El MEF, un paseo al origen de la vida

El Museo Egidio Feruglio de Trelew.

29 MAR 2014 - 21:29 | Actualizado

El esqueleto de un tiranotitán chubutensis, de 12 metros de largo por 5 de alto, con una afilada y punzante sonrisa da la bienvenida en el hall del Museo Paleontológico de Trelew a los visitantes, quienes adentro podrán ver otras numerosas piezas en un paseo hasta los orígenes de la vida en la Tierra.

En sus cuatro salas que representan las eras cenozoica, mesozoica, paleozoica y precámbrica, el Museo Egidio Feruglio (MEF) de esa ciudad de Chubut ofrece, en un recorrido en el sentido inverso a la línea del tiempo, una organizada muestra de buena parte de sus 23 mil piezas y réplicas.

El museo cuenta con guías bilingües en castellano y francés, inglés o portugués, pero el visitante también puede elegir el sistema autoguiado con precisa cartelería explicativa en español e inglés, con gráficos y dibujos.

En el ingreso, donde está el espacio del holoceno, se encuentran las únicas figuras de seres no extinguidos: un grupo humano, ambientado en un alero con manos pintadas en las paredes como en la famosa Cueva de las Manos de Santa Cruz, con el fondo de un paisaje patagónico.

Luego vendrán los animales nunca vistos por los visitantes, de los cuales muchos jamás fueron vistos vivos por ningún hombre, ya que son anteriores a la existencia humana en la Tierra.

El paseo lleva, en el primer tramo, entre antepasados del caballo, mucho más pequeños que el actual; los toxodontes, o hipopótamos y rinocerontes sudamericanos; el gliptodón, que es el peludo más viejo conocido, y el impresionante tigre dientes de sable (del sur de Brasil), que vivieron entre hace 10 mil años y 2,5 millones.

De la misma era, aunque anterior a éstos -en el oligoceno- se exhibe una réplica del Fororraco, un ave de dos metros de altura que pesaba casi 300 kilogramos.

El coordinador de Extensión y Programas Educativos del MEF, Pedro Saizar, explicó a Télam que “la Colección del museo es de unas 23 mil piezas”, que consideró “un numero importante para un museo joven y comparativamente pequeño”.

“En la exhibición al público -siguió- hay tanto fósiles originales como réplicas”, y aclaró que “como en la mayoría de los museos, sólo se exhibe una fracción muy pequeña de los originales”, que estimó en menos del 1%.

No obstante, el diseño, ambientación y calidad de armado de las piezas constituyen un importante aporte de conocimientos y logran captar la atención de los niños, que en este paseo ideal para toda la familia, mantienen silencio ante las explicaciones de los guías y arriman sus grandes ojos extasiados a las vidrieras.

La cartelería indica, por ejemplo, que el gliptodón y el toxodón, habitaron en la actual provincia de Buenos Aires, lo que lleva a los chicos a preguntar asombrados si es el mismo lugar donde están sus casas.

De todos modos, el pico de atención de los más pequeños -y también de muchos adultos- se da al entrar en la sala de la Mesozoica, que es la era en que surgieron y desaparecieron los dinosaurios, de los cuales el museo cuenta con varias réplicas erguidas y piezas originales sobre el suelo.

La Patagonia es uno de los lugares más ricos del mundo en cuanto a restos de estos animales, y el museo cuenta con “16 dinosaurios distintos: 12 esqueletos en posición de vida, un dinosaurio exhibido en forma parcial (fósiles aislados) y tres como modelos `con piel`”, señaló Saizar.

En esta sala el museo exhiben réplicas o datos en cartelería de las gasparinosauras o “dinosaurios en miniatura”, que no superaban los 50 centímetros, el extraño amargasaurus, con su esqueleto en cresta, hasta el Argentinosaurus, que con sus 35 metros de largo y sus 100 toneladas es el ser más pesado que habitó la Tierra.

Como fondo a las explicaciones de los guía se oyen sonidos ambientales correspondientes a las piezas en exhibición, tanto de sonidos animales como de la naturaleza que los albergaba.

De la inmensidad de los dinosaurios se entra al era Precámbrica, la más extensa y de orígenes imprecisos, con las pequeñas y primarias formas que surgieron en las aguas, guardadas aún con resto de fondo marino en varias vitrinas, algunos hallados hasta en Jujuy, que también fue fondo marino.

La exhibición se completa con videos en una sala a modo de microcine y los fósiles marinos ubicados, muchos de ellos colgantes, en el primer piso.

Entre otras actividades, el museo organiza para los chicos la de “Exploradores en pijamas”, que permite realizar actividades con niños que pasan la noche junto a dinosaurios u otros animales, y el “Paleodesafío”, que es un concurso para escuelas.

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29 MAR 2014 - 21:29

El esqueleto de un tiranotitán chubutensis, de 12 metros de largo por 5 de alto, con una afilada y punzante sonrisa da la bienvenida en el hall del Museo Paleontológico de Trelew a los visitantes, quienes adentro podrán ver otras numerosas piezas en un paseo hasta los orígenes de la vida en la Tierra.

En sus cuatro salas que representan las eras cenozoica, mesozoica, paleozoica y precámbrica, el Museo Egidio Feruglio (MEF) de esa ciudad de Chubut ofrece, en un recorrido en el sentido inverso a la línea del tiempo, una organizada muestra de buena parte de sus 23 mil piezas y réplicas.

El museo cuenta con guías bilingües en castellano y francés, inglés o portugués, pero el visitante también puede elegir el sistema autoguiado con precisa cartelería explicativa en español e inglés, con gráficos y dibujos.

En el ingreso, donde está el espacio del holoceno, se encuentran las únicas figuras de seres no extinguidos: un grupo humano, ambientado en un alero con manos pintadas en las paredes como en la famosa Cueva de las Manos de Santa Cruz, con el fondo de un paisaje patagónico.

Luego vendrán los animales nunca vistos por los visitantes, de los cuales muchos jamás fueron vistos vivos por ningún hombre, ya que son anteriores a la existencia humana en la Tierra.

El paseo lleva, en el primer tramo, entre antepasados del caballo, mucho más pequeños que el actual; los toxodontes, o hipopótamos y rinocerontes sudamericanos; el gliptodón, que es el peludo más viejo conocido, y el impresionante tigre dientes de sable (del sur de Brasil), que vivieron entre hace 10 mil años y 2,5 millones.

De la misma era, aunque anterior a éstos -en el oligoceno- se exhibe una réplica del Fororraco, un ave de dos metros de altura que pesaba casi 300 kilogramos.

El coordinador de Extensión y Programas Educativos del MEF, Pedro Saizar, explicó a Télam que “la Colección del museo es de unas 23 mil piezas”, que consideró “un numero importante para un museo joven y comparativamente pequeño”.

“En la exhibición al público -siguió- hay tanto fósiles originales como réplicas”, y aclaró que “como en la mayoría de los museos, sólo se exhibe una fracción muy pequeña de los originales”, que estimó en menos del 1%.

No obstante, el diseño, ambientación y calidad de armado de las piezas constituyen un importante aporte de conocimientos y logran captar la atención de los niños, que en este paseo ideal para toda la familia, mantienen silencio ante las explicaciones de los guías y arriman sus grandes ojos extasiados a las vidrieras.

La cartelería indica, por ejemplo, que el gliptodón y el toxodón, habitaron en la actual provincia de Buenos Aires, lo que lleva a los chicos a preguntar asombrados si es el mismo lugar donde están sus casas.

De todos modos, el pico de atención de los más pequeños -y también de muchos adultos- se da al entrar en la sala de la Mesozoica, que es la era en que surgieron y desaparecieron los dinosaurios, de los cuales el museo cuenta con varias réplicas erguidas y piezas originales sobre el suelo.

La Patagonia es uno de los lugares más ricos del mundo en cuanto a restos de estos animales, y el museo cuenta con “16 dinosaurios distintos: 12 esqueletos en posición de vida, un dinosaurio exhibido en forma parcial (fósiles aislados) y tres como modelos `con piel`”, señaló Saizar.

En esta sala el museo exhiben réplicas o datos en cartelería de las gasparinosauras o “dinosaurios en miniatura”, que no superaban los 50 centímetros, el extraño amargasaurus, con su esqueleto en cresta, hasta el Argentinosaurus, que con sus 35 metros de largo y sus 100 toneladas es el ser más pesado que habitó la Tierra.

Como fondo a las explicaciones de los guía se oyen sonidos ambientales correspondientes a las piezas en exhibición, tanto de sonidos animales como de la naturaleza que los albergaba.

De la inmensidad de los dinosaurios se entra al era Precámbrica, la más extensa y de orígenes imprecisos, con las pequeñas y primarias formas que surgieron en las aguas, guardadas aún con resto de fondo marino en varias vitrinas, algunos hallados hasta en Jujuy, que también fue fondo marino.

La exhibición se completa con videos en una sala a modo de microcine y los fósiles marinos ubicados, muchos de ellos colgantes, en el primer piso.

Entre otras actividades, el museo organiza para los chicos la de “Exploradores en pijamas”, que permite realizar actividades con niños que pasan la noche junto a dinosaurios u otros animales, y el “Paleodesafío”, que es un concurso para escuelas.


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