La historia detrás de la vendedora de Telebingo que conservó el último cartón y ganó $ 1 millón

No quiso venderlo porque el billete terminaba con el año en el que nació. Y pensó que eso podía darle suerte. Y asi fue. La mujer tuvo una alegría después de vivir momentos de mucho dolor y angustia. La noticia recorrió el país. “Agrandaremos la casa y nos daremos algunos gustitos”, dijo.

Una alegría. Albertina se quedó con el último cartón y pudo cumplir el sueño de “un premio importante”.
18 SEP 2022 - 20:26 | Actualizado 18 SEP 2022 - 20:29

Por Carlos Guajardo

María del Carmen era su única hija mujer. Tenía una dolencia por la cual debía ser trasladada periódicamente en una ambulancia hasta Comodoro Rivadavia por la ruta 26. En uno de esos viajes, la ambulancia chocó. María del Carmen fue una de las víctimas fatales. Un par de años después, Evaristo no pudo eludir los fantasmas de su adicción al alcohol y comenzó a caminar hacia el campo. Estuvo desaparecido dos días. Cuando lo encontraron estaba sin vida. Ambos eran hijos de Albertina Colinecul, la mujer que años después iba a convertirse en noticia nacional porque un golpe de suerte le había dado una, tal vez, pequeña alegría, después de tantas angustias.

La noticia recorrió el país con la vertiginosidad que en esta época de virtualidad tienen los medios: una vendedora de cartones de Telebingo se había quedado con el último que no pudo vender y la suerte estuvo de su lado ya que los números de su cartón fueron saliendo uno a uno y ganó un millón de pesos.

Albertina Colinecul, fue de la noche a la mañana el personaje del día incluso en medio de otras noticias que conmocionaban al país y al mundo. Parece increíble. Pero fue asi.
Como quedó dicho detrás de esta historia hubo otras, que el corriente de la gente desconocía pero que en verdad habla del temple de una mujer que pudo, con fuerza y tesón, superar los momentos más difíciles de su vida.

Albertina vive en Sarmiento. Desde hace más de una década vende cartones del Telebingo Chubutense en la esquina del Banco Nación, en España y Uruguay. También, a veces lo hace frente a un conocido supermercado patagónico.

“Siempre soñé con que alguna vez me tocaría un premio importante. Lo soñé de verdad. Una vez gané 2.000 pesos, hace algunos años en esos premios que se dan por tener cero aciertos”, le dijo a Jornada desde su casa en el barrio Progreso de la ciudad de los lagos.

Evidentemente que un millón de pesos no va a cambiarle la vida. Pero tal vez la ayudará a que sea algo mejor. “Por lo pronto vamos a agrandar la casita para estar más cómodos. Y nos daremos algunos gustitos”, aseguró con una sonrisa. Vive junto a su compañero Francisco Delgado y a su hijo menor, Leonardo quien también cuando su trabajo en una panadería se lo permite, ayuda a su madre a vender cartones.

Leonardo es el más chico de otros cuatro hijos de Albertina: Fabián, Martín, Matías y Tony, todos frutos de un anterior matrimonio.

“Hace más de una década que vendo Telebingo. Siempre en el mismo lugar por eso la toda la gente me conoce. Yo soñé, pero de verdad, que alguna vez iba a ganar un premio importante. Esta vez se me dio. Me quedé con ese cartón porque terminaba con el año en que yo nací”. Albertina no devolvió al agenciero Ramón Alvarado (para quien trabaja) el cartón número 21.356. Se lo dejó para ella. Y sin duda alguna fue la mejor decisión. Y hay más datos que sorprenden sobre esta mujer a la que ahora el azar le dio un empujoncito.

En épocas de vacas flacas, salía con Francisco a limpiar jardines y casas. “Arrancábamos los yuyos y hacíamos limpieza general en los patios. Todo sumaba para pasar los malos momentos en que mi marido también estaba desocupado”.

Leonardo, el único que vive con ellos, también sabe de sacrificios. Antes de ingresar como ayudante en la panadería donde actualmente trabaja, hacía lo que podía. Repartía revistas de una conocida casa de electrodomésticos, descargaba camiones. El tema era ayudar. Además, a los pocos días de mudarse al barrio Progreso, una “patota” le dio una paliza y estuvo internado. “Casi no la cuento”, le dijo el joven a este diario.

Lo cierto es que ahora, la familia tiene un respiro. Además, hace un tiempo que Francisco consiguió trabajo como portero de una escuela. “No llevo bien la cuenta pero debe hacer 10 años que estoy vendiendo cartones. Y no dejo nunca “mi” esquina. Ni la lluvia, el frío, la nieve o el calor me detienen. La gente ya me conoce y me compra. Llego a vender hasta 30 cartones por día. Bueno, la última vez vendí 29 y me quedé con uno, por fortuna”, dijo con una sonrisa.

Y repitió que “me quedé con ese cartón porque le miré el número y terminaba en 56. Es mi año de nacimiento y pensé que podía darme suerte. Cuando fui a la agencia después del sorteo a buscar cartones para volver a vender, me fijé en la pizarra y había dos cartones ganadores. Uno era el mío. No podía creerlo aunque como les dije, siempre soñé que alguna vez me iba a tocar un premio importante. Y esta vez se dio”.

Albertina volvió a “su” esquina como siempre, como hace casi una década. Aunque esta vez con un poco más de alegría. Sin dudas, la merecía. #

Una alegría. Albertina se quedó con el último cartón y pudo cumplir el sueño de “un premio importante”.
18 SEP 2022 - 20:26

Por Carlos Guajardo

María del Carmen era su única hija mujer. Tenía una dolencia por la cual debía ser trasladada periódicamente en una ambulancia hasta Comodoro Rivadavia por la ruta 26. En uno de esos viajes, la ambulancia chocó. María del Carmen fue una de las víctimas fatales. Un par de años después, Evaristo no pudo eludir los fantasmas de su adicción al alcohol y comenzó a caminar hacia el campo. Estuvo desaparecido dos días. Cuando lo encontraron estaba sin vida. Ambos eran hijos de Albertina Colinecul, la mujer que años después iba a convertirse en noticia nacional porque un golpe de suerte le había dado una, tal vez, pequeña alegría, después de tantas angustias.

La noticia recorrió el país con la vertiginosidad que en esta época de virtualidad tienen los medios: una vendedora de cartones de Telebingo se había quedado con el último que no pudo vender y la suerte estuvo de su lado ya que los números de su cartón fueron saliendo uno a uno y ganó un millón de pesos.

Albertina Colinecul, fue de la noche a la mañana el personaje del día incluso en medio de otras noticias que conmocionaban al país y al mundo. Parece increíble. Pero fue asi.
Como quedó dicho detrás de esta historia hubo otras, que el corriente de la gente desconocía pero que en verdad habla del temple de una mujer que pudo, con fuerza y tesón, superar los momentos más difíciles de su vida.

Albertina vive en Sarmiento. Desde hace más de una década vende cartones del Telebingo Chubutense en la esquina del Banco Nación, en España y Uruguay. También, a veces lo hace frente a un conocido supermercado patagónico.

“Siempre soñé con que alguna vez me tocaría un premio importante. Lo soñé de verdad. Una vez gané 2.000 pesos, hace algunos años en esos premios que se dan por tener cero aciertos”, le dijo a Jornada desde su casa en el barrio Progreso de la ciudad de los lagos.

Evidentemente que un millón de pesos no va a cambiarle la vida. Pero tal vez la ayudará a que sea algo mejor. “Por lo pronto vamos a agrandar la casita para estar más cómodos. Y nos daremos algunos gustitos”, aseguró con una sonrisa. Vive junto a su compañero Francisco Delgado y a su hijo menor, Leonardo quien también cuando su trabajo en una panadería se lo permite, ayuda a su madre a vender cartones.

Leonardo es el más chico de otros cuatro hijos de Albertina: Fabián, Martín, Matías y Tony, todos frutos de un anterior matrimonio.

“Hace más de una década que vendo Telebingo. Siempre en el mismo lugar por eso la toda la gente me conoce. Yo soñé, pero de verdad, que alguna vez iba a ganar un premio importante. Esta vez se me dio. Me quedé con ese cartón porque terminaba con el año en que yo nací”. Albertina no devolvió al agenciero Ramón Alvarado (para quien trabaja) el cartón número 21.356. Se lo dejó para ella. Y sin duda alguna fue la mejor decisión. Y hay más datos que sorprenden sobre esta mujer a la que ahora el azar le dio un empujoncito.

En épocas de vacas flacas, salía con Francisco a limpiar jardines y casas. “Arrancábamos los yuyos y hacíamos limpieza general en los patios. Todo sumaba para pasar los malos momentos en que mi marido también estaba desocupado”.

Leonardo, el único que vive con ellos, también sabe de sacrificios. Antes de ingresar como ayudante en la panadería donde actualmente trabaja, hacía lo que podía. Repartía revistas de una conocida casa de electrodomésticos, descargaba camiones. El tema era ayudar. Además, a los pocos días de mudarse al barrio Progreso, una “patota” le dio una paliza y estuvo internado. “Casi no la cuento”, le dijo el joven a este diario.

Lo cierto es que ahora, la familia tiene un respiro. Además, hace un tiempo que Francisco consiguió trabajo como portero de una escuela. “No llevo bien la cuenta pero debe hacer 10 años que estoy vendiendo cartones. Y no dejo nunca “mi” esquina. Ni la lluvia, el frío, la nieve o el calor me detienen. La gente ya me conoce y me compra. Llego a vender hasta 30 cartones por día. Bueno, la última vez vendí 29 y me quedé con uno, por fortuna”, dijo con una sonrisa.

Y repitió que “me quedé con ese cartón porque le miré el número y terminaba en 56. Es mi año de nacimiento y pensé que podía darme suerte. Cuando fui a la agencia después del sorteo a buscar cartones para volver a vender, me fijé en la pizarra y había dos cartones ganadores. Uno era el mío. No podía creerlo aunque como les dije, siempre soñé que alguna vez me iba a tocar un premio importante. Y esta vez se dio”.

Albertina volvió a “su” esquina como siempre, como hace casi una década. Aunque esta vez con un poco más de alegría. Sin dudas, la merecía. #


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