De eso no se habla: el pacto de silencio en la Base Zar luego de la Masacre de Trelew

Era conscripto y participó de ruedas de reconocimiento junto con los presos que fueron luego fusilados. Nadie nunca le informó nada oficialmente y sólo se enteró por rumores de pasillo. “Después del 22, por varios años me quedó grabada la imagen de un capitán Sosa al que veía cabizbajo”.

Declaración. Hirigoyen tenía tareas administrativas pero igual guardó varias postales que sirvieron para el tribunal.
23 AGO 2022 - 17:43 | Actualizado 23 AGO 2022 - 17:44

Un exconscripto confirmó el cerco informativo que se produjo al interior de la Marina la semana trágica que se inició con la fuga del 15 de agosto de 1972 y que culminó con los fusilamientos. Por su trabajo cotidiano en la unidad naval aportó pistas de primera mano acerca de lo que en verdad sucedió la madrugada del 22. Y participó de ruedas de reconocimiento con los 19 presos de las organizaciones armadas.

Clase 1951, Gregorio Hirigoyen perteneció a Marinería: furriel con trabajos administrativos. Como dactilógrafo lo destinaron a una máquina de escribir. Ante el tribunal contó que el 16 de agosto, con sus colegas colimbas supieron que había detenidos en la Base. “Por comentarios sabíamos que estaban en los calabozos pero no tuvimos contacto. Desde ese día quedamos acuartelados”.

Participó de una rueda de reconocimiento esa semana. “Nos ordenaron que nos vistiéramos de civil y nos mezcláramos con otra gente”. Fue una fila india de 20 personas que alternó civiles, militares y presos, en una sala del edificio principal. “Ninguno de los guerrilleros mostró agresividad para nada y tuvieron una actitud totalmente pasiva”.
Hirigoyen reconoció fotos del expediente aunque “hay lugares de la Base que se me borraron de la mente”. La custodia de los presos no eran colimbas sino oficiales y suboficiales de la Infantería de Marina.

La madrugada del 22 de agosto él y sus compañeros durmieron. Ninguno escuchó disparos ni gritos. Al levantarse “nos enteramos que había pasado algo con derramamiento de sangre, heridos y muertos”. El rumor general fue el intento de fuga. Pero según el testigo, “uno razonaba que no podía ser que hayan querido tomar la sala de armas; sonaba ilógico”. Al mediodía él y muchos otros vieron a suboficiales de Infantería sacar los ataúdes del edificio central, rumbo al hangar. “No era un espectáculo para quedarse y me volví a la oficina”, relató.
Circuló el rumor de que se habían usado armas cortas. “Escuchamos que no había sido una orden de ninguna autoridad interna sino venida de afuera”, aseguró. Nadie nunca les informó nada oficialmente. “Nadie hablaba delante nuestro y tampoco nos correspondía pedir explicaciones”, razonó.

Hirigoyen se cruzó varias veces a Sosa en los pasillos de la Base. “Después del 22 y por varios años me quedó grabada la imagen de un capitán al que vi cabizbajo”.#

Declaración. Hirigoyen tenía tareas administrativas pero igual guardó varias postales que sirvieron para el tribunal.
23 AGO 2022 - 17:43

Un exconscripto confirmó el cerco informativo que se produjo al interior de la Marina la semana trágica que se inició con la fuga del 15 de agosto de 1972 y que culminó con los fusilamientos. Por su trabajo cotidiano en la unidad naval aportó pistas de primera mano acerca de lo que en verdad sucedió la madrugada del 22. Y participó de ruedas de reconocimiento con los 19 presos de las organizaciones armadas.

Clase 1951, Gregorio Hirigoyen perteneció a Marinería: furriel con trabajos administrativos. Como dactilógrafo lo destinaron a una máquina de escribir. Ante el tribunal contó que el 16 de agosto, con sus colegas colimbas supieron que había detenidos en la Base. “Por comentarios sabíamos que estaban en los calabozos pero no tuvimos contacto. Desde ese día quedamos acuartelados”.

Participó de una rueda de reconocimiento esa semana. “Nos ordenaron que nos vistiéramos de civil y nos mezcláramos con otra gente”. Fue una fila india de 20 personas que alternó civiles, militares y presos, en una sala del edificio principal. “Ninguno de los guerrilleros mostró agresividad para nada y tuvieron una actitud totalmente pasiva”.
Hirigoyen reconoció fotos del expediente aunque “hay lugares de la Base que se me borraron de la mente”. La custodia de los presos no eran colimbas sino oficiales y suboficiales de la Infantería de Marina.

La madrugada del 22 de agosto él y sus compañeros durmieron. Ninguno escuchó disparos ni gritos. Al levantarse “nos enteramos que había pasado algo con derramamiento de sangre, heridos y muertos”. El rumor general fue el intento de fuga. Pero según el testigo, “uno razonaba que no podía ser que hayan querido tomar la sala de armas; sonaba ilógico”. Al mediodía él y muchos otros vieron a suboficiales de Infantería sacar los ataúdes del edificio central, rumbo al hangar. “No era un espectáculo para quedarse y me volví a la oficina”, relató.
Circuló el rumor de que se habían usado armas cortas. “Escuchamos que no había sido una orden de ninguna autoridad interna sino venida de afuera”, aseguró. Nadie nunca les informó nada oficialmente. “Nadie hablaba delante nuestro y tampoco nos correspondía pedir explicaciones”, razonó.

Hirigoyen se cruzó varias veces a Sosa en los pasillos de la Base. “Después del 22 y por varios años me quedó grabada la imagen de un capitán al que vi cabizbajo”.#


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