“Nos formaron frente a los féretros”

Intimidados. Aunque no recordó detalles, Steiner sí dio cuenta de una postal que nadie podría olvidar.
23 AGO 2022 - 17:39 | Actualizado 23 AGO 2022 - 17:42

Pese a que repitió varias veces el “no me acuerdo” y “no tengo ni idea” ante las preguntas de las partes, Walter Carlos Steiner sorprendió a todos cuando aseguró que la mañana del 22 de agosto del 72, los jefes de la Base Zar colocaron los 16 féretros en un costado de la Plaza de Armas -que era de tierra- y explicaron a la formación de conscriptos la versión oficial de los fusilamientos.

“No recuerdo quiénes hablaron ni qué dijeron, pero éramos varios”, afirmó el exconscripto, que hacía trabajo administrativo en la Contaduría de la unidad militar. Según la acusación, colocar los ataúdes a la vista de los jóvenes fue un modo de intimidarlos para que repitieran la versión oficial.
El testigo declaró que los colimbas ya decían que “era difícil que intentaran escaparse, por lo chiquito y el limitado espacio que había en los calabozos”. Era un rumor a voces que dos protagonistas habían sido el capitán Luis Sosa y el teniente Roberto Bravo.

Steiner era el único de los chicos que estudiaba en la Universidad y por eso gozó de permisos excepcionales: por ser de Trelew dormía en su casa y cumplía horario de oficina. Excepto el día de la fuga y de la toma del aeropuerto. Esa noche del 15 sus padres le avisaron que citaban a todos los conscriptos y regresó a la Base. Quedó acuartelado pero nunca vio a los 19 presos. Estuvo a punto de participar de una rueda de reconocimiento con los militantes. Un oficial hasta le pidió que no se afeitara, pero al final no lo convocaron.

“La noche del 21 llegué y hablé con Jorge Barreto, que estaba de guardia. Me fui a dormir pero esa madrugada no escuchamos absolutamente nada”. Sí le llamó la atención que los soldados se hayan despertado a las 10 y no entre las 7 y las 8, como era rutina.
Apenas se levantó supo de los disparos y las muertes. Todo eran comentarios y rumores. En los pasillos escuchó que había tres sobrevivientes y que pedían estufas eléctricas para calentarlos. Él donó la que usaba en su oficina.
“Luego del 22 y por varios días, en la Base hubo un parate. No hacíamos nada y tampoco sabíamos que hacer”. Steiner no duró demasiado más. Lo mandaron a Ushuaia por avión. Nunca supo por qué. “Era el único que iba a la Universidad y en esa época eso era medio complicado”, declaró.#

Intimidados. Aunque no recordó detalles, Steiner sí dio cuenta de una postal que nadie podría olvidar.
23 AGO 2022 - 17:39

Pese a que repitió varias veces el “no me acuerdo” y “no tengo ni idea” ante las preguntas de las partes, Walter Carlos Steiner sorprendió a todos cuando aseguró que la mañana del 22 de agosto del 72, los jefes de la Base Zar colocaron los 16 féretros en un costado de la Plaza de Armas -que era de tierra- y explicaron a la formación de conscriptos la versión oficial de los fusilamientos.

“No recuerdo quiénes hablaron ni qué dijeron, pero éramos varios”, afirmó el exconscripto, que hacía trabajo administrativo en la Contaduría de la unidad militar. Según la acusación, colocar los ataúdes a la vista de los jóvenes fue un modo de intimidarlos para que repitieran la versión oficial.
El testigo declaró que los colimbas ya decían que “era difícil que intentaran escaparse, por lo chiquito y el limitado espacio que había en los calabozos”. Era un rumor a voces que dos protagonistas habían sido el capitán Luis Sosa y el teniente Roberto Bravo.

Steiner era el único de los chicos que estudiaba en la Universidad y por eso gozó de permisos excepcionales: por ser de Trelew dormía en su casa y cumplía horario de oficina. Excepto el día de la fuga y de la toma del aeropuerto. Esa noche del 15 sus padres le avisaron que citaban a todos los conscriptos y regresó a la Base. Quedó acuartelado pero nunca vio a los 19 presos. Estuvo a punto de participar de una rueda de reconocimiento con los militantes. Un oficial hasta le pidió que no se afeitara, pero al final no lo convocaron.

“La noche del 21 llegué y hablé con Jorge Barreto, que estaba de guardia. Me fui a dormir pero esa madrugada no escuchamos absolutamente nada”. Sí le llamó la atención que los soldados se hayan despertado a las 10 y no entre las 7 y las 8, como era rutina.
Apenas se levantó supo de los disparos y las muertes. Todo eran comentarios y rumores. En los pasillos escuchó que había tres sobrevivientes y que pedían estufas eléctricas para calentarlos. Él donó la que usaba en su oficina.
“Luego del 22 y por varios días, en la Base hubo un parate. No hacíamos nada y tampoco sabíamos que hacer”. Steiner no duró demasiado más. Lo mandaron a Ushuaia por avión. Nunca supo por qué. “Era el único que iba a la Universidad y en esa época eso era medio complicado”, declaró.#


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