Editorial / Un caudal que no para de bajar y un buque donde todos estamos subidos

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Peligro. “Tiburón”, una buena metáfora de lo que sucede cuando los peligros se subestiman y los riesgos son mucho más de los calculados.
15 ENE 2022 - 21:30 | Actualizado

El problema no tiene atajos y era previsible en toda su dimensión desde el invierno del año pasado con datos concretos: las postales de La Hoya sin nieve, la necesidad de hacer perforaciones de emergencia y las advertencias de la Cooperativa 16 de Octubre, que presta el servicio de agua potable en Esquel y Trevelin y ya avisaba sobre la falta de precipitaciones para alimentar el río Chubut en su recorrido a la costa.

Los conocedores dicen que falta muy poco para que en varios tramos el cauce se pueda cruzar a pie, si es que tal cosa ya no sucede.

Y las cooperativas tampoco tienen salida: están obligadas a los cortes programados de agua –un deporte, a estas alturas- y puede que ni eso baste: en Puerto Madryn y pese a su política de restricciones por área para no afectar a toda una ciudad que revienta de turismo, Servicoop debió acudir a una interrupción total para recuperar reservas. La misma política adoptó la Cooperativa de Rawson, con un corte diario de 5 horas.

Por ahora nada podemos hacer contra la naturaleza. Pero sí hay políticas terrenales urgentes para implementar.

Lo primero es hacer cumplir las leyes. Es inadmisible que haya grandes productores que hacen lo que quieren con el río. Diques improvisados, desvíos, obras particulares, canales clandestinos, egoísmo. Allí debe llegar el Instituto Provincial del Agua. Se han cobrado multas millonarias pero parece que no alcanza. El dinero no puede ser una coartada para seguir y seguir. Como los borrachos que manejan, pagan su multa y siguen al volante. Hacen falta sanciones tan duras que se conviertan en ejemplos.

También puede que sea hora de poner en cuestión los métodos de riego en el Valle Inferior del Río Chubut. Fabricio Petrakosky, presidente de la Cooperativa Eléctrica de Trelew y de la Federación Chubutense de Cooperativas, acusó a la Compañía de Riego de “chupar” el agua para sus canales. Esto genera bajas drásticas y hasta rompe los equipos de captación de las empresas, preparados para otra cosa. En Trelew ayer la toma estaba a 9 centímetros de ya no poder ingresar agua.

Aunque no hay necesidad de generar un enfrentamiento, sí es imprescindible auspiciar una discusión urgente sobre las prácticas tradicionales que no van más. Es momento de ser todo lo eficientes que se pueda con un recurso escasísimo.

Desde el Dique Ameghino sumaron que la baja en los aportes del río al embalse es histórica: un 74% menos respecto del año hidrológico anterior. El peor dato negativo desde que se comenzó a medir esta variable, en 1994. Entra mucha menos agua de la que se eroga para que el VIRCh consuma y produzca: ingresa una décima parte del líquido que se libera. No hace falta matemática compleja para saber cómo termina este ritmo de déficit. No sólo eso: se abre un interrogante para la producción de la energía y muy pronto podría haber decisiones drásticas en ese sentido.

Como suele suceder, también faltan obras millonarias para optimizar el uso del río. Ese tipo de proyectos que no son de la noche a la mañana pero que necesitan arrancar un día porque de ellas depende parte de la matriz productiva. Anuncios hay para regalar: perforaciones, compuertas, limpieza a fondo. Pero por ahora se ve poca pala y pico.

En el IPA son diarias las quejas de la comunidad científica y las cooperativas. Por el derroche y por la calidad del agua que los regantes devuelven al cauce con sus drenajes.

Pero puede que la necesidad más imperiosa y compleja de resolver sea la concientización ciudadana. Respetar los horarios de riego, no lavar coches y veredas con mangueras siempre abiertas, sobriedad para llenar piletas, denunciar las pérdidas. Hay vecinos que no tienen contemplaciones creyendo que el problema es una abstracción que no los afectará, mientras en los barrios altos las familias pueden penar por líquido. Cuando estas actitudes poco solidarias se multiplican por miles todo es mucho más difícil. Una campaña no son un par de afiches callejeros y un spot en la radio: es poner gente en la calle para hacer respetar las ordenanzas y ejecutar los castigos.

Hay que entender que la falta de agua es uno de esos problemas colectivos de los que tarde o temprano nadie zafará por bombas o tanques extras que pueda comprar. Los gráficos, las estadísticas, las declaraciones, son la punta del iceberg. Pero lo cierto es que su dimensión y sus consecuencias a corto plazo no terminarán de comprenderse hasta que no nos golpeen la puerta de casa. Si tenemos suerte, no será tarde.

Arranca otro año complejísimo porque los pronósticos no alientan una ayuda natural, más bien lo contrario. Es otro escenario que desafía a la dirigencia a estar a la altura, pero esta vez junto con los ciudadanos directamente involucrados.

Ya lo dijo Martin Brody, el personaje de Roy Scheider en “Tiburón”, tras sentarse en el borde del buque, ver al gigante y entender de repente que el riesgo era mucho mayor que el que habían calculado: “Vamos a necesitar un barco más grande”.#

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Peligro. “Tiburón”, una buena metáfora de lo que sucede cuando los peligros se subestiman y los riesgos son mucho más de los calculados.
15 ENE 2022 - 21:30

El problema no tiene atajos y era previsible en toda su dimensión desde el invierno del año pasado con datos concretos: las postales de La Hoya sin nieve, la necesidad de hacer perforaciones de emergencia y las advertencias de la Cooperativa 16 de Octubre, que presta el servicio de agua potable en Esquel y Trevelin y ya avisaba sobre la falta de precipitaciones para alimentar el río Chubut en su recorrido a la costa.

Los conocedores dicen que falta muy poco para que en varios tramos el cauce se pueda cruzar a pie, si es que tal cosa ya no sucede.

Y las cooperativas tampoco tienen salida: están obligadas a los cortes programados de agua –un deporte, a estas alturas- y puede que ni eso baste: en Puerto Madryn y pese a su política de restricciones por área para no afectar a toda una ciudad que revienta de turismo, Servicoop debió acudir a una interrupción total para recuperar reservas. La misma política adoptó la Cooperativa de Rawson, con un corte diario de 5 horas.

Por ahora nada podemos hacer contra la naturaleza. Pero sí hay políticas terrenales urgentes para implementar.

Lo primero es hacer cumplir las leyes. Es inadmisible que haya grandes productores que hacen lo que quieren con el río. Diques improvisados, desvíos, obras particulares, canales clandestinos, egoísmo. Allí debe llegar el Instituto Provincial del Agua. Se han cobrado multas millonarias pero parece que no alcanza. El dinero no puede ser una coartada para seguir y seguir. Como los borrachos que manejan, pagan su multa y siguen al volante. Hacen falta sanciones tan duras que se conviertan en ejemplos.

También puede que sea hora de poner en cuestión los métodos de riego en el Valle Inferior del Río Chubut. Fabricio Petrakosky, presidente de la Cooperativa Eléctrica de Trelew y de la Federación Chubutense de Cooperativas, acusó a la Compañía de Riego de “chupar” el agua para sus canales. Esto genera bajas drásticas y hasta rompe los equipos de captación de las empresas, preparados para otra cosa. En Trelew ayer la toma estaba a 9 centímetros de ya no poder ingresar agua.

Aunque no hay necesidad de generar un enfrentamiento, sí es imprescindible auspiciar una discusión urgente sobre las prácticas tradicionales que no van más. Es momento de ser todo lo eficientes que se pueda con un recurso escasísimo.

Desde el Dique Ameghino sumaron que la baja en los aportes del río al embalse es histórica: un 74% menos respecto del año hidrológico anterior. El peor dato negativo desde que se comenzó a medir esta variable, en 1994. Entra mucha menos agua de la que se eroga para que el VIRCh consuma y produzca: ingresa una décima parte del líquido que se libera. No hace falta matemática compleja para saber cómo termina este ritmo de déficit. No sólo eso: se abre un interrogante para la producción de la energía y muy pronto podría haber decisiones drásticas en ese sentido.

Como suele suceder, también faltan obras millonarias para optimizar el uso del río. Ese tipo de proyectos que no son de la noche a la mañana pero que necesitan arrancar un día porque de ellas depende parte de la matriz productiva. Anuncios hay para regalar: perforaciones, compuertas, limpieza a fondo. Pero por ahora se ve poca pala y pico.

En el IPA son diarias las quejas de la comunidad científica y las cooperativas. Por el derroche y por la calidad del agua que los regantes devuelven al cauce con sus drenajes.

Pero puede que la necesidad más imperiosa y compleja de resolver sea la concientización ciudadana. Respetar los horarios de riego, no lavar coches y veredas con mangueras siempre abiertas, sobriedad para llenar piletas, denunciar las pérdidas. Hay vecinos que no tienen contemplaciones creyendo que el problema es una abstracción que no los afectará, mientras en los barrios altos las familias pueden penar por líquido. Cuando estas actitudes poco solidarias se multiplican por miles todo es mucho más difícil. Una campaña no son un par de afiches callejeros y un spot en la radio: es poner gente en la calle para hacer respetar las ordenanzas y ejecutar los castigos.

Hay que entender que la falta de agua es uno de esos problemas colectivos de los que tarde o temprano nadie zafará por bombas o tanques extras que pueda comprar. Los gráficos, las estadísticas, las declaraciones, son la punta del iceberg. Pero lo cierto es que su dimensión y sus consecuencias a corto plazo no terminarán de comprenderse hasta que no nos golpeen la puerta de casa. Si tenemos suerte, no será tarde.

Arranca otro año complejísimo porque los pronósticos no alientan una ayuda natural, más bien lo contrario. Es otro escenario que desafía a la dirigencia a estar a la altura, pero esta vez junto con los ciudadanos directamente involucrados.

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