“Yo dejé el fútbol, el fútbol no me dejó a mí”

Hugo Barrientos se retiró del futbol profesional pero no descarta cumplir su sueño de jugar un Argentino B en Jorge Newbery, club que lleva tatuado. “Nunca fui amigo de los técnicos, siempre me gané el puesto”, reconoce el volante que a los 37 se fue dándolo todo

14 JUN 2014 - 22:09 | Actualizado

A los 37 y con chapa de ganador, Hugo Alberto Barrientos le dijo adiós al futbol profesional. Aunque la decisión podría transformarse en un “hasta luego” si es que Jorge Newbery, club del que es hincha, decide retomar la competencia regional. El comodorense fue parte de un histórico proceso en el club que debutó en la Primera B local y en tiempo récord, comenzó a transitar el camino de los torneos federales incluyendo diez temporadas en la Primera B Nacional. Siendo un niño, hecho en los potreros del barrio Ceferino empezó su romance con la pelota. ”Arranqué en La Proveeduría en futbol de salón con el “Cuqui” Silvera, fueron mis principios. Mi técnico fue Jorge “Coco” Méndez (amigo de la familia, exitoso DT del Futsal, fallecido recientemente). Con Silvera jugábamos en la séptima división de Jorge Newbery, cuando comenzó a gestarse el proyecto de lo que hoy es la CAI y ahí arrancamos. Jugué en todos los puestos, me faltó ser arquero”, admite el volante que decidió despedirse en el club desde el cual logró trascender.

Aquel equipo dirigido por Víctor Doria y conformado por chicos de entre 15 y 17 años más algunos “refuerzos” de experiencia fue la piedra fundamental de la CAI, la institución que sigue siendo una de las canteras más prolíficas del interior. “Creo que ahora, en los últimos años a la gente del sur nos tienen más en cuenta y por eso siguen saliendo jugadores. Creo que lo ven de otra manera, antes los representantes nunca llegaban hasta Comodoro Rivadavia”.

Emigración

Hugo Barrientos se formó en la vida y como futbolista en la CAI. Recién emigró a los 20, tentado por el Atlético Rafaela con la única cuenta pendiente de haber jugado en el exterior a pesar de haber recibido numerosas ofertas. “Fuímos Carlos Amado y yo a prueba y quedé. Acá era amateur, teníamos un viático, pero allá fue totalmente diferente. Me encontré con gente con mucho nombre, con Gustavo Alfaro como técnico súper estricto. Se hizo difícil sabiendo que uno es de lejos. Después fui a Olimpo, Instituto, ambos en Primera, me compró Huracán en el Nacional B donde jugué 4 años y después Newell’s”.

Volante combativo, de los que impone por despliegue y voz de mando, sin mezquinar entrega Hugo reconoce haber trascendido “sin ser amigo de los técnicos” y con poco –muy poco- banco de suplentes. “Siempre me ganaba el puesto adentro del campo de juego”, sostiene quien fuera dos veces campeón con la “Crema” en la PBN. “En Olimpo me lesioné y mantuvimos la categoría; en All Boys metimos dos años donde entramos en la historia. Y en la CAI nos daban por muertos, no nos iban a ver ni los parientes, estuvimos cerca del objetivo, no se pudo pero estoy orgulloso”.

El día después llega sin complejos para el mayor de los hermanos futbolistas. Ya recibió su título como director técnico y espera tener la oportunidad de ser guía de un equipo. “Aprendí y creo que se lleva en la sangre también. Por eso estudié para ser DT y estoy convencido que me va a ir bien. Me va a costar llegar, pero estoy convencido”.

“Estoy para seguir jugando. Le decía a mi familia que estaba emocionado en el último partido y me fui entero de una cancha. Yo dejé el futbol, el futbol no me dejó a mí. No me iba a arrastrar dentro de un campo de juego. Jugué mucho tiempo, viajé bastante y prefiero priorizar otras cosas hoy en día. Profesionalmente ya me retiré. Soy un agradecido”, dijo en una extensa charla con el programa “Fair Play” (100.1)

Dos hijos

Casi como sus dos hijos, Jorge Newbery es parte de su familia. Junto con Pablo o “Pitu”, que triunfa en el exterior, no ha dudado en aportar jugadores y dinero para que el “Lobo” pueda trascender. Y de ahí que su anhelo de calzarse gratis la camiseta de su club, es lo único que parece retardar su decisión de archivar definitivamente los botines. Y junto a su nombre suena el de Néstor Andrés Silvera, otro comodorense que se crió en la Loma y que volvería tentado por los colores. “A la CAI la quiero, me formó como persona, y en Newbery lo mismo, lo tengo tatuado. Uno dice no puede ser hincha de dos clubes, y lo soy. En el último Torneo Argentino A yo vine para aportar lo mío y me llena de orgullo haber podido compartir un vestuario con los chicos. A mí cuando me tocó ser joven, tuve compañeros grandes que me enseñaron muchísimas cosas y me dejaron una marca para el resto de mi vida. Hoy traté de devolver eso. Y espero haberlo logrado”.#

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14 JUN 2014 - 22:09

A los 37 y con chapa de ganador, Hugo Alberto Barrientos le dijo adiós al futbol profesional. Aunque la decisión podría transformarse en un “hasta luego” si es que Jorge Newbery, club del que es hincha, decide retomar la competencia regional. El comodorense fue parte de un histórico proceso en el club que debutó en la Primera B local y en tiempo récord, comenzó a transitar el camino de los torneos federales incluyendo diez temporadas en la Primera B Nacional. Siendo un niño, hecho en los potreros del barrio Ceferino empezó su romance con la pelota. ”Arranqué en La Proveeduría en futbol de salón con el “Cuqui” Silvera, fueron mis principios. Mi técnico fue Jorge “Coco” Méndez (amigo de la familia, exitoso DT del Futsal, fallecido recientemente). Con Silvera jugábamos en la séptima división de Jorge Newbery, cuando comenzó a gestarse el proyecto de lo que hoy es la CAI y ahí arrancamos. Jugué en todos los puestos, me faltó ser arquero”, admite el volante que decidió despedirse en el club desde el cual logró trascender.

Aquel equipo dirigido por Víctor Doria y conformado por chicos de entre 15 y 17 años más algunos “refuerzos” de experiencia fue la piedra fundamental de la CAI, la institución que sigue siendo una de las canteras más prolíficas del interior. “Creo que ahora, en los últimos años a la gente del sur nos tienen más en cuenta y por eso siguen saliendo jugadores. Creo que lo ven de otra manera, antes los representantes nunca llegaban hasta Comodoro Rivadavia”.

Emigración

Hugo Barrientos se formó en la vida y como futbolista en la CAI. Recién emigró a los 20, tentado por el Atlético Rafaela con la única cuenta pendiente de haber jugado en el exterior a pesar de haber recibido numerosas ofertas. “Fuímos Carlos Amado y yo a prueba y quedé. Acá era amateur, teníamos un viático, pero allá fue totalmente diferente. Me encontré con gente con mucho nombre, con Gustavo Alfaro como técnico súper estricto. Se hizo difícil sabiendo que uno es de lejos. Después fui a Olimpo, Instituto, ambos en Primera, me compró Huracán en el Nacional B donde jugué 4 años y después Newell’s”.

Volante combativo, de los que impone por despliegue y voz de mando, sin mezquinar entrega Hugo reconoce haber trascendido “sin ser amigo de los técnicos” y con poco –muy poco- banco de suplentes. “Siempre me ganaba el puesto adentro del campo de juego”, sostiene quien fuera dos veces campeón con la “Crema” en la PBN. “En Olimpo me lesioné y mantuvimos la categoría; en All Boys metimos dos años donde entramos en la historia. Y en la CAI nos daban por muertos, no nos iban a ver ni los parientes, estuvimos cerca del objetivo, no se pudo pero estoy orgulloso”.

El día después llega sin complejos para el mayor de los hermanos futbolistas. Ya recibió su título como director técnico y espera tener la oportunidad de ser guía de un equipo. “Aprendí y creo que se lleva en la sangre también. Por eso estudié para ser DT y estoy convencido que me va a ir bien. Me va a costar llegar, pero estoy convencido”.

“Estoy para seguir jugando. Le decía a mi familia que estaba emocionado en el último partido y me fui entero de una cancha. Yo dejé el futbol, el futbol no me dejó a mí. No me iba a arrastrar dentro de un campo de juego. Jugué mucho tiempo, viajé bastante y prefiero priorizar otras cosas hoy en día. Profesionalmente ya me retiré. Soy un agradecido”, dijo en una extensa charla con el programa “Fair Play” (100.1)

Dos hijos

Casi como sus dos hijos, Jorge Newbery es parte de su familia. Junto con Pablo o “Pitu”, que triunfa en el exterior, no ha dudado en aportar jugadores y dinero para que el “Lobo” pueda trascender. Y de ahí que su anhelo de calzarse gratis la camiseta de su club, es lo único que parece retardar su decisión de archivar definitivamente los botines. Y junto a su nombre suena el de Néstor Andrés Silvera, otro comodorense que se crió en la Loma y que volvería tentado por los colores. “A la CAI la quiero, me formó como persona, y en Newbery lo mismo, lo tengo tatuado. Uno dice no puede ser hincha de dos clubes, y lo soy. En el último Torneo Argentino A yo vine para aportar lo mío y me llena de orgullo haber podido compartir un vestuario con los chicos. A mí cuando me tocó ser joven, tuve compañeros grandes que me enseñaron muchísimas cosas y me dejaron una marca para el resto de mi vida. Hoy traté de devolver eso. Y espero haberlo logrado”.#


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