Que sea el último baile

18 MAR 2024 - 11:01 | Actualizado 18 MAR 2024 - 11:09

- Por Esteban Gallo

La divulgación por redes sociales de un video en el que se ve a dos jóvenes empleados legislativos bailando en uno de los balcones de la Legislatura provincial derivó en duras sanciones para los implicados.

La peor parte se la llevo el bailarín, que directamente fue cesanteado de sus funciones, mientras que su compañera de pista deberá afrontar una suspensión preventiva hasta tanto culmine el sumario administrativo que se le inició.

El presidente de la Legislatura, Gustavo Menna, había adelantado el jueves pasado que “No vamos a permitir ni consentir que se le falte el respeto a la sociedad por no estar a la altura de la responsabilidad, la seriedad y el trabajo que exige este momento de la provincia”.


El bailecito de la polémica generó en gran parte de la sociedad un fuerte sentimiento de rechazo, que va de la mano del asqueo que le provoca el mal funcionamiento de algunas instituciones.

En relación a la Legislatura, los vecinos sienten un encono particular porque conocen y rechazan muchas de las prácticas que han sido moneda corriente en el Palacio de las Leyes a través de los años.

Si se hubiera viralizado la imagen de dos enfermeros bailando en el pasillo de un hospital, ode un grupo de maestros haciendo un trencito en el patio de una escuela, todos estaríamos celebrando y aplaudiendo. Probablemente estaríamos copiando los pasos en nuestros lugares de trabajo.

Pero ocurrió en la Legislatura. Y el problema no es el baile sino el concepto que la gente tiene de ese lugar.
No es por la calidad de las leyes sancionadas que se conoce al parlamento provincial sino por el funcionamiento turbio que ha tenido a lo largo de los años.

Por algo será que cuando llega el 29 de cada mes, antes que en la pasta italiana, los chubutenses pensemos en la Legislatura.

¿O no es cierto que personas que pertenecen a la planta permanente nunca entraron al edificio? ¿O no es verdad que hay casos de individuos que se han jubilado sin ir nunca a trabajar? ¿O es verso el tema de los asesores y secretarios de bloque que pululan por el edificio legislativo?

Históricamente, el ingreso laboral a la Legislatura ha estado vedado al ciudadano común. Hay buenos empleados, pero ninguno entró por mérito propio sino porque lo acomodó un funcionario de alto rango, un dirigente político o un diputado. Bueno, la bailarina que ahora está suspendida es la hija de una ex diputada provincial y nacional.

El festival de incorporaciones que han hecho los que pasaron por ahí es vergonzoso. Han nombrado hijos, esposas, maridos, hermanos, amantes.

El viernes escuchaba al Secretario General del gremio legislativo Angel Sierra, despotricando contra los bailarines.

La sociedad chubutense se pregunta ¿Qué contribución hizo él, durante todos estos años, para cuidar la imagen de la legislatura? ¿Por qué no se opuso a la cantidad de nombramientos espúrios que se firmaron frente a sus narices?

Se escandaliza con los bailarines, pero tiene a su esposa y su hija trabajando ahí. ¿Qué es peor, dos empleados que bailan en el horario de trabajo o el nepotismo de funcionarios y sindicalistas?

Los bailarines de la Legislatura cometieron un error, pero pagaron los platos rotos por lo que la legislatura representa para la comunidad.

Hay cosas que nos deberían preocupar mucho más. Por ejemplo, el nivel paupérrimo de la gran mayoría de los legisladores que son los que sancionan las leyes de la provincia. Nos debería inquietar, que tengamos 5 o 6 legisladores lúcidos y el resto no abra la boca.

Nos debería afligir que durante todos estos años no haya habido un solo ingreso por concurso en la legislatura.
Saliendo del edificio legislativo, nos debería escandalizar que tengamos un defensor oficial que maneje borracho, orine en la calle, se resista a la autoridad y siga siendo funcionario público.

O tener legisladores nacionales que voten en contra de los intereses de Chubut, como la senadora Cristina.
Al lado de eso, los bailarines de la legislatura son dos porotos.

No digo que está bien que hayan salido a bailotear en horario de trabajo ni que no tengan que recibir una sanción. Digo que hay cosas peores que no se corrigen, que hay un montón de sinvergüenzas que no reciben ninguna sanción y que muchos de los que se escandalizan han hecho cosas peores.

Me preocupa que castiguen a los bailarines y que los que organizan el baile sigan de joda.

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18 MAR 2024 - 11:01

- Por Esteban Gallo

La divulgación por redes sociales de un video en el que se ve a dos jóvenes empleados legislativos bailando en uno de los balcones de la Legislatura provincial derivó en duras sanciones para los implicados.

La peor parte se la llevo el bailarín, que directamente fue cesanteado de sus funciones, mientras que su compañera de pista deberá afrontar una suspensión preventiva hasta tanto culmine el sumario administrativo que se le inició.

El presidente de la Legislatura, Gustavo Menna, había adelantado el jueves pasado que “No vamos a permitir ni consentir que se le falte el respeto a la sociedad por no estar a la altura de la responsabilidad, la seriedad y el trabajo que exige este momento de la provincia”.


El bailecito de la polémica generó en gran parte de la sociedad un fuerte sentimiento de rechazo, que va de la mano del asqueo que le provoca el mal funcionamiento de algunas instituciones.

En relación a la Legislatura, los vecinos sienten un encono particular porque conocen y rechazan muchas de las prácticas que han sido moneda corriente en el Palacio de las Leyes a través de los años.

Si se hubiera viralizado la imagen de dos enfermeros bailando en el pasillo de un hospital, ode un grupo de maestros haciendo un trencito en el patio de una escuela, todos estaríamos celebrando y aplaudiendo. Probablemente estaríamos copiando los pasos en nuestros lugares de trabajo.

Pero ocurrió en la Legislatura. Y el problema no es el baile sino el concepto que la gente tiene de ese lugar.
No es por la calidad de las leyes sancionadas que se conoce al parlamento provincial sino por el funcionamiento turbio que ha tenido a lo largo de los años.

Por algo será que cuando llega el 29 de cada mes, antes que en la pasta italiana, los chubutenses pensemos en la Legislatura.

¿O no es cierto que personas que pertenecen a la planta permanente nunca entraron al edificio? ¿O no es verdad que hay casos de individuos que se han jubilado sin ir nunca a trabajar? ¿O es verso el tema de los asesores y secretarios de bloque que pululan por el edificio legislativo?

Históricamente, el ingreso laboral a la Legislatura ha estado vedado al ciudadano común. Hay buenos empleados, pero ninguno entró por mérito propio sino porque lo acomodó un funcionario de alto rango, un dirigente político o un diputado. Bueno, la bailarina que ahora está suspendida es la hija de una ex diputada provincial y nacional.

El festival de incorporaciones que han hecho los que pasaron por ahí es vergonzoso. Han nombrado hijos, esposas, maridos, hermanos, amantes.

El viernes escuchaba al Secretario General del gremio legislativo Angel Sierra, despotricando contra los bailarines.

La sociedad chubutense se pregunta ¿Qué contribución hizo él, durante todos estos años, para cuidar la imagen de la legislatura? ¿Por qué no se opuso a la cantidad de nombramientos espúrios que se firmaron frente a sus narices?

Se escandaliza con los bailarines, pero tiene a su esposa y su hija trabajando ahí. ¿Qué es peor, dos empleados que bailan en el horario de trabajo o el nepotismo de funcionarios y sindicalistas?

Los bailarines de la Legislatura cometieron un error, pero pagaron los platos rotos por lo que la legislatura representa para la comunidad.

Hay cosas que nos deberían preocupar mucho más. Por ejemplo, el nivel paupérrimo de la gran mayoría de los legisladores que son los que sancionan las leyes de la provincia. Nos debería inquietar, que tengamos 5 o 6 legisladores lúcidos y el resto no abra la boca.

Nos debería afligir que durante todos estos años no haya habido un solo ingreso por concurso en la legislatura.
Saliendo del edificio legislativo, nos debería escandalizar que tengamos un defensor oficial que maneje borracho, orine en la calle, se resista a la autoridad y siga siendo funcionario público.

O tener legisladores nacionales que voten en contra de los intereses de Chubut, como la senadora Cristina.
Al lado de eso, los bailarines de la legislatura son dos porotos.

No digo que está bien que hayan salido a bailotear en horario de trabajo ni que no tengan que recibir una sanción. Digo que hay cosas peores que no se corrigen, que hay un montón de sinvergüenzas que no reciben ninguna sanción y que muchos de los que se escandalizan han hecho cosas peores.

Me preocupa que castiguen a los bailarines y que los que organizan el baile sigan de joda.


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