Unas 50 naciones dan su apoyo al gobierno de Libia

Representantes de medio centenar de países y organismos internacionales se reunieron hoy en Túnez para analizar la situación en Libia y buscar vías de apoyo al llamado gobierno de unidad nacional y al Consejo Presidencial designado por la ONU.

12 ABR 2016 - 16:23 | Actualizado

La cita fue inaugurada por el canciller tunecino, Jemeies Jhinaoui, quien insistió en apostar por la vía política y olvidar los llamamientos pasados a una intervención militar en el país.

"La decisión de Túnez de reabrir su embajada en Trípoli es un paso en esta dirección. Esperamos que sea seguido por otros estados", explicó uno de los diplomáticos tunecinos presentes en la reunión, citado por la agencia de noticias EFE.

Casi al mismo tiempo, en Trípoli, el canciller italiano, Paolo Gentilone, se convertía en el primer representante europeo en viajar a la capital desde la llegada hace tres semanas del gobierno de unidad y anunciaba que su país reabrirá "pronto" su misión diplomática en Libia.

Al encuentro, organizado por la ONU y la embajada del Reino Unido en Libia -que como todas las europeas están desplazadas a Túnez- asistieron representantes de todos los países vecinos, de la Unión Europea (UE), de la Unión Africana, la Liga Árabe, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), entre otros.

Todos coincidieron que las prioridades son ahora estabilizar la situación política, restablecer la seguridad en todo el país y resucitar la economía.

Para ello, se instó a todos los participantes a reconocer a la nueva autoridad en Trípoli y a gestionar toda la ayuda a través de ese gobierno de unidad nacional, como único interlocutor válido en Libia.

"Somos conscientes de que el gobierno de unidad nacional no será exitoso y no convencerá al pueblo si no conseguimos resolver rápido las necesidades urgentes de la población", admitió el viceprimer ministro designado, Moussa al Kony.

El político insistió en que el acento debe ponerse en servicios básicos como la educación, la salud, la electricidad, el agua corriente pero también en la garantía de la seguridad y la lucha contra el extremismo.

Según cálculos de la ONU, se necesitarían más de 200 millones de dólares solo para cubrir necesidades básica en el terreno de la salud y educación, y cientos de millones más para reflotar la industria petrolera y asegurar la producción.

Libia se convirtió en un estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que en 2011 la comunidad internacional contribuyera militarmente a la victoria de los rebeldes sobre la dictadura de Muammar Kaddafi.

Desde finales de marzo vive una situación política confusa, con un gobierno de unidad nacional establecido en Trípoli que no cuenta con legitimidad interna, un Parlamento reconocido internacionalmente en Tobruk que se niega a respaldar ese gabinete y un liderazgo cesante en la capital que aún conserva poder militar.

De la situación han sacado provecho grupos radicales como la rama libia del grupo extremista Estado Islámico (EI) que en el último año ha ampliado el territorio bajo su control e incluso establecido un nuevo bastión en la costa del Mediterráneo.

Según los expertos, Libia posee las reservas petroleras más importantes del continente africano, estimadas en 48 millones de barriles.

Desde 2011, su producción ha descendido de los 1,6 millones barriles diarios anuales a los actuales 300.000.

Este descenso, junto a los conflictos armados en las ciudades de Bengazi y Sirte, y en otro puntos del sur del país, han causado que más de un tercio de la población local (2,5 millones de 6 millones de habitantes) necesiten de la ayuda internacional.

12 ABR 2016 - 16:23

La cita fue inaugurada por el canciller tunecino, Jemeies Jhinaoui, quien insistió en apostar por la vía política y olvidar los llamamientos pasados a una intervención militar en el país.

"La decisión de Túnez de reabrir su embajada en Trípoli es un paso en esta dirección. Esperamos que sea seguido por otros estados", explicó uno de los diplomáticos tunecinos presentes en la reunión, citado por la agencia de noticias EFE.

Casi al mismo tiempo, en Trípoli, el canciller italiano, Paolo Gentilone, se convertía en el primer representante europeo en viajar a la capital desde la llegada hace tres semanas del gobierno de unidad y anunciaba que su país reabrirá "pronto" su misión diplomática en Libia.

Al encuentro, organizado por la ONU y la embajada del Reino Unido en Libia -que como todas las europeas están desplazadas a Túnez- asistieron representantes de todos los países vecinos, de la Unión Europea (UE), de la Unión Africana, la Liga Árabe, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), entre otros.

Todos coincidieron que las prioridades son ahora estabilizar la situación política, restablecer la seguridad en todo el país y resucitar la economía.

Para ello, se instó a todos los participantes a reconocer a la nueva autoridad en Trípoli y a gestionar toda la ayuda a través de ese gobierno de unidad nacional, como único interlocutor válido en Libia.

"Somos conscientes de que el gobierno de unidad nacional no será exitoso y no convencerá al pueblo si no conseguimos resolver rápido las necesidades urgentes de la población", admitió el viceprimer ministro designado, Moussa al Kony.

El político insistió en que el acento debe ponerse en servicios básicos como la educación, la salud, la electricidad, el agua corriente pero también en la garantía de la seguridad y la lucha contra el extremismo.

Según cálculos de la ONU, se necesitarían más de 200 millones de dólares solo para cubrir necesidades básica en el terreno de la salud y educación, y cientos de millones más para reflotar la industria petrolera y asegurar la producción.

Libia se convirtió en un estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que en 2011 la comunidad internacional contribuyera militarmente a la victoria de los rebeldes sobre la dictadura de Muammar Kaddafi.

Desde finales de marzo vive una situación política confusa, con un gobierno de unidad nacional establecido en Trípoli que no cuenta con legitimidad interna, un Parlamento reconocido internacionalmente en Tobruk que se niega a respaldar ese gabinete y un liderazgo cesante en la capital que aún conserva poder militar.

De la situación han sacado provecho grupos radicales como la rama libia del grupo extremista Estado Islámico (EI) que en el último año ha ampliado el territorio bajo su control e incluso establecido un nuevo bastión en la costa del Mediterráneo.

Según los expertos, Libia posee las reservas petroleras más importantes del continente africano, estimadas en 48 millones de barriles.

Desde 2011, su producción ha descendido de los 1,6 millones barriles diarios anuales a los actuales 300.000.

Este descenso, junto a los conflictos armados en las ciudades de Bengazi y Sirte, y en otro puntos del sur del país, han causado que más de un tercio de la población local (2,5 millones de 6 millones de habitantes) necesiten de la ayuda internacional.


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