Las confesiones del hombre condenado por matar a una y que enamoró a la otra

Víctor Cingolani purga una condena de 13 años. Pero eso no le impidió casarse con Edith Casas, hermana de Johana por cuya muerte está preso. El escritor Rodolfo Palacios publicó en un medio de Barcelona increíbles declaraciones del hombre al que apodaron Bin Laden y que dice ser inocente.

11 MAY 2013 - 21:53 | Actualizado

Acá muchos se han hecho el coco pensando chanchadas. Algunos sinvergüenzas del pueblo me han puesto un apodo fulero”.

-¿Cuál?

-Bin Laden, Osama Bin Laden

-¿Por?

-Porque me “voltié” a las gemelas.

Víctor Cingolani está purgando una condena de 13 años acusado de matar a Johana Casas en 2010. El 14 de febrero de este año se casó con Edith Casas, la hermana gemela de la chica asesinada. El caso, que tuvo como escenario a la ciudad santacruceña de Pico Truncado recorrió el país y el mundo. Una joven iba a casarse con el asesino de su hermana gemela. Nada menos. Antes del casamiento el periodista y escritor Rodolfo Palacios logró entrevistar a Cingolani en la Alcaidía de Truncado. Fueron dos visitas en las que el condenado acuñó frases como las del inicio de esta nota.

Palacios no es un improvisado en esto de las historias policiales. Es autor de los libros “Conchita, el hombre que no amaba a las mujeres” que narra la vida del dentista Roberto Barreda, “El Ángel Negro”, sobre el asesino serial Carlos Eduardo Robledo Puch y “Pasiones que matan, 13 crímenes argentinos” entre ellos los de María Marta García Belzunce y Norita Dalmaso. Verborrágico y extrovertido, Cingolani (y también Edith) dejaron otras frases que parecen más salidas del realismo mágico que inmortalizó García Márquez que de una historia de amor.

-“Amo la noche. Con mis amigos la aprendimos a controlar. Aprendí a esperar, a disfrutar de cada noche porque no hay dos noches iguales”.

-¿Cuántas mujeres pasaron por tu vida?, preguntó Palacios. Cingolani se queda callado y cierra los ojos. Después de un cálculo mental responde: “Y, habré estado con 40”.

“Las huellas de parafina que encontraron en mis manos son porque estuve en la camioneta de mi cuñado que sale a cazar. Además uno puede tener la sustancia de la pólvora si toca orina o fertilizantes”.

“La noche del crimen de Johana estuve en el casino. Y después me fui a la casa de una amiga hasta las 6 de la mañana. A esa hora ya la habían matado”

-¿Cómo conociste a Johana?

-En un bingo, al mediodía. Estaba con mi vieja y una amiga de ella. Johana me miraba. Y yo les dije “a esta me la levanto”. Le hice una seña y enseguida ella se levantó para ir al baño. Cuando volvió me tocó la espalda y me dio un papelito con su nombre y el número de su celular. Le mandé mensajes al toque. Nos vimos un par de veces. Y nos pusimos de novio. Salimos un año y medio”.

-¿Llegaste a salir con las dos al mismo tiempo?

-No, eso nunca.

-¿A Johana la dejaste por Edith?

-Con Johana nos separamos porque ella quería tener hijos y yo no. Además no le gustaba la noche.

-¿Nunca las confundiste?

-No. Y eso que eran iguales. Hasta tenían el mismo tono de voz. Pero Johana se producía más y Edith es más sencillita. Igual a veces la veo a Edith de perfil y me parece que es Johana. Se ríen igual. El otro día se lo dije. Eso me impresiona.

Y te voy a confesar algo: después intercambiamos parejas. Yo me puse de novio con la Edith y Wilfredo, el novio de la Edith se puso de novio con la Johana.

-¿Les gustaría tener hijos?

-Es nuestro sueño. Yo maduré. Te voy a confesar algo porque me caés bien. Hace dos días soñé que Edith y yo estábamos abrazados y en el medio acurrucadito había un bebé. Nuestro bebé.

-¿Qué dijo ella de ese sueño?

-Se emocionó hasta las lágrimas.

-¿A Johana la soñaste?

-Yo estaba en un complejo de gas del Estado. Era una especie de puente con dos puertas laterales abiertas. Ella iba caminando. Lloraba. Yo la paraba y le preguntaba ¿estás contenta con lo que pasó?. Y ella me decía que no. Y se iba triste con otra chica.

-¿Qué interpretación hacés del sueño?

-Creo que Johana confirmaba que yo era inocente. Me daba la razón porque yo le preguntaba si estaba contenta y me decía que no. Y esto lo soñé después del juicio. Después que me condenaron.

Palacios cuenta otras intimidades de la vida de Cingolani en la cárcel, donde goza de algunos privilegios. Por ejemplo trabaja en la carpintería de la Alcaidía de 14 a 19. Fabrica sillas, banquitos, mesas, revisteros, portarretratos y cuadros. Después su hermana Claudia los vende y toda la plata es para él. Comparte un pabellón con otros nueve presos, tiene mesa de ping pong y play station. El escritor dice que “la alcaidía es una cárcel que no huele a cárcel sino a hospital” y que en una parte de sus diálogos Edith le preguntó: ¿En Buenos Aires hay montañas?. Digo lomas, subidas. Yo nunca salí de Truncado”.

También el escritor narra con extraordinaria claridad lo que vivió durante los dos días de la entrevista:

“Él le acaricia el pelo, le besa el cuello con ternura y dice: “me llenó la humildad que tiene Edith. Eso me enamoró de ella. Me voy a tatuar su nombre”.

-¿Cuántos hijos quieren tener?.

-Cuatro. Nos gustan dos nombres.

-¿Los puedo saber?

-Sí, aunque si se entera la Edith me mata. Mantené el secreto hasta que ella te los diga.

Nos gustan Luisina y… Johana.#

Palacios: “Le creí, pero no sirve de nada que yo lo diga”

La de Truncado es una historia de impacto mundial. Parece algo de película más que de realidad. Una tragedia griega, una obra de William Shakespeare”, le dijo a Jornada Rodolfo Palacios, autor de la nota a Víctor Cingolani. Fogueado en temas policiales con casos sorprendentes en la Argentina, Palacios quedó conmovido con lo que pasó en Truncado. “Puede ser más fuerte incluso que algunas historias de Estados Unidos donde hay mujeres que se casan con descuartizadores y cientos de historias de amor insólitas vinculadas a hechos policiales”, agregó.

El autor de “Conchita”, la historia del dentista Roberto Barreda quien asesinó a su esposa, su suegra y sus dos hijas, dijo que “le creí a Cingolani, aunque no sirve de nada que yo lo diga. Respondió todas las preguntas que le hice, es como que se abrió. Pero eso no significa nada, es totalmente subjetivo. Yo incluso lo digo en la nota de “Orsai”. El caso está rodeado de un profundo misterio”.

Expresó que “de entrada le aclaré que para nada lo iba a juzgar que sólo iba a contar la historia. Sobre todo una historia nacida en un pueblo donde casi no hay hechos policiales de relevancia. Pero fíjense que esta cuestión recorrió el mundo, ocupó todos los portales y fue tapa de los más importantes diarios del planeta. Es de impacto mundial”.

Para Palacios “hay muchas desprolijidades en el juicio. Yo leí toda la causa pero eso no significa que Cingolani sea inocente. Lo digo en la nota que cuando jugué con él al ping pong no sabía si enfrente tenía a un buen tipo o a un asesino. Simplemente me limité a escribir la historia y por supuesto siempre uno saca algunas conclusiones”.

El escritor y periodista dijo finalmente que “Cingolani tuvo la actitud de contar todo tal como lo habíamos pautado. Y eso enriqueció el reportaje. Me parece que la justicia va a tener que revisar bien el fallo porque insisto: leí el expediente y hay algunas cosas que no cierran”.

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11 MAY 2013 - 21:53

Acá muchos se han hecho el coco pensando chanchadas. Algunos sinvergüenzas del pueblo me han puesto un apodo fulero”.

-¿Cuál?

-Bin Laden, Osama Bin Laden

-¿Por?

-Porque me “voltié” a las gemelas.

Víctor Cingolani está purgando una condena de 13 años acusado de matar a Johana Casas en 2010. El 14 de febrero de este año se casó con Edith Casas, la hermana gemela de la chica asesinada. El caso, que tuvo como escenario a la ciudad santacruceña de Pico Truncado recorrió el país y el mundo. Una joven iba a casarse con el asesino de su hermana gemela. Nada menos. Antes del casamiento el periodista y escritor Rodolfo Palacios logró entrevistar a Cingolani en la Alcaidía de Truncado. Fueron dos visitas en las que el condenado acuñó frases como las del inicio de esta nota.

Palacios no es un improvisado en esto de las historias policiales. Es autor de los libros “Conchita, el hombre que no amaba a las mujeres” que narra la vida del dentista Roberto Barreda, “El Ángel Negro”, sobre el asesino serial Carlos Eduardo Robledo Puch y “Pasiones que matan, 13 crímenes argentinos” entre ellos los de María Marta García Belzunce y Norita Dalmaso. Verborrágico y extrovertido, Cingolani (y también Edith) dejaron otras frases que parecen más salidas del realismo mágico que inmortalizó García Márquez que de una historia de amor.

-“Amo la noche. Con mis amigos la aprendimos a controlar. Aprendí a esperar, a disfrutar de cada noche porque no hay dos noches iguales”.

-¿Cuántas mujeres pasaron por tu vida?, preguntó Palacios. Cingolani se queda callado y cierra los ojos. Después de un cálculo mental responde: “Y, habré estado con 40”.

“Las huellas de parafina que encontraron en mis manos son porque estuve en la camioneta de mi cuñado que sale a cazar. Además uno puede tener la sustancia de la pólvora si toca orina o fertilizantes”.

“La noche del crimen de Johana estuve en el casino. Y después me fui a la casa de una amiga hasta las 6 de la mañana. A esa hora ya la habían matado”

-¿Cómo conociste a Johana?

-En un bingo, al mediodía. Estaba con mi vieja y una amiga de ella. Johana me miraba. Y yo les dije “a esta me la levanto”. Le hice una seña y enseguida ella se levantó para ir al baño. Cuando volvió me tocó la espalda y me dio un papelito con su nombre y el número de su celular. Le mandé mensajes al toque. Nos vimos un par de veces. Y nos pusimos de novio. Salimos un año y medio”.

-¿Llegaste a salir con las dos al mismo tiempo?

-No, eso nunca.

-¿A Johana la dejaste por Edith?

-Con Johana nos separamos porque ella quería tener hijos y yo no. Además no le gustaba la noche.

-¿Nunca las confundiste?

-No. Y eso que eran iguales. Hasta tenían el mismo tono de voz. Pero Johana se producía más y Edith es más sencillita. Igual a veces la veo a Edith de perfil y me parece que es Johana. Se ríen igual. El otro día se lo dije. Eso me impresiona.

Y te voy a confesar algo: después intercambiamos parejas. Yo me puse de novio con la Edith y Wilfredo, el novio de la Edith se puso de novio con la Johana.

-¿Les gustaría tener hijos?

-Es nuestro sueño. Yo maduré. Te voy a confesar algo porque me caés bien. Hace dos días soñé que Edith y yo estábamos abrazados y en el medio acurrucadito había un bebé. Nuestro bebé.

-¿Qué dijo ella de ese sueño?

-Se emocionó hasta las lágrimas.

-¿A Johana la soñaste?

-Yo estaba en un complejo de gas del Estado. Era una especie de puente con dos puertas laterales abiertas. Ella iba caminando. Lloraba. Yo la paraba y le preguntaba ¿estás contenta con lo que pasó?. Y ella me decía que no. Y se iba triste con otra chica.

-¿Qué interpretación hacés del sueño?

-Creo que Johana confirmaba que yo era inocente. Me daba la razón porque yo le preguntaba si estaba contenta y me decía que no. Y esto lo soñé después del juicio. Después que me condenaron.

Palacios cuenta otras intimidades de la vida de Cingolani en la cárcel, donde goza de algunos privilegios. Por ejemplo trabaja en la carpintería de la Alcaidía de 14 a 19. Fabrica sillas, banquitos, mesas, revisteros, portarretratos y cuadros. Después su hermana Claudia los vende y toda la plata es para él. Comparte un pabellón con otros nueve presos, tiene mesa de ping pong y play station. El escritor dice que “la alcaidía es una cárcel que no huele a cárcel sino a hospital” y que en una parte de sus diálogos Edith le preguntó: ¿En Buenos Aires hay montañas?. Digo lomas, subidas. Yo nunca salí de Truncado”.

También el escritor narra con extraordinaria claridad lo que vivió durante los dos días de la entrevista:

“Él le acaricia el pelo, le besa el cuello con ternura y dice: “me llenó la humildad que tiene Edith. Eso me enamoró de ella. Me voy a tatuar su nombre”.

-¿Cuántos hijos quieren tener?.

-Cuatro. Nos gustan dos nombres.

-¿Los puedo saber?

-Sí, aunque si se entera la Edith me mata. Mantené el secreto hasta que ella te los diga.

Nos gustan Luisina y… Johana.#

Palacios: “Le creí, pero no sirve de nada que yo lo diga”

La de Truncado es una historia de impacto mundial. Parece algo de película más que de realidad. Una tragedia griega, una obra de William Shakespeare”, le dijo a Jornada Rodolfo Palacios, autor de la nota a Víctor Cingolani. Fogueado en temas policiales con casos sorprendentes en la Argentina, Palacios quedó conmovido con lo que pasó en Truncado. “Puede ser más fuerte incluso que algunas historias de Estados Unidos donde hay mujeres que se casan con descuartizadores y cientos de historias de amor insólitas vinculadas a hechos policiales”, agregó.

El autor de “Conchita”, la historia del dentista Roberto Barreda quien asesinó a su esposa, su suegra y sus dos hijas, dijo que “le creí a Cingolani, aunque no sirve de nada que yo lo diga. Respondió todas las preguntas que le hice, es como que se abrió. Pero eso no significa nada, es totalmente subjetivo. Yo incluso lo digo en la nota de “Orsai”. El caso está rodeado de un profundo misterio”.

Expresó que “de entrada le aclaré que para nada lo iba a juzgar que sólo iba a contar la historia. Sobre todo una historia nacida en un pueblo donde casi no hay hechos policiales de relevancia. Pero fíjense que esta cuestión recorrió el mundo, ocupó todos los portales y fue tapa de los más importantes diarios del planeta. Es de impacto mundial”.

Para Palacios “hay muchas desprolijidades en el juicio. Yo leí toda la causa pero eso no significa que Cingolani sea inocente. Lo digo en la nota que cuando jugué con él al ping pong no sabía si enfrente tenía a un buen tipo o a un asesino. Simplemente me limité a escribir la historia y por supuesto siempre uno saca algunas conclusiones”.

El escritor y periodista dijo finalmente que “Cingolani tuvo la actitud de contar todo tal como lo habíamos pautado. Y eso enriqueció el reportaje. Me parece que la justicia va a tener que revisar bien el fallo porque insisto: leí el expediente y hay algunas cosas que no cierran”.


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