Una semana antes del 2 de abril, Graciela de Reyes terminó de construir una réplica del Crucero ARA “General Belgrano” que le demandó dos años de trabajo. Lo hizo en honor a su marido, el ex combatiente trelewense Horacio Oscar “Cachin” Reyes, que fue parte del conflicto bélico del Atlántico Sur en 1982, y lo obsequió al Museo del Centro de Ex Combatientes de Malvinas de Trelew.
Graciela de Reyes tiene 56 años. Hace algunos años atrás, completó un curso de carpintería, y esos conocimientos adquiridos los empleó en la construcción de un modelo a escala del crucero.
Según Graciela, su idea de construir esta réplica surgió porque en el Museo faltaba una muestra alusiva al crucero que fue hundida durante la guerra de Malvinas. “En honor a los que quedaron en el mar argentino y los que pudieron volver, faltaba esa parte de la historia para que la gente sepa, vea y conozca cómo era el crucero”, explicó.
Su construcción fue lenta y minuciosa. “Lo hice de madera balsa y fibrofácil”, contó. “Fue un trabajo de 2 años. Tuve que hacer maderitas y ensamblar tiras mojadas para ir dándoles forma”.
Lo más difícil de construir fueron las miniaturas exteriores, algunas de ellas realmente muy pequeñas, de apenas medio centímetro. “Me han faltado muchas cosas pero lo esencial está. Usé diferentes materiales, tapitas de desodorantes, tanza, alambres, porcelana, hilos, de todo para ir ensamblando y tratar que se parezca lo más posible a los detalles reales”.
Esetrabajo meticuloso, sumado a la mano de pintura, dio por resultado una preciosa maqueta que completará la muestra del Museo en Trelew.
Graciela mantiene un perfil bajo, ella prefería que no se sepa demasiado sobre lo que estaba haciendo. En el fondo, lo hizo por amor a su marido, el ex combatiente “Cahin” Reyes, y por todos los argentinos que combatieron o participaron de la guerra.
“Siempre que hago cosas, lo hago por mi esposo y porque dentro de lo que yo sé puedo ayudar”, dijo.
Cachin” Reyes fue a Malvinas cuando tenía 19 años. Lo habían dado de baja, pero cuando comenzó el conflicto lo mandaron a buscar. Como soldado cumplió funciones en la Isla Soledad.
Como todas las familias argentinas que guardan un poco de Malvinas, tanto “Cachin” como Graciela tienen su propio sentimiento por las islas. “Malvinas es un sentimiento, es algo que nace desde el corazón y donde vemos a la patria desde otro punto de vista”, dijoGraciela.
“La bandera es todo. Desde chicos nos enseñaban que las Malvinas eran argentinas, y en la escuela los padrinos eran la gente de la Base que nos enseñaban a desfilar como soldados. Sí o sí había que saber todas las marchas, nos hacían vivir diferente a lo que es ahora, se inculcaba la patria”.
"Vivir Malvinas con mi esposo es tener un héroe que es nuestro, un héroe viviente. A la gente le costó darle ese valor porque en algún momento fueron culpados de haber perdido la guerra. Nadie sabía que habían ido a pelear con armas que eran de la Segunda Guerra Mundial”.
“En el sur vivíamos la guerra, pero la gente de Buenos Aires estaba con el Mundial de fútbol. Yo entonces tenía 14 años y recuerdo bien que sonaban las sirenas, había que esconderse y apagar todas las luces. Vivimos los toques de queda, que asustaban. Son cosas que quedan marcadas. Con el tiempo, como esposa de un ex combatiente, uno va dándose cuenta del valor humano que ellos representan para todo el país”.
Una semana antes del 2 de abril, Graciela de Reyes terminó de construir una réplica del Crucero ARA “General Belgrano” que le demandó dos años de trabajo. Lo hizo en honor a su marido, el ex combatiente trelewense Horacio Oscar “Cachin” Reyes, que fue parte del conflicto bélico del Atlántico Sur en 1982, y lo obsequió al Museo del Centro de Ex Combatientes de Malvinas de Trelew.
Graciela de Reyes tiene 56 años. Hace algunos años atrás, completó un curso de carpintería, y esos conocimientos adquiridos los empleó en la construcción de un modelo a escala del crucero.
Según Graciela, su idea de construir esta réplica surgió porque en el Museo faltaba una muestra alusiva al crucero que fue hundida durante la guerra de Malvinas. “En honor a los que quedaron en el mar argentino y los que pudieron volver, faltaba esa parte de la historia para que la gente sepa, vea y conozca cómo era el crucero”, explicó.
Su construcción fue lenta y minuciosa. “Lo hice de madera balsa y fibrofácil”, contó. “Fue un trabajo de 2 años. Tuve que hacer maderitas y ensamblar tiras mojadas para ir dándoles forma”.
Lo más difícil de construir fueron las miniaturas exteriores, algunas de ellas realmente muy pequeñas, de apenas medio centímetro. “Me han faltado muchas cosas pero lo esencial está. Usé diferentes materiales, tapitas de desodorantes, tanza, alambres, porcelana, hilos, de todo para ir ensamblando y tratar que se parezca lo más posible a los detalles reales”.
Esetrabajo meticuloso, sumado a la mano de pintura, dio por resultado una preciosa maqueta que completará la muestra del Museo en Trelew.
Graciela mantiene un perfil bajo, ella prefería que no se sepa demasiado sobre lo que estaba haciendo. En el fondo, lo hizo por amor a su marido, el ex combatiente “Cahin” Reyes, y por todos los argentinos que combatieron o participaron de la guerra.
“Siempre que hago cosas, lo hago por mi esposo y porque dentro de lo que yo sé puedo ayudar”, dijo.
Cachin” Reyes fue a Malvinas cuando tenía 19 años. Lo habían dado de baja, pero cuando comenzó el conflicto lo mandaron a buscar. Como soldado cumplió funciones en la Isla Soledad.
Como todas las familias argentinas que guardan un poco de Malvinas, tanto “Cachin” como Graciela tienen su propio sentimiento por las islas. “Malvinas es un sentimiento, es algo que nace desde el corazón y donde vemos a la patria desde otro punto de vista”, dijoGraciela.
“La bandera es todo. Desde chicos nos enseñaban que las Malvinas eran argentinas, y en la escuela los padrinos eran la gente de la Base que nos enseñaban a desfilar como soldados. Sí o sí había que saber todas las marchas, nos hacían vivir diferente a lo que es ahora, se inculcaba la patria”.
"Vivir Malvinas con mi esposo es tener un héroe que es nuestro, un héroe viviente. A la gente le costó darle ese valor porque en algún momento fueron culpados de haber perdido la guerra. Nadie sabía que habían ido a pelear con armas que eran de la Segunda Guerra Mundial”.
“En el sur vivíamos la guerra, pero la gente de Buenos Aires estaba con el Mundial de fútbol. Yo entonces tenía 14 años y recuerdo bien que sonaban las sirenas, había que esconderse y apagar todas las luces. Vivimos los toques de queda, que asustaban. Son cosas que quedan marcadas. Con el tiempo, como esposa de un ex combatiente, uno va dándose cuenta del valor humano que ellos representan para todo el país”.