La nueva vida del “Chino” Arturo, transplantado y con un riñón donado por su hermano

Donar, un acto de amor que se multiplica tratándose de la familia. El fotógrafo comodorense Raúl Arturo se recupera en Capital Federal de un exitoso trasplante de riñón, donado por Héctor, su hermano mayor. A la espera del alta médica, esperar volver al sur, retomar el trabajo y vivir sin estar “atado” a una máquina de diálisis.

26 OCT 2013 - 21:48 | Actualizado

Lo de mi hermano fue un acto de amor. Para mí es un héroe. Tuvo el coraje de ser donante”. Raúl Oscar Arturo, el “Chino”, conocido fotógrafo expresa desde el Hotel Real en la zona de Congreso, las sensaciones que hoy marcan su nueva vida. Luego de superar procesos traumáticos como los propios de cualquier paciente renal, de estar “atado” a una máquina y de pelear su propia pelea, ahora proyecta dejar en cero el cronómetro y dar de nuevo, ya con otra visión de lo importante.

“Viajamos con mi hermano Héctor (55) el 23 de setiembre hasta que nos internamos el día 30 para realizar la operación en el Sanatorio Anchorena. Todo duró tres horas y media en el quirófano, salí conciente y directamente a una sala que transformaron en terapia intensiva; después fue común, estuve tres o cuatro días sin recibir visitas nada más que a médicos y enfermeros. Al séptimo día nos dieron el alta”.

Para el “Chino” la clave fue la fé, la confianza en el personal médico que intervino y sobre todo, los cuidados previos a los cuales se había sometido. “La recuperación fue muy buena, producto de haberme cuidado mucho no comiendo grasa, ni sal, haciendo una dieta. Casi todos los casos como el nuestro requieren de dos semanas de internación. Yo estuve solamente una”.

La compleja intervención estuvo a cargo del doctor Eduardo Maggiora, jefe del Servicio de Trasplante del Hospital Anchorena. “Yo tenía poliquistosis renal bilateral cronica, es decir que no funcionaban ninguno de los dos riñones”, cuenta Arturo quien ya se encuentra en plena recuperación, sometido a controles pero a la espera del okey para viajar de regreso a Comodoro Rivadavia. Camina una hora por día, no ingiere dulces, ni sal y limita el consumo de harinas: comida sana y tres litros de agua por día representan hoy la mejor medicina para asegurarle una recuperación total.

“Estoy a muy poco de volver a ser una persona con valores normales de laboratorio y muy contento por eso. Calculo que mi hermano tendrá el alta médica la semana que viene y yo en quince o veinte días estaría volviendo a mi casa”. El “Chino” destacó la energía recibida de parte de la familia y los amigos de la ciudad que le expresen su acompañamiento de múltiples maneras. “Eso ayuda, nunca me sentí mal y siempre creí en que todo iba a salir bien”.

Y el gracias, sincero, alcanza una lista de varias hojas. Desde el cuerpo médico de la Clínica hasta enfermeros; personal operativo, cocineros, nutricionistas y administrativos. “Mis hijos Sabrina y Julián que estudian en La Plata, siempre estuvieron al pie del cañón”. Reconoce las atenciones recibidas en el hotel y del mismo modo, las ventajas comparativas en cuanto a los precios y valores que le permiten sostenerse económicamente. “Me muevo en taxi y son pocos los remedios que tengo que pagar, que no me cubre la obra social. La vengo llevando muy bien”. Para cualquier paciente renal, abandonar la diálisis implica una suerte de liberación, una rotura de cadenas. “Me siento fantástico, no tener que atarme a una máquina para poder vivir bien. Después de todo lo que pasamos, comprendí que uno a veces se preocupa por cosas que no tienen sentido. Me conectaba cuatro horas, salía todo roto y derecho a acostarme. Eran todos días perdidos”.

Las redes sociales lo mantienen en contacto aunque no impiden la nostalgia. “Extraño a la familia, a los amigos y ver a Huracán”, expresa Arturo, reconocido simpatizante del Globo. “Ya –agregó- estuve paseando un poco por Buenos Aires. Me encontré con amigos como Adrián Dagotto y almorcé con Daniel Poza. No puedo ir al cine porque no puedo estar en contacto con mucha gente; ni andar en subte”.

La vida con salud, la mejor etapa, comienza ahora. “Todo éste proceso me sirvió para reflexionar muchas cosas, proyectar otras y espero que el futuro nos depare cosas lindas por vivir. Quiero empezar a trabajar, hace seis meses que no podía hacerlo y eso me generó algún desfasaje económico. Quiero empezar de a poco para ir cumpliendo con las obligaciones. También quiero viajar y divertirme porque hace mucho que no tengo vacaciones por tener que dializarme día por medio. Ahora a mis tiempos los voy a manejar yo”.

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26 OCT 2013 - 21:48

Lo de mi hermano fue un acto de amor. Para mí es un héroe. Tuvo el coraje de ser donante”. Raúl Oscar Arturo, el “Chino”, conocido fotógrafo expresa desde el Hotel Real en la zona de Congreso, las sensaciones que hoy marcan su nueva vida. Luego de superar procesos traumáticos como los propios de cualquier paciente renal, de estar “atado” a una máquina y de pelear su propia pelea, ahora proyecta dejar en cero el cronómetro y dar de nuevo, ya con otra visión de lo importante.

“Viajamos con mi hermano Héctor (55) el 23 de setiembre hasta que nos internamos el día 30 para realizar la operación en el Sanatorio Anchorena. Todo duró tres horas y media en el quirófano, salí conciente y directamente a una sala que transformaron en terapia intensiva; después fue común, estuve tres o cuatro días sin recibir visitas nada más que a médicos y enfermeros. Al séptimo día nos dieron el alta”.

Para el “Chino” la clave fue la fé, la confianza en el personal médico que intervino y sobre todo, los cuidados previos a los cuales se había sometido. “La recuperación fue muy buena, producto de haberme cuidado mucho no comiendo grasa, ni sal, haciendo una dieta. Casi todos los casos como el nuestro requieren de dos semanas de internación. Yo estuve solamente una”.

La compleja intervención estuvo a cargo del doctor Eduardo Maggiora, jefe del Servicio de Trasplante del Hospital Anchorena. “Yo tenía poliquistosis renal bilateral cronica, es decir que no funcionaban ninguno de los dos riñones”, cuenta Arturo quien ya se encuentra en plena recuperación, sometido a controles pero a la espera del okey para viajar de regreso a Comodoro Rivadavia. Camina una hora por día, no ingiere dulces, ni sal y limita el consumo de harinas: comida sana y tres litros de agua por día representan hoy la mejor medicina para asegurarle una recuperación total.

“Estoy a muy poco de volver a ser una persona con valores normales de laboratorio y muy contento por eso. Calculo que mi hermano tendrá el alta médica la semana que viene y yo en quince o veinte días estaría volviendo a mi casa”. El “Chino” destacó la energía recibida de parte de la familia y los amigos de la ciudad que le expresen su acompañamiento de múltiples maneras. “Eso ayuda, nunca me sentí mal y siempre creí en que todo iba a salir bien”.

Y el gracias, sincero, alcanza una lista de varias hojas. Desde el cuerpo médico de la Clínica hasta enfermeros; personal operativo, cocineros, nutricionistas y administrativos. “Mis hijos Sabrina y Julián que estudian en La Plata, siempre estuvieron al pie del cañón”. Reconoce las atenciones recibidas en el hotel y del mismo modo, las ventajas comparativas en cuanto a los precios y valores que le permiten sostenerse económicamente. “Me muevo en taxi y son pocos los remedios que tengo que pagar, que no me cubre la obra social. La vengo llevando muy bien”. Para cualquier paciente renal, abandonar la diálisis implica una suerte de liberación, una rotura de cadenas. “Me siento fantástico, no tener que atarme a una máquina para poder vivir bien. Después de todo lo que pasamos, comprendí que uno a veces se preocupa por cosas que no tienen sentido. Me conectaba cuatro horas, salía todo roto y derecho a acostarme. Eran todos días perdidos”.

Las redes sociales lo mantienen en contacto aunque no impiden la nostalgia. “Extraño a la familia, a los amigos y ver a Huracán”, expresa Arturo, reconocido simpatizante del Globo. “Ya –agregó- estuve paseando un poco por Buenos Aires. Me encontré con amigos como Adrián Dagotto y almorcé con Daniel Poza. No puedo ir al cine porque no puedo estar en contacto con mucha gente; ni andar en subte”.

La vida con salud, la mejor etapa, comienza ahora. “Todo éste proceso me sirvió para reflexionar muchas cosas, proyectar otras y espero que el futuro nos depare cosas lindas por vivir. Quiero empezar a trabajar, hace seis meses que no podía hacerlo y eso me generó algún desfasaje económico. Quiero empezar de a poco para ir cumpliendo con las obligaciones. También quiero viajar y divertirme porque hace mucho que no tengo vacaciones por tener que dializarme día por medio. Ahora a mis tiempos los voy a manejar yo”.


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