Murió otro preso de la Unidad 6

Tenía 22 años y se prendió fuego porque no lo dejaron hablar con su madre. Ocurrió el viernes pasado y la víctima agonizó hasta ayer en el Hospital de Trelew. Se suma a la denuncia por la muerte de otro interno al que habrían torturado.

19 FEB 2014 - 22:47 | Actualizado

Otro escándalo podría desatarse en la Unidad Seis de Rawson: ayer murió un interno de 22 años que estaba internado en el Hospital de Trelew tras haberse prendido fuego en su celda. Agonizó desde el viernes, día en que según pudo averiguar Jornada se vivió un verdadero “día de furia” en el pabellón 15 al que pertenecía el fallecido. Los incidentes continuaron al día siguiente con este trágico final.

El interno se llamaba Juan Moreno y tenía 22 años. Hacía aproximadamente 6 meses que estaba en el penal de Rawson. El viernes pasado pidió hablar con su madre por teléfono porque está enferma de cáncer. Pero de acuerdo a datos que tiene la justicia no lo dejaron. Y no sólo eso: prácticamente clausuraron el pabellón 15 del que nadie podría entrar ni salir. El muchacho siguió con gritos desesperados pero nunca fueron escuchados. Y amenazó a los guardiacárceles respecto a que si no lo dejaban hablar con su mamá iba a prenderse fuego.

Las supuestas represalias contra el pabellón continuaron al día siguiente. Los presos comenzaron a golpear con lo que tenían a mano. Pero como toda respuesta recibieron más represión. Los custodios ingresaron a puro balazo de goma y también incendiaron colchones. Dos de los internos, que habían logrado salir y hablar por teléfono fueron confinados a las celdas de castigo. Y también habían amenazado con suicidarse.

Y fue el mismo 14 a las 8,30 cuando el joven Moreno cumplió con su amenaza: se prendió fuego ante la mirada atónita de sus compañeros de celda. Fue derivado al hospital Santa Teresita con quemaduras en el 80 por ciento de su cuerpo. Y de allí y dada su gravedad, al Hospital Zonal de Trelew donde ayer, pasadas las 8, dejó de existir después que fueran en vano los esfuerzos de los médicos por salvarle la vida. Incluso en algún momento se pensó en trasladarlo a Buenos Aires a un lugar de mayor complejidad para quienes sufren este tipo de quemaduras. La autopsia se le realizó ayer a las 11 y se esperaba que lleguen familiares del joven para entregarles el cuerpo.

Este hecho sucede cuando la Unidad Penitenciaria número 6 de Rawson se ve envuelta en otro escándalo, en el cual están actuando autoridades nacionales tal como publicó Jornada en el día de ayer.

Efectivamente, la Procuraduría contra la Violencia Institucional (Procuvin) investiga la muerte de un joven que estaba preso en la Unidad 6 del Servicio Penitenciario Federal, en Rawson. Se trata de Cristian Pereyra, que tenía 25 años y apareció muerto en una sala de internación del servicio médico del penal el pasado 22 de diciembre.

Pereyra tenía una condena de nueve años y seis meses de prisión por un robo a mano armada. Ya había cumplido parte de la pena en las cárceles de Ezeiza y Devoto en Buenos Aires. También habría pasado por Neuquén.

“Lo vieron en muy mal estado físico y psíquico, muy sucio y con quemaduras”, relató Abel Córdoba, titular de la Procuvin. El día de la entrevista era su cumpleaños y el joven se encontraba solo. Es más: según Córdoba el joven no sabía que ese día cumplía años. “En realidad era tal el castigo que ignoraba en qué día vivía”, relató Córdoba a Jornada.

“El día anterior, el cuerpo de requisa de la Unidad lo había encerrado en su celda tras golpearlo fuertemente”, informó el funcionario. “Al ser encerrado creció su temor a volver a ser agredido y reclamó que lo cambien de pabellón, y no tuvo respuesta, siguió reclamando y para tener la atención penitenciaria, prendió fuego en su celda. Ahí reaparecieron los agentes del Servicio Penitenciario. Lo sacaron de la celda, lo golpearon y le inyectaron gas pimienta en los ojos y en la boca. En esas condiciones, lo encerraron en un buzón de castigo”, denunció el titular de la Procuvin.

Por otra parte, Pereyra recibió un tratamiento psiquiátrico en las cárceles de Ezeiza y Devoto que, según denuncia la Procuvin, le fue suspendido en el penal de Rawson.

El día que fue entrevistado por el personal de la Procuraduría, Pereyra tenía marcas de golpes en la cabeza, varias escoriaciones y moretones por todo el cuerpo, además de un corte en el brazo.

Ante esta situación, la Procuvin promovió la presentación de un habeas corpus. Unos días después, Pereyra fue hallado muerto en el penal. Las autoridades de la Unidad informaron que se trató de un suicidio.

Ayer, Córdoba reconoció ante Jornada que “estamos detrás de otro caso, de otra muerte ocurrida en los últimos días”, aunque no tenía más detalles. Averiguaciones realizadas por Jornada permitieron conocer la muerte de Moreno enmarcada en una situación de posible “incitación al suicidio”. Cabe destacar que según se pudo confirmar, el fiscal federal Fernando Gélvez actuó con mucha celeridad cuando se conoció este último caso. “Ya lo tendría prácticamente resuelto”, dijeron fuentes vinculadas al juzgado federal ayer a este diario. Lo cierto es que en poco tiempo, dos muertes de internos de la Unidad Seis provocaron la actuación de autoridades nacionales. Cuando todavía el “caso Pereyra” está sin resolverse, aparece el suicidio de este joven. En tanto, las autoridades de la Unidad Seis guardan silencio.Un pabellón tranquiloDe acuerdo a lo que pudo averiguar este diario, el joven Moreno ocupaba un camastro del pabellón 15 de la Unidad Seis de Rawson. Es, en general, un pabellón con presos de buena conducta, que se llevan bien entre ellos, comparten comidas y juegos y no se registran incidentes.

Por eso llamó la atención desde un primer momento que se registraran entre el pasado 13 y 14 de febrero hechos de esta naturaleza. “No existen en el pabellón 15 grupos antagónicos. Y tampoco las requisas son complicadas para los guardiacárceles”, confiaron fuentes a Jornada. Moreno cumplía una condena por asalto a mano armada, aunque esto no pudo ser confirmado. Sí se sabe que era un muchacho con varios antecedentes delictivos y que estaba purgando una pena cercana a los 10 años.

“Se había enterado días antes que la madre estaba mal. Padecía una enfermedad terminal y por eso insistió para poder llamarla por teléfono ante la imposibilidad de la mujer de viajar. Nadie entiende por qué no le dieron permiso ya que es algo que ocurre normalmente. Además, se trata de un pabellón con gente tranquila que raramente es castigada”, expresó la fuente.Muchos muertosSegún confió el doctor Abel Córdoba, “en los últimos tiempos se registró un importante crecimiento en el porcentaje de mortalidad en la Unidad Seis de Rawson. Y en algunos de los casos, nunca debidamente aclarados. Por eso nosotros vamos a seguir investigando”. Córdoba dijo por otra parte que había elevado el caso de Pereyra al jefe del Servicio Penitenciario Nacional, el recientemente asumido Cristian Blanco solicitándole que se inicie un sumario interno en la Unidad Seis para deslindar responsabilidades. Pero que hasta el momento no tuvo ninguna respuesta.

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19 FEB 2014 - 22:47

Otro escándalo podría desatarse en la Unidad Seis de Rawson: ayer murió un interno de 22 años que estaba internado en el Hospital de Trelew tras haberse prendido fuego en su celda. Agonizó desde el viernes, día en que según pudo averiguar Jornada se vivió un verdadero “día de furia” en el pabellón 15 al que pertenecía el fallecido. Los incidentes continuaron al día siguiente con este trágico final.

El interno se llamaba Juan Moreno y tenía 22 años. Hacía aproximadamente 6 meses que estaba en el penal de Rawson. El viernes pasado pidió hablar con su madre por teléfono porque está enferma de cáncer. Pero de acuerdo a datos que tiene la justicia no lo dejaron. Y no sólo eso: prácticamente clausuraron el pabellón 15 del que nadie podría entrar ni salir. El muchacho siguió con gritos desesperados pero nunca fueron escuchados. Y amenazó a los guardiacárceles respecto a que si no lo dejaban hablar con su mamá iba a prenderse fuego.

Las supuestas represalias contra el pabellón continuaron al día siguiente. Los presos comenzaron a golpear con lo que tenían a mano. Pero como toda respuesta recibieron más represión. Los custodios ingresaron a puro balazo de goma y también incendiaron colchones. Dos de los internos, que habían logrado salir y hablar por teléfono fueron confinados a las celdas de castigo. Y también habían amenazado con suicidarse.

Y fue el mismo 14 a las 8,30 cuando el joven Moreno cumplió con su amenaza: se prendió fuego ante la mirada atónita de sus compañeros de celda. Fue derivado al hospital Santa Teresita con quemaduras en el 80 por ciento de su cuerpo. Y de allí y dada su gravedad, al Hospital Zonal de Trelew donde ayer, pasadas las 8, dejó de existir después que fueran en vano los esfuerzos de los médicos por salvarle la vida. Incluso en algún momento se pensó en trasladarlo a Buenos Aires a un lugar de mayor complejidad para quienes sufren este tipo de quemaduras. La autopsia se le realizó ayer a las 11 y se esperaba que lleguen familiares del joven para entregarles el cuerpo.

Este hecho sucede cuando la Unidad Penitenciaria número 6 de Rawson se ve envuelta en otro escándalo, en el cual están actuando autoridades nacionales tal como publicó Jornada en el día de ayer.

Efectivamente, la Procuraduría contra la Violencia Institucional (Procuvin) investiga la muerte de un joven que estaba preso en la Unidad 6 del Servicio Penitenciario Federal, en Rawson. Se trata de Cristian Pereyra, que tenía 25 años y apareció muerto en una sala de internación del servicio médico del penal el pasado 22 de diciembre.

Pereyra tenía una condena de nueve años y seis meses de prisión por un robo a mano armada. Ya había cumplido parte de la pena en las cárceles de Ezeiza y Devoto en Buenos Aires. También habría pasado por Neuquén.

“Lo vieron en muy mal estado físico y psíquico, muy sucio y con quemaduras”, relató Abel Córdoba, titular de la Procuvin. El día de la entrevista era su cumpleaños y el joven se encontraba solo. Es más: según Córdoba el joven no sabía que ese día cumplía años. “En realidad era tal el castigo que ignoraba en qué día vivía”, relató Córdoba a Jornada.

“El día anterior, el cuerpo de requisa de la Unidad lo había encerrado en su celda tras golpearlo fuertemente”, informó el funcionario. “Al ser encerrado creció su temor a volver a ser agredido y reclamó que lo cambien de pabellón, y no tuvo respuesta, siguió reclamando y para tener la atención penitenciaria, prendió fuego en su celda. Ahí reaparecieron los agentes del Servicio Penitenciario. Lo sacaron de la celda, lo golpearon y le inyectaron gas pimienta en los ojos y en la boca. En esas condiciones, lo encerraron en un buzón de castigo”, denunció el titular de la Procuvin.

Por otra parte, Pereyra recibió un tratamiento psiquiátrico en las cárceles de Ezeiza y Devoto que, según denuncia la Procuvin, le fue suspendido en el penal de Rawson.

El día que fue entrevistado por el personal de la Procuraduría, Pereyra tenía marcas de golpes en la cabeza, varias escoriaciones y moretones por todo el cuerpo, además de un corte en el brazo.

Ante esta situación, la Procuvin promovió la presentación de un habeas corpus. Unos días después, Pereyra fue hallado muerto en el penal. Las autoridades de la Unidad informaron que se trató de un suicidio.

Ayer, Córdoba reconoció ante Jornada que “estamos detrás de otro caso, de otra muerte ocurrida en los últimos días”, aunque no tenía más detalles. Averiguaciones realizadas por Jornada permitieron conocer la muerte de Moreno enmarcada en una situación de posible “incitación al suicidio”. Cabe destacar que según se pudo confirmar, el fiscal federal Fernando Gélvez actuó con mucha celeridad cuando se conoció este último caso. “Ya lo tendría prácticamente resuelto”, dijeron fuentes vinculadas al juzgado federal ayer a este diario. Lo cierto es que en poco tiempo, dos muertes de internos de la Unidad Seis provocaron la actuación de autoridades nacionales. Cuando todavía el “caso Pereyra” está sin resolverse, aparece el suicidio de este joven. En tanto, las autoridades de la Unidad Seis guardan silencio.Un pabellón tranquiloDe acuerdo a lo que pudo averiguar este diario, el joven Moreno ocupaba un camastro del pabellón 15 de la Unidad Seis de Rawson. Es, en general, un pabellón con presos de buena conducta, que se llevan bien entre ellos, comparten comidas y juegos y no se registran incidentes.

Por eso llamó la atención desde un primer momento que se registraran entre el pasado 13 y 14 de febrero hechos de esta naturaleza. “No existen en el pabellón 15 grupos antagónicos. Y tampoco las requisas son complicadas para los guardiacárceles”, confiaron fuentes a Jornada. Moreno cumplía una condena por asalto a mano armada, aunque esto no pudo ser confirmado. Sí se sabe que era un muchacho con varios antecedentes delictivos y que estaba purgando una pena cercana a los 10 años.

“Se había enterado días antes que la madre estaba mal. Padecía una enfermedad terminal y por eso insistió para poder llamarla por teléfono ante la imposibilidad de la mujer de viajar. Nadie entiende por qué no le dieron permiso ya que es algo que ocurre normalmente. Además, se trata de un pabellón con gente tranquila que raramente es castigada”, expresó la fuente.Muchos muertosSegún confió el doctor Abel Córdoba, “en los últimos tiempos se registró un importante crecimiento en el porcentaje de mortalidad en la Unidad Seis de Rawson. Y en algunos de los casos, nunca debidamente aclarados. Por eso nosotros vamos a seguir investigando”. Córdoba dijo por otra parte que había elevado el caso de Pereyra al jefe del Servicio Penitenciario Nacional, el recientemente asumido Cristian Blanco solicitándole que se inicie un sumario interno en la Unidad Seis para deslindar responsabilidades. Pero que hasta el momento no tuvo ninguna respuesta.


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