poco que compramos lo conseguimos cerca. Es nuestra filosofía”.

La posada Equs tiene un máximo de 30 cubiertos. Hay una explicación detrás de esto. “Decidimos no aumentar para no perder el vínculo cercano y personal con la gente. Nos tomamos el trabajo de contarle a cada huésped la historia de los galeses y sus roles”.

El nombre de Trelew es una referencia a Lewis Jones: Tref es pueblo en galés y Lew es apócope de Lewis. Por increíble que parezca, Andrés Gough, chozno de Lewis, solo visitó Trelew una vez. Fue en octubre de 2021. Lo hizo junto a su padre Alex. Juntos conocieron el museo “Pueblo de Luis”, donde suscitaron emoción entre los presentes. ¿Quién iba a imaginar que dos descendientes directos del fundador del pueblo iban a aparecer allí?

Andrés tuvo una infancia llena de historias y anécdotas. “Mi abuela contaba con pasión su vida. Ella lo vivió todo, pasó de recorrer una legua a caballo para ir a la iglesia los domingos, a tomarse un avión para ir de vacaciones a Miami en los últimos años de su vida. Como profesora de inglés se movió por todos los campos de la Patagonia. Ella decía que era galensa, mezcla de paisana y galesa”.

En su visita a Trelew fueron testigo de los cambios y el crecimiento de la civilización. Andrés, distanciado de esa realidad, distinguió en su padre la melancolía. “Toda comunidad pequeña es celosa de su forma de administrar. A medida que cambian las generaciones y se modernizan las cosas, aparecen resquemores que se miran de lejos. Ellos no fueron ajenos a lo que pasó. Entre la década del 70 y el 2000, el crecimiento exponencial de la Patagonia no les gustaba por una cuestión nostálgica. No pensaban en el progreso político o económico. Mi viejo decía: mira cómo creció, pensar que yo por acá andaba a caballo”.

Su principio es preservar la historia para comunicar a las generaciones que vienen. “Vivimos en un mundo globalizado donde las particularidades se pierden en lo masivo de los medios, los youtubers y la macropolítica. Está bueno preservar y conocer las tradiciones anteriores, rescatar las cosas buenas. Las generaciones pasadas no generaron un impacto menor, hicieron pequeñas cosas que generaron riquezas. Hay que mostrar que esa posibilidad existe y nos hace diferentes”.

Mitos y leyendas

Toda gesta que trasciende épocas adquiere tintes legendarios. Andrés sabe que muchas cosas se fueron exagerando con el tiempo. “Hay mitos que se han exagerado como los cuentos de los pescadores”, dice. “El mito más exagerado es el del primer contacto entre galeses y tehuelches. Cuenta la leyenda que ellos estaban en un valle, y sobre un morro aparecieron cinco caballos que estaban viendo quiénes era esos tipos. No eran argentinos, pero tampoco indígenas. No sabían con qué intenciones venían. Eran los tiempos de la Conquista del Desierto. Se acercaron y encontraron a los galeses. Los galeses notaron que había una mujer entre los tehuelches, y para mostrar que estaban en son paz, le ofrecieron a la mujer un bebé que acababa de dar a luz una de las galesas. Probablemente no haya sido así. Es el relato que transcurre de familia en familia para mostrar el vínculo entre los pueblos. Yo hice una investigación, y el primer contacto con los tehuelches fue más comercial que territorial”.

Lewis Jones no fue el único de sus ancestros que hizo cosas grandes. El ingeniero Llwyd Ap Iwan es recordado por una obra de ingeniería excelsa conocida como “el desvío del río Fénix”. Este es otro mito que Andrés se atrevió a desmentir. “Ap Iwan era ingeniero del Ferrocarril Central del Chubut, construyó la línea férrea que unía Trelew con Las Plumas y proyectó canales de riego. En su trayecto se cruzó con el río Fénix, y en una supuesta obra de ingeniería grande y exagerada, desvió el río para irrigar el Valle y para que el río desvíe hacia el Atlántico. En aquel tiempo Chile y Argentina se debatían la frontera y los ríos de acuerdo al océano al que desembocaban. Esa historia se magnificó; el río se desvió muy poco para irrigar Gaiman”.

Andrés admite que no tiene sentimiento alguno por los pueblos fundados por la Colonia. “Lo que admiro muchísimo es la gesta de esas personas”, dice con firmeza. “Tengo una identidad marcada por ellos. Que un grupo de gente tenga una idea al otro lado del mundo y a pesar de las vicisitudes logre realizarlas, me parece admirable. Hoy dudo que alguien haga algo así en este tiempo. Mi admiración pasa por el ideal y la moralidad de personas que tenían una visión”.

Cuando le preguntan por qué los galeses hicieron lo que hicieron, Andrés entiende que la interrogante refleja un interés genuino por conocer la historia y el contexto en el que se movían sus ancestros de aquella Argentina idílica. Todo tiempo pasado fue mejor, reza el dicho popular, pero en la actualidad muy pocos se interesan por el pasado. “Es positivo que a la gente le interese la historia”, dice Andrés. “En el boom del turismo, toman mayor valor las particularidades de los pueblos que la globalidad. Hay cuestiones intrínsecas a la historia, mucho más ricas que un simple cuento, y esas particularidades se viven desde el turismo”. Lo pequeño, los detalles que perduran, son lo que enaltecen y hacen grande nuestra historia.#

18 DIC 2021 - 20:37

Por Martín Tacón

Andrés Gough es el último eslabón en el linaje de una familia que tuvo un rol preponderante en la colonización galesa en la Patagonia. Es el hijo del tataranieto de Lewis Jones, uno de los fundadores de la Colonia y a quien Trelew debe nombre.

Corría el año 1865 cuando sus ancestros se embarcaron en un viaje histórico, surcaron el océano persiguiendo un ideal y poblaron la tierra que conocemos. Hoy, más de un siglo y medio después, Andrés Gough, descendiente directo de uno de los hombres que hizo posible la Gesta, lleva una vida normal pero nada alejada a la de aquellos pioneros. Vive en Buenos Aires y cada 20 días viaja a Bariloche, donde gestiona la casa de té galés de su familia.

El árbol genealógico es largo pero fácil de seguir. Lewis Jones tuvo dos hijas: Myfanwy y Eluned. Myfanwy se casó con el ingeniero, agrimensor y explorador Llwyd Ap Iwan. Llwyd es hijo de otro Jones, el pastor congregacionalista Michael Daniel, uno de los principales ideólogos de la Colonia y precursor del moderno nacionalismo galés. Myfanwy y Llwyd tuvieron 6 hijos; el segundo de ellos fue Alen Ap Iwan, quien se casó con Alun Lloyd. De este matrimonio nació la abuela Eurhona Lloyd, quien contrajo matrimonio con John Gough, un hombre dedicado al traslado de mercadería entre localidades de la Cordillera y el puerto de Madryn. Del matrimonio entre Eurhona y John nacieron Elfie y Alex Gough, tío y padre de Andrés Gough, quien tiene además dos hermanos mayores.

La familia Gough es propietaria de una prestigiosa casa de té galés en Bariloche. Se trata de la posada Equs, única en su tipo, que se transformó en un recinto de erudición histórica. “Nos gusta comunicar lo que los galeses hicieron en la Patagonia”, explica. “Desempeñaron un papel muy importante y quedan pocos registros sobre qué hicieron y para qué vinieron. A veces se ignora que la Patagonia pertenece a Argentina por un plebiscito firmado aquella época y, en parte, por las gestiones de Lewis Jones entre Argentina y Reino Unido”. El relato oral que profesan es un legado de la abuela Eurhona, quien desde su nacimiento en Gaiman mamó de la cultura galesa.

“Mi abuela no habló castellano sino hasta los 10 años”, cuenta Andrés. En su adolescencia, Eurhona viajó a Esquel y se instaló en una zona de campos británicos. Allí conoció a su esposo, John Gough, quien por aquellos años trasladaba tropas en carretas tiradas por mulas y movía mercadería (lana, trigo) entre Esquel y Madryn. En el mítico valle 16 de Octubre, Eurhona heredó las tierras donde tiempo después fundó la primera casa de té galés, herencia de su cultura. Se llamaba “Rhona”.

“Mi abuela llevó el espíritu del té galés a El Bolsón”, narra Andrés. “Los primeros colonos se juntaban los domingos en la iglesia para celebrar la misa y debatir las cuestiones de la Colonia, los canales de riego, el tren, la educación y la política. Se vestían para la ocasión, llevaban algo de té y debatían porque tenían un sistema político democrático. Con el tiempo la iglesia perdió protagonismo y la costumbre mutó a las casas de té. Se transformó en una reunión social. Habían pasado casi cien años y la cultura se diluía; mi abuela quería reflotarla. Cuando la Colonia se trasladó a Trevelin, las costumbres también se trasladaron”.

Herencia de sangre

Andrés Gough nació en Bariloche y tiene 35 años. Es Licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Tras la crisis del 2001, su familia vendió su propiedad y compró un caserón enorme y derruido, sin luz ni agua. En 2004, con 17 años, Andrés viajó para estudiar en Rosario. En 2007, comprometido con el bienestar de su familia, gestionó un crédito para poner en valor la propiedad. Se hizo cargo de la hostería y la casa de té. Allí, en las paredes, se puede ver un repaso histórico con placas que cuentan al detalle la Gesta Galesa.

“Lo tomo como una profesión”, dice Andrés. “Al negocio le va muy bien, estamos en el top 5 de las casas de té de Bariloche. Es un Hotel Verde certificado, comulgamos el equilibrio en desarrollo económico y ambiental. Mantenemos las tradiciones de los inmigrantes de aquella época. Ellos no necesitaban nada para vivir y nosotros damos un servicio de categoría 4 estrellas. Tenemos un principio de cultivar nuestros propios alimentos. Movemos los insumos, trabajamos desde el suelo y lo poco que compramos lo conseguimos cerca. Es nuestra filosofía”.

La posada Equs tiene un máximo de 30 cubiertos. Hay una explicación detrás de esto. “Decidimos no aumentar para no perder el vínculo cercano y personal con la gente. Nos tomamos el trabajo de contarle a cada huésped la historia de los galeses y sus roles”.

El nombre de Trelew es una referencia a Lewis Jones: Tref es pueblo en galés y Lew es apócope de Lewis. Por increíble que parezca, Andrés Gough, chozno de Lewis, solo visitó Trelew una vez. Fue en octubre de 2021. Lo hizo junto a su padre Alex. Juntos conocieron el museo “Pueblo de Luis”, donde suscitaron emoción entre los presentes. ¿Quién iba a imaginar que dos descendientes directos del fundador del pueblo iban a aparecer allí?

Andrés tuvo una infancia llena de historias y anécdotas. “Mi abuela contaba con pasión su vida. Ella lo vivió todo, pasó de recorrer una legua a caballo para ir a la iglesia los domingos, a tomarse un avión para ir de vacaciones a Miami en los últimos años de su vida. Como profesora de inglés se movió por todos los campos de la Patagonia. Ella decía que era galensa, mezcla de paisana y galesa”.

En su visita a Trelew fueron testigo de los cambios y el crecimiento de la civilización. Andrés, distanciado de esa realidad, distinguió en su padre la melancolía. “Toda comunidad pequeña es celosa de su forma de administrar. A medida que cambian las generaciones y se modernizan las cosas, aparecen resquemores que se miran de lejos. Ellos no fueron ajenos a lo que pasó. Entre la década del 70 y el 2000, el crecimiento exponencial de la Patagonia no les gustaba por una cuestión nostálgica. No pensaban en el progreso político o económico. Mi viejo decía: mira cómo creció, pensar que yo por acá andaba a caballo”.

Su principio es preservar la historia para comunicar a las generaciones que vienen. “Vivimos en un mundo globalizado donde las particularidades se pierden en lo masivo de los medios, los youtubers y la macropolítica. Está bueno preservar y conocer las tradiciones anteriores, rescatar las cosas buenas. Las generaciones pasadas no generaron un impacto menor, hicieron pequeñas cosas que generaron riquezas. Hay que mostrar que esa posibilidad existe y nos hace diferentes”.

Mitos y leyendas

Toda gesta que trasciende épocas adquiere tintes legendarios. Andrés sabe que muchas cosas se fueron exagerando con el tiempo. “Hay mitos que se han exagerado como los cuentos de los pescadores”, dice. “El mito más exagerado es el del primer contacto entre galeses y tehuelches. Cuenta la leyenda que ellos estaban en un valle, y sobre un morro aparecieron cinco caballos que estaban viendo quiénes era esos tipos. No eran argentinos, pero tampoco indígenas. No sabían con qué intenciones venían. Eran los tiempos de la Conquista del Desierto. Se acercaron y encontraron a los galeses. Los galeses notaron que había una mujer entre los tehuelches, y para mostrar que estaban en son paz, le ofrecieron a la mujer un bebé que acababa de dar a luz una de las galesas. Probablemente no haya sido así. Es el relato que transcurre de familia en familia para mostrar el vínculo entre los pueblos. Yo hice una investigación, y el primer contacto con los tehuelches fue más comercial que territorial”.

Lewis Jones no fue el único de sus ancestros que hizo cosas grandes. El ingeniero Llwyd Ap Iwan es recordado por una obra de ingeniería excelsa conocida como “el desvío del río Fénix”. Este es otro mito que Andrés se atrevió a desmentir. “Ap Iwan era ingeniero del Ferrocarril Central del Chubut, construyó la línea férrea que unía Trelew con Las Plumas y proyectó canales de riego. En su trayecto se cruzó con el río Fénix, y en una supuesta obra de ingeniería grande y exagerada, desvió el río para irrigar el Valle y para que el río desvíe hacia el Atlántico. En aquel tiempo Chile y Argentina se debatían la frontera y los ríos de acuerdo al océano al que desembocaban. Esa historia se magnificó; el río se desvió muy poco para irrigar Gaiman”.

Andrés admite que no tiene sentimiento alguno por los pueblos fundados por la Colonia. “Lo que admiro muchísimo es la gesta de esas personas”, dice con firmeza. “Tengo una identidad marcada por ellos. Que un grupo de gente tenga una idea al otro lado del mundo y a pesar de las vicisitudes logre realizarlas, me parece admirable. Hoy dudo que alguien haga algo así en este tiempo. Mi admiración pasa por el ideal y la moralidad de personas que tenían una visión”.

Cuando le preguntan por qué los galeses hicieron lo que hicieron, Andrés entiende que la interrogante refleja un interés genuino por conocer la historia y el contexto en el que se movían sus ancestros de aquella Argentina idílica. Todo tiempo pasado fue mejor, reza el dicho popular, pero en la actualidad muy pocos se interesan por el pasado. “Es positivo que a la gente le interese la historia”, dice Andrés. “En el boom del turismo, toman mayor valor las particularidades de los pueblos que la globalidad. Hay cuestiones intrínsecas a la historia, mucho más ricas que un simple cuento, y esas particularidades se viven desde el turismo”. Lo pequeño, los detalles que perduran, son lo que enaltecen y hacen grande nuestra historia.#


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