“Hay que cambiar la lógica mercantil del uso de la energía por una con mayor justicia social”

Uno de los expositores de la 1º Jornada Patagónica sobre Agenda Energética que se realizará el próximo viernes, asegura que “la transición energética del país no es un problema tecnológico, sino uno social, económico, político y ambiental que tiene que ver con la organización de la sociedad.”

Bertinat plantea salir de las leyes “pro mercado” de los 90 para ir hacia una garantía de derechos sociales.
10 SEP 2022 - 19:52 | Actualizado 10 SEP 2022 - 19:56

Pablo Bertinat es Ingeniero electricista y magíster en Sistemas Ambientales Humanos. Se desempeña como profesor e investigador en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y es director del Observatorio de Energía y Sustentabilidad en dicha universidad.

Será uno de los expositores de la 1º Jornada Patagónica sobre Agenda Energética (ver Página 7), que contará con expositores de primer nivel, referentes del sector y estará organizada por el grupo Agenda Chubut (ver Página 7).

Lo que sigue es un resumen de una extensa entrevista publicada por el Instituto Tricontinental de Investigación Social

-Se ha hablado mucho en los últimos meses sobre el proyecto llamado de “hidrógeno verde” ¿Qué opina en relación con esto?

Hay que inscribir la promoción de estos proyectos en la urgencia por avanzar en la transición energética particularmente en Europa, hoy enfrentada por la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia, a crecientes dificultades para acceder al gas y petróleo. Ello ha acelerado estas políticas de tipo Green New Deal (Nuevo Pacto Verde) que plantean avanzar rápidamente en el control y aprovisionamiento de los recursos necesarios para esa transición energética. Y el acceso a esos recursos se piensa bajo la misma lógica de la división internacional del trabajo y la globalización vigentes. Así esos recursos estratégicos para superar al petróleo y al gas se buscan donde sea más sencillo y más barato obtenerlos. Es lo que está ocurriendo con el hidrógeno en este último año en todos los países de la región —en Brasil, Uruguay, Chile y Argentina— donde aparecieron proyectos similares y, en general, todos ellos están asociados a la exportación del hidrógeno que se ha convertido, posiblemente, en un nuevo commodity para su consumo en los países desarrollados.

-¿Con el litio sucede algo similar?

La cadena de extracción y producción de litio está cada vez más vinculada a la industria automotriz y a su estrategia de supervivencia a nivel global y particularmente en el Norte. Se sabe, por ejemplo, que en Europa ya no se va a poder producir automóviles con motores de combustión interna en menos de diez años. Por ello todas las empresas automotrices están detrás de los proyectos de extracción de litio; pero ello supone otra vez la reproducción de una lógica extractiva clásica, que incluso supone de parte de los gobiernos regionales ofrecer condiciones favorables para que estas inversiones se establezcan, prometiendo una cantidad de beneficios como los que vemos que se ofrecen hoy al sector petrolero. Así la justificación de la lógica extractiva por la cantidad de dólares que provee al funcionamiento de la economía y las cuentas públicas es un tanto falaz. Incluso en relación con ello, Argentina está en mucha peor condición que otros países de la región como Bolivia o Chile donde la apropiación estatal de parte de la renta o ganancias empresarias es mayor.

- ¿Cuáles serían las características de una transición energética de carácter popular?

En primer lugar, es necesario trabajar en concreto en cada uno de nuestros países para poder debilitar la lógica mercantil capitalista en el sistema energético. Hay que cambiar esa lógica por una de derechos. Se trata de pensar en consumir socialmente menos energía con mejor redistribución, más justicia social en su uso. En ese sentido, tenemos muchas tareas, por ejemplo, derogar y reemplazar por otro marco normativo las leyes de privatización y promercado sancionadas en la década del 90. Hay que avanzar en la legislación y garantía de los derechos sociales que garantizan el acceso y uso de la energía. No necesariamente para reconstruir un sector estatal como el que conocimos, que también tiene su dificultades para la gestión democrática, sino para explorar e incluir otras formas de propiedad cooperativa, comunitaria, colaborativa, pública aunque no obligatoriamente estatal, que pueden favorecer una gestión más democrática y participativa.

-¿Qué posibilidades tiene ello?

Hay que pensar en cómo involucrar a la comunidad que puede ser un motor de construcción de algo distinto. Y en Argentina contamos con muchas experiencias alternativas interesantes de gestión local de generación de energía, por ejemplo, una tradición fuerte de cooperativas eléctricas. Pensemos que en los años 50 del siglo pasado, en muchas pequeñas ciudades que no tenían acceso a la electricidad, los vecinos se juntaron, compraron un generador y aseguraron la provisión eléctrica. Cuando llegaron las redes eléctricas, esas cooperativas se transformaron en distribuidoras, pero en muchos casos mantienen ciertas características cooperativas. Nosotros hace algunos años hicimos una experiencia muy interesante con la cooperativa de Armstrong y montamos una planta fotovoltaica, por ejemplo. Hay muchas posibilidades de impulsar proyectos similares incluso en un contexto donde existen muy pocos incentivos para ello. Es un modelo que promueve la descentralización y desconcentración del sistema eléctrico.#

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Bertinat plantea salir de las leyes “pro mercado” de los 90 para ir hacia una garantía de derechos sociales.
10 SEP 2022 - 19:52

Pablo Bertinat es Ingeniero electricista y magíster en Sistemas Ambientales Humanos. Se desempeña como profesor e investigador en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y es director del Observatorio de Energía y Sustentabilidad en dicha universidad.

Será uno de los expositores de la 1º Jornada Patagónica sobre Agenda Energética (ver Página 7), que contará con expositores de primer nivel, referentes del sector y estará organizada por el grupo Agenda Chubut (ver Página 7).

Lo que sigue es un resumen de una extensa entrevista publicada por el Instituto Tricontinental de Investigación Social

-Se ha hablado mucho en los últimos meses sobre el proyecto llamado de “hidrógeno verde” ¿Qué opina en relación con esto?

Hay que inscribir la promoción de estos proyectos en la urgencia por avanzar en la transición energética particularmente en Europa, hoy enfrentada por la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia, a crecientes dificultades para acceder al gas y petróleo. Ello ha acelerado estas políticas de tipo Green New Deal (Nuevo Pacto Verde) que plantean avanzar rápidamente en el control y aprovisionamiento de los recursos necesarios para esa transición energética. Y el acceso a esos recursos se piensa bajo la misma lógica de la división internacional del trabajo y la globalización vigentes. Así esos recursos estratégicos para superar al petróleo y al gas se buscan donde sea más sencillo y más barato obtenerlos. Es lo que está ocurriendo con el hidrógeno en este último año en todos los países de la región —en Brasil, Uruguay, Chile y Argentina— donde aparecieron proyectos similares y, en general, todos ellos están asociados a la exportación del hidrógeno que se ha convertido, posiblemente, en un nuevo commodity para su consumo en los países desarrollados.

-¿Con el litio sucede algo similar?

La cadena de extracción y producción de litio está cada vez más vinculada a la industria automotriz y a su estrategia de supervivencia a nivel global y particularmente en el Norte. Se sabe, por ejemplo, que en Europa ya no se va a poder producir automóviles con motores de combustión interna en menos de diez años. Por ello todas las empresas automotrices están detrás de los proyectos de extracción de litio; pero ello supone otra vez la reproducción de una lógica extractiva clásica, que incluso supone de parte de los gobiernos regionales ofrecer condiciones favorables para que estas inversiones se establezcan, prometiendo una cantidad de beneficios como los que vemos que se ofrecen hoy al sector petrolero. Así la justificación de la lógica extractiva por la cantidad de dólares que provee al funcionamiento de la economía y las cuentas públicas es un tanto falaz. Incluso en relación con ello, Argentina está en mucha peor condición que otros países de la región como Bolivia o Chile donde la apropiación estatal de parte de la renta o ganancias empresarias es mayor.

- ¿Cuáles serían las características de una transición energética de carácter popular?

En primer lugar, es necesario trabajar en concreto en cada uno de nuestros países para poder debilitar la lógica mercantil capitalista en el sistema energético. Hay que cambiar esa lógica por una de derechos. Se trata de pensar en consumir socialmente menos energía con mejor redistribución, más justicia social en su uso. En ese sentido, tenemos muchas tareas, por ejemplo, derogar y reemplazar por otro marco normativo las leyes de privatización y promercado sancionadas en la década del 90. Hay que avanzar en la legislación y garantía de los derechos sociales que garantizan el acceso y uso de la energía. No necesariamente para reconstruir un sector estatal como el que conocimos, que también tiene su dificultades para la gestión democrática, sino para explorar e incluir otras formas de propiedad cooperativa, comunitaria, colaborativa, pública aunque no obligatoriamente estatal, que pueden favorecer una gestión más democrática y participativa.

-¿Qué posibilidades tiene ello?

Hay que pensar en cómo involucrar a la comunidad que puede ser un motor de construcción de algo distinto. Y en Argentina contamos con muchas experiencias alternativas interesantes de gestión local de generación de energía, por ejemplo, una tradición fuerte de cooperativas eléctricas. Pensemos que en los años 50 del siglo pasado, en muchas pequeñas ciudades que no tenían acceso a la electricidad, los vecinos se juntaron, compraron un generador y aseguraron la provisión eléctrica. Cuando llegaron las redes eléctricas, esas cooperativas se transformaron en distribuidoras, pero en muchos casos mantienen ciertas características cooperativas. Nosotros hace algunos años hicimos una experiencia muy interesante con la cooperativa de Armstrong y montamos una planta fotovoltaica, por ejemplo. Hay muchas posibilidades de impulsar proyectos similares incluso en un contexto donde existen muy pocos incentivos para ello. Es un modelo que promueve la descentralización y desconcentración del sistema eléctrico.#


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