“Tomar la pala, el pico y el rastrillo es demostrar que cuando querés, trabajás”

Yésica, Vanesa y Verónica le contaron a Jornada cómo viven su tarea cotidiana en Trelew y cuáles son sus proyectos. Un homenaje a tres trabajadoras de cara al 1º de Mayo.

29 ABR 2013 - 21:21 | Actualizado

El trabajo dignifica. Tres palabras acertadísimas para un día como mañana. Todas las profesiones y oficios merecen ser valorados porque hombres y mujeres dedican en cuerpo y alma horas de su vida para llevar el pan a su mesa. A veces la labor no está a la vista de todos como sí está el trabajo que hacen Yésica, Vanesa y Verónica que son parte de una agrupación. Con pico, rastrillo y pala desmalezan espacios públicos.

Con sus pies húmedos, ropa cómoda y manos que denotan varios años de trabajo pesado, las mujeres accedieron a una entrevista con Jornada.

El clima no es un factor que influya en las tareas cotidianas, a pleno sol o con la temperatura más baja, descienden día a día del transporte que las lleva hasta los sitios ubicados en los accesos a la ciudad o en los alrededores del cementerio municipal y durante seis horas, sin pausa, cortan el pasto, recogen toda la basura que encuentran en esos sitios y colocan todo en bolsas que después son levantadas. Un trabajo que llevan a cabo algunas, desde hace ya más de 10 años, con admirable rapidez e impecable uso de las herramientas de trabajo.

Verónica Huentemil tiene 28 años. Su marido es diariero. Sus ojos claros se llenan de lágrimas por la brisa constante que corre en el sector alto de la ciudad. Se acomoda la gorra, se sienta un rato en el cordón de la vereda, se saca los guantes rasgados por el múltiple uso, toma una botella de agua bien fresca y concede esta nota. “Hace 10 años que estoy trabajando en esto. Primero, empecé como ayudante de albañil y ahora me cambiaron a realizar estas tareas”.

Ella dice que no le queda otra opción. No reniega de lo que tiene porque el trabajo duro y pesado lo sabe hacer y muy bien a pesar de su físico menudo. “Cuando necesitás trabajar agarrás lo que te ofrecen. Mi papá es oficial de albañil e hice ese trabajo sin problemas. Es mucho más pesado que desmalezar pero no tuve problemas”, añadió con una sonrisa que le iluminó el rostro.

Las comparaciones son odiosas pero en este caso hay que hacerlas. Mientras sobran los casos en que cobrando planes de trabajo hay gente que se queda en sus casas sin hacer ningún mérito, personas como estas tres mujeres prefieren dar todo de sí para dignificarse día a día y predicar con el ejemplo ante la mirada de sus hijos. Las tres admiten que quieren darle a sus pequeños el mejor futuro y esperan que sean “mejores” que ellas.

“Al venir acá, agarrar el pico, la pala y el rastrillo, es demostrar que cuando querés, trabajás”, dijo Verónica, y destacó: “Si no trabajás no podes llevar el pan a tu casa”. Tanto ha sido el esfuerzo que el desmalezamiento de baldíos le parece incluso una tarea “liviana”. Hizo una pausa en el relato y recordó años atrás en los que se dedicaba a la construcción. “En albañilería, lo más difícil es llenar columnas y hacer losas, revolear baldes y llevar carretillas llenas de materiales”, describió, notándose en su voz cierto orgullo de tener la capacidad de llevar adelante ese oficio. “Todo lo que tiene que ver con cargar material es muy cansador y pesado, acá no lo es tanto”.

Trabajo impecable

Verónica, aseguró que su objetivo personal como mujer es poder demostrarle a su hijo que la cultura del trabajo existe, que es gratificante “levantarse todos los días para ir a trabajar”. La mujer afirmó sonriendo que “nada” las salva de ir a realizar sus tareas. “No importa cómo esté el clima. Hoy –por ayer- con la neblina no veíamos nada, pero nos fueron a buscar y vinimos. Esto es así”.

El lugar que le fue asignado al grupo de personas que pertenecen a “Peñi Namun” queda impecable. No utilizan ninguna maquinaria moderna, sólo los elementos especializados para jardinería.

Comparar los baldíos actualmente con los días anteriores da una sensación de gratitud. Al expresarle a Verónica lo valioso de su trabajo, aprovechó la oportunidad para pedirle a los vecinos que cuiden los lugares una vez que ellos los limpien. “Hay veces que limpiamos algunos lugares y sacan de las casas todo tipo de basura y hasta árboles quebrados. Tiran todo donde habíamos limpiado. Tendrían que colaborar un poco más”.

Asimismo la mujer informó que el grupo al que pertenece se compone por unas 40 personas, 13 de ellas son hombres.

Algo mejor

Yésica y Vanesa tienen rostros juveniles. Cuidan su largo cabello atándoselo. Yésica opta por sujetarlo con una cola y Vanesa se peina con un rodete que le resulta cómodo para su trabajo. Dueñas de amplias sonrisas admiten que son las “más viejas” trabajando en el rubro, a pesar de sus cortas edades. “Cuesta un montón sacar yuyos, cuando llegás a tu casa, lo único que querés hacer es acostarte”, coincidieron en afirmar.

Asimismo remarcan que no les quedan demasiadas opciones. El hecho está en resistir hasta que puedan encontrar algún otro tipo de trabajo. “Por ahora, es lo que tenemos”.

Vanesa aseguró que la labor cotidiana que le toca hacer, implica “mucho esfuerzo”. Baja la voz, entrelaza sus manos y admite: “Me gustaría tener otro trabajo. Ojo, no me da vergüenza hacer esto. Pero creo que como mujeres nos merecemos algo mejor. Que alguien nos mire a los ojos y se dé cuenta”.

Para finalizar la entrevista las tres mujeres coincidieron en un concepto: “Queremos predicar con el ejemplo para nuestros hijos. Que saquen de nosotras lo mejor y que puedan llegar a ser mejores”.

Culminó la nota y rápidamente se levantaron, colocaron de nuevo los guantes en sus manos, tomaron el rastrillo, la pala y las bolsas y retomaron sin pausa la labor que había empezado a las 7 de la mañana.

Feliz día del Trabajador para cada persona que en algún punto se haya sentido identificada. Levantarse cada día para dignificar la vida gratifica. Y para aquellos desocupados que sueñan con un empleo, desde aquí, el mensaje esperanzador de no bajar los brazos y luchar por un futuro mucho mejor.

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29 ABR 2013 - 21:21

El trabajo dignifica. Tres palabras acertadísimas para un día como mañana. Todas las profesiones y oficios merecen ser valorados porque hombres y mujeres dedican en cuerpo y alma horas de su vida para llevar el pan a su mesa. A veces la labor no está a la vista de todos como sí está el trabajo que hacen Yésica, Vanesa y Verónica que son parte de una agrupación. Con pico, rastrillo y pala desmalezan espacios públicos.

Con sus pies húmedos, ropa cómoda y manos que denotan varios años de trabajo pesado, las mujeres accedieron a una entrevista con Jornada.

El clima no es un factor que influya en las tareas cotidianas, a pleno sol o con la temperatura más baja, descienden día a día del transporte que las lleva hasta los sitios ubicados en los accesos a la ciudad o en los alrededores del cementerio municipal y durante seis horas, sin pausa, cortan el pasto, recogen toda la basura que encuentran en esos sitios y colocan todo en bolsas que después son levantadas. Un trabajo que llevan a cabo algunas, desde hace ya más de 10 años, con admirable rapidez e impecable uso de las herramientas de trabajo.

Verónica Huentemil tiene 28 años. Su marido es diariero. Sus ojos claros se llenan de lágrimas por la brisa constante que corre en el sector alto de la ciudad. Se acomoda la gorra, se sienta un rato en el cordón de la vereda, se saca los guantes rasgados por el múltiple uso, toma una botella de agua bien fresca y concede esta nota. “Hace 10 años que estoy trabajando en esto. Primero, empecé como ayudante de albañil y ahora me cambiaron a realizar estas tareas”.

Ella dice que no le queda otra opción. No reniega de lo que tiene porque el trabajo duro y pesado lo sabe hacer y muy bien a pesar de su físico menudo. “Cuando necesitás trabajar agarrás lo que te ofrecen. Mi papá es oficial de albañil e hice ese trabajo sin problemas. Es mucho más pesado que desmalezar pero no tuve problemas”, añadió con una sonrisa que le iluminó el rostro.

Las comparaciones son odiosas pero en este caso hay que hacerlas. Mientras sobran los casos en que cobrando planes de trabajo hay gente que se queda en sus casas sin hacer ningún mérito, personas como estas tres mujeres prefieren dar todo de sí para dignificarse día a día y predicar con el ejemplo ante la mirada de sus hijos. Las tres admiten que quieren darle a sus pequeños el mejor futuro y esperan que sean “mejores” que ellas.

“Al venir acá, agarrar el pico, la pala y el rastrillo, es demostrar que cuando querés, trabajás”, dijo Verónica, y destacó: “Si no trabajás no podes llevar el pan a tu casa”. Tanto ha sido el esfuerzo que el desmalezamiento de baldíos le parece incluso una tarea “liviana”. Hizo una pausa en el relato y recordó años atrás en los que se dedicaba a la construcción. “En albañilería, lo más difícil es llenar columnas y hacer losas, revolear baldes y llevar carretillas llenas de materiales”, describió, notándose en su voz cierto orgullo de tener la capacidad de llevar adelante ese oficio. “Todo lo que tiene que ver con cargar material es muy cansador y pesado, acá no lo es tanto”.

Trabajo impecable

Verónica, aseguró que su objetivo personal como mujer es poder demostrarle a su hijo que la cultura del trabajo existe, que es gratificante “levantarse todos los días para ir a trabajar”. La mujer afirmó sonriendo que “nada” las salva de ir a realizar sus tareas. “No importa cómo esté el clima. Hoy –por ayer- con la neblina no veíamos nada, pero nos fueron a buscar y vinimos. Esto es así”.

El lugar que le fue asignado al grupo de personas que pertenecen a “Peñi Namun” queda impecable. No utilizan ninguna maquinaria moderna, sólo los elementos especializados para jardinería.

Comparar los baldíos actualmente con los días anteriores da una sensación de gratitud. Al expresarle a Verónica lo valioso de su trabajo, aprovechó la oportunidad para pedirle a los vecinos que cuiden los lugares una vez que ellos los limpien. “Hay veces que limpiamos algunos lugares y sacan de las casas todo tipo de basura y hasta árboles quebrados. Tiran todo donde habíamos limpiado. Tendrían que colaborar un poco más”.

Asimismo la mujer informó que el grupo al que pertenece se compone por unas 40 personas, 13 de ellas son hombres.

Algo mejor

Yésica y Vanesa tienen rostros juveniles. Cuidan su largo cabello atándoselo. Yésica opta por sujetarlo con una cola y Vanesa se peina con un rodete que le resulta cómodo para su trabajo. Dueñas de amplias sonrisas admiten que son las “más viejas” trabajando en el rubro, a pesar de sus cortas edades. “Cuesta un montón sacar yuyos, cuando llegás a tu casa, lo único que querés hacer es acostarte”, coincidieron en afirmar.

Asimismo remarcan que no les quedan demasiadas opciones. El hecho está en resistir hasta que puedan encontrar algún otro tipo de trabajo. “Por ahora, es lo que tenemos”.

Vanesa aseguró que la labor cotidiana que le toca hacer, implica “mucho esfuerzo”. Baja la voz, entrelaza sus manos y admite: “Me gustaría tener otro trabajo. Ojo, no me da vergüenza hacer esto. Pero creo que como mujeres nos merecemos algo mejor. Que alguien nos mire a los ojos y se dé cuenta”.

Para finalizar la entrevista las tres mujeres coincidieron en un concepto: “Queremos predicar con el ejemplo para nuestros hijos. Que saquen de nosotras lo mejor y que puedan llegar a ser mejores”.

Culminó la nota y rápidamente se levantaron, colocaron de nuevo los guantes en sus manos, tomaron el rastrillo, la pala y las bolsas y retomaron sin pausa la labor que había empezado a las 7 de la mañana.

Feliz día del Trabajador para cada persona que en algún punto se haya sentido identificada. Levantarse cada día para dignificar la vida gratifica. Y para aquellos desocupados que sueñan con un empleo, desde aquí, el mensaje esperanzador de no bajar los brazos y luchar por un futuro mucho mejor.


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