El mapuche que tocó con los grandes

Entrevista exclusiva con el Tino Paillalef, un guitarrista que salió del barrio Corradi de Trelew y llegó a tocar con súperestrellas de la música como BB King y Eric Clapton, entre otros.

06 ABR 2013 - 22:30 | Actualizado

Por Pedro Méndez

Como sin un rayo de la memoria hubiera unido más de 20 años, Tino Paillalef y el público de Trelew se reencontraron. Y fue una noche inolvidable por la fecha ya que era el Aniversario de Malvinas, por la gente que colmó la capacidad de la Rural y por el regreso de Paillalef que se fue hace más de dos décadas del Pueblo de Luis para ser lo que es hoy: un guitarrista excepcional que recorrió gran parte del mundo, mismo que hoy conoce como Tino, la guitarra Mapuche. El único de su raza que grabó para una compañía multinacional como Sony.

Paillalef había tocado por última vez hace unos 20 años atrás en el mismo lugar, la Rural. Luego partió para tocar por todo el país compartiendo escenarios, peñas y festivales con las figuras más tradicionales y los artistas más novedosos del folclore argentino. Su guitarra trascendió las fronteras y le llegó una invitación para tocar en Grecia. A su regreso paso por Francia, donde grabó un material y donde existe una radio on line pasa sus discos constantemente. Tocó en Italia, Alemania y en España donde vivió un tiempo, conoció y tocó con Paco De Lucía y Joaquín Sabina entre otros., para luego desembarcar en New York, New York. En esta entrevista exclusiva con Jornada, Paillalef viaja hasta los recuerdos del ayer, de crecer en el barrio Corradi y de sus máximas experiencias musicales.

- Para el espectador fue una noche inolvidable. ¿Cómo fue vista por vos: el protagonista?

- Tocar en esta ocasión en Trelew para mí fue un gran desafío. Primero fue un desafío emocional por el hecho de haber estado tanto tiempo lejos y sin embargo la gente no se olvidó de mí. Y escuchar a toda la gente aplaudiéndome, contenta de verme tocar otra vez la verdad es que me puso tan pero tan contento. Yo toqué por todo el país, en Grecia, en Francia, Italia, Alemania, en España en EE.UU. y siempre fui muy aplaudido, pero que te aplauda tu gente, hermano ….(pausa, emocionado).

Eso me lo había imaginado hace mucho tiempo y se conjugaron las dos cosas, el volver como un gran artista y a la vez como el Tino de siempre. El Tino que jugaba a la pelota, el de los amigos, el que vivía en un barrio común y caminaba las calles de Trelew.

- La gente del barrio Corradi presente en la Rural el 1 de abril no sólo te reconoció sino que se identificó con vos y te lo demostró abiertamente.

- Sí. Se identificó a través mío porque yo soy el mismo de siempre. Eso me hizo recordar mi niñez y de ir a la escuela 64, hacer mis primeros amigos en la escuela, y hacer mis primeras armas como guitarrista en los actos del colegio. Yo siempre tuve el apoyo de mis padres. Mis hermanos también. Y en esas noches largas de invierno, como no había televisión ni nada de la tecnología que hay hoy, nosotros cultivábamos nuestra pasión por la música y la guitarra.

- Contame un poco de lo que ha pasado en todos estos años que has estado lejos.

- Después de irme de acá viví 17 años en Capital Federal, y en aquellos primeros años grabé con Teresa Parodi y con Ramona Galarza el disco “Correntina” que se presentó seis noches en el Luna Park. Y te digo la verdad, a mí me dolía un poco que los medios de mi pueblo no trataran de saber qué era lo que estaba haciendo.

También tuve la suerte de tocar con Mercedes Sosa en Mendoza, cuando fui como músico de Nacha Roldán. Grabé con las hermanas Vera, con Rosendo y Ofelia, con grandes orquestas de tango. Me pasé 17 años batallando en Capital Federal y en San Telmo, nada menos.

Pero bueno, los caminos me llevaron lejos pero jamás, jamás me olvidé de ustedes (por la gente de Trelew). Y por eso es que fue un orgullo para mí volver con ese marco de público, con ese sonido, que le debo agradecer al sonidista y el hecho de que los ex combatientes hayan confiado en mi trabajo.

- Venir a tocar en la vigilia de los ex combatientes era cita postergada que se finalmente ocurrió.

- Siempre digo que Ngenechén (Dios en Mapuche) es justo. Llevo más de 40 años luchando y llegó el día. Me gustaría ir un poco más seguido a Trelew y tocar en el Casino, por ejemplo, ya que contratan artistas a los que les pagan fortuna. ¿Cómo no van a contratar a alguien que está al mismo nivel de ellos y que es de ahí?.

Creo que sería importante un reencuentro para reafirmar esa identidad y la calidad de los artistas de nuestra zona. Trelew, Puerto Madryn, en la meseta y la cordillera hay muchos artistas. Creo que sería muy importante alentarlos y hacerles saber que se puede pasar el Río Colorado y triunfar.

- ¿Te sentís identificado si digo que perteneces a una clase de embajador de la identidad Mapuche como lo son Juan Namuncurá y Rubén Patagonia?

- Sí. Tal cuál. Pertenezco a esa lucha que cuando éramos chicos era una actitud inconsciente de ir hacia adelante. Hasta que la sociedad misma te hace saber que no perteneces a ese medio o grupo de gente que tiene una determinada filosofía de vida, una forma de pensar y una forma de actuar.

Nosotros somos de esas personas que tienen los valores intactos. Los valores de la familia, los valores de tierra, el respeto, la proyección, el no envidiar a nadie. El hacer las cosas con la mejor calidad y capacidad posible. Y el esfuerzo por sobre todas las cosas. Y eso es así porque nosotros nacimos en ese lugar.

Cuando uno se inserta en otras comunidades. En el norte o en Córdoba, por ejemplo, se nota la diferencia. Y creo que a partir de eso la gente te comienza a admirar. Y eso de la discriminación se va borrando un poco. Pero toma mucho tiempo eso. Años.

Y somos muy poquitos. Cuando nos encontramos en Córdoba, son miles de santiagueños, cientos de salteños y riojanos, y de la Patagonia somos Rubén y yo.

Los dos le ponemos el pecho y hablamos de esta lucha y nos decimos qué pena que no se sumen más. Pero sabemos que es lejos, es difícil y la idiosincrasia hace que se complique la integración a esa lucha. Por que es duro y al que baja los brazos lo pasan por encima.

- Hablemos de la guitarra. De la primera a la última.

- Mis primeras guitarras eran prestadas de amigos por que a mamá y a mi papá no le alcanzaba la plata para comprarnos una guitarra. Tuvimos la suerte de conocer a Mateo Silva, porque íbamos a una iglesia, que tenía muchas guitarras y tenía un coro. Mateo nos fue guiando y nos enseñaba coros y esas cosas, pero nosotros ya veníamos con esa curiosidad por aprender y el virtuosismo.

Pasó el tiempo y nuestros padres pudieron comprarnos una guitarra a mi hermano mayor (Mario) y a mí. Y nos compraron una Antigua Casa Nuñez. Una buena, buenísima. Y con esa guitarra me voy a Buenos Aires.

Un empresario de B.A. me dice un día: vos tenés que tener una buena guitarra y me regaló una Yamaha que era de serie.

También me dijo: con esta guitarra vas a triunfar Tino. Y al poco tiempo grabé con Teresa Parodi y Ramona Galarza y ahí comenzó este camino que recorrí hasta llegar a lo que soy hoy. Con esa guitarra grabe mi primer disco para Sony. Ahora tengo dos: una Pujarra y una Estevez. Tiene un sonido muy especial por que no es ni clásica ni flamenca.

En Trelew toqué con la Pujarra y con micrófono inalámbrico porque quería terminar tocando entre la gente, pero no lo hice. Así que eso quedó para la próxima.

- ¿Cómo fue tu experiencia de vivir y tocar en Nueva York?

- Al principio yo tocaba en pubs. Son como barcitos. Estar en esa ciudad es como entrar en una película. Ellos tienen problemas de todo tipo menos de plata. Allí pude desarrollarme como un artista diferente porque es todo tecnológico y yo aparecía con una violita, un cablecito y a tocar. Y viviendo allá mi anécdota más grande fue que yo comía en un restaurant que se llamaba Lucille. Sin darme cuenta yo que era el restaurant de B.B.King. Yo pasaba a comer siempre ahí, lo que ellos llaman barbacue que no es otra cosa que carne chamuscada.

Un día llego y estaba tocando B.B.King y entonces empieza a preguntar de donde es la gente que estaba en el lugar. Había gente de Holanda, de Italia y de otros lugares.

Y en un momento señala para donde estaba yo, pero no pensé que me señalaba a mí. Y uno que estaba sentado al lado mío me dice: a vos te habla. Entonces levanto la mano y B.B.King pregunta de donde era y yo le dije: Argentina.

Entre las cosas que dijo me nombro a Pappo, Maradona y Piazzolla, y me llamó. Entonces voy al escenario con mi guitarra y toqué Adiós Nonino, Fuga y Misterio, Libertango (todas de Piazzolla) y la ovación que recibí fue impresionante.

Pero después, me preguntó si sabía algún tema de Eric Clapton, yo le dije que sí. La canción que yo hago es lágrimas en el cielo (Tears in heaven) que tiene una historia tremenda y yo la toco en el tempo y con el tono original. Toque la canción y la gente aplaudió muchísimo. Cuando ya me levantaba para irme, B.B.King estaba hablando y entre lo poco que le entendí dijo “my friend Eric” y aparece Clapton que estaba en un costado del escenario.

Decir que yo estaba sentado que si hubiera estado de pie me hubiera caído porque me temblaban las piernas, todo el cuerpo. B.B.King me hace seña y me pide que empiece el tema y arranqué. Bueno, cuando llega la parte que es cantada, Clapton cantó.

Y eso tuvo mucho que ver con mi decisión de volver y no quedarme tanto tiempo en otro lugar del mundo. Cuando ocurrió aquello, terminó el show, salí entre la multitud y la gente me abrazaba, me besaba, se sacaban fotos conmigo.

Salí afuera, paré un taxi me fui a donde estaba viviendo. Cuando llegué me puse a llorar. Me puse a llorar porque estaba solo. No estaban ni mi hermano, ni mi hermana, ni el que vive en la esquina del barrio que te dice ¡que grande Tino!. ¡No había nadie!. No había nadie con quien yo pudiera compartir eso que me estaba pasando. Lo pensé mucho y al tiempo decidí volver y quedarme en la Argentina.

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06 ABR 2013 - 22:30

Por Pedro Méndez

Como sin un rayo de la memoria hubiera unido más de 20 años, Tino Paillalef y el público de Trelew se reencontraron. Y fue una noche inolvidable por la fecha ya que era el Aniversario de Malvinas, por la gente que colmó la capacidad de la Rural y por el regreso de Paillalef que se fue hace más de dos décadas del Pueblo de Luis para ser lo que es hoy: un guitarrista excepcional que recorrió gran parte del mundo, mismo que hoy conoce como Tino, la guitarra Mapuche. El único de su raza que grabó para una compañía multinacional como Sony.

Paillalef había tocado por última vez hace unos 20 años atrás en el mismo lugar, la Rural. Luego partió para tocar por todo el país compartiendo escenarios, peñas y festivales con las figuras más tradicionales y los artistas más novedosos del folclore argentino. Su guitarra trascendió las fronteras y le llegó una invitación para tocar en Grecia. A su regreso paso por Francia, donde grabó un material y donde existe una radio on line pasa sus discos constantemente. Tocó en Italia, Alemania y en España donde vivió un tiempo, conoció y tocó con Paco De Lucía y Joaquín Sabina entre otros., para luego desembarcar en New York, New York. En esta entrevista exclusiva con Jornada, Paillalef viaja hasta los recuerdos del ayer, de crecer en el barrio Corradi y de sus máximas experiencias musicales.

- Para el espectador fue una noche inolvidable. ¿Cómo fue vista por vos: el protagonista?

- Tocar en esta ocasión en Trelew para mí fue un gran desafío. Primero fue un desafío emocional por el hecho de haber estado tanto tiempo lejos y sin embargo la gente no se olvidó de mí. Y escuchar a toda la gente aplaudiéndome, contenta de verme tocar otra vez la verdad es que me puso tan pero tan contento. Yo toqué por todo el país, en Grecia, en Francia, Italia, Alemania, en España en EE.UU. y siempre fui muy aplaudido, pero que te aplauda tu gente, hermano ….(pausa, emocionado).

Eso me lo había imaginado hace mucho tiempo y se conjugaron las dos cosas, el volver como un gran artista y a la vez como el Tino de siempre. El Tino que jugaba a la pelota, el de los amigos, el que vivía en un barrio común y caminaba las calles de Trelew.

- La gente del barrio Corradi presente en la Rural el 1 de abril no sólo te reconoció sino que se identificó con vos y te lo demostró abiertamente.

- Sí. Se identificó a través mío porque yo soy el mismo de siempre. Eso me hizo recordar mi niñez y de ir a la escuela 64, hacer mis primeros amigos en la escuela, y hacer mis primeras armas como guitarrista en los actos del colegio. Yo siempre tuve el apoyo de mis padres. Mis hermanos también. Y en esas noches largas de invierno, como no había televisión ni nada de la tecnología que hay hoy, nosotros cultivábamos nuestra pasión por la música y la guitarra.

- Contame un poco de lo que ha pasado en todos estos años que has estado lejos.

- Después de irme de acá viví 17 años en Capital Federal, y en aquellos primeros años grabé con Teresa Parodi y con Ramona Galarza el disco “Correntina” que se presentó seis noches en el Luna Park. Y te digo la verdad, a mí me dolía un poco que los medios de mi pueblo no trataran de saber qué era lo que estaba haciendo.

También tuve la suerte de tocar con Mercedes Sosa en Mendoza, cuando fui como músico de Nacha Roldán. Grabé con las hermanas Vera, con Rosendo y Ofelia, con grandes orquestas de tango. Me pasé 17 años batallando en Capital Federal y en San Telmo, nada menos.

Pero bueno, los caminos me llevaron lejos pero jamás, jamás me olvidé de ustedes (por la gente de Trelew). Y por eso es que fue un orgullo para mí volver con ese marco de público, con ese sonido, que le debo agradecer al sonidista y el hecho de que los ex combatientes hayan confiado en mi trabajo.

- Venir a tocar en la vigilia de los ex combatientes era cita postergada que se finalmente ocurrió.

- Siempre digo que Ngenechén (Dios en Mapuche) es justo. Llevo más de 40 años luchando y llegó el día. Me gustaría ir un poco más seguido a Trelew y tocar en el Casino, por ejemplo, ya que contratan artistas a los que les pagan fortuna. ¿Cómo no van a contratar a alguien que está al mismo nivel de ellos y que es de ahí?.

Creo que sería importante un reencuentro para reafirmar esa identidad y la calidad de los artistas de nuestra zona. Trelew, Puerto Madryn, en la meseta y la cordillera hay muchos artistas. Creo que sería muy importante alentarlos y hacerles saber que se puede pasar el Río Colorado y triunfar.

- ¿Te sentís identificado si digo que perteneces a una clase de embajador de la identidad Mapuche como lo son Juan Namuncurá y Rubén Patagonia?

- Sí. Tal cuál. Pertenezco a esa lucha que cuando éramos chicos era una actitud inconsciente de ir hacia adelante. Hasta que la sociedad misma te hace saber que no perteneces a ese medio o grupo de gente que tiene una determinada filosofía de vida, una forma de pensar y una forma de actuar.

Nosotros somos de esas personas que tienen los valores intactos. Los valores de la familia, los valores de tierra, el respeto, la proyección, el no envidiar a nadie. El hacer las cosas con la mejor calidad y capacidad posible. Y el esfuerzo por sobre todas las cosas. Y eso es así porque nosotros nacimos en ese lugar.

Cuando uno se inserta en otras comunidades. En el norte o en Córdoba, por ejemplo, se nota la diferencia. Y creo que a partir de eso la gente te comienza a admirar. Y eso de la discriminación se va borrando un poco. Pero toma mucho tiempo eso. Años.

Y somos muy poquitos. Cuando nos encontramos en Córdoba, son miles de santiagueños, cientos de salteños y riojanos, y de la Patagonia somos Rubén y yo.

Los dos le ponemos el pecho y hablamos de esta lucha y nos decimos qué pena que no se sumen más. Pero sabemos que es lejos, es difícil y la idiosincrasia hace que se complique la integración a esa lucha. Por que es duro y al que baja los brazos lo pasan por encima.

- Hablemos de la guitarra. De la primera a la última.

- Mis primeras guitarras eran prestadas de amigos por que a mamá y a mi papá no le alcanzaba la plata para comprarnos una guitarra. Tuvimos la suerte de conocer a Mateo Silva, porque íbamos a una iglesia, que tenía muchas guitarras y tenía un coro. Mateo nos fue guiando y nos enseñaba coros y esas cosas, pero nosotros ya veníamos con esa curiosidad por aprender y el virtuosismo.

Pasó el tiempo y nuestros padres pudieron comprarnos una guitarra a mi hermano mayor (Mario) y a mí. Y nos compraron una Antigua Casa Nuñez. Una buena, buenísima. Y con esa guitarra me voy a Buenos Aires.

Un empresario de B.A. me dice un día: vos tenés que tener una buena guitarra y me regaló una Yamaha que era de serie.

También me dijo: con esta guitarra vas a triunfar Tino. Y al poco tiempo grabé con Teresa Parodi y Ramona Galarza y ahí comenzó este camino que recorrí hasta llegar a lo que soy hoy. Con esa guitarra grabe mi primer disco para Sony. Ahora tengo dos: una Pujarra y una Estevez. Tiene un sonido muy especial por que no es ni clásica ni flamenca.

En Trelew toqué con la Pujarra y con micrófono inalámbrico porque quería terminar tocando entre la gente, pero no lo hice. Así que eso quedó para la próxima.

- ¿Cómo fue tu experiencia de vivir y tocar en Nueva York?

- Al principio yo tocaba en pubs. Son como barcitos. Estar en esa ciudad es como entrar en una película. Ellos tienen problemas de todo tipo menos de plata. Allí pude desarrollarme como un artista diferente porque es todo tecnológico y yo aparecía con una violita, un cablecito y a tocar. Y viviendo allá mi anécdota más grande fue que yo comía en un restaurant que se llamaba Lucille. Sin darme cuenta yo que era el restaurant de B.B.King. Yo pasaba a comer siempre ahí, lo que ellos llaman barbacue que no es otra cosa que carne chamuscada.

Un día llego y estaba tocando B.B.King y entonces empieza a preguntar de donde es la gente que estaba en el lugar. Había gente de Holanda, de Italia y de otros lugares.

Y en un momento señala para donde estaba yo, pero no pensé que me señalaba a mí. Y uno que estaba sentado al lado mío me dice: a vos te habla. Entonces levanto la mano y B.B.King pregunta de donde era y yo le dije: Argentina.

Entre las cosas que dijo me nombro a Pappo, Maradona y Piazzolla, y me llamó. Entonces voy al escenario con mi guitarra y toqué Adiós Nonino, Fuga y Misterio, Libertango (todas de Piazzolla) y la ovación que recibí fue impresionante.

Pero después, me preguntó si sabía algún tema de Eric Clapton, yo le dije que sí. La canción que yo hago es lágrimas en el cielo (Tears in heaven) que tiene una historia tremenda y yo la toco en el tempo y con el tono original. Toque la canción y la gente aplaudió muchísimo. Cuando ya me levantaba para irme, B.B.King estaba hablando y entre lo poco que le entendí dijo “my friend Eric” y aparece Clapton que estaba en un costado del escenario.

Decir que yo estaba sentado que si hubiera estado de pie me hubiera caído porque me temblaban las piernas, todo el cuerpo. B.B.King me hace seña y me pide que empiece el tema y arranqué. Bueno, cuando llega la parte que es cantada, Clapton cantó.

Y eso tuvo mucho que ver con mi decisión de volver y no quedarme tanto tiempo en otro lugar del mundo. Cuando ocurrió aquello, terminó el show, salí entre la multitud y la gente me abrazaba, me besaba, se sacaban fotos conmigo.

Salí afuera, paré un taxi me fui a donde estaba viviendo. Cuando llegué me puse a llorar. Me puse a llorar porque estaba solo. No estaban ni mi hermano, ni mi hermana, ni el que vive en la esquina del barrio que te dice ¡que grande Tino!. ¡No había nadie!. No había nadie con quien yo pudiera compartir eso que me estaba pasando. Lo pensé mucho y al tiempo decidí volver y quedarme en la Argentina.


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