Un femicida que nunca lo fue, una manipuladora, un incendio misterioso y una víctima sin justicia

Maximiliano Caballero estuvo dos años preso por un fuego que nadie le pudo probar y por un episodio de violencia de género que tampoco se acreditó. La historia de su proceso penal incluye el consumo de ansiolíticos sin control, una coartada sin fisuras y una vecina fallecida en un acto heroico.

19 DIC 2021 - 21:39 | Actualizado

Por Rolando Tobarez / @rtobarez

Puede que nunca se sepa quién y cómo inició el incendio del departamento de Rawson donde murió Valeria Infulecki. Sólo se sabe que fue intencional y que empezó en la habitación matrimonial de un departamento. Allí vivía Sonia, la novia a escondidas de Maximiliano Caballero. Él fue acusado por el fuego pero los jueces Alejandro Defranco, Adrián Barrios y Ana Breckle lo absolvieron.

La hipótesis del fiscal Fernando Rivarola fue que la tarde del 21 de noviembre de 2019, Caballero fue al complejo del barrio Almirante Brown, Avenida 25 de Mayo. Se quedó a dormir con Sonia pese a que el día anterior la había golpeado.

A las 8 del día siguiente puso combustible en una olla en el dormitorio, cerca de la cabecera de la cama donde ella dormía. Lo prendió fuego y escapó. El departamento ardió y la mujer sufrió heridas por monóxido de carbono. El fuego invadió todo.

La víctima

En simultáneo, Infulecki había salido para llevar a una hija al colegio. Al regreso y al querer ingresar en auxilio de su otra hija menor cayó intoxicada por los gases y el calor. Murió en la Clínica San Miguel de Trelew el 3 de diciembre de 2019.

El fiscal retiró de su acusación la muerte de Infulecki. Es que había ingresado voluntariamente al edificio con el fuego ya expandido. Pero el investigador no aclaró si este dato lo supo recién en el juicio. Y es que si ya le constaba que Caballero no podía ser culpado por esa muerte, “no se entiende como pudo mantener su teoría en las etapas previas”, se preguntó el juez Barrios.

Llamó la atención la olla sobre los restos calcinados de un colchón, con restos de algo similar al aceite. Todas las pericias se redujeron a una hipótesis: el fuego había tardado tres minutos y había comenzado en ese recipiente.

No se exploraron otras posibilidades, como que la olla haya aparecido ahí empujada por el agua a presión de los bomberos. O a la inversa: era muy liviana, ¿cómo el agua no la corrió?

Fiscalía dio por cierto que Sonia dormía y que todo ocurrió en 3 minutos. Así hizo encajar el tiempo durante el cual Caballero estuvo afuera del departamento para presuntamente armar su coartada. La pesquisa no tomó en cuenta que la mujer pudo estar despierta o el fuego empezar en otro recipiente. Las conclusiones pudieron ser otras.

Sonia no aportó nada. No se mostró como una testigo sincera, como una víctima afectada. Se contradijo y hasta mintió. El tribunal advirtió que su testimonio tuvo notables imprecisiones e inconsistencias. Lo que nunca dijo es que Caballero haya prendido fuego.

Mostraba desconcierto sobre el incendio y descreía de la imputación a Caballero. “No podía creer que esta persona que había conocido quisiera hacerle daño. No entraba dentro de sus posibilidades”, dijo una especialista que la atendió.

Entrevistada en el Hospital la mujer admitió que pudo quedarse dormida con un cigarrillo en la mano. Pero estaba desubicada en el tiempo. Lo que decía del miércoles luego decía que pasó el viernes, o el jueves.

El médico Oscar Néstor Giovanelli dijo que cuando llegó al lugar del incendio vio a su inquilina lúcida y desde la camilla de Bomberos le susurró: “Fuego, fuego, en la habitación, olla, cama”. Pero en el fallo el tribunal se pregunta cómo el médico pudo escuchar la palabra “olla” si Sonia aún no conocía ese dato. Estaba medicada con fuertes píldoras psiquiátricas relajantes desde la noche anterior. Esto pudo alterar su percepción y justificaría sus imprecisiones. Y justamente por eso no hay certeza para reprochar a Caballero.

En el juicio oral el acusado declaró que la noche previa al siniestro fue al departamento de la mujer. Estaba el hijo de ella. Ella ya había tomado Clonazepan. Le pidió a Caballero que se quedara. Durmió a su lado.

El hijo se levantó 6.30 y salió. La puerta se la abrió el “novio”. La mujer se despertó a las 7 y le pidió a Caballero Clonazepán. Tomó una gragea y quería que le compre más. “Se puso pesada e insistió al punto de golpear la mesa de luz”.

Todo filmado

Caballero se levantó, se puso una remera blanca de Germinal que usaba cuando iba allí, tomó las llaves, la billetera y salió. Fue a una farmacia cerrada, fue a la de enfrente, también cerrada, regresó al comercio “Phonofax” y compró cigarrillos. Todo este recorrido lo muestran las cámaras de seguridad. Se lo ve como cualquier vecino, sin los nervios de un ataque asesino.

Jugaron a su favor todos los audios de WhatsApp. En uno le dice al hijo: “Yo tranqui, le estoy yendo a comprar Clonazepam que me pidió, qué se yo, está inquieta, culo inquieto”. Luego sigue: “Trato de que no, pero está más pesada que caldo de tuerca, quiere salir a toda costa a comprar ella, y estaba dopada todavía, ya me sacó cagando, se re calentó porque no le quiero ir a comprar los medicamentos”.

Caballero volvía al edificio cuando los vecinos le gritaron que se quemaba. No pudo ingresar y quedó afuera. Le envió otro audio al hijo de Sonia, quien confirmó todo el relato. Sonaba alterado, apurado y desesperado. La prueba sugiere que no estuvo en el departamento cuando el fuego empezó.

Raro

Ella afirmó que se despertó en la ventana de la cocina pidiendo auxilio. Los jueces recorrieron el todo el edificio. No les pareció posible que en tres minutos y con resabios del Clonazepan, la mujer hubiera podido ir de la habitación a la cocina en el otro extremo, sin atinar a abrir la puerta de ingreso por instinto de supervivencia. No hay más de 10 metros de un punto a otro. “Parece que prefirió ir a la ventana, hacerse visible para pedir auxilio, que usar la puerta y huir”.

¿Cuánto tiempo se expuso a humo y fuego antes de correr a la cocina y asomarse? Sonia aseguró que dormía y que corrió a la ventana. Pero necesariamente debió quemarse su ropa o su cuerpo.

Los testigos afuera notaron a Caballero preocupado, muy nervioso, con bermudas y ojotas.

Llegó la ambulancia y se sacó la remera para tapar a Sonia, en bombacha. Nunca intentó escapar y sí ayudar.

La sentencia advierte que el primero que sindicó a Caballero de violencia de género fue el médico Giovanelli: les dijo a testigos que la maltrataba. Por eso detuvieron al joven apenas 25 minutos después de iniciado el incendio, ante la sorpresa de los testigos que lo veían ayudando.

El fallo considera que el médico fue el punto de partida para imputarlo como femicida. “Visiblemente fue quien comenzó dicha versión de los hechos, distorsionando la información que había leído en el libro de actas médicas”.

Sonia no era su amiga íntima ni tenía tanta confianza para estos episodios con el médico.

“Giovanelli utilizó información reservada de un hospital público, en la que ni siquiera lo tuvo como protagonista porque no la atendió en ninguna de las intervenciones registradas comenzando así lo que sería una imputación sumamente gravosa, de la que hoy solo queda para Caballero (y su familia) la estigmatización”, remata el voto de Ana Breckle.

* “Sonia” era la novia de Maxiliano Caballero y “Fernanda”, su exesposa. Ambos son nombres de pila ficticios. #

“Yo no lo prendí, él no lo prendió”

Según la sentencia, la evidencia hasta puede sugerir que Sonia y no Maximiliano Caballero fue quien prendió el incendio en el departamento de Rawson.

La mujer consumía en cantidad alarmante ansiolíticos fuera de control médico. Y según los testimonios médicos mostró las llamas “conductas autolíticas”: causarse daños leves en el cuerpo pero no para morir.

Las pericias concluyeron que su personalidad incluye amnesia por cuestiones emocionales, demanda de atención y vínculos conflictivos. Sonia se presenta irritable cuando sus demandas no son satisfechas. Manipula; para ella el otro es un objeto, como un jarrón. No tenía amigas, no salía a ningún lado. Muchas veces recurrió a la manipulación para seguir estando en la vida de Maximiliano Caballero y para que la elija.

Le mandó varios mensajes a Fernanda, la esposa del absuelto: “Que te hable de mí así puedo ayudarlo y salvarlo”, “Yo perdí todo”, “Lo que pasó, pasó”, “Confesar para quitarle años”, “No voy a mandar todo a la mierda por un tipo, condenándome”, “Manejar todo con mucha cautela”. “Yo no prendí fuego, él no prendió fuego”, “me la estoy jugando”, “No voy a decir cómo fue”. El colmo fue su enojo porque la Justicia mantenía preso a Caballero: “Y como el furor de hoy es el femicidio”.

Motivos equivalentes

Los motivos de quien fue acusado para iniciar el fuego son tan probables como que ella haya querido llamar la atención o autolesionarse. O que haya querido que Caballero se quedara con ella.

Una psicóloga forense describió que Sonia “esperaba que lo investigación siguiera para que se supiera la verdad porque realmente confiaba en que era un accidente. Era su deseo y lo que sostenía”.

Ilógico

Fiscalía sostuvo que Caballero intentó matar a la mujer debido a la causa penal por haberle pegado y el miedo a sus hijos. Pero ese golpe no fue denunciado sino cuatro después. Y la misma noche de la golpiza ningún hijo la emprendió contra él. Uno vive en San Juan y mal podía actuar violentamente.

Tampoco es lógico pensar que haya querido matarla por miedo a que la abrieran una causa por lesiones leves. “Caballero ya había sido imputado por un hecho similar, entro y salió del sistema penal casi sin consecuencias, hubiera sido más lógico pensar que podría pasar lo mismo”, explica el fallo del tribunal que lo absolvió por el incendio.

Tampoco es lógico que una persona inicie fuego para matar a alguien y olvide corbata, camisa, y hasta las llaves del auto para huir. ¿Puede Caballero ser un homicida inexperto que no haya previstos estos detalles?, ¿puede ser que haya querido volver arrepentido o a recuperar sus cosas? Puede que sí. Pero también puede ser que las cosas sean como dijo.#

“Valeria Infulecki intentó un acto heroico”

La jueza Ana Breckle le dedicó un párrafo de su voto a Valeria Infulecki, la víctima del incendio, usando dichos del fiscal Omar Rodríguez: “Al fiscal se le pide un trabajo serio, que esclarezca los hechos y busque uno o más responsables; por tanto bastará con detectar y reunir la información necesaria para ir a juicio y bajo su responsabilidad. El fracaso del caso que lleva a juicio será tomado como propio y no sirve llevar un caso a debate por las dudas, para probar criterios, o para tirarle la responsabilidad a los jueces sobre un tema que sabía perdido. Perder un juicio no es grave, está dentro del 50 % de las probabilidades, sólo que una cosa es perder por la eventualidad propia y otra muy distinta es ir a sabiendas que se pierde, pero hacerlo igual”.

En su alegato el fiscal Fernando Rivarola retiró la agravante de la muerte de Infulecki ya que según los testimonios que ese Ministerio había recolectado bastante tiempo antes, lo que intentó Valeria fue un acto heroico.

En el medio se dio expectativa a la familia, a sus amigos y a la comunidad; sus allegados presenciaron como forenses, médicos, enfermeros hablaron duramente de las causas de su muerte. Nada de esto tuvo sentido porque la muerte no pesó en la causa y Caballero no fue acusado.

La magistrada recordó que la víctima esa mañana llegó desesperada al incendio para salvar a su hija. Entró al departamento pese a que varias personas intentaron frenarla por lo intenso del fuego y del humo.

“No quedan dudas que lo que intentó hacer Valeria Infulecki fue un acto heroico. Sus hijas así deberían sentirlo”, deslizó Breckle en el único tramo del fallo dedicado a la mujer fallecida en 2019. #

Mujer dominante y hombre sumiso

Durante 83 días Maximiliano Caballero fue “novio a escondidas” de Sonia. Se conocieron en julio de 2019. Conversaban por Facebook. Luego por teléfono y WhatsApp. Decidieron verse. Él iba a su casa de noche porque ambos trabajaban. Se quedaba dos horas para mate y charla y se iba. No dormía allí todos los días porque ella se lo prohibía. Fue clara: no quería convivir ni mostrarse. En septiembre ella le propuso un noviazgo y llevó alianzas.

El único incidente ocurrió el 21 de noviembre. Caballero le confesó al Tribunal que esa mañana discutieron en el departamento. Ella se arreglaba frente al espejo y él le dijo: “Dejá de hacerte la linda”. Le pegó un cachetazo con el dorso de la mano y el anillo la hirió.

Lo condenaron por lesiones leves a un año de prisión. La sentencia no fue más grave porque la ley no los consideraba una pareja. Se necesita un mínimo de dos años de convivencia pública, notoria, estable y permanente, compartiendo un proyecto de vida. No alcanza con afecto casual o sexo ocasional. Por el contrario, Caballero hace 6 años sostenía un vínculo paralelo y consentido con Fernanda, la madre de sus hijos menores. Vivía en su garaje.

“No todo delito de un varón contra una mujer implica necesariamente violencia de género”, aclaró el fallo. “Los hechos los deben perpetrar varones que reflejen en su conducta una reacción por una desigualdad de poder en un contexto que delate su impronta cultural marcada por el patriarcado”. Es la violencia de un varón contra una mujer por el mero hecho de serlo.

El único testigo que sugirió violencia de género fue el médico Oscar Néstor Giovanelli. Dijo que conocía la violencia de Caballero por “situaciones que se reiteran”, que él conocía porque en su trabajo en el Hospital era riguroso y obsesivo. Y que por “vicios de viejo legista” había leído en el libro de guardia otras intervenciones con ella como víctima. Pero no hubo otra evidencia.

Caballero la agredió una vez pero “sin aprovechar una posición de superioridad”. Lo único real fue esa lesión.

El tribunal le dio la razón al defensor Omar López: la posición dominante la tenía la mujer y no Caballero, sumiso y subordinado. Ella puso las condiciones de la relación, usó su plata para comprar pasajes y alianzas con nombres y fechas grabadas; puso su casa y decidió fechas y horarios.

Se presentó como una mujer segura de sí misma que hasta le obsequió plata. En las discusiones él juntaba sus cosas y se iba, y ella lo bloqueaba porque no aceptaba “pantomimas”. Ante él era una persona con influencias y poder.

Sonia describió la relación como “muy intensa”: él era amable, excesivo en su cariño, y no era agresivo. “Me hacía regalos con la plata que me robaba”. “Enamorada a un nivel patológico”, declaró un experto. Todavía dos años después, en el juicio, Caballero habló de ella con respeto.#

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19 DIC 2021 - 21:39

Por Rolando Tobarez / @rtobarez

Puede que nunca se sepa quién y cómo inició el incendio del departamento de Rawson donde murió Valeria Infulecki. Sólo se sabe que fue intencional y que empezó en la habitación matrimonial de un departamento. Allí vivía Sonia, la novia a escondidas de Maximiliano Caballero. Él fue acusado por el fuego pero los jueces Alejandro Defranco, Adrián Barrios y Ana Breckle lo absolvieron.

La hipótesis del fiscal Fernando Rivarola fue que la tarde del 21 de noviembre de 2019, Caballero fue al complejo del barrio Almirante Brown, Avenida 25 de Mayo. Se quedó a dormir con Sonia pese a que el día anterior la había golpeado.

A las 8 del día siguiente puso combustible en una olla en el dormitorio, cerca de la cabecera de la cama donde ella dormía. Lo prendió fuego y escapó. El departamento ardió y la mujer sufrió heridas por monóxido de carbono. El fuego invadió todo.

La víctima

En simultáneo, Infulecki había salido para llevar a una hija al colegio. Al regreso y al querer ingresar en auxilio de su otra hija menor cayó intoxicada por los gases y el calor. Murió en la Clínica San Miguel de Trelew el 3 de diciembre de 2019.

El fiscal retiró de su acusación la muerte de Infulecki. Es que había ingresado voluntariamente al edificio con el fuego ya expandido. Pero el investigador no aclaró si este dato lo supo recién en el juicio. Y es que si ya le constaba que Caballero no podía ser culpado por esa muerte, “no se entiende como pudo mantener su teoría en las etapas previas”, se preguntó el juez Barrios.

Llamó la atención la olla sobre los restos calcinados de un colchón, con restos de algo similar al aceite. Todas las pericias se redujeron a una hipótesis: el fuego había tardado tres minutos y había comenzado en ese recipiente.

No se exploraron otras posibilidades, como que la olla haya aparecido ahí empujada por el agua a presión de los bomberos. O a la inversa: era muy liviana, ¿cómo el agua no la corrió?

Fiscalía dio por cierto que Sonia dormía y que todo ocurrió en 3 minutos. Así hizo encajar el tiempo durante el cual Caballero estuvo afuera del departamento para presuntamente armar su coartada. La pesquisa no tomó en cuenta que la mujer pudo estar despierta o el fuego empezar en otro recipiente. Las conclusiones pudieron ser otras.

Sonia no aportó nada. No se mostró como una testigo sincera, como una víctima afectada. Se contradijo y hasta mintió. El tribunal advirtió que su testimonio tuvo notables imprecisiones e inconsistencias. Lo que nunca dijo es que Caballero haya prendido fuego.

Mostraba desconcierto sobre el incendio y descreía de la imputación a Caballero. “No podía creer que esta persona que había conocido quisiera hacerle daño. No entraba dentro de sus posibilidades”, dijo una especialista que la atendió.

Entrevistada en el Hospital la mujer admitió que pudo quedarse dormida con un cigarrillo en la mano. Pero estaba desubicada en el tiempo. Lo que decía del miércoles luego decía que pasó el viernes, o el jueves.

El médico Oscar Néstor Giovanelli dijo que cuando llegó al lugar del incendio vio a su inquilina lúcida y desde la camilla de Bomberos le susurró: “Fuego, fuego, en la habitación, olla, cama”. Pero en el fallo el tribunal se pregunta cómo el médico pudo escuchar la palabra “olla” si Sonia aún no conocía ese dato. Estaba medicada con fuertes píldoras psiquiátricas relajantes desde la noche anterior. Esto pudo alterar su percepción y justificaría sus imprecisiones. Y justamente por eso no hay certeza para reprochar a Caballero.

En el juicio oral el acusado declaró que la noche previa al siniestro fue al departamento de la mujer. Estaba el hijo de ella. Ella ya había tomado Clonazepan. Le pidió a Caballero que se quedara. Durmió a su lado.

El hijo se levantó 6.30 y salió. La puerta se la abrió el “novio”. La mujer se despertó a las 7 y le pidió a Caballero Clonazepán. Tomó una gragea y quería que le compre más. “Se puso pesada e insistió al punto de golpear la mesa de luz”.

Todo filmado

Caballero se levantó, se puso una remera blanca de Germinal que usaba cuando iba allí, tomó las llaves, la billetera y salió. Fue a una farmacia cerrada, fue a la de enfrente, también cerrada, regresó al comercio “Phonofax” y compró cigarrillos. Todo este recorrido lo muestran las cámaras de seguridad. Se lo ve como cualquier vecino, sin los nervios de un ataque asesino.

Jugaron a su favor todos los audios de WhatsApp. En uno le dice al hijo: “Yo tranqui, le estoy yendo a comprar Clonazepam que me pidió, qué se yo, está inquieta, culo inquieto”. Luego sigue: “Trato de que no, pero está más pesada que caldo de tuerca, quiere salir a toda costa a comprar ella, y estaba dopada todavía, ya me sacó cagando, se re calentó porque no le quiero ir a comprar los medicamentos”.

Caballero volvía al edificio cuando los vecinos le gritaron que se quemaba. No pudo ingresar y quedó afuera. Le envió otro audio al hijo de Sonia, quien confirmó todo el relato. Sonaba alterado, apurado y desesperado. La prueba sugiere que no estuvo en el departamento cuando el fuego empezó.

Raro

Ella afirmó que se despertó en la ventana de la cocina pidiendo auxilio. Los jueces recorrieron el todo el edificio. No les pareció posible que en tres minutos y con resabios del Clonazepan, la mujer hubiera podido ir de la habitación a la cocina en el otro extremo, sin atinar a abrir la puerta de ingreso por instinto de supervivencia. No hay más de 10 metros de un punto a otro. “Parece que prefirió ir a la ventana, hacerse visible para pedir auxilio, que usar la puerta y huir”.

¿Cuánto tiempo se expuso a humo y fuego antes de correr a la cocina y asomarse? Sonia aseguró que dormía y que corrió a la ventana. Pero necesariamente debió quemarse su ropa o su cuerpo.

Los testigos afuera notaron a Caballero preocupado, muy nervioso, con bermudas y ojotas.

Llegó la ambulancia y se sacó la remera para tapar a Sonia, en bombacha. Nunca intentó escapar y sí ayudar.

La sentencia advierte que el primero que sindicó a Caballero de violencia de género fue el médico Giovanelli: les dijo a testigos que la maltrataba. Por eso detuvieron al joven apenas 25 minutos después de iniciado el incendio, ante la sorpresa de los testigos que lo veían ayudando.

El fallo considera que el médico fue el punto de partida para imputarlo como femicida. “Visiblemente fue quien comenzó dicha versión de los hechos, distorsionando la información que había leído en el libro de actas médicas”.

Sonia no era su amiga íntima ni tenía tanta confianza para estos episodios con el médico.

“Giovanelli utilizó información reservada de un hospital público, en la que ni siquiera lo tuvo como protagonista porque no la atendió en ninguna de las intervenciones registradas comenzando así lo que sería una imputación sumamente gravosa, de la que hoy solo queda para Caballero (y su familia) la estigmatización”, remata el voto de Ana Breckle.

* “Sonia” era la novia de Maxiliano Caballero y “Fernanda”, su exesposa. Ambos son nombres de pila ficticios. #

“Yo no lo prendí, él no lo prendió”

Según la sentencia, la evidencia hasta puede sugerir que Sonia y no Maximiliano Caballero fue quien prendió el incendio en el departamento de Rawson.

La mujer consumía en cantidad alarmante ansiolíticos fuera de control médico. Y según los testimonios médicos mostró las llamas “conductas autolíticas”: causarse daños leves en el cuerpo pero no para morir.

Las pericias concluyeron que su personalidad incluye amnesia por cuestiones emocionales, demanda de atención y vínculos conflictivos. Sonia se presenta irritable cuando sus demandas no son satisfechas. Manipula; para ella el otro es un objeto, como un jarrón. No tenía amigas, no salía a ningún lado. Muchas veces recurrió a la manipulación para seguir estando en la vida de Maximiliano Caballero y para que la elija.

Le mandó varios mensajes a Fernanda, la esposa del absuelto: “Que te hable de mí así puedo ayudarlo y salvarlo”, “Yo perdí todo”, “Lo que pasó, pasó”, “Confesar para quitarle años”, “No voy a mandar todo a la mierda por un tipo, condenándome”, “Manejar todo con mucha cautela”. “Yo no prendí fuego, él no prendió fuego”, “me la estoy jugando”, “No voy a decir cómo fue”. El colmo fue su enojo porque la Justicia mantenía preso a Caballero: “Y como el furor de hoy es el femicidio”.

Motivos equivalentes

Los motivos de quien fue acusado para iniciar el fuego son tan probables como que ella haya querido llamar la atención o autolesionarse. O que haya querido que Caballero se quedara con ella.

Una psicóloga forense describió que Sonia “esperaba que lo investigación siguiera para que se supiera la verdad porque realmente confiaba en que era un accidente. Era su deseo y lo que sostenía”.

Ilógico

Fiscalía sostuvo que Caballero intentó matar a la mujer debido a la causa penal por haberle pegado y el miedo a sus hijos. Pero ese golpe no fue denunciado sino cuatro después. Y la misma noche de la golpiza ningún hijo la emprendió contra él. Uno vive en San Juan y mal podía actuar violentamente.

Tampoco es lógico pensar que haya querido matarla por miedo a que la abrieran una causa por lesiones leves. “Caballero ya había sido imputado por un hecho similar, entro y salió del sistema penal casi sin consecuencias, hubiera sido más lógico pensar que podría pasar lo mismo”, explica el fallo del tribunal que lo absolvió por el incendio.

Tampoco es lógico que una persona inicie fuego para matar a alguien y olvide corbata, camisa, y hasta las llaves del auto para huir. ¿Puede Caballero ser un homicida inexperto que no haya previstos estos detalles?, ¿puede ser que haya querido volver arrepentido o a recuperar sus cosas? Puede que sí. Pero también puede ser que las cosas sean como dijo.#

“Valeria Infulecki intentó un acto heroico”

La jueza Ana Breckle le dedicó un párrafo de su voto a Valeria Infulecki, la víctima del incendio, usando dichos del fiscal Omar Rodríguez: “Al fiscal se le pide un trabajo serio, que esclarezca los hechos y busque uno o más responsables; por tanto bastará con detectar y reunir la información necesaria para ir a juicio y bajo su responsabilidad. El fracaso del caso que lleva a juicio será tomado como propio y no sirve llevar un caso a debate por las dudas, para probar criterios, o para tirarle la responsabilidad a los jueces sobre un tema que sabía perdido. Perder un juicio no es grave, está dentro del 50 % de las probabilidades, sólo que una cosa es perder por la eventualidad propia y otra muy distinta es ir a sabiendas que se pierde, pero hacerlo igual”.

En su alegato el fiscal Fernando Rivarola retiró la agravante de la muerte de Infulecki ya que según los testimonios que ese Ministerio había recolectado bastante tiempo antes, lo que intentó Valeria fue un acto heroico.

En el medio se dio expectativa a la familia, a sus amigos y a la comunidad; sus allegados presenciaron como forenses, médicos, enfermeros hablaron duramente de las causas de su muerte. Nada de esto tuvo sentido porque la muerte no pesó en la causa y Caballero no fue acusado.

La magistrada recordó que la víctima esa mañana llegó desesperada al incendio para salvar a su hija. Entró al departamento pese a que varias personas intentaron frenarla por lo intenso del fuego y del humo.

“No quedan dudas que lo que intentó hacer Valeria Infulecki fue un acto heroico. Sus hijas así deberían sentirlo”, deslizó Breckle en el único tramo del fallo dedicado a la mujer fallecida en 2019. #

Mujer dominante y hombre sumiso

Durante 83 días Maximiliano Caballero fue “novio a escondidas” de Sonia. Se conocieron en julio de 2019. Conversaban por Facebook. Luego por teléfono y WhatsApp. Decidieron verse. Él iba a su casa de noche porque ambos trabajaban. Se quedaba dos horas para mate y charla y se iba. No dormía allí todos los días porque ella se lo prohibía. Fue clara: no quería convivir ni mostrarse. En septiembre ella le propuso un noviazgo y llevó alianzas.

El único incidente ocurrió el 21 de noviembre. Caballero le confesó al Tribunal que esa mañana discutieron en el departamento. Ella se arreglaba frente al espejo y él le dijo: “Dejá de hacerte la linda”. Le pegó un cachetazo con el dorso de la mano y el anillo la hirió.

Lo condenaron por lesiones leves a un año de prisión. La sentencia no fue más grave porque la ley no los consideraba una pareja. Se necesita un mínimo de dos años de convivencia pública, notoria, estable y permanente, compartiendo un proyecto de vida. No alcanza con afecto casual o sexo ocasional. Por el contrario, Caballero hace 6 años sostenía un vínculo paralelo y consentido con Fernanda, la madre de sus hijos menores. Vivía en su garaje.

“No todo delito de un varón contra una mujer implica necesariamente violencia de género”, aclaró el fallo. “Los hechos los deben perpetrar varones que reflejen en su conducta una reacción por una desigualdad de poder en un contexto que delate su impronta cultural marcada por el patriarcado”. Es la violencia de un varón contra una mujer por el mero hecho de serlo.

El único testigo que sugirió violencia de género fue el médico Oscar Néstor Giovanelli. Dijo que conocía la violencia de Caballero por “situaciones que se reiteran”, que él conocía porque en su trabajo en el Hospital era riguroso y obsesivo. Y que por “vicios de viejo legista” había leído en el libro de guardia otras intervenciones con ella como víctima. Pero no hubo otra evidencia.

Caballero la agredió una vez pero “sin aprovechar una posición de superioridad”. Lo único real fue esa lesión.

El tribunal le dio la razón al defensor Omar López: la posición dominante la tenía la mujer y no Caballero, sumiso y subordinado. Ella puso las condiciones de la relación, usó su plata para comprar pasajes y alianzas con nombres y fechas grabadas; puso su casa y decidió fechas y horarios.

Se presentó como una mujer segura de sí misma que hasta le obsequió plata. En las discusiones él juntaba sus cosas y se iba, y ella lo bloqueaba porque no aceptaba “pantomimas”. Ante él era una persona con influencias y poder.

Sonia describió la relación como “muy intensa”: él era amable, excesivo en su cariño, y no era agresivo. “Me hacía regalos con la plata que me robaba”. “Enamorada a un nivel patológico”, declaró un experto. Todavía dos años después, en el juicio, Caballero habló de ella con respeto.#


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