Víctor Hugo Acosta: “Es muy difícil que solo la Policía solucione el problema del delito”

Habló de la situación de Trelew y del resto de la provincia. Dijo que siempre fue su objetivo llegar al cargo máximo y que durante muchos años la institución no valoró el recurso humano con que cuenta. Su pasado, su familia y su trayectoria: “A mí me pueden auditar la vida”, sostuvo sin dudarlo.

Víctor Hugo Acosta. El jefe de Policía y un análisis de su rol y su vida.
15 MAY 2022 - 21:12 | Actualizado 16 MAY 2022 - 9:30

Por Carlos Guajardo

Después de 31 años en la Policía, el comisario general Víctor Hugo Acosta siente que ha llegado a lo que siempre quiso: ser jefe de la fuerza. “El que dice que no quiere llegar a esto, miente, es un hipócrita”, le dijo a Jornada en un reportaje exclusivo. Contó su visión en cuanto a la actualidad delictiva en la provincia y en especial de la situación en Trelew: “Es muy difícil que solamente la Policía solucione el problema del delito. El delito se soluciona desde la familia, desde el nacimiento”. Acosta también repasó su vida, recordó su “odio por el uniforme” y dejó una frase para pensar: “En esta profesión la familia se pierde en el camino”.

-¿Qué le provoca el haber llegado al cargo máximo?

-Es una gran responsabilidad. Es devolverle a la institución todo lo que hizo por mí, hacer todo por ella. Modificar todo aquello que yo critiqué, tratar de modificarlo para bien del personal.

-Por ejemplo

-Nosotros somos muy abandónicos. Durante muchos años nos hemos olvidado de mucha gente. No se valora el recurso, la capacidad y la calidad de los hombres y mujeres que componen la institución. Se ha perdido la justicia y hay que empezar a diferenciar lo bueno de lo malo.

-También las cosas pasan a veces por las condiciones políticas.

-Yo trato de abstraerme de las condiciones políticas. Si bien por el hecho de estar en el sistema uno ya hace política. Pero trato en lo posible de no entrar en discusiones de ese tipo. No me interesa. Obviamente hoy le rindo total lealtad a quien me convocó que es el gobernador Mariano Arcioni. Me debo a él totalmente.

-¿Su proyecto era llegar a ser jefe de la Policía?

-Sí. Quien dice que no, miente, es hipócrita. Y quien dice que no, debería rever si posición en la vida porque si uno no tiene objetivos que sean superadores y un norte que lo lleve a potenciarse y a mostrarse en su máxima expresión me parece que está equivocado en la vida. Yo tengo como objetivo ser buen padre, buena persona, buen amigo. Y ser lo mejor en mi profesión. Llegué a fuerza de pulmón. Y nadie me regaló nada.

-¿Siempre se allanaba a lo que venga?

-Siempre. Y fui muy contestatario. Soy muy contestatario. Soy una persona que no me gusta quedarme callado. Voy contra las cosas que están mal. No me interesa si el otro se siente bien o mal. Yo digo lo que siento. Soy frontal. A mí me pueden auditar la vida.

-¿Eso es un plus?

-Y sí. Mis viejos hicieron un buen trabajo. Con mi hermano igual. Tengo muy marcado los valores del honor, del sacrificio, de la lealtad. Esos valores para mí son importantísimos. La justicia es lo que más me mueve. La injusticia me lastima físicamente. Cuando yo veo un acto de injusticia lo siento en el físico. Peleo. Grito.

-¿Se siente la Policía respaldada por la Justicia?

-Tengo una visión crítica de la administración de Justicia. Pero no considero que nosotros estemos sin respaldo. Hemos hecho durante años las cosas mal. Somos una Policía joven. Y en eso hemos tenido que adaptarnos a la dinámica de los tiempos. Hemos aprendido. Nos depuramos. No esperamos que venga alguien y nos diga que es lo que está mal. La Justicia es igual que nosotros. Es fiel representante de la sociedad de la cual sale. Hay buenos jueces, malos jueces, malos médicos, buenos médicos, buenos fiscales, malos fiscales, buenos policías y también malos. Pero la Justicia hace lo que tiene que hacer conforme el legislador le ha permitido que haga. Mire: mientras la sociedad nuestra no cambie, no habrá Justicia ni Policía, ni sistema de salud, ni gobierno que cambien. Somos nosotros. El argentino es lo que somos. Nosotros no hacemos absolutamente nada que no sea evadir la ley. Nos hemos quedado con esa.

-¿No cree que se está estigmatizando un poco a Trelew?

- Para nada. Trelew es una ciudad socialmente compleja. Hay mucha desocupación, no hay fuentes laborales. El Parque Industrial movía a la provincia en su momento. Se fueron las empresas aprovechándose del sistema y después estafaron al Estado y se fueron. Se llevaron los préstamos multimillonarios que les entregaban los bancos en pos de fomentar la inversión. Dejaron un montón de gente y familias en la calle. Unos buscaron algunas alternativas y otros se torcieron hacia la delincuencia.

-Entonces esto que pasa no es casual, tiene sus motivos.

-Es que no se puede analizar la inseguridad desde el punto de vista del robo, del quebrantamiento de la norma. Quien hace eso es sumamente limitado. Hay que hacer un estudio criminológico y sociológico para poder entender este fenómeno delictivo de una comunidad. Trelew no es solamente un delincuente. Es un montón de situaciones más. Por eso es muy difícil que solamente la Policía solucione el problema del delito. El delito se soluciona desde la familia. Desde el nacimiento.
Porque si uno no empieza a preocuparse de lo que le pasa al chico en la calle, que le falta una copa de leche, que a la madre no le alcanza para darle de comer a ese pibe, obviamente que toman como medio de subsistencia el delito. Se ven forzados a ello.

-¿Y el mapa del delito en el resto de la provincia?

-Estamos bien. Esquel es lo mejor. Sigue Puerto Madryn. Y Comodoro Rivadavia tiene muy buenos índices de contención ahora.

Las largas ausencias y el amor por la institución

Puede decirse que el comisario general Víctor Acosta recorrió la provincia de punta a punta dentro de la institución. Y no habrá ningún margen de error. Desde la Escuela de Cadetes, pasando por Río Mayo, Trelew, Comodoro Rivadavia, Rada Tilly, Gualjaina, Esquel, Gobernador Costa y Puerto Madryn, entre otros destinos. Qué fue lo que le pasó y cómo llegó a tener tanta pasión, después de haber “odiado” el uniforme.

-¿Qué pasa con la familia con tantos traslados?

-Se pierde en el camino. Esto no es una excusa, es una verdad. Yo soy un apasionado de la investigación. Para mí el investigar es un desafío. Y estuve muchos años en Investigaciones. Y cuando uno se apasiona mucho en algo pierde el objetivo primario de cosas que son muy importantes en la vida.

-¿Se deja de lado todo?

-Y sí. Después llegan las consecuencias. La separación. Es un combo de todo. Depende también de la personalidad. Hay gente que está 30 años en la Policía y sigue con su familia. Por eso digo que no le echo la culpa a la institución. Es un problema mío. Pero bueno. La familia acompaña hasta donde puede. Hoy por hoy tengo la autoridad moral de decir que dónde me mandaron fui. Y con mi familia.

-¿Privilegió su vocación?

-Claro, puedo decir eso. Perdí lo importante, el pilar de toda persona.

-¿Y sus hijos?

-Eran chicos. Todo se desencadenó en 2017. Y medio que se acostumbraron a vivir sin la presencia de uno en la casa. Siempre tuvieron el sostén de la madre. Y cuando llegó el momento de la separación lo entendieron. No era nada fuera de lo normal para ellos. Yo estaba fuera de mi casa mucho tiempo.

-¿Se sintió un padre ausente?

-No. Siempre estuve pendiente de ellos. La preocupación por la educación de mis hijos siempre estuvo. Hablo de cuestiones que son importantes desde lo sentimental. Yo no tengo valor de lo material. No me pesa, no me interesa. La plata para mí es algo que me ayuda en algunas cosas pero no lo tengo dentro de las prioridades para sentirme buen padre. Pero en lo sentimental, en el cariño y amor de padre siempre estuve presente. No creo haber sido un padre ausente. Aún hoy.

-¿No se arrepiente privilegiar la vocación por sobre la familia?

-Mire, a mí me pasó al revés. Yo vengo de una formación militar y no fue muy grata mi experiencia porque yo ingresé muy chico al sistema. Tenía 11 años recién cumplidos y fui al Liceo Militar. Terminó la dictadura y los militares se resistían a eso y experimentaban con nosotros que éramos niños. Y entonces no la pasé bien. Y eso me forjó el carácter que hoy tengo, los valores, el espíritu de cuerpo, apegarme mucho al amigo, al compañero. Cuando terminé el secundario yo no quería saber nada con los uniformados. Los odiaba.

-¿Entonces en esa época nunca pensó en ser policía?

-Para nada, Me resistía al uniforme. Y en esas cosas de la rebeldía del adolescente de pensar que los adultos y los padres están equivocados no le prestaba atención a las observaciones. Entre ellas de cuidarse el uno al otro. Eramos muy jóvenes con mi novia (después mi esposa) cuando empezamos a crear una familia. Había que asumir responsabilidades. Mi padre me dijo que eso estaba bien pero que tenía que hacerme cargo.

-¿Qué pasó después?

-Vivíamos en Gobernador Costa. Mi padre habló con el comisario e ingresé a la Escuela de Cadetes. De un día de comer asado con mis amigos al otro, en la Escuela de Cadetes a los saltos.

-¿Y ahí encuentra su vocación?

-Sí, y la pasión por este trabajo. Todo dentro de la Escuela. Y no me olvido nunca más de algo. Mi papá tuvo un ataque de presión, estaba muy complicado en Comodoro Rivadavia. Yo estaba en primer año de la Escuela de Cadetes y pedí autorización para ir. El instructor me dijo que me podía ir, me llevó a su oficina, sacó una hoja de un cajón y me dijo “ahí tenés, firmá”. Era la baja. Y yo sabía que no podía hacer eso. Tuve que decidir. Porque estaba entre ir a ver a mi papá que posiblemente era la última vez que lo viera con vida o dejar a mi hija sin comer. Sabía que no podía firmar esa hoja. Y por ella me quedé. Ese día me di cuenta que no era el sistema en contra mío, era yo. Y entonces tuve un cambio de mentalidad. Y empecé a desarrollar el amor por esto. Porque yo realmente estoy enamorado de la Policía. #

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Víctor Hugo Acosta. El jefe de Policía y un análisis de su rol y su vida.
15 MAY 2022 - 21:12

Por Carlos Guajardo

Después de 31 años en la Policía, el comisario general Víctor Hugo Acosta siente que ha llegado a lo que siempre quiso: ser jefe de la fuerza. “El que dice que no quiere llegar a esto, miente, es un hipócrita”, le dijo a Jornada en un reportaje exclusivo. Contó su visión en cuanto a la actualidad delictiva en la provincia y en especial de la situación en Trelew: “Es muy difícil que solamente la Policía solucione el problema del delito. El delito se soluciona desde la familia, desde el nacimiento”. Acosta también repasó su vida, recordó su “odio por el uniforme” y dejó una frase para pensar: “En esta profesión la familia se pierde en el camino”.

-¿Qué le provoca el haber llegado al cargo máximo?

-Es una gran responsabilidad. Es devolverle a la institución todo lo que hizo por mí, hacer todo por ella. Modificar todo aquello que yo critiqué, tratar de modificarlo para bien del personal.

-Por ejemplo

-Nosotros somos muy abandónicos. Durante muchos años nos hemos olvidado de mucha gente. No se valora el recurso, la capacidad y la calidad de los hombres y mujeres que componen la institución. Se ha perdido la justicia y hay que empezar a diferenciar lo bueno de lo malo.

-También las cosas pasan a veces por las condiciones políticas.

-Yo trato de abstraerme de las condiciones políticas. Si bien por el hecho de estar en el sistema uno ya hace política. Pero trato en lo posible de no entrar en discusiones de ese tipo. No me interesa. Obviamente hoy le rindo total lealtad a quien me convocó que es el gobernador Mariano Arcioni. Me debo a él totalmente.

-¿Su proyecto era llegar a ser jefe de la Policía?

-Sí. Quien dice que no, miente, es hipócrita. Y quien dice que no, debería rever si posición en la vida porque si uno no tiene objetivos que sean superadores y un norte que lo lleve a potenciarse y a mostrarse en su máxima expresión me parece que está equivocado en la vida. Yo tengo como objetivo ser buen padre, buena persona, buen amigo. Y ser lo mejor en mi profesión. Llegué a fuerza de pulmón. Y nadie me regaló nada.

-¿Siempre se allanaba a lo que venga?

-Siempre. Y fui muy contestatario. Soy muy contestatario. Soy una persona que no me gusta quedarme callado. Voy contra las cosas que están mal. No me interesa si el otro se siente bien o mal. Yo digo lo que siento. Soy frontal. A mí me pueden auditar la vida.

-¿Eso es un plus?

-Y sí. Mis viejos hicieron un buen trabajo. Con mi hermano igual. Tengo muy marcado los valores del honor, del sacrificio, de la lealtad. Esos valores para mí son importantísimos. La justicia es lo que más me mueve. La injusticia me lastima físicamente. Cuando yo veo un acto de injusticia lo siento en el físico. Peleo. Grito.

-¿Se siente la Policía respaldada por la Justicia?

-Tengo una visión crítica de la administración de Justicia. Pero no considero que nosotros estemos sin respaldo. Hemos hecho durante años las cosas mal. Somos una Policía joven. Y en eso hemos tenido que adaptarnos a la dinámica de los tiempos. Hemos aprendido. Nos depuramos. No esperamos que venga alguien y nos diga que es lo que está mal. La Justicia es igual que nosotros. Es fiel representante de la sociedad de la cual sale. Hay buenos jueces, malos jueces, malos médicos, buenos médicos, buenos fiscales, malos fiscales, buenos policías y también malos. Pero la Justicia hace lo que tiene que hacer conforme el legislador le ha permitido que haga. Mire: mientras la sociedad nuestra no cambie, no habrá Justicia ni Policía, ni sistema de salud, ni gobierno que cambien. Somos nosotros. El argentino es lo que somos. Nosotros no hacemos absolutamente nada que no sea evadir la ley. Nos hemos quedado con esa.

-¿No cree que se está estigmatizando un poco a Trelew?

- Para nada. Trelew es una ciudad socialmente compleja. Hay mucha desocupación, no hay fuentes laborales. El Parque Industrial movía a la provincia en su momento. Se fueron las empresas aprovechándose del sistema y después estafaron al Estado y se fueron. Se llevaron los préstamos multimillonarios que les entregaban los bancos en pos de fomentar la inversión. Dejaron un montón de gente y familias en la calle. Unos buscaron algunas alternativas y otros se torcieron hacia la delincuencia.

-Entonces esto que pasa no es casual, tiene sus motivos.

-Es que no se puede analizar la inseguridad desde el punto de vista del robo, del quebrantamiento de la norma. Quien hace eso es sumamente limitado. Hay que hacer un estudio criminológico y sociológico para poder entender este fenómeno delictivo de una comunidad. Trelew no es solamente un delincuente. Es un montón de situaciones más. Por eso es muy difícil que solamente la Policía solucione el problema del delito. El delito se soluciona desde la familia. Desde el nacimiento.
Porque si uno no empieza a preocuparse de lo que le pasa al chico en la calle, que le falta una copa de leche, que a la madre no le alcanza para darle de comer a ese pibe, obviamente que toman como medio de subsistencia el delito. Se ven forzados a ello.

-¿Y el mapa del delito en el resto de la provincia?

-Estamos bien. Esquel es lo mejor. Sigue Puerto Madryn. Y Comodoro Rivadavia tiene muy buenos índices de contención ahora.

Las largas ausencias y el amor por la institución

Puede decirse que el comisario general Víctor Acosta recorrió la provincia de punta a punta dentro de la institución. Y no habrá ningún margen de error. Desde la Escuela de Cadetes, pasando por Río Mayo, Trelew, Comodoro Rivadavia, Rada Tilly, Gualjaina, Esquel, Gobernador Costa y Puerto Madryn, entre otros destinos. Qué fue lo que le pasó y cómo llegó a tener tanta pasión, después de haber “odiado” el uniforme.

-¿Qué pasa con la familia con tantos traslados?

-Se pierde en el camino. Esto no es una excusa, es una verdad. Yo soy un apasionado de la investigación. Para mí el investigar es un desafío. Y estuve muchos años en Investigaciones. Y cuando uno se apasiona mucho en algo pierde el objetivo primario de cosas que son muy importantes en la vida.

-¿Se deja de lado todo?

-Y sí. Después llegan las consecuencias. La separación. Es un combo de todo. Depende también de la personalidad. Hay gente que está 30 años en la Policía y sigue con su familia. Por eso digo que no le echo la culpa a la institución. Es un problema mío. Pero bueno. La familia acompaña hasta donde puede. Hoy por hoy tengo la autoridad moral de decir que dónde me mandaron fui. Y con mi familia.

-¿Privilegió su vocación?

-Claro, puedo decir eso. Perdí lo importante, el pilar de toda persona.

-¿Y sus hijos?

-Eran chicos. Todo se desencadenó en 2017. Y medio que se acostumbraron a vivir sin la presencia de uno en la casa. Siempre tuvieron el sostén de la madre. Y cuando llegó el momento de la separación lo entendieron. No era nada fuera de lo normal para ellos. Yo estaba fuera de mi casa mucho tiempo.

-¿Se sintió un padre ausente?

-No. Siempre estuve pendiente de ellos. La preocupación por la educación de mis hijos siempre estuvo. Hablo de cuestiones que son importantes desde lo sentimental. Yo no tengo valor de lo material. No me pesa, no me interesa. La plata para mí es algo que me ayuda en algunas cosas pero no lo tengo dentro de las prioridades para sentirme buen padre. Pero en lo sentimental, en el cariño y amor de padre siempre estuve presente. No creo haber sido un padre ausente. Aún hoy.

-¿No se arrepiente privilegiar la vocación por sobre la familia?

-Mire, a mí me pasó al revés. Yo vengo de una formación militar y no fue muy grata mi experiencia porque yo ingresé muy chico al sistema. Tenía 11 años recién cumplidos y fui al Liceo Militar. Terminó la dictadura y los militares se resistían a eso y experimentaban con nosotros que éramos niños. Y entonces no la pasé bien. Y eso me forjó el carácter que hoy tengo, los valores, el espíritu de cuerpo, apegarme mucho al amigo, al compañero. Cuando terminé el secundario yo no quería saber nada con los uniformados. Los odiaba.

-¿Entonces en esa época nunca pensó en ser policía?

-Para nada, Me resistía al uniforme. Y en esas cosas de la rebeldía del adolescente de pensar que los adultos y los padres están equivocados no le prestaba atención a las observaciones. Entre ellas de cuidarse el uno al otro. Eramos muy jóvenes con mi novia (después mi esposa) cuando empezamos a crear una familia. Había que asumir responsabilidades. Mi padre me dijo que eso estaba bien pero que tenía que hacerme cargo.

-¿Qué pasó después?

-Vivíamos en Gobernador Costa. Mi padre habló con el comisario e ingresé a la Escuela de Cadetes. De un día de comer asado con mis amigos al otro, en la Escuela de Cadetes a los saltos.

-¿Y ahí encuentra su vocación?

-Sí, y la pasión por este trabajo. Todo dentro de la Escuela. Y no me olvido nunca más de algo. Mi papá tuvo un ataque de presión, estaba muy complicado en Comodoro Rivadavia. Yo estaba en primer año de la Escuela de Cadetes y pedí autorización para ir. El instructor me dijo que me podía ir, me llevó a su oficina, sacó una hoja de un cajón y me dijo “ahí tenés, firmá”. Era la baja. Y yo sabía que no podía hacer eso. Tuve que decidir. Porque estaba entre ir a ver a mi papá que posiblemente era la última vez que lo viera con vida o dejar a mi hija sin comer. Sabía que no podía firmar esa hoja. Y por ella me quedé. Ese día me di cuenta que no era el sistema en contra mío, era yo. Y entonces tuve un cambio de mentalidad. Y empecé a desarrollar el amor por esto. Porque yo realmente estoy enamorado de la Policía. #


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